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para conducir víve

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de Santa María Magdalena, capaz, limpia y de bastante abrigo para el galeon de Filipinas; pero de malas y muy escasas aguas, y aun esas no constantes en todo el año. Al poco fruto de esta espedicion se agre gó la noticia del barco perdido. Quedaba la mision con sola la lancha S. Javier, ya vieja y de muchos años de servicio. Conseguir la compra de otro barco parecia muy dificil, y aun cuando se consiguiese, no se podrian conseguir sino peruleros, que la esperiencia de tres ó cuatro habia mostrado ser muy débiles. Fábrica de barco en la costa de Nueva-España era costosísima y muy incómoda la mision, y bastaba la triste esperiencia del que se habia construido pocos años antes. Entre tantas dificultades, pensó el padre Ugarte le seria mas fácil Emprende el padre Ugarte fabricar un barco en la misma California. No hubo quien no oyese construir con risa semejante proposicion. No habia constructor, no habia ofi. barco ciales, todo, hasta las maderas habia de estraerse de las costas de la res á las miNueva-España, con que se aumentaban mucho los costos que procura- consigue supe siones y lo ban evitarse. Nada bastó para desanimar al esforzado espíritu del pa- rando dre Juan de Ugarte. Hizo venir á Loreto á un inedio constructor y des. algunos pocos oficiales con ánimo de traer del continente las maderas que hasta entonces no se habian descubierto en la península. Estando en esto, se tuvo por algunos indios noticia de que como á setenta leguas al Norte de Loreto se hallaban muy gruesos y sólidos árboles. Voló al instante allá el padre Ugarte con el constructor; el sitio estaba á mas de treinta leguas del mar por el lado mas cercano, que era el de Santa Rosalía: hallóse maderaje proporcionado; pero entre tales quiebras y barrancos, que el constructor vuelto al padre Ugarte....Yo (le dijo) jamás he fabricado barco alguno: me habia ofrecido á hacer cuanto alcanzase por ayudar á la mision; pero esto no es posible. La playa dista treinta leguas de un camino muy quebrado, y aun cuando lo demas no lo fuese, solo el sacar de esta profundidad un palo de estos no se hace con mil peones y cien yuntas de bueyes.... El padre entonces con grande ánimo (le dijo) yo he traido á V. conmigo para que reconozca si son ó no á propósito, que el corte y la conducion es de mi cuenta. No lo hizo con ménos valor que lo dijo. Volvió luego á Loreto: juntó cuanto fierro y mulas pudo de todos los soldados y padres misioneros: dió todas las providencias necesarias, y por setiembre, se pasó á vivir á la sierra para comenzar en la menguante de aquella luna el corte de las maderas.

Para sufragar á estos nuevos gastos y demas necesidades de la mi

1720.

sion, pareció necesario que el hermano Jaime Bravo en la lancha S. Javier pasase á Sinaloa en busca de bastimentos y otras cosas que la falta de embarcacion no le permitia traer de Nueva-España. En Sinaloa se halló el buen hermano con carta del padre provincial en que de parte del padre general Miguel Angel Tamburini, le mandaba pasar á Guadalajara á recibir los sagrados órdenes, y de ahí á México para informarle del estado de la mision. Obedeció no sin sorpresa el hermano Jaime, y habiéndose ordenado de mano del Illmo. Sr. D. Manuel de Mimbela pasó á México. Con su pleno y sincero informe se movió el padre Alejandro Romano á pedir al Exmo, marqués de Valero se comprase para la California un nuevo barco, ó porque no se juzgaba posible que el padre Ugarte saliese con la fábrica de su pretendida balandara, 6 porque siendo este barco pequeño seria mas á propósito para el descubrimiento y reconocimiento de las costas, que no para el tráfico y conduccion de bastimentos y memorias. El Sr. virey remitió la peticion á la junta, por cuyo dictámen en 15 de marzo del siguiente año de 1720 se espidió decreto, adjudicando á la mision un barco del Perú, que se hallaba actualmente en Huatulco. † Tuvo que esperarlo el padre Jaime hasta el mes de junio. No fué inútil su detencion en México. El ilustre Sr. marqués de Villapuente, movido de sus informes y del fervor y celo que manifestaba, y de que habia dado tan sin. ceras pruebas aun en el estado de coadjutor, determinó fundar otra nueva mision en que se ocupase el nuevo sacerdote en el puerto de la Paz, y nacion de los guaicuros. Habia ya barco, fondos para una nueva mision y nuevo misionero: solo faltaba para volver enteramente proveido, destinar algun hermano coadjutor que entrase en su lugar como procurador de la California. Habia tiempo que D. Juan Bautista Mugazábal, alferez de aquel presidio, pretendia ser admitido en la Compañía, movido de los grandes ejemplos de virtud que sus juiciosos talentos le hacian observar en los padres, y singularmente en el padre Francisco María Piccolo, en cuya compañía habia vivido muchos años. Trajo órden el padre Jaime Bravo de que fuese admitido en la Compañía, y cuasi sin ejemplar pasase allí su noviciado bajo la direccion del padre Juan de Ugarte.

