Miscelanea instructiva y amena: Coleccion escogida de escritos sobre todas materias, en prosa y en verso, originales, copiados y traducidos ...

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Oficina tipografica de R. Pedrera, 1849

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Página 203 - á semejantes razones: Dichosa edad, y siglos dichosos aquellos á quien los antiguos pusieron nombre de dorados; y no porque en ellos el oro, que en esta nuestra edad de hierro tanto se estima, se alcanzase en aquella venturosa, sin fatiga alguna, sino porque
Página 204 - si, sin otro artificio que el de su cortesía, sus anchas y livianas cortezas, con que se comenzaron á cubrir las casas sobre rústicas estacas sustentadas, no mas que para defensa de- las. inclemencias del cielo. Todo era paz
Página 203 - ,,A nadie (continúa) le era necesario para alcanzar su ordinario sustento tomar otro trabajo, que alzar la mano,, 'y alcanzarle de las robustas encinas que liberalmente les estaban convidando con su dulce y
Página 326 - La familia asolada Yace espirando, y con feroz sonrisa Sorben voraces el fatal tesoro. Suelta á otro lado la madeja de oro, Mustio el dulce carmín de su mejilla, Y en su frente marchita la azucena, Con voz turbada y anhelante lloro, De su verdugo ante los piés se humilla
Página 203 - nombre de dorados; y no porque en ellos el oro, que en esta nuestra edad de hierro tanto se estima, se alcanzase en aquella venturosa, sin fatiga alguna, sino porque entónces los que en ella
Página 423 - Fresca, lozana, pura y olorosa, Gala y adorno del pensil florido, Gallarda puesta sobre el ramo erguido Fragancia esparce la naciente rosa; El dulce aroma y el color perdido, Sus hojas lleva el aura presurosa. Así brilló un momento mi ventura
Página 324 - la destruccion Mantua afligida! Yo vi, yo vi su juventud florida Correr inerme al huésped ominoso: Mas ¿ qué su generoso Esfuerzo pudo ? El pérfido caudillo, En quien su honor y su defensa fia, La condenó al cuchillo. ¿ Quién ¡ ay ! la alevosía, La horrible
Página 424 - alas del amor, y hermosa nube Fingí tal vez de gloria y de alegría; Mas ¡ ay ! que el bien trocóse en amargura, Y deshojada por los aires sube La dulce flor de la esperanza mia.
Página 106 - en paz. Isla yo soy del reposo En medio el mar de la vida, Y el marinero allí olvida La tormenta que pasó: Allí convidan al sueño Aguas puras sin murmullo; Allí se duerme al arrullo De una brisa sin rumor. Soy melancólico
Página 203 - su estómago, tomó un puñado de bellotas en la mano, y mirándolas atentamente soltó la voz á semejantes razones: Dichosa edad, y siglos dichosos aquellos á quien los antiguos pusieron nombre de dorados; y no porque en ellos el oro, que en esta nuestra edad de hierro tanto se estima, se alcanzase en aquella venturosa, sin fatiga alguna, sino porque

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