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manifestaron al gobernador que ya era tiempo de ir al sur: Alvaro Nuñez de Pineda rechazó en la Estancia del Rei el asalto de cien indios ladrones que, aprovechándose de una noche lluviosa i capitaneados por el sarjento desertor Salazar, habian robado muchos animales; tomó prisionero al sarjento; dió muerte a siete indios; les quitó los ganados que habian cojido, i despues llegó hasta Curalebo, donde aprisionó al cacique principal de aquel valle con seis de sus hijos.

Tambien el capitan Juan Agustin, con treinta i dos soldados, hizo en las tierras del enemigo dos entradas i en una de ellas sostuvo un reñido combate, en que murieron el cacique Cobillican i diez i nueve de sus indios (13).

Por mas felices que los jefes españoles hubieran sido, el gobernador no podia dejar a otro la direccion de la guerra i, pues habia llegado el tiempo de comenzarla, partió a Concepcion, despues de enviar a Lima por el situado «al jeneral « García Gutierrez, vecino de la ciudad de Santiago, hombre hidalgo a quien tengo, dice Rivera al rei, por de buena con« ciencia i otras partes. » Llevaba encargo de traer el situado «< en «<los jéneros mas necesarios i una parte dél en dinero, porque «asi ha parecido conviene al servicio de Vuestra Majestad i « bien deste reino » (14).

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(13) Rosales, lugar citado.

(14) Citada carta de Alonso de Rivera al rei, fechada en Rio Claro el 22 de febrero de 1604..

CAPÍTULO XXVI.

MOTIN I DESPOBLACION DE VALDIVIA.

Llega el patache a Concepcion con gravísimas noticias.-Comienza en Valdivia la desmoralizacion de la tropa.-El cambio de correjidor aumenta el descontento.-Prudencia con que habia gobernado Viera.-Funestos resultados del cambio. La conspiracion para dar muerte a Doncel i fugarse de Chile.-El factor Francisco Paniagua.-Prision de Doucel.-Resvélvese éste a vender cara la vida. La casa de Doncel.-El proyecto del prisionero.-Derriba de un balazo al jefe de los conjurados.-Consigue dominar con su audacia a los demas Finje no querer castigar a nadie.-Llegado el patache, hace ahorcar a los dos mas culpados.-Deja diez o doce hombres en tierra i envia en el barco noticias de lo sucedido a Rivera.-Tristes notícias de Osorno.- La falta de provisiones i el aislamiento.-Necesidad de una resolucion radical en cuanto a Jas poseciones australes.- Reune Rivera un consejo de guerra.-Inútiles esfuerzos hechos en favor de Osorno: estado en que se encontraba. Lo que era el fuerte de Valdivia.-Imposibilidad de enviar socorro.-Lo que signi ficaba la consulta.-Resolucion del consejo: despuéblese a Valdivia i Osorno, -Manda Rivera la órden de hacerlo asi.-Dos tentativas frustradas de liegar a Valdivia.-Despoblacion del fuerte.

Apenas llegado Alonso de Rivera a Concepcion i ántes de que concluyera los preparativos para comenzar la campaña de 1603, el 5 de noviembre, arribó al puerto el patache que, como se recordará, habia partido de él en 21 de marzo con ausilios para Valdivia.

Venia de este fuerte i las nuevas de que era portador tenian estraordinaria gravedad.

Apesar de los refuerzos enviados al sur, los padecimientos de la guarnicion de Valdivia, reducida a treinta i seis hombres, eran estremos, i la perspectiva de pasar otro invierno en tan escaso número, con tan cortos recursos i rodeados de enemigos tan

