Imágenes de páginas
PDF
EPUB

por cuanto se habían ejecutado con toda quietud y pacificación.]

Y con la ocasión de haber instado á que se repicase en la santa iglesia Catedral de esta ciudad, viendo que no se ejecutaba con la prontitud que el vulgo apetecía, sin embargo de que se le daba á entender se haría á su tiempo, tuvo éste la osadía de proceder á facilitar la entrada para la torre y ejecutar el repique, el día de ayer, como á la oración, con el cual fué en sus términos desmesurado el alboroto; porque con más esfuerzo se continuaron dichos víctores, con tal extremo de tiros y luminarias, que no contentos con esto pasaron á prender fuego á la horca, á lo cual, aunque pensé hacer alguna demostración á fin de contener la gente, reflejando sobre ello y considerando que todo esto podía ser únicamente movimiento del afecto á dicho Venerable Sr., y que de impedir este regocijo pudiera inferirse alguna sublevación, tuve por mejor acuerdo el de suspenderme en la resolución, esperando que sólo parase en lo referido, y premeditando, asimismo, que las más Compañías de esta ciudad se componen de muchos de los que sin duda andarían mezclados en lo común, cuestión penosa. Habiéndose propasado dicha gente á quemar la puerta de la cárcel, mostrando especie de sublevación, por los muchos que apedreaban y estaban armados de palos largos, procuré dar y dí las providencias que en aquel estrecho tuve por convenientes, ocurriendo por mi propia persona á

efecto de reparar los mayores daños de esta moción, que con estas providencias y la asistencia del Alguacil Mayor don José de Mendoza y Escalante, quien por su parte se hizo de gente y acudió al socorro de esta urgencia, pudo serenarse, aunque no fué dable aplacarla de otra suerte que con rigor, en el que peligraron algunos, aunque pocos. Yo padecí el quebranto de salir herido en la cabeza, si bien que no gravemente.

Según el estado presente, en el cual queda serenada la moción referida, y quedó á breve rato de quemada la puerta de la cárcel, cuyos presos todos quedan en ella, y con el ánimo de que se publique hoy bando para que de ninguna suerte prosigan dichos víctores, porque no se experimente perjuicio alguno como el acaecido.

Todo lo cual participo á V. E. para que su soberanía se halle cerciorado de ello y fuera del cuidado que pusiera ó causare esta noticia sin que fuera yo quien la diese, quedando, como quedo, con rendida obediencia para ejecutar las superiores órdenes de V. E., y (rogando) á Nuestro Señor por su importante vida, como merece, por muchos años.

Angeles y noviembre 29 de 1729.

Excelentísimo señor,

á los piés de V. E.,

Francisco Antonio Bustamante, (rúbrica).

Exmo. Sr. Virrey Marqués de Casafuerte.

(Al margen:)

Srio. Dr. José Morán.

Exmo. Sr:

México, 1o de diciembre de 1727.
Al fiscal.

En esta consulta participa el Justicia Mayor de la Puebla el alboroto acaecido con el motivo de haberse por algunos días continuado los víctores y aclamaciones públicas del común de aquella ciudad, en celebridad de haberse recibido las remisoriales de Su Santidad para las diligencias previas á la beatificación del Ilustrísimo Venerable Sr. don Juan de Palafox, en que intentaron escalar la torre de la santa iglesia para repicar las campanas, por haber diferido el Sr. Obispo el mandarlo hacer; propasándose el concurso á otras extrañas demostraciones, como fueron el poner fuego á la horca y puerta de la cárcel, y que habiendo salido personalmente á contenerlos, por hallarse prevenidos de piedras y otras armas, le acometieron y á los que con él iban, que peligraron algunos, aunque pocos, y dicho Justicia Mayor resultó herido en la cabeza; pero al mismo tiempo avisa estar ya sano, y quieto y sosegado el alboroto, y que no tuvo efecto la fuga de preso alguno. Lo cual supuesto, para evitar el que se reitere otro igual alboroto, tiene el Fiscal por conveniente se sirva de mandar se expida luego despacho para que dicho Justicia Mayor haga publicar por bando el que cesen en lo de adelante

los víctores y aclamaciones públicas, imponiendo á los que promovieren á ellos y causaren inquietud en el común vulgo, la pena de doscientos azotes y diez años de obraje á los de color quebrado y la de cien pesos y cuatro años de presidio á los españoles; ordenándose á dicho Justicia Mayor que con la sagacidad, prudencia y secreto que se requiere, haga que las compañías milicianas de aquella ciudad estén prevenidas para contener cualquie ra alboroto, intimando á sus cabos, de orden de V. E., el cuidado y vigilancia, y advirtiéndoles que de lo contrario será de su cuenta y se les hará cargo de cualquier accidente grave que sobrevenga. Y asimismo proceda dicho Justicia Mayor separadamente á hacer averiguación sumaria de los principales cabecillas y culpados en el desacato cometido á su persona, é incendio de la cárcel y horca, los cuales aprehenda, obrando con cuidado y prudencia en su captura, les haga cargo y substancie la causa hasta estado de sentencia, en que dé cuenta, como asimismo de cualquiera novedad que advirtiere. Sobre todo, V. E. resolverá lo que tuviere á bien que sea más conveniente.

México y 1o de diciembre de 1729.

Leopoldo Palacios, (rúbrica).

México, 1o de diciembre 1729.

Al Real Acuerdo por voto consultivo.

Excelentísimo señor:

Este domingo á la tarde, 27 del corriente, llegué á esta ciudad, habiendo dejado la visita á instancias de mi cabildo, con motivo de haber venido en la flota letras remisoriales de Roma para el proceso de la beatificación del Ilustrísimo y Venerable Sr. don Juan de Palafox; y habiendo hallado muy conmovido al pueblo en demostraciones de regocijos, procuré aquietarlos con persuaciones, temiéndome que abusando de tan buen título y motivo, se propasasen á algun desacato: y así, aunque ayer en la mañana, con ocasión de un milagro, que se dice sucedía, me importunaron con clamores, porque mandase repicar las campanas, y en la tarde en la misma forma me siguieron desde casa hasta el campo, procuré disuadirles, diciendo que á su tiempo providenciaría yo el repique y demás demostraciones de regocijo, pero habiendo vuelto á casa, poco antes de la oración, ví un numeroso concurso en la plaza y atrio de la Catedral, y diciéndome que estaban batiendo la puerta de la torre, lo que también me aseguró el Dean, como el que no había medida para aquietarlos y que sería mejor dar un repique, yo discurrí lo mismo, y (le dije) hiciese lo que mejor le pareciese, aunque con recelo de las malas resultas que podían suceder á la noche, como en efecto, pegaron fuego á las cárceles reales; y habiendo salido á embarazar al Justicia Mayor, le perdieron el respeto, y entre varios golpes que le dieron, uno en la cabeza, que le hirieron gravemente, y al sargento

« AnteriorContinuar »