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<«< Francia mui sentida, i salió mal herido el duque de Bouillon. « Esta victoria fué importantísima al servicio de Vuestra Majestad; porque luego se ganó Dorlan, donde se desgollaron « tres mil franceses i entre ellos muchos caballeros de Picardia. » Al hablar al rei de sus servicios en las guerras de Flandes i de Francia, no los limitaba Alonso de Rivera a hechos de armas: en mas de una ocasion habia defendido la real hacienda o contribuido con sus propios dineros al servicio de la patria:

«En las cosas de la real hacienda de Vuestra Majestad, para <«< conservacion i aumento della (dice en su tan citada carta de « 16 de marzo de 1607), siempre he sido mui celoso i dolído<< me mucho de verla malgastar. I en Sejismunda, en los Esta«dos de Flandes, cuando se iba a hacer la jornada de Inglate«rra, era yo alférez del capitan don Pedro de Luna, del tercio «de Agustin Iñiguez, i estábamos allí alojados tres tercios de << españoles; donde habíamos dado muestra. I se habian pasado

«

viembre de 1614 en Concepcion, sin duda por efecto de las copias, es mai difícil descifrar bien los nombres de los personajes que figuran en este episodio: hemes necesitado ayudarnos de las crónicas españolas de la época i suprimido algunos imposibles de comprobar.

No terminaremos la relacion de los hechos de armas de Rivera sin copiar los apartes de su citada carta al marques de Montes Claros, virei del Perú, fechada el 28 de abril de 1613, en que refiere otros dos:

"Sobre Hut, en un consejo que se hizo para ganar un dique, no hubo 66 mas parecer del mio para que se ganase i el del coronel de valones, que se me arrimó. I tuvimos grandes contradicciones de don Luis de Velas

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co [a] i don Antonio de Zúñiga, que eran maeses de campo, i con todo se siguió mi parecer i mediante él se tomó el dique i fuí el primer capitan que entró en él, peleando con los enemigos.

"I en el reino de Francia, estando el campo de Su Majestad a órden del "jeneral de Rona, queriendo salirse el conde a tierra del rei, junto a los mae es de campo i capitanes para tomar sn parecer i yo fuí nuo de ellos, "i ol conde propuso con evidente inclinacion de salir fuera del reino con "el ejército, i todos se fueron tras él. I certifico a Vuestra Excelencia que no hubo mas de mi parecer contrario, porque dije que no convenia salir por las razones que allí se me ofrecieron. I, aunque el conde i todos les demas me procuraron traer a su parecer, no pudieron; porque ansi me pareció que no era justo i ansi le dije que, pues Su Señoría era jeneral i "tenia tantos pareceres con el suyo, que no tenia necesidad del mio, i que 66 ansi me parecia aquello i ansi lo decia i que Su Señoría no quisiese obligarme [a decir lo que no sentia I mi parecer solo bastó para que entónces no saliese el campo de Su Majestad de Francia."

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(a) ¿Acaso este i otros lances contribuirian a la frialdad con que, al decir de Rivera, fue recibido en Lima el gobernador de Chile per don Luis de Velasco, ya virei del Perú?

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a muchas plazas de soldados que no habia, en daño de la ha. «< cienda de Vuestra Majestad i de su servicio, i yéndome de la « mota con órden del duque de Parma a ver la jente española " para informarle de su cantidad i otras cosas, los alféreces i pitanes, temerosos de que no se echase de ver la falta que habia de las plazas de muestra a las efectivas, en particular en <«<los mosqueteros, hicieron pasar dos veces algunas mangas sin «que el dicho......... lo echase de ver. I esto fué en mucha « cantidad de jente i yo le avisé del engaño lo mas secreto que pude, considerando que en aquella ocasion era el aviso de mas << importancia que lo que montaba la plata. I no fué esto tan « secreto que no lo supieran algunas personas interesadas, con quien tuve harta pesadumbre sobre ello.........

« En la villa de Amiens, reino de Francia, despues de ha« berla ganado el gobernador Hernan Tello Porto-Carrero, «< por trato, como Vuestra Majestad mejor sabe, yo me hallé « con el tercio de don Alonso de Mendoza a mi cargo, donde « hice a Vuestra Majestad muchos servicios i en el tiempo que « duró el defendella fuí herido dos veces. I juntando el gober<«< nador a todas las personas mas principales i de caudal de aquella ciudad para en nombre de Vuestra Majestad pedir, «< como pidió, algun préstamo de dinero para acudir al reparo « de mui grandes necesidades que se le ofrecian en defensa de <«< la dicha villa i sustento de la jente de guerra (por las cuales « habia enviado a pedir socorro de dinero al serenísimo archi«duque Alberto i no se envió sino una carta en que mandaba lo « buscase en aquella villa, atento a que seria mui dificultoso el « proveerle de ello, por las incomodidades del camino i por estar «< el rei de Francia con su campo encima de la villa); lo cual hizo <«< el dicho Hernan Tello con las palabras mas encarecidas que » supo, obligando a Su Alteza a la satisfaccion mui ampliamen«te, mostrando su carta en que prometia pagarlo luego en Es«paña o en Italia, a donde cada uno lo quisiese, i de pagar los >> réditos, si algunos los quisiesen tomar, i hacer otras mercedes « en recompensa del dicho servicio, que estimaria en mucho; con

« todo no hubo nadie que ofreciese ninguna cosa, i yo me levau«té en pié para animarlos i dije que para negocio tan importan«te al servicio de Vuestra Majestad era mui justo que todos « hiciesemos de nuestra parte nuestro poder i mas con tan gran ganancia como la que prometia el serenísimo archiduque, i ofrecí seis mil ducados de a diez reales i los dí en oro i en « plata u otras cosas, i con todo esto nadie acudió con nada sino « fuimos el dicho gobernador i yo. »

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Se ve, pues, que Alonso de Rivera, cuando fué nombrado por el rei gobernador de Chile, no era un desconocido sino un militar mui distinguido i ya reputado. I precisamente debió el nombramiento a sus relevantes cualidades.

