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mugeres de nas recogidas, parte de sus congregantes, parte de otras personas dementes el pa- votas, se hizo cargo de mantener aquellas infelices, como lo hizo destinez de la de el mes de setiembre, hasta 1. de marzo del siguiente año, en que Parra.

dre Juan Mar

1699.

Muerte del

se hizo cargo de esta obra pía la venerable congregacion del Salvador. Se les compró casa propia y mas capaz, en cuyo aderezo se gastaron cerca de siete mil pesos, con reconocimiento de un censo á la ciudad, cuyo era el sitio. Este censo remitió despues la ciudad cuasi enteramente, contentándose con solo un peso cada año, Se consiguió asimismo merced de agua, y licencia para oratorio, en que se dice misa todos los dias festivos por capellanía de cuatro mil pesos, fundacion del piadoso caballero D. Márcos Perez Montalvo. Por los años de 1747 se reparó de nuevo la casa, y finalmente se aumentó considerablemente con ocasion de una epidemia del año de 1758, á solicitud de sus dos prefectos, eclesiástico y secular, en que se emplearon diez y ocho mil y cien pesos, donacion por la mayor parte del Sr. D. Miguel Francisco Gambarte, a cuya piedad, actividad y celo debe mucho lustre aquella congregacion, de que por doce años ha sido prefecto. †

Volvámos á lo que se nos queda del año de 1698. Para el dia 3 de noviembre, cumplidos los nueve años de la última congregacion provincial, citó el padre provincial Juan de Palacios á los vocales en el colegio máximo. Fué nombrado secretario el padre José de Porras, prefecto de la venerable congregacion de la Purísima, y el dia 5 elegidos para procuradores los padres Bernardo Rolandegui, rector del colegio de S. Ildefonso en Puebla, Nicolás de Vera y Francisco de Aguilar.

A principios del año siguiente entró en el gobierno de la provincia padre Nicolás el padre Francisco Arteaga. En este primer año de su provincialato Andrade, fun falleció en el noviciado de S. Andrés el padre Dr. Francisco Nicolás minario de S. Andrade, natural de la Puebla de los Angeles, que despues de haber Ignacio en ilustrado su pátria en el estado de sacerdote secular, dejando las gran

dador del Se.

Puebla.

des esperanzas que le daban su virtud, su literatura, su nobleza y caudal, se consagró al Señor en la Compañía, donde murió á pocos meses de novicio. Habia el padre, aun ántes de entrar en la Compañía, de

le pro

+ Esta casa existe aun en la calle de la Canoa, y conserva el nombre de Casa del Salvador; se ha reedificado, y se conserva por los esmeros del español D. J Martinez. Está de caida en sus rentas; pero sc auxilia en parte con lo que duce una rifa semanaria llamada del Divino Salvador. Tiene poco buque para las muchas locas que hay en México. EE.

seado con ansia que fuera del Seminario de §. Gerónimo se fundase en la Puebla otro colegio de estudios mayores, vecino al de S. Ildefonso, adonde les era forzoso pasar diariamente á los cursantes con notable incomodidad y detrimento de los estudios. Vecino á la muerte, hizo renuncia de todos sus bienes, dejándolos á disposicion del padre provincial Francisco de Arteaga, con quien tenia ya comunicados sus designios, Se hizo la renuncia conforme á la costumbre de la Compa. ñía en 26 de agosto ante Francisco de Solis y Alcázar, escribano real y público.

El padre provincial, que ya desde algun tiempo ántes fomentaba los mismos pensamientos, compró con este fin algunas casas frente de S, Ildefonso, que eran del alférez D. Francisco Antonio de Ayala, é in, mediatamente se presentó por una peticion al alcalde mayor, justicia y regimiento, pidiendo su informe sobre aquel asunto. El alcalde mayor, que era entonces D. Juan de Veitia, caballero del hábito de Santiago, y singularmente afecto á la Compañía, como los demas miembros de aquel ilustre cabildo, informaron ventajosamente de la utilidad ne. cesaria é importante de aquella fundacion. Con estos documentos se presentó el padre provincial al Exmo. Sr. virey, conde de Moctheuzoma; pasó la peticion al fiscal de la real chancillería: su respuesta hu. biera desanimado desde luego á cualquiera otro que no fuera el padre Arteaga; respondió resueltamente que S. E. no podia conceder tal licencia. El padre provincial, que habia bien previsto este golpe, se habia ya prevenido escribiendo á Madrid, por medio del padre Bernardo Rolandegui, que poco antes habia partido á Europa. El feliz éxito de esta negociacion lo veremos á su tiempo,

Veracruz.