Esta, que acaso pudiera parecer indulgencia, no era en realidad si

+ Puerto famoso por haber allí planteado una cruz Santo Tomás en la costa de Oaxaca, de la que ya ha hablado el padre Alegre en su primer tomo.-EE.

no una prueba bastantemente dura para el fervoroso pretendiente. Entre los mismos presidiarios, marineros é indios, le era forzoso hacer una total y repentina mudanza en el vestido, en el tratamiento, y en todo cuanto pertenecia á su persona: le era necesario comenzar á obedecer en humildad y sencillez entre aquellos mismos que estaba acostumbrado á mandar con la libertad y franqueza de soldado. Por otra parte, el grande ejemplar del padre Juan de Ugarte que se le daba por maestro de novicios, le empeñaba á no perdonar á trabajo ni humillacion alguna. Este grande hombre, viviendo en una choza, como el mas infeliz californio, y usando indiferentemente de su mismo alimento y vestido, en nada se distinguia de ellos sino en la corona, y en toinar sobre sí lo mas pesado y gravoso. Espuesto á todas las inclemencias del tiempo, era á las veces aserrador en el corte de maderas: arriero para conducir personalmente las récuas: procurador para cuidar del alimento de los trabajadores, y aun cocinero para sazonárselos. Su actividad parecia multiplicarlo en la diversidad de operaciones necesarias al designio. Tan presto lo veian con la hacha en la mano derrivando árboles, como uncido con los indios mas robustos para sacarlos de las quebradas. Ya con la azada en la mano igualando el terreno; ya dando botones (ó barrenos) de fuego para saltar la desigualdad de las rocas. Si á todo esto se añade el cuidado y providencia de supeDisposiciones rior de todas las misiones, la atencion al presidio, la misa que jamás y valor exomitia, el oficio divino, la esplicacion de la doctrina que hacia todas traordinario las noches, los bautismos y demas ocupaciones de misionero, no se aca- garte. bará de comprender cómo un hombre solo podia bastar á tantos y tan diferentes empleos. Es cierto que la naturaleza habia dotado al padre Ugarte de todas las cualidades necesarias para emprender cosas árduas. Un ingénio claro, pronto y fecundo en espedientes, tanto, que era dicho comun que para el padre Juan de Ugarte no habia imposibles: una salud y una robustez de cuerpo, á prueba de las mayores incomodidades: una presencia de espíritu en los mayores peligros, y aun unas fuerzas corporales que le hacian temer aun á los mismos indios. Vez hubo que para arredrar á los demas gentiles con el castigo de un díscolo que se mofaba de la esplicacion de la doctrina, confiado en sus extraordinarias fuerzas, el padre, para humillarlo, le tomó de los cabellos, y teniéndolo así suspenso en el aire le hizo dar tres ó cuatro vueltas como si fuera una caña. En otra ocasion le vieron con dos piedras en la mano hacer frente á un leon, matarlo y traerlo á la mision sobre

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del padre U.

