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CAPÍTULO XXI.

FUNDACION DE NUESTRA SEÑORA DE ALÉ.

Sale Rivera en direccion a la antigua ciudad de Santa Cruz.-Los fuertes de Guanaraque.-Trabajos soportados por sus defensores.-Dan la paz coyuncheses i hualquis.-Condiciones que impone Rivera a los indios que se someten a la dominacion española.-Dura alternativa en que se veian los indios.— Motivos que determinaban a Rivera a repoblar a Santa Cruz. Lugar que escojió para la nueva poblacion.-Nuestra Señora de Alé-Despuebla los fuertes de Guanaraque.-Espedicion al de Santa Fe.-Atacan en el camino cuarenta indios a cuatro españoles, que se habian apartado.-Acude en su defensa Rivera i retíranse los asaltantes.-Precauciones tomadas por el gobernador ántes de comenzar la persecucion.-Emboscada de los indios.-Ŏrdena Rivera que se retire la avanzada i no es obedecido con presteza.— Envuelven la los indios.-Socórrela Rivera: peligro que corre.-Desastrosa retirada.-El indio de Osorno: noticias que da.

Diez dias despues de la llegada del refuerzo de Lima, el 22 de diciembre (1), salió Alonso de Rivera de Concepcion con toda la jente que pudo reunir i despues de haber pasado en barcas el Biobio (2), se dirijió al sitio ántes ocupado por la ciudad de Santa Cruz, cuya reedificacion entraba como punto capital en el plan de campaña que para ese año habia formado el gobernador de Chile.

Cuando el año anterior fundó Alonso de Rivera los dos fuertes de Guanaraque i el de Santa Fe, casi todos opinaban que no

(1) Esta fecha da Alonso de Rivera en su carta escrita al rei desde Rere el 5 de febrero de 1603 i, aunque en el Resúmen de la Informacion de 17 de setiembre de 1604 se dice que el ejército salió de Concepcion el 20 de diciembre, creemos preferible el primer testimonio por haber sido escrita la carta de Rivera solo como un mes despues de la salida.

(2) Carta de Alonso de Rivera al rei, de 5 de febrero de 1603.

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podrian mantenerse (3). La esperiencia habia demostrado lo contrario, si bien, como hemos visto, los peligros corridos por los defensores de los fuertes habian estado muchas veces a punto de dejar cumplidas aquellas funestas predicciones: «¡Bendito sea « Dios! esclama Rivera al hablar de ello al rei, se han sustenta«<do, aunque con trabajo por estar la tierra tan falta de basti«< mentos i de caballos i indios amigos. » I de nuevo vuelve despues a hablar de « los muchos trabajos, necesidades i hambres « que han pasado los soldados españoles que en ellos quedaron, « los cuales con sus capitanes han estado tan constantes, asi en «esto como en recibir i dar heridas a los enemigos en el servi«cio de Dios i de Su Majestad, que al fin se salió con lo que se pretendia» (4). Lo que se pretendia era la pacificacion de esas comarcas. I, en efecto, viendo lo que los fuertes habian resistido para librar sus tierras de ser taladas por Alonso de Rivera, que a su paso iba destruyéndolo todo en ese tiempo de cosechas, « vinieron (de paz) los coyuncheses i hualquis; i poco despues, « por los meses de enero i febrero de 1603, vino a dar la paz la «< cordillera de Chillan desde Maule a La Laja » (5). Estas reducciones formaban un total de setecientos indios (6). A ellos deben agregarse otros seiscientos, antiguos habitantes de la comarca de Concepcion, que se habian pasado a los indios de guerra (7), i que viendo amenazadas sus sementeras ofrecieron, como siempre, la paz; pero en esta vez, a mas de ser obligados a habitar nuevamente sus antiguas tierras de los alrededores de Concepcion, hubieron de aceptar las siguientes condiciones, impuestas por Rivera a todos los indios que se sometian, a fin de evitar

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(3) Carta de Alonso de Rivera al rei, de 5 de febrero de 1603. (4) Id. id.

(5) Id. escrita en Córdoba el 20 de marzo de 1606.

(6) Seguimos la carta de 5 de febrero de 1603 al asignar este número, tanto por la razon apuntada cuanto porque en ella espresa la poblacion de cada una de las citadas REGUAS. En el Resúmen de la Informacion, que el mismo Rivera hace el 17 de setiembre de 1604, dice que esos indios pasaron de ochocientos.

(7) Carta de 5 de febrero de 1603.

que dieran la paz solo en el nombre i continuaran siendo de hecho enemigos de los españoles:

<< Primero, que no han de tratar ni contratar con el enemigo «por ningun caso, i que han de tener en sus tierras centinelas i «< corredores a la vuelta del enemigo i espias i avisar de sus disi«nios o juntas. I que si algunos indios enemigos, en poca o mu<«< cha cantidad, entrasen en nuestras tierras, sean luego obligados « a dar aviso de cuantos son i el disinio que traen i que camino << hacen o lo que supieren desto i otras cosas i estar con sus ar«mas para acudir a lo que se ofreciere i se les ordenare.

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«Segundo. Que cualquier español o españoles que pasaren por sus tierras sean obligados a dar cuenta dellos, guiándoles « de parcialidad en parcialidad, hasta ponerles al cabo de su viaje. I lo propio han de hacer con cualquier mensajero que « lleve cartas del gobernador, correjidor o cualesquiera capitanes «que tengan cargo de algun puesto o jente de guerra o con cualquiera jente de paz que pase por ellas.

