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Mision en Za

catecas.

de Puebla y México y algunos lugares comarcanos á peticion de los Illmos. Sres. D. Fray Payo Enriquez de Rivera y D. Diego Osorio de Escobar. En esta mision de la Puebla fué muy singular la perseverancia en el fervor y frecuencia de sacramentos. Se consoló mucho el ilustrísimo entre los achaques de su enfermedad con saber que en los nueve meses posteriores á la dicha mision se habian gastado en solo el colegio del Espíritu Santo vinticuatro mil formas. Poco tiempo despues falleció este prelado con universal sentimiento de toda su diócesis. El que le succedió, que fué el Illmo. Sr. obispo de la Nueva Galicia D. Manuel Fernandez de Santa Cruz, continuó en la Puebla en servirse de la Compañía de Jesus con los mismos ojos que su antecesor, cuya utilidad habia tanto esperimentado en su primera mitra. En esta le succedió el Sr. D. Juan Santiago Garavito y Leon, que lo mismo que su antecesor, promovió maravillosamente los estudios de la teología moral y demas ministerios pertenecientes á la salud de las almas. Fué el primero que por su particular devoción á S. Francisco Javier introdujo en las Indias la novena, que desde 4 de marzo, nueve dias antes de su canonizacion, suele hacerse con mucha solemnidad en la Europa. El ejemplo de este pastor, que quiso costear el primer dia de dicha novena, siguió toda la ciudad de Guadalajara esmerándose á porfia en obsequio del Santo. Tuvo tambien aquel colegio el alivio de catorce mil pesos para la fábrica de la iglesia, liberali. dad del Lic. D. Bartolomé Rodríguez de la Palma, que aun la habria llegado á concluir, si no hubiera repentinamente faltádole la prosperidad de sus minas.

Entre los lugares del territorio de Guadalajara, en que se hizo mision en este año, fué muy singular el fruto que se cogió en Zacatecas. Era el principal misionero el padre Juan Ortiz de Zapata, varon muy ejercitado en este ministerio, y con él los padres Diego de Arbizu y Antonio de Figueroa. Hablando de este tiempo D. Pablo Muñoz Vi. da, en carta escrita al padre provincial en 6 de noviembre de 1678. ,,Llegó (dice) todo el bien á Zacatecas en la mision del padre Ortiz. No tengo términos con que esplicar lo que por los ocho dias de la mision debe este lugar á V. R., pues los padres con su mucho trabajo han sido sin duda la salud de muchas almas. Su celo fué tanto, que con lo fervoroso de sus pláticas parecia dia del juicio. En la última plática, en el espacio de media hora, eran tantas las bofetadas y lágrimas de los circunstantes, que apenas dejaban oir al predicador. Yo ví jun.

to á mí un hombre tan sumamente lastimado en rostro y boca, que habia hecho un lago de sangre. Si esto lo hizo con piedra o con las manos, no lo sé, solo sí que fué menester confesarlo, y desmayado llevarlo á sú casa. Todo el lugar tuvo a disposicion particular de Dios haberse juntado varones tan apostólicos para el consuelo de esta ciudad, de lo cual todos damos á V. R. mil agradecimientos, pues por su mano nos ha venido tanto bien, &c." De la misma ciudad se refiere que un caballero de oficio muy distinguido en la república, quedó tan desengañado de la vanidad de las cosas terrenas, que aquella misma noche determinó, mudado el trage, salir de la ciudad y retirarse a un yermo. La prudencia de un religioso con quien consultó su resolucion le impidió tomar este rumbo, no el mas seguro, y le persuadió tomase el hábito de alguna religion en que podria lograr con mas ventajas el santo fin que pretendia, como to practico efectivamente entrando alli mismo en una religion ejemplar con edificación de toda la ciudad. De aquí pasaron a otros lugares vecinos, anunciando en todas partes el reino de Dios, y cooperando a la salvacion de innumerables almas, bien necesitadas de tanto trueno para despertar de su letargo. En S. Luis Potosí fué tambien extraordinaria la conmocion que causó en tődo género de gentes el acto de contricion con que se dio principio esta cuaresma. El vicario del lugar, el clero y religiones conspiraron a hacer mas plausible este ejercicio, uniéndose todos para la comun utilidad.