Fué este año muy funesto á la ciudad y puerto de Veracruz, y no Orígen del vá ménos glorioso á la Compañía, por lo importante y fructuoso de sus mito prieto en trabajos. Con un barco ingles que conducia una armazon de negros esclavos, se introdujo por la primera vez en aquel puerto la terrible epidemia que llaman vómito prieto. Lo rabioso, fétido y ejecutivo del accidente, llenó de espanto y confusion á los vecinos. Comien. za por una ardentísima fiebre, los ojos parecen respirar fuego y sangre: al segundo o tercer dia exhala todo el cuerpo un pestilente hedor: sigue un delirio rabioso, unos dolorosísimos torcedores de estómago, un vómito de sangre requemada y negra, con que acaba la vida. Açomete este mal regularmente á los estrangeros, á quienes por tanto en el desamparo de los suyos es mas dificultosa la curacion, y mas meri

1699

toria la cristiana asistencia. Tal es la enfermedad que á los princi-
pios de este siglo hizo tan temible á los estrangeros el puerto de Ve-
racruz. El horror y la falta de esperiencia, hacian por entonces mas
dificil la curacion. Desde la mitad del siglo para acá, ni es tanta la
violencia del mal, ni la generalidad, á que se añade lo que la necesidad
y
el uso han descubierto en órden al remedio. En el tiempo en que
hablamos se tenia por un contagio incurable. No impedia este temor
á los jesuitas para dejar de asistir á todo género de personas de dia y
de noche en la tierra y en la mar, en la ciudad y en el castillo. No
será de admirar que despues de esto se mudase cuasi enteramente el sem.
blante de aquel colegio, cediendo los mas de los sugetos que lo compo-
nian, no tanto á la actividad del contagio, cuanto á la continuacion de
la fatiga. El padre rector, Domingo Miguel, fué una de las primeras
víctimas, que como su oficio lo empeñaba á la parte mayor del traba -
jo. Siguiéronle bien presto los fervorosos operarios padre Andrés del
Valle y padre Miguel de Salas, con los hermanos coadjutores Miguel
Diaz y Antonio de Burgos, y dos succesivos profesores de gramática,
hermano Tomás Velez y Juan José de Arragozes. En las epidemias
de aquellos primeros años, que eran otras tantas cuantas flotas surgian
en aquel puerto, han muerto sirviendo á los apestados otros muchos su-
getos que seria difícil contar, y cuyos nombres este grande oficio de
caridad, hará inmortales en el libro de la vida. El fervor y la constan-
cia en esta especie de ministerios, sin faltar á los demas comunes de
los colegios, es el cimiento sobre que en aquella ciudad se ha levanta.
do y continuado desde su fundacion el grande aprecio de la Compañía,
en que apénas tendrá semejante alguna en la América. † Esto en lo
interior de la provincia, en las misiones de padres Kino y Salvatierra,
con diversos géneros de trabajos, igualmente gloriosos, promovian á
grandes pasos la obra del Señor. El padre Kino, á principios de fe-
brero, penetró en compañía del padre Gilg y del capitan Juan Mateo
Mange, hasta tres leguas mas acá del lugar donde se juntaban los rios
Gila y Colorado. Dejaron alguna porcion de ganado en Sonoidag,
por si acaso algun barco de California llegase, como habian concerta-
do, al puerto de Santa Clara. Se dió por medio de los intérpretes
noticia de la palabra de Dios á mas de cincuenta yumas, opas y coro-

+ Cuidado con olvidarse de los padres franciscanos y domínicos, primeros fundadores del Evangelio, á cuyo celo y doctrina debe esta América la religion, la civilizacion y toda clase de bienes. Cada uno tiene su lugar distinguido.—EE.

