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puntos pudiera amenazarnos, y descansábamos seguros en su vigilancia y empeño con que tenía tomadas providencias oportunas para adquirir noticias que nos importara saber con tiempo.

De temores, por el riesgo que hay ahora de que sean seducidos los indios de aquellos pueblos, hasta ahora adversos á la insurrección, por el respeto, doctrina y cuidado del mencionado Vicario que se han llevado los insurgentes.

Se aumentan nuestros temores por lo que crece la insolencia de esos perversos con estos triunfos, con los que cada día atraen más á su partido; de modo que aun muchas familias que del Cardonal habían venido fugitivas á refugiarse á esta feligresía, se han vuelto ya á unir con los rebeldes, y según varias noticias, ya llega ó pasa de diez mil el número de ellos.

Por esta parte, ese pueblo lo concibo indefenso, á pesar de la buena disposición en que juzgo los ánimos de sus habitantes, para resistir, porque ya he expuesto á Vuestra Señoría Ilustrísima la poca provisión que tienen de armas y pólvora para hacer una resistencia vigorosa; y soy de sentir que una resistencia que no sea activa no servirá sino de irritar más á los enemigos, para mayor iniquidad, más derramamiento de sangre y mayores estragos en el vecindario.

Como el principal motivo, según tengo entendido, porque se llevaron á dicho Bachiller Moreno, fué por haber predicado contra la insurrección, y con sus exhortaciones impedídola en los pueblos

de su cargo, ¿qué debemos esperar todos los que, en cumplimiento de nuestra obligación, hemos hecho lo mismo y procuramos sin cesar, no sólo en los sermones y pláticas doctrinales, sino aún en las conversaciones familiares, ya públicas, ya privadas, hacer ver lo inicuo del partido insurgente, para precaver á nuestros feligreses del contagio y animarlos al cumplimiento de sus deberes?

Ciertamente que si ahora no se destruye esta caterva de perversos, ningún ministro prudente juzgo que los espere, y más, viendo que irían contra sus personas, teniéndolos por sus mayores contrarios; y así se verán en la precisión de abandonar sus destinos, considerándose perseguidos, y que su presencia de nada conduce á contener los excesos de los malos, ni á favorecer los justos procederes de los buenos.

Soy de sentir que aun es tiempo de dispensar, ó, á lo menos, contener á estos rebeldes insolentes, con una división de tropa, siquiera de 400 soldados, puestos en Ixmiquilpan con sus respectivos jefes, que los persigan con empeño; porque, de otra suerte, me temo que no sólo sea invadido este Curato, sino todos los del Mezquital; y aumentando así cada día más sus fuerzas los perversos, darán mucho más qué hacer después para contenerlos. Dios Nuestro Señor guarde á Vuestra Señoría Ilustrísima muchos años.

Actopan, septiembre 1o de 1811.

Ilustrísimo señor,

Doctor Jacinto Sánchez de Aparicio (rúbrica).

LV

OFICIO DEL SUBDELEGADO DE ACTOPAN, D. LuCAS FRANCISCO TAVEAU SOANFI, EN QUE PARTICIPO AL VIRREY QUE LOS INSURGENTES LLEVARON PRESO AL SR. VICARIO DE YOLOTEPEC, Y PIDIO TROPA QUE RESGUARDARA AQUEL PUNTO.-I DE SEPTIEMBRE DE 1811.

Exmo. Sr.:

Ayer, á las once de la noche, se arrojó una gavilla de insurgentes de los que están por el Cardonal y sus contornos, compuesta como de doscientos hombres de á pie y de á caballo, al pueblo de San Juan Bautista Yolotépec, de esta jurisdicción, y se llevaron preso al recomendable Presbítero Br. don Antonio Moreno, que estaba encargado de aquella Vicaría, al Gobernador de aquellos naturales, á un hermano de dicho Presbítero y á otros dos veci. nos. La noticia de todo esto la tuve hoy á las siete de la mañana; y como estoy persuadido de que la falta del citado Bachiller Moreno nos prepara con proximidad muy malas resultas para esta cabecera y todo su distrito, porque el notorio y experimentado celo de aquel ministro, su actividad y continuas exhortaciones á los indios y demás gente de aquellos pueblos de su cargo, era sin duda una inexpugnable muralla que los mantenía en paz y en el conocimiento de sus deberes y firme

resolución de no separarse de ellos y defender la justa causa, que hace temer, con mucho fundamento, gran trastorno, no sólo en aquellos feligreses que apacentaba, sino que, trastornados ellos, trascienda á mucha parte de los habitantes de toda esta jurisdicción, especialmente de los indios.

A más de esto, veo ya esta cabecera en cuasi declarado riesgo, porque uno de los presos que se llevaron anoche los insurgentes y le dieron libertad á la madrugada, me informa que, al dársela, profirieron aquéllos que no temían diese aviso á este mi pueblo, pues por el día de mañana intentaban atacarlo; y aunque estas especies que virtieron no tengan más auténtica que su orgullo y altanería, debo, no obstante, hacer de ellas el mérito de un no muy infundado recelo, como la viva penetración de V. E. conocerá. V me lo aumenta la justa consideración de que, aunque en este mi pueblo tenemos cortaduras y fosos en los parajes en donde ha sido posible, un pedrerito, que hasta ahora es el que se ha construído, y un general entusiasmo en las gentes de todas clases, conozco es todo esto muy poca fuerza para rechazar el crecido número de diez mil hombres, poco más ó menos, que sé, por varios modos, tiene el enemigo, unidos y dispuestos para darnos el ataque; y lo que más debilita la poca fuerza referida, es la cuasi total carencia de armas, especialmente de fuego, con que nos hallamos, y también de pólvora,

Por todo lo expuesto, y de acuerdo con este vecindario, y especialmente de nuestro Cura párroco,

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