el arzon de la silla, con pasmo y horror de los indios, tanto mas, que era un caballo furioso é indómito. Adornado de tan bellas cualidades y á costa de tantas fatigas, consiguió el padre Ugarte fabricar una balandra fuerte de bellos galivos y buena vela á mucho menos costo que pudiera haberlo hecho en algun bien proveido astillero. La bendijo solemnemente antes del año, el 16 de julio, dia del Triunfo de la Santa Cruz, de donde tomó el nombre, y justamente al año se echó á la agua el dia 14 de setiembre. No es esto lo mas maravilloso, sino que en medio de tan contínuos y penosos trabajos, tuvo tiempo para catequizar, instruir y disponer con suavidad al bautismo varias naciones que habitaban aquellas serranías tan felizmente, que por diciembre del mismo año pudo pasar á vivir allí de asiento el padre Eberardo Helen y fundar la mision de nuestra Señora de Guadalupe, debida tambien á la devocion y sólida piedad del ilustre Sr. marqués de Villapuente. Un mes antes de esta funcion, dejando para ella las órdenes y providencias necesarias habian salido para el puerto de la Paz en la nueva balandra los padres Juan de Ugarte y Jaime Bravo. Siempre se habia juzgado necesario contraer alianza, á lo menos cuando no se pudiesen reducir á cristiandad los guaicuros, así para promover la predicacion del Evangelio ácia el Sur de la California, como para asegurar aquella costa á los barcos que venian al buceo de las perlas, y la quietud de las demas naciones ya reducidas, en quienes podia hacer mucho daño el mal ejemplo y conocida enemistad de los gentiles. La tentativa que un año antes de su muerte habia hecho para atraerlos el padre Salvatierra, y que habia tenido efecto tan contrario á sus desig. nios, antes se creia que hubiese agriado mas los ánimos; sin embargo, no era así, Los tres guaicuros que el padre habia puesto en libertad y llevado entonces á su pais, habian cumplido muy bien con su encar. go, é informado á los suyos de la buena acogida que habian hallado en Loreto: con esta prevencion, aunque al arribo de la balandra se pusieron luego en arma algunos que estaban á la vista, viendo luego á los dos padres desarmados que caminaban ácia ellos, se sentaron esperán.

Confieso que no puedo escribir esto sin pasmo; tanto mas, cuanto que considero el gran fondo de virtud y caridad que habria en el corazon de un varon que á impulsos de ella obraba tantas maravillas. El padre Ugarte pasará en la historia por el Hércules de la Compañía de Jesus en la provincia de México. ¡Hombre asombroso, vive Dios, y digno de la inmortalidad!!-EE,

dolos con muestras de amistad. Los padres les llenaron de donecillos y alhajuelas que dieron muestras de recibir con agradecimiento. Se les declaró el fin de aquella jornada, aunque sin declararles que algu. no hubiese de quedar entre ellos. Poco á poco comenzaron á familiarizarse con los californios cristianos y aun con los soldados de quie. nes huian al principio. Cada dia concurria mayor número de las rancherías vecinas. En breve comenzaron á pedir que se quedase con ellos algun padre para que los defendiese de los buzos que les hacian mucho mal. Se les dieron al principio buenas promesas, y vista su perseverancia y la docilidad con que se habian reconciliado á la primera insinuacion con los moradores de las islas vecinas, se comenzó á tratar de un establecimiento fijo. En tres meses que se detuvo allí el padre Ugarte, dejó ya levantadas casas pajizas y enramada para iglesia, y puesta en corriente la mision. En este intermedio, llegó por tierra al mismo lugar el padre Clemente Guillen, que despues de veintiseis dias, y mas de cien leguas de un camino muy ágrio, no creia ya poder hallar comunicacion de Loreto á la Paz, como se le habia encargado buscarlo. Su llegada fué de suma alegría para los que habian venido por mar. Recibieronlos con descarga de los mosquetes, y tomados algunos dias de descanso, en que ayudaron todos considerable. mente al padre Bravo, se partieron por sus respectivos rumbos á la mision de Loreto; pero esto fué ya á los fines de enero de 1721. Volvámos á lo que nos queda del año anterior.

las Mónicas

El año de 1720 será siempre memorable con grande honor de la Inténtase la Compañía en la ciudad de Guadalajara, por la ereccion del religiosísi- fundacion de mo monasterio de agustinas recoletas de Santa Mónica. Esta gran- de Guadalade obra la habia emprendido desde mucho tiempo el padre Feliciano jara. Pimentel, y tuvo principio del fervor de algunas hijas espirituales del mismo padre, que de Valladolid donde antes residia, quisieron por no privarse de su direccion, seguirle á Guadalajara donde le destinaba la obediencia. Ni los superiores de la Compañía, ni el mismo padre Pimentel aprobaron semejante resolucion: sin embargo, movido de caridad el padre Feliciano les procuró habitacion donde estuviesen con recogimiento y proporcion para darse enteramente, como deseaban, á la vida espiritual. Halló cuanto deseaba en la casa de D. Martin de Santa Cruz, un honrado republicano muy vecino á nuestro colegio. Aquí comenzaron á esparcir dentro de poco tiempo tan suave olor de virtudes, que no solo dentro de la ciudad, pero aun fuera de ella y del

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