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seculares y gente poco celosa.

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esimiso

Algunos aun de los mismos jesuitas y conmisioneros fomentaban en los superiores (acaso con buen celo) es-` tas ideas tan agenas del espíritu de la Compañía, y tan contrarias á la salud de aquellas pobres gentes. La indiscrecion de estos hizo que em bazinia mas de veinte años primeros no se enviasen á la Pimería mas opera-yabə rios ó se estraviasen los que iban, y que se perdiera hasta hoyoy qui zas para siempre la ocasion de reducir á los apaches, que con las bue nas noticias que del padre les daban sus vecinos, parecia haber denens trar fácilmente por entonces en el redil de la Iglesia. Como de estas[ voces una natural antipatía ó aprension no bien corregida suele hacer mas daño entre los sugetos que tratan de espíritu, que una abierta y declarada contradiccion, el padre Antonio Leal, visitador de aquellas) misiones, era uno de los que, (bien que inculpablemente) estaba imbui-t do de aquellas siniestras opiniones, y dudaba por tanto si dejaria állí al padre Francisco Gonzalvo, destinado de México para aquellas mi siones. Para desengañarlo, emprendió el padre Kino en compañía de los dos padres otro nuevo viage de mas de doscientas setenta leguas, desde 21 de octubre hasta 18 de noviembre. El padre visitador fué testigo de la multitud de gentiles, pues solo de los que vinieron á salu. darlo á San Javier del Bac, contó mas de tres mil almas de solos varo nes: vió los rios que riegan y fecundizan el pais, los ganados y cose. chas de algunos pueblos, y no quedaron satisfechos hasta sacarle la palabra de que les enviaria luego al padre Gonzalvo, como efectivas mente volvió al año siguiente, aunque permaneció muy poco tiempo, como quizá veremos adelante.

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Entre tanto en la California con algunos caballos que ya les habian Escursion del padre Salvaido de las costas de Yaqui se comenzaron á hacer algunas escursiones tierra en la California. para reconocer la tierra y visitar las rancherías cercanas. El padre Juan María Salvatierra se encargó del ladó del Norte, el padre Picco lo del lado del Sur, aunque no al mismo tiempo, siendo forzoso que quedase siempre alguno en el Real de Loreto. Muy á los principios del año salió el padre Salvatierra con nueve soldados al sitio que llaman Londó de la nacion Cozhimí, en que estuvo el Real de San Bruno en tiempo del almirante Atondo. Hallaron una numerosa ranchería; pero enteramente despoblada por la fuga que de temor habian hecho sus moradores, aunque prevenidos del padre. Detúvose dos dias espe rándolos; pero inútilmente, y hubo de volverse á Loreto con ánimo de entrar segunda vez por la primavera, como lo hizo con mas felicidad.

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Amistad de

cozhimies.

A esta segunda jornada les acompañaron muchos caciques monquis (son lo mismo que los edues) con ánimo de hacer las paces con los cozhimies. Estas paces, aunque deseadas por los padres, no tenian para los gentiles mas aliciente que la cercanía de la pitaya de que en los edues y Londo es muy abundante la cosecha. Costó no pequeño susto la concurrencia de las dos naciones; pero al fin quedaron en amistad. Se. bautizaron entre enfermos y sanos mas de treinta párvulos: se les dió alguna notícia de la dey de Dios en cuatro dias qué se detuvo allí el padre, y dejando varas de justicia y buenos principios para una poblacion con el nombre de San Juan de Londó, volvió el padre Salvatierra al Real de Loreto á 28 de mayo. Fué mas feliz en su descubrimiento el padre Piccolo. Algunos californios que habian pocos meses antes estado en Sinaloa, dijeron en el Real que en un sitio llamado en su idiomą Viggé, habia tierras muy buenas para poder sembrar el maiz y otras semillas como en las riberas del rio Zuaqui. Esto determinó al padre Piccolo á salir con algunos soldados en 10 de mayo. La aspereza y fragosidad de los caminos no les permitia andar á caballo sino hasta el pié de la sierra, donde hubieron de dejarlos por cuatro dias: visitaron á pié todo el terreno, encontraron un arroyo ó torrente, por mejor decir, y adelante una vega abierta y de buen camino. Entre los moradores hallaron a un indio jóven, el único que hasta enton. cés se habia bautizado en salud, y que habia comenzado ya á dar á algunos de los suyos algunas noticias de los misterios de la fé. Esto colmó de alegría al celoso misionero y á todos, las noticias que hallaron de la vecina contracosta del mar del Sur. A la vuelta, por una constante fluxion que padecia en los ojos, fué preciso al capitan D. Lúcas Torres Tortolero dejar aquel cargo y volverse á Nueva España con muchas recomendaciones del padre Salvatierra á la audiencia real de Guadalajara y virey de México, como lo tenia merecido por sus importantes servicios. Dió el padre el oficio (despacho) de capitan del presidio á D. Antonio García de Mendoza: repitió el padre Piccolo la jornada á Viggé en 1. de junio, con tanto ardor y alegría de los soldados y naturales que le acompañaban, que en pocos dias abrieron un camino muy cómodo para pasar á caballo por entre peñas y derrumbaderos profundos, animándose unos á otros con el ejemplo del padre y del capitan. Se tuvo á cosa de prodigio que doce ó catorce hombres con otros tantos dias venciesen dificultades que no pa. rece podian ceder en un mes á la fatiga de cincuenta trabajadores. El