numerosos como encarnizados i audaces, introdujo la desmoralizacion entre aquellos desgraciados, que habian visto morir a la mayor parte de sus compañeros en medio de las espantosas torturas del hambre. A esas causas de descontento se unió probablemente el cambio de correjidor. Gaspar Viera habia desempeñado este destino desde la muerte de don Rodrigo Ortiz de Gatica, 24 de setiembre de 1602, hasta que, obedeciendo a la órden del gobernador, entregó el mando a Gaspar Doncel el 23 de enero de 1603. El gobierno de Viera duró, pues, cuatro meses, los tremendos cuatro meses en que el hambre hizo sus estragos en el fuerte, i debemos creer que supo gobernador con singular tino i prudencia cuando no vemos elevarse queja alguna contra él i cuando sus subordinados sufrieron tan tremenda muerte sin intentar siquiera buscar la vida pasándose al enemigo. Si el gobernador hubiese estado al corriente de los sucesos, Gaspar Viera habria continuado de correjidor de Valdivia; pero, si bien el primero se encontraba al abrigo de toda censura, ello no destruia, por desgracia, el mal efecto del nuevo nombramiento: era natural que el cambio descontentase a los amigos del antiguo correjidor, es decir, a todos los soldados, i que disminuyese, por lo tanto, enormemente el prestijio de la autoridad, tan necesario en aquellos críticos instantes.

Asi sucedió, por desgracia, i en grado mucho mayor de lo que, vista la anterior conducta de la guarnicion de Valdivia, pudiera haberse creido.

Hubo en el fuerte una grande i verdadera conjuracion i convinieron los conjurados en apoderarse de Gaspar Doncel, darle muerte, embarcarse en seguida en el primer barco que arribara a la rada de Valdivia, i salir de Chile, librándose asi del castigo de su delito i de los enormes padecimientos que, por los ya pasados, preveian para el año que comenzaba. Segun el proyecto, el fuerte quedaria abandonado; pues, mas que de la conjuracion de unos cuantos, nacia la revuelta del acuerdo casi unánime de los habitantes de Valdivia.

En efecto, to los estaban contra Doncel, escepto únicamente

el factor, que permaneció fiel al correjidor nombrado por Rivera. Llamábase el factor Francisco Paniagua, apellido que, siendo el del encargado de repartir las provisiones en aquel fuerte, cuyos defensores en inmensa mayoría acababan de morir de hambre, se parece a un triste apodo, o mas bien a un lastimeropedido.

Semejante unanimidad para llevar a cabo acto tan grave de rebelion, casi sin ejemplo en los anales de la América colonial, es inesplicable si no suponemos, unidos a los demas motivos, profundo descontento por el cambio de correjidor.

Como se habia pensado, se hizo. Los rebeldes se apoderaron de Gaspar Doncel i lo pusieron preso en su propia casa, miéntras el jefe que habian elejido determinaba lo que con él se habria de hacer. La determinacion no era dudosa, pues solo la muerte daba garantías a los conjurados; ni podian ellos guardar prisionero a un hombre de la importancia de Doncel, en medio de las perturbaciones i peligros que la proyectada fuga venia a agregar a las grandes privaciones de aquella guarnicion. Asi lo juzgó desde el primer momento el prisionero i, no siendo hombre que se dejara matar sin disputar a sus enemigos la vida, no pensó sino en el modo de sobreponerse a los conjurados con algun acto audaz que los intimidara i desanimara. Por suerte para、 él i para la colonia, las circunstancias favorecieron admirablemente su deseo.

La casa de Gaspar Doncel estaba en la plaza del fuerte i tenia a ella una especie de disimulada tronera. « Ventana secreta », la llama Alonso de Rivera, que, sin duda, escapó a la vijilancia de los rebeldes, quienes debieron de creer del todo encerrado i mui bien guardado al prisionero; por lo mismo, descuidaron la precaucion de quitarle una escopeta que conservaba en su cɛsa. Asi las cosas, Gaspar Doncel estuvo observando desde su « ven« tana secreta » lo que pasaba en la plaza, punto natural de reunion para los pobladores del fuerte. Su proyecto era esperar que el jefe elejido por los sublevados se pusiese al alcance de su escopeta, hacer fuego sobre él i aprovecharse de la turbacion de los revoltosos para dominarlos i someterlos.

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