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«Tercero. Que han de servir a sus encomenderos i pasar por « todas las ordenanzas que el gobernador les pusiese de parte de «<Su Majestad, que son las que tienen puestas en los términos de «< la ciudad de Santiago. En los cuales se incluye que han de <«< socorrer a su tiempo i dar amigos para la guerra i acudir a « otras cosas que mas largo dicen las dichas ordenanzas.

<«< Cuarto. Que se han de reducir a sus pueblos i lugares que <«< se les ordenase i recibir administradores i correjidores i acudir « a oir la predicacion evanjélica i dejarlo hacer a sus hijos. »

I al terminar el documento que encierra tales condiciones, aceptadas por las tríbus de que hemos hablado, se lee lo siguiente: «Todo lo cual prometieron de cumplir los caciques <«< alegremente i vivir i morir en servicio de Su Majestad, i no «<lo juraron porque ellos no conocen Dios ni tienen ningun jé« nero de adoracion.

« ALONSO DE RIVERA.

« Por mandado del gobernador,

« Francisco de Flores Valdes. »

Los que se sujetaban a las precedentes condiciones volvian, como ántes de la sublevacion, a la categoría de encomendados; pero, por mucho que esto les doliera, no eran dueños de escojer sino entre someterse o ver talados sus campos, destruidas sus mieses i arrebatados sus animales por el ejército español.

Lo hemos dicho, esa desvastacion no era el fin que se proponia Alonso de Rivera en su jornada: intentaba principalmente restablecer la antigua ciudad de Santa Cruz para afianzar la dominacion en el pais e impedir, facilitándoles los recursos, que las guarniciones de los fuertes de Biobio volvieran a soportar la miseria por que habian pasado en el invierno de 1602; pues, como él mismo lo dice, « en cerca de un año no han comido sal i « de hambre han venido a comer los cueros de bacas con que « estaban atados algunos palos de las cercas de los fuertes i algunos perros que tenian i muchas yerbas i raices......... I de « cierto jénero de mostaza que hai en este reino en mucha can«tidad, que son como rábanos, han comido tambien mucho por « la necesidad » (8). Urjía, pues, socorrer cuanto antes a los soldados que tanto habian padecido durante el invierno i no era justo ni prudente volverlos a colocar otro año en tan crítica situacion.

En los primeros dias de enero estaba ya Alonso de Rivera en el lugar que habia escojido para reedificar a Santa Cruz. El inconveniente que tenia la ciudad fundada por Oñez de Loyola era la falta de agua i la relativa distancia a que se encontraba del rio. Para evitarlo, Alonso de Rivera situó el fuerte a tres cuartos de legua (9) de Santa Cruz, en la confluencia de los rios Biobio i Laja i del estero de Millapoa o Villapoa (10), que daba el nombre a la comarca; situacion que, a mas de obviar los inconvenientes de la antigua, ofrecia toda clase de facilidades para la defensa i para la provision de víveres. Denominó Nuestra Señora de Alé a la nueva fundacion que, en el ánimo de Alonso de Rivera, debia ser ciudad i asi la llamaba; pero

(8) Carta de 9 de febrero de 1603.

(9) Id. escrita en Córdoba el 20 de marzo de 1606.

(10) Citada carta i tambien las de 5 de febrero de 1603 i 22 de febrero de 1601 i Resúmen de la Informacion de 17 de setiembre del mismo año.

que en realidad no pasó de ser uno de los mas importantes fuertes de la ribera del Biobio. Siguiendo el método ya empleado en los años anteriores, el gobernador, fundado el fuerte de Nuestra Señora de Alé, abandonó los dos de Guanaraque (11), ya innecesarios no tanto por la sumision de los indíjenas de la comarca cuanto por la reciente fundacion. Para el servicio de Nuestra Señora de Alé, despues de llevar allá los tres barcos que tenian los fuertes de Guanaraque, construyó « dos pontones mas para que pudiesen pasar caballos » (12).

A mediados de enero, cuando todavia no estaba concluido el fuerte i despues de haber nombrado maestre de campo jeneral del reino a Pedro Cortés, hizo Alonso de Rivera una escursion al de Santa Fe para proveerlo, pues la escolta de él no podia salir a recojer mieses sino con grandes dificultades i peligros. El 15 estaba el gobernador con la caballería entre el Laja i el Biobio cuando unos cuarenta indios a caballo cayeron sobre cuatro soldados de caballería (13), llamados Diego Sanchez de la Cerda, Jácome Riñon, don Fernando Vallejo i N. Saucedo, que (14), sin órden alguna, se habian separado. Los indios llevaban la intencion aparente de apoderarse de ciertos ganados i cargas que por ahí habia. Alonso de Rivera salió en defensa de los atacados a la cabeza de treinta hombres de los que formaban el cuerpo de preferencia, el de los capitanes reformados, a los que se unieron algunos vecinos de Santiago. Gracias a este socorro libraron los cuatro soldados, dos de los cuales estaban ya

(11) Carta escrita en Córdoba el 20 de marzo de 1606. Id. escrita en Rio Claro el 22 de febrero de 1604.

La comarca que entonces se llamaba Guanaraque se llama hoi Huenuraque o Huenuraqui.

(12) Id. id.

(13) Citada carta de 5 de febrero de 1603. De ella tomamos todo lo relativo a este encuentro entre españoles e indios, pormenores i palabras testuales, siempre que espresamente no advirtamos que son de otro. Rosales es el único cronista que refiere el episodio que estudiamos i lo refiere con tanta exactitud como pormenores.

(14) Rosales, libro V, capítulo XXVII. Dice que eran criados de Alonso de Rivera; pero en la lista completa, que tenemos a la vista, de oficiales i soldados, que en ese año componian el ejército de Chile, encontramos entre los capitanes reformados a Diego Sanchez de la Cerda i a don Fernando Vallejo.

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