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la mision de

dia 12 de junio entraron triunfantes en San Javier, que este nombre dieron al lugar por devocion de D. Juan Caballero. Al siguiente dia, mientras el padre esplicaba la doctrina, subió el capitan con algunos soldados á un cerro cercano. Vieron claramente desde su cima, los dos mares, oriental y occidental, á cuya vista hicieron salva con los fusiles no sin susto de los demas que quedaban con el padre hasta que va bo poma supieron el motivo. Vueltos al real se trató de fabricar una nueva capilla mientras se edificaba una decente y capaz iglesia, para que tambien por este tiempo se comenzaron á abrir los cimientos. Entre Fundacion de tanto llegó la galeota cargada con víveres que enviaba D. Pedro Gil San Javier. de la Sierpe, y con noticia de otro mas copioso socorro que preparaba el padre Juan de Ugarte para primer ocasion. Con este motivo se apresuró el padre Piccolo á fundar la segunda mision de S. Javier de Biaundó en Viggé, ý despidiéndose del padre Salvatierra se pasó á vivir con sus nuevos hijos á principios de octubre, donde luego edificó de adobes una pequeña capilla que se dedicó el dia de todos Santos. Se registró la costa del Sur, se habian bautizado ya á fines del año mas de doscientos párvulos, se gozaba de tranquilidad de parte de los indios, y de muy buena salud en medio de los mas recios trabajos, tanto de los padres como de los soldados. Todos se sentian llenos de un interior consuelo y viva confianza de perfeccionar aquella empresa, y el padre Salvatierra, tanto, que escribiendo por este tiempo al herma no José de Estivales: Hermano mio, (le dice) ya de esta vez no se sale de esta tierra: ya la California es de María Santísima: si S. M. (el rey) no pudiere ayudarnos, nos quedaremos los padres solos, solos."...

1700.

Bien bubo menester el padre Juan María todo su generoso esfuerzo y toda la confianza en la proteccion de María Santísima, para no desmayar al golpe de las muchas tribulaciones que le sobrevinieron á su amada mision el siguiente año de 1700. De tres barcos que tenia para la conduccion del sustento, el llamado S. José se inutilizó enteramente al primer viage: el S. Fermin, varó á principios del año en la costa de Sinaloa, y se abrió por la negligencia ó la malicia de los marineros: la lancha S. Javier, pequeña y maltratada, y única para muchos viages, que eran indispensables al año en pais donde todo venia de á fuera. El padre Salvatierra, desde California, y luego desde Sinaloa, y tribulaciodonde obligado de la necesidad pasó á recoger limosna, á principios nes de Cali. de junio dirigió dos espresivos memoriales al Exmo. Sr. conde de. Moctheuzoma representando las necesidades de la nueva colonia, su

Calamidades

fornia.

importancia al servicio de Dios y del rey, y proponiendo varios arbitrios con que sin mayor costo de S. M. se le pudiese socorrer. Todo se negó, y aun el testimonio de lo actuado para ocurrir á la corte. El virey esperaba de allá la resolucion en consecuencia de dos informes remitidos en los dos años ántes, y entre tanto no se atrevia á determiMuere el rey nar. Por última desgracia aconteció este mismo año en Madrid la Carlos II en muerte del Sr. D. Cárlos II en 1. de noviembre. Esta calamidad de cerró enteramente la puerta á toda otra negociacion que á la de los 'T grandes asuntos que entónces agitaron la monarquía.

1. de no

viembre

1700..

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tan Mendoza.