Felipe III al subir al trono (setiembre de 1598) recibió como primeras noticias del apartado reino de Chile las de la trájica muerte de su gobernador don Martin García Оñez de Loyola i la gran sublevacion que le siguió; los consejeros del nuevo monarca procuraron enviar acá un hombre capaz de sojuzgar a los indómitos araucanos, que durante tantos años se burlaban del poder español, i elijieron al efecto a Rivera, ofreciéndole crecido número de soldados para que emprendiese una campaña decisiva: por de pronto, a su paso por Panamá, debia recibir allí trescientos hombres i se le prometia enviarle mui luego directamente un refuerzo mas considerable.

Tales eran los antecedentes del nuevo gobernador i, si los hubieran conocido por acá, de seguro que, como nunca, habrian tenido esperanzas de ver concluida la guerra de Chile, la cual, segun la espresion tan comun entónces en el reino, se iba haciendo « infinita. »

CAPÍTULO II.

VIAJE DE ALONSO DE RIVERA A CHILE.

Partida de Rivera.-Las recomendaciones que trae para Sotomayor.-Por qué no delia tocar en el Perú.-Consejos de don Alonso de Sotomayor.-Peticiones de Rivera al rei.-Rivera i Aramburú: mala voluntad de éste; número i calidad de los soldados que entrega al gobernador de Chile.-Por qué se resuelve Rivera a tocar en el Perú.-Su forzada permanencia en Pamaná: paga tributo la tropa al clima del istmo.- Desembarca Rivera en Paita i sigue por tierra a Lima.-Llega a esta ciudad.-Demora que ahí tiene que soportar.-Atribúyela a deliberado propósito de don Luis de Velasco. - Las palabras del mismo virei parecen confirmar el dicho de Rivera.-En qué ocupó Rivera el tiempo de su permanencia en Lima: larga série de memoriales que presentó al virei.-Pide i consigue que se aumente el situado.-Reusa don Luis de Velasco fijar el sueldo de los militares.-Reiteradas e inútiles instancias de Rivera para conseguir artilleria.-Sale para Chile el gobernador.

A principios de 1600 se embarcó Alonso de Rivera en San Lucar en uno de los barcos de la armada, que iba a Portobello a las órdenes del jeneral de galeones Marcos de Aramburú, el cual debia entregarle al llegar allá los trescientos hombres de que hemos hablado.

Llevaba Rivera mui especiales recomendaciones para don Alonso de Sotomayor, el antiguo gobernador de Chile, presidente entónces de Panamá: Sotomayor recibia encargo no solo de facilitar a Rivera los barcos que necesitese para venir directamente a Chile (1) i cuantos recursos pudiese, sino tambien de

(1) Todos los datos referentes a la salida de Rivera para América i a su permanencia en Pamaná los tomamos, a ménos de señalarles otra fuente, de la carta escrita al rei por el mismo Rivera desde Portobello el 30 de junio de 1600.

ayudarlo con los consejos que le sujiriera su larga esperiencia en las cosas de este reino. La órden que traia Rivera de venir directamente de Panamá a nuestras playas, tenia por objeto evitar que los soldados se desertaran en Lima o que, habiendo conocido la prosperidad i holganza de que se gozaba en el Perú, quedasen con deseos de volver allá i huir de Chile cuando esperimentaran la miseria i escasez de esta tierra.

El viaje de la armada fué mui feliz: sin novedad alguna llegó a Portobello el 3 de junio.

Sotomayor recibió perfectamente a Alonso de Rivera i en el acto ordenó que en Panamá se aprestaran dos navíos « el uno « de la armadilla i otro de merechantes » para que lo trajesen a Chile. Las noticias que de lo acá sucedido le dió no podian ser mas desconsoladoras i le advirtió que era necesario el situado i un poderoso refuerzo de tropas para poner a raya la pujanza del araucano. Por lo que miraba personalmente al gobernador, le dijo Sotomayor que no habia posibilidad de cobrar en Chile el sueldo i le aconsejó pidiese al rei que mandara situar « la co« branza dél en Potosí o en otra parte, como lo ha tenido Mar« tin García i lo tiene ahora el teniente jeneral Vizcarra. »

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<< Asi mismo me dice don Alonso, agrega Rivera, que yo no puedo pasar sin algunos indios de servicio, andando en la «< guerra: suplico a Vuestra Majestad mande inviarme cédula « para que yo pueda tomar hasta ciento, que son los ménos que «< yo habré menester. »>

Las palabras precedentes se leen en la ya citada carta de 30 de junio de 1600; pues Alonso de Rivera no perdió tiempo i ántes de salir de Portobello escribió al rei, autorizando sus peticiones con la respetable opinion de Sotomayor.

I no fué lo mencionado lo único que solicitó del monarca: siempre por consejo de don Alonso de Sotomayor pidió, entre otras cosas, «< mil espadas i dagas, mil arcabuces, trescientos mos<< quetes, trescientos quintales de pólvora de repuesto i dos mil <«< vestidos enteros. I en lo que toca a la pólvora, viniendo con la <«< dicha jente (la que el rei habia prometido mandar por Buenos

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