Relacion del

maricopas, que parecieron oirla con agrado, y prometieron convidar á los yuanes, cutganes, quiquimas, alchedomas y otras naciones de la otra banda del Gila: (dice el capitan Mange en su relacion) andan enteramente desnudos; las mugeres se cubren de la cintura á la rodilla con capitan Mange de los mola cáscara interior del sauce, que majado, hace muchos hilos y guede- Fadores del Gi jas como copos de cáñamo. Estos hilos tejen del ancho de dos ó tres la. dedos, y los demas hilos pendientes, forman un corto faldellin, que at correr con él hacen mucho ruido. Es gente bien agestada y corpulenta, las mugeres mas blancas y hermosas, que son por lo comun las de Nueva-España. No usan rayarse el rostro, embijarse sí: cortan el ca bello como cerquillo. Las mugeres por arracadas ó aretes, se cuelgan conchas enteras de nácar, y otras mayores azules en cada oreja, de mo do que el contínuo peso se las agovia, y les crecen mas que á otras naciones. Sus arcos y aljabas son tan grandes, que sobrepujan mas de media vara al cuerpo del hombre con ser tan corpulentos. Tienen unas pelotas de materia negra como pez, embutidas en ella varias conchuelas pequeñas del mar, con que juegan y apuestan arrojándola con el pié. Procuramos inquirir la distancia de allí al desemboque de los dos rios, y todos discreparon; unos decian que seis, otros tres dias de camino; y porque llevábamos una antigua relacion del viage de D. Juan de Oñate por los años de 1606, se les preguntó si habian visto ú oido decir que hubiesen llegado allí españoles con armas y caballos, dijeron: que sí, que habian hablado con sus padres y vuelto para el Oriente, y añadieron (sin ofrecérsenos preguntar tal cosa) que siendo ellos muchachos, vino á sus tierras una muger blanca vestida de varios colores y un paño en la cabeza, que les hablaba y reñia mucho, aunque no se acuerdan qué les decia: que las naciones del rio Colorado, la flecharon dos veces; pero que luego se iba, y no sabian dónde habitaba. Discurrimos si acaso será la venerable madre María de Jesus Agreda por decirse en su vida que por los años de 1630 predicó á los indios de esta septentrional América, y habiendo pasado cincuenta y ocho años hasta el corriente en que nos dan la noticia los viejos, que segun su aspecto parecian de ochenta á noventa años, bien pueden acordarse. Dijéronnos tambien que ácia el Norte y costa de mar pueblan hombres blancos y vestidos, que á tiempos salen armados al rio Colorado y fériam algunos géneros por gamuzas. Lo dicho, es del capitan Juan Mateo Mange: solo debemos advertir que las mismas noticias habian dado á los padres cinco dias antes los indios de S. Marcelo Sonoidag, y dos

Descrédito de los émulos de

las

años antes otros vecinos de las Casas Grandes. Por otra parte, ser esta tradicion constante entre aquellas naciones, afirmá el padre Luis de Velarde en su descripcion manuscrita y curiosa de la Pimería alta. El temor de los indios guias, y mas que todo una fuerte indisposición de vómitos, desmayos, calentura, é hinchazon de piernas que acometió al padre Kino desde fines de febrero, le hicieron dar la vuelta á los Dolores, aunque no con tanta precipitacion que no ocupase cuasi la mitad de marzo en recorrer otras rancherías, bautizando muchos párvulos y confirmando á todos en los buenos deseos de recibir el bautismo. Al llegar á los Remedios, antiguo pueblo de su partido, tuvo el buen padre el dolor de ver arruinado por la mayor parte el templo que allí iba fàbricando, y que tenia ya en altura de nueve á diez varas. Esta amargura le endulzó la noticia que tuvo al llegar á los Dolores, de la víctória que los pimas sobas habian conseguido de los apaches y demas infieles, y en qué el cacique Humari habia rechazado valerosamente sus asaltos, muertó treinta de los enemigos, y prisioneros muchos, de los cuales envió luego ocho párvulos.

Que en cada

El padre Kino tuvó siempre lá desgracia de encontrar émulos que noticias disimulasen 6 más bien disminuyesen y procurasen quitar todo el crédel P. Kino. dito y aprecio que merecian sus noticias. Despues de tantos viages, entradas y pesquizas de los capitanes y presidiarios, apenas se habia acabado de desarraigar la opinion de que los pimas eran los verdade. ros apaches homicidas y robadores de Sonora. Ésta opinion pasó luego á los opas y cocomaricopas, que el padre con sus visitas y sus dádivas tenia tambien dispuestos pará la hoz evangélica. Decíase que eran ponderaciones de cu celo, más santo que discreto. charco se figuraba un rio, y en cada matorral un bosque: que aumentaba el número de aquella gentilidad, y exageraba demasiadamente su docilidad y mansedumbre, y lá fertilidad y estension de sus tierras: que los yumas y opas apenas eran unas cuantas rancherías de indios Fos mas incapaces de la América, y en quienes era perdido el trabajo que se podia emplear mejor en otras naciones: que el pais era un terreno pedregoso, arenoso y estéril, en que jamas podria fundarse una mision establet que el génio era el mas fiero, inhumano y traidor, en cuya comprobacion afirmaban (con tanta verdad como lo demas) que los dos padres habian estado en gran riesgo de morir á sus manos; y aun se llegó á decir que efectivamente habian muerto. Con estas voces tanto más perniciosas y sensiblés, cuanto no eran solamente de

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