Entre tanto, el padre Juan de Ugarte sabiendo la pérdida de un cuantioso socorro que enviaba á la California, determinó pasar en persona á Matanchel para ver si lograba algun barco de los que para el baceo de las perlas solia haber prontos en aquel puerto. Despues de muchas dificultades hubo finalmente de arrancar esta licencia de los superiores que sentian mucho deshacerse de un sugeto de tanta activi, dad, talentos y espíritu. Partió para Guadalajara el dia 2 de diciembre, no sin grandes prenuncios del santo Apóstol de las Indias, de que habia de quedarse en California, como ardientemente deseaba, y para lo Falta de leal. que habia obtenido del padre provincial una condicional licencia. Sin tad del capi- embargo de tantas necesidades y vergonzosas repulsas, no era esta la mayor contradiccion que padecia la nueva colonia. Otra habia aun mas cruda del capitan del presidio Antonio García de Mendoza. Su actividad y el celo que manifestaba por el bien de los indios, hizó al padre Juan María que le confiriese el mando. Puesto en el cargo, se halló mal con la sujecion y cualidades con que por órdenes del Sr. virey se habia fundado el presidio. No tenia arbitrio para tiranizar á los indios: le daban pena los trabajosos viages y descubrimientos que por el interés de las almas emprendian los padres; sobre todo, sintió que no corriesen por su mano las pagas de los soldados, sino por un veedor ó pagador á parte; providencia muy cuerda que habia tomado el padre Salvatierra, bien informado de lo que en esta parte padecen los presiEscribe el ca. diarios en provincias distantes. El hombre codicioso y doblado, no pitan del pre- dudó poner su lengua y su pluma en los ungidos del Señor: escribió al los padres. virey tratándolos de temerarios y merecedores de castigo, cuya presen. cia no convenia en la California, bien que en la misma carta los llama ángeles de Dios, querubines, varones santos, apóstoles celosos y desinteresados. La pasion nunca tiene un constante idioma, ni llega á cegar tanto que no deje centellar por muchas partes la verdad. Estos rumo.

sidio contra

res y cartas, no solo llegaron á turbar la paz interior del presidio, de
que
fué necesario despedir diez y ocho soldados, y quedarse con solos
doce, sino que aun en Guadalajara y México resfriaron el ánimo de
muchos bienhechores, y encendieron la cizaña de muchos émulos. Se
comenzó á decir que el de la conquista de California mas era celo de
la propia utilidad que de la gloria de Dios y bien de las almas: que los
jesuitas querian allí mandarlo todo, y aprovecharse solos del buceo de
las perlas. Inteligencias de hombres carnales que lo juzgan todo por
sí mismos; pero que aun hasta el dia de hoy no han acabado de desarrai-
garse de los ánimos de los nécios.

Tal era en la California el semblante de las cosas, y no era muy diferente en la Pimería. Al mismo tiempo que la abundancia de la mies animaba mas al padre Kino, se le imposibilitaban mas los socorros que pretendia y operarios que solicitaba para su cultivo. En San Javier del Bac abrió este año los cimientos para una iglesia capaz de los grandes concursos de aquella numerosa ranchería. Pretendió de los superiores fundar allí una nueva mision y quedarse administrándola. Eran muy antiguas y sinceras las instancias de aquellos indios, á que se añadia la utilidad de estar á las fronteras de los gentiles para los nuevos descubrimientos que meditaba su celo infatigable. El padre Antonio Leal, visitador de las misiones, aprobó este deseo; pero no enviándole de México sugeto para substituir en Dolores, no pudo ponerse en ejecucion. Era esto de vuelta de un viage que por la Pimería habia emprendido ácia el Norte. No tardó mucho. Correría del en emprender otro mas importante al Nordueste hasta el rio Gila. padre Kino De aquí volvió al Poniente hasta el cerro de Santa Clara. Desde su Gila. cima descubrió cuanto alcanzaba un buen anteojo, coronado de montes todo el horizonte al Oruest, al Sudueste, al Norueste al otro lado del Seno californio. Observó el lugar en que el Gila desagua en el Colorado, y se informó de las naciones que habitaban aquel ángulo, quiquimas, yumas, bagiopas, &c. Un cacique de los yumas vino allí á saludarlo, y rogarle que pasase á sus rancherías. No era dificultoso el vadear por allí el Gila que se divide en tres brazos. Lo pasó y á las rancherías de los yumas, inmediata á la junta de los dos rios, puso el nombre de San Dionisio. Observó la altura y se halló en 35 gra dos de latitud septentrional. La enfermedad que habia prendido en comunicacion algunos de la caravana le obligó á tomar la vuelta con sentimiento de los indios. En este viage observó el padre Kino dos cosas, entre

hasta el rio

Descubre que el seno califor

por el Norte

nio no tiene

con el mar.

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