Este espíritu de misiones circulares tan necesarias siempre y provechosas, parecía haberse difundido por estos tiempos en todos los colegios de la provincia. Era como la alma que movia todo este cuerpo, y que animaba todos los operarios en lugares tan distantes de él. El celo del padre Vidal que en México y sus contornos sin la menor interrupcion trabajaba, ya en cárceles, ya en hospitales, ya en barrios, ya en parroquías y plazas públicas, daba no menos impulso y accion a las conquistas y fruto espíritual. Los superiores tenian cuidado de sub. rogarle unos despues de otros á muchos de los jóvenes estudiantes que bebiesen su espíritu y bajo su dirección se enseñasen a deponer los va. nos respetos del mundo, y á manejar las armas de la predicacion. Ins. truidos en esta escuela y formados sobre el ejemplar de aquel grande Hombre, se repartian despues por los diversos colegios de la provincia, y ardia toda en aquel fuego de caridad que el Salvador vino á traer al mundo. ¡Tanto puede el ejemplo de un operario dedicado enteramen.

Misiones en

1679.

te á los saludables ministerios! En Guadalajara se prosiguió en las. restantes poblaciones del obispado, la que se habia comenzado con tanto fruto el año antecedente.

Los indios de Tepotzotlán, noticiosos del jubileo de misiones que se habia publicado en México, suplicaron al padre provincial les hiciese el favor de que se publicase en su pueblo. Se añadió para hacerla mas fructuosa la dedicacion de una capilla hecha con las mismas medidas de la santa casa de Loreto, á diligencias del padre Juan Bautista Zappa, ministro ya entonces de aquel colegio. Este espiritual y devoto padre, de quien Dios queria formar uno de los mas fervorosos misioneros que ha tenido la provincia, † puso poco despues los cimientos de su empleo apostólico pasando á Huehuetoca con el padre Pedro de Medina Picazo, á peticion de los indios, y beneficiado de aquel partido (de Tepotzotlán) que vinieron personalmente á este pueblo á pedir la mision. En ella aun trabajando incesantemente los dos padres, y ayudándoles en mucho dicho beneficiado y otro sacerdote, no podian satisfacer á la multitud de penitentes, y fué necesario solicitar compañero que los ayudase á sacar la red por la abundancia de la pesca. Se envió en efecto de Tepotzotlán al padre Diego Saenz,

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A los padres Francisco Diaz Pimentelly Gaspar de Bárcena, que Misiones en Pachuca y o hacian mision en Pachuca, se les envió tambien de refresco al padre tros lugares Diego de Contreras. Los dos últimos, acabada la mision en Pachuca,

vecinos.

Real del Monte, Atotonilco y Capula, pasaron á Octupan, jurisdiccion que era de religiosos agustinos. El reverendo párroco, no solo dió su grata licencia para que se hiciera la mision, sino que con los demas individuos de aquella casa quiso entrar á la parte de aquel glorioso trabajo, acomodándose en todo al uso de los nuestros, predicando en castellano y otomí diferentes sermones, cantando por las calles la doctrina y ejercitando todos los demas ministerios con perfecta y edificativa humildad. Fué de mucha edificacion en este pueblo que habiendo en él una persona de distincion enlazada en torpe amistad con una muger despreciable, tanto por su condicion como por su fama, trató de satisfacer al público por medio del matrimonio. Tenia ya tomada su resolucion sin respeto alguno á su deshonor, solo le detenia el recelo de lo llevase á mal un hermano suyo religioso, y de quien no podia ocultarse la ejecucion. Fluctuó algun tiempo, hasta que estimulado

que

+ Creo debe decir la provincia de jesuitas de Nueva-España.-EE.

za.

de la conciencia, le dijo:....,,Yo he vivido mal con tal muger, el pueblo no lo ignora: ni mi ocupacion, ni los empeños con ella contraidos, aunque tan desiguales, me permiten dejarla, de modo que no quede siempre espuesto al peligro. Para salvar mi alma y la suya, no hallo otro medio que el casarme y atropellar con todos los respetos del mundo." El buen religioso, no sólo no se indignó de tal proposicion, pero aun le ayudó gustosísimo á pesar de su mortificacion y vergüen. No fué de ménos consuelo para los misioneros haber visto desvanecidas por su medio las calumnias de que algunas malévolos habian notado á algunos de aquellos religiosos para con sus superiores y aun con los tribunales de México. No se concluyó la mision sin que se desdijesen, é hiciesen contar á todos la inocencia de aquellos padres. Del colegio de Mérida, capital de Yucatán, se emprendió tambien mision á la villa de Valladolid, en que ya otras veces algunos años se habia practicado con evidente utilidad. Este fué el descanso que de sus literarias tareas tomaron en las vacaciones los padres Juan de Palacios, Diego Felipe de Mesa y Nicolás de Vera. El Illmo. Sr. obispo de Yucatán dió repetidas gracias á los padres y al padre rector, como tambien la villa de Valladolid.

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vier.

En las misiones de gentiles no se ofreció en este año cosa alguna Prodigio de S. digna de notarse, sino solo un ruidoso milagro con que quiso favorecer Francisco Jael cielo á dos nobles casados de la Nueva-Vizcaya, Doña Francisca Valdés y Urdiño, hija de D. Luis Valdés, gobernador que habia sido de aquel reino y nieta por parte materna de D. Francisco Urdiñola, que habia tenido el mismo cargo, habia sido casada en primer matrimonio con D. Martin de S. Martin, caballero del órden de Santiago, contador general de tributos y azogues de Nueva-España, y en segundo con el general D. Agustin de Echevers y Subiza, natural de Pamplona. En uno y otro habia tenido diferentes hijos; pero vivia con el dolor de no haber logrado alguno sino para el cielo, muriendo todos recien nacidos y bautizados. Esta pena habia atormentado su corazon por tanto tiempo, que llegó á enfermar y aun á salir fuera de sí algunos ratos por la melancolía. En estas ocasiones hubo veces que aun se dió algunos golpes en el vientre, diciendo con la fuerza de su afliccion que para qué queria hijos si no habia de gozarlos. En volviendo de este frenesí, invocaba muy de veras à S. Francisco Javier, en quien tenia puesta su mas tierna confianza. A fines de noviembre le pareció una noche entre sueños, aunque dudaba mucho despues si dormia en

1680.

realidad, un sacerdote de la Compañía que decia misa, en la capilla de su hacienda y que entraba á oirla, Estando en esto, vió salir de la sacristía otro jesuita con báculo y manteo, y que llegando junto á sí, le reprendia su poca conformidad, y le decia sobre la cabeza un Evangelio, añadiendo que mandase decir una misa. A la misma hora alborozada con dicho sueño ó vision, la contó á Doña Clara Valdés, su hermana, y á la mañana siguiente mandaron decir la misa y velaron juntas todo el dia con tanta exactitud, que aun habiendo venido aquel dia su marido de algunos meses de ausencia, no quiso verle hasta haber enteramente cumplido su devocion. La próxima noche entre las mismas dudas le paroció, ver al mismo sacerdote que hincado ante la Virgen Santísima con sobrepelliz y estola le ofrecia un, memorial, A pocos dias (en que habia sido uno el de S. Francisco Javier) reco. noció haber concebido, y á los nueve meses parió no sin nuevos favo. res del Santo, una niña hermosísima: el parto fué dificultoso, y despues de todo era el mayor pesar creer que habia, nacido muerta la criatura, aunque se ocultaba á la madre. Despues de algun rato de susto, reconociéndola viva, llamaron á un sacerdote de la Compañía que la bautizase. Al bautizarla, contingentemente, advirtió que en lugar de agua fria se habia traido con la turbacion agua hirviendo, lo que acaso habría puesto en nuevo peligro á la débil criatura. Se le puso por nombre Ignacia, Javiera, en honor de los dos santos que su piadosa madre creia haber visto, y á quienes atribuia tan singular favor. Este suceso, para gloria de Dios y de sus dos gloriosísimos patronos se escribió firmándolo la misma señora, su esposo y hermana, y se conserva en el archivo de provincia. Aconteció todo en la hacienda de S. Francisco de los Patos, jurisdiccion de Parras.

A principios del siguiente año de 1680 falleció en la Casa Profesa Congregacion de México el padre provincial Tomás Altamirano á los dos años y algu provincial. nos meses de su gobierno. Fué hombre de una exacta distribucion, y celosísimo de la disciplina regular. Abierto el pliego casu mortis, se halló destinado provincial al padre Antonio Nuñez de Miranda, rector que actualmente era del colegio máximo de México. Concluido entre los dos el trienio, vino este mismo año destinado provincial el padre Bernardo Pardo. Trató luego de convocar para el próximo noviembre congregacion provincial. Por un nuevo órden de N. M. R. P. general Juan Pablo Oliva debian nombrarse en la futura congregaeion un procurador y dos substitutos en lugar de uno que antes se nom

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