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y del gobernador que aquel mismo año, por órden de D. Pedro Rivera, visitador general de los presidios, se retiró de la provincia. De los cincuenta soldados se mandaron habitar treinta en la Mesa, diez en Guainamota, y otros tantos en Ixcatán. Los Sres. vireyes habian mandado ejecutar las mas estrechas providencias para la tranquilidad y buen gobierno de aquellos pueblos: que se repartieran entre los indios cinco mil pesos por los daños que les hubiesen hecho en la conquísta: que á los padres asistiese siempre un soldado de escolta y dos cuando hubiesen de salir á sus pueblos: que no se dejasen sentar plaza foragidos ni solteros: que no se les permitiese tratar ni contratar con los indios, ni entrar en los pueblos sin beneplácito de los misioneros, ni servirse en manera alguna de los indios para sus particulares comodidades. Con estas disposiciones (bien que no todas veces observadas rigorosamente) respiraron algun tanto de sus pasados temores y vejaciones los nayaritas. Era singular la aplicacion y asistencia á la doctrina y á los demas ejercicios de cristianos que pudo llenar de complacencia al Illmo. Sr. Cervantes.

El Sr. obispo de Guadiana (Durango) en cuya jurisdiccion está la mayor parte de nuestras misiones, dejada la espedicion del Moquí, intentó la visita de su vastísima diócesis, que cuasi toda ácia el Poniente y Norueste, debe aquella mitra á nuestros operarios. La Tepehuana, la Topía, la Sinaloa, Ostimuri, alta y baja Taraumara, la Sonora, la Pimería, son otras tantas regiones civilizadas, cultivadas y atraidas á la religion y obediencia de nuestros reyes, con solo el sudor y sangre de los jesuitas. En todas ellas halló mucho de que bendecir y alabar á Dios el celosísimo prelado. A la mision de S. Ignacio, que administraba el padre Agustin Campos, bajaron á presentarse á su ilustrísima mas de setenta indios del Sonoidac, del Bac, de Soamea y otras rancherías de sobaipuris y papavotas. Representáronte con demostraciones de no pequeño sentimiento, que habia muchos años que atraidós de la dulzura y caridad de su primer padre y protector el padre Eusebio Kino, habian solicitado padres para instruirse y recibir el santo bautismo: que el dicho padre Kino les habia enseñado á sembrar regularmente, á fabricar sus casas, y cuidar ganado para mantenerse así, y á los padres, que en vano habian esperado muchos años: que entre ellos habia muchos bautizados, y que si no lo estaban todos, era por no haber podido el padre asegurarse de que se les proveeria de ministro: que por orden de S. M. se debian haber destinado para la Pime

ría ocho padres, lo que jamás se habia verificado aun despues de muchos informes é instancias del padre Kino: que esta dilacion habia sido causa de la perdicion de otras muchas naciones y paises que dicho padre tenia ya reconocidas y bien dispuestas, como los yumas, quiquímas, cocomaricopas, hoabonamas y otros habitadores de los grandes rios Gila y Colorado, y aun los mismos apaches, cuya conversion en otros tiempos hubiera sido muy fácil, y hubiera libertado á la Taraumara y Sonora de tan contínuos sustos, é inmensos gastos á la real hacienda. El Sr. obispo, penetrado del mas vivo dolor, conferenciada con los padres la materia, y hallando ser verdadero cuanto expresaban aquellos buenos indios, resolvió escribir, como lo hizo, al Exmo. Sr. marqués de Casafuerte, virey, y al padre provincial de la Compañía pidiendo por lo menos uno o dos operarios, los que si no podían mantenerse á espensas del rey se obligaba su ilustrísima á mantenerlos á su costa por el bien de aquellas almas. Aun á esta peticion tan autorizada y tan justa, se opusieron dificultades en México, que hicie ron al ilustrísimo recurrir á S. M. con el feliz éxito que veremos adelante. La misma representacion que ahora se hace al Illmo. Sr. obispo de Durango habian hecho á fines del año antecedente los mismos sobaípuris al padre rector Ignacio Arzéo; pero estando esta narracion inserta en el informe que de aquellas misiones hízo al Sr. virey el brigadier D. Pedro de Rivera, hemos tenido por mejor vaciar aquí á la letra dicho informe, que es como sigue.

Informe so

pado de Du

ra.

,,Exmo. St.-A mas de las órdenes generales que V. E. se ha servido ministrarme, la que consta por carta de 20 de junio de bre las misio 1725, en que se me manda observar el estado que tienen las misiones nes del obisdonde me fuese posible saberlo, por lo que conviene estar V. E. ente- rango al virado de la forma en que están divertidos los operarios del Evangelio, rey, del brigadier D. Peinstruccion en la fé católica de los indios, reducidos á vida política por dro de Rivela gravedad de este punto y repetidos encargos de S. M.; y habiéndolo ejecutado por lo tocante a las misiones de Nuevo-México y NuevaVizcaya que hallé á cargo de los reverendos padres franciscanos, ahora pasando por las de Ostimuri, Sonora y Sinaloa, vengo gustoso á informar á V. E. lo satisfecho y complacido que me han dejado las esperiencias del total complemento con que estos ministros se aplican en todas líneas á su obligacion. Las de Sonora y Ostimuri, están en riberas fértiles, en cuyo cultivo logran sus ministros cosechas con que sener bien abastecidos á los indios reducidos á pueblos. Éstos, en union

de casas, forman las misiones en vida política, estando ellos, sus mugeres é hijos decentemente vestidos, y muchos en el trage español, inclinados al trabajo corporal del campo, y las mugeres á la labor y telares con que comercian con los españoles. Hay muchos instruidos en la lengua castellana, y sus ministros todos diestros en varios idiomas, segun los pueblos á quien en ellos administran y predican. Las de Sinaloa son ménos fructuosas; mas no obstante, se halla igualmente en todas con total decencia el culto divino, excediendo solo las de Sonora y Ostimuri en el mayor adorno de las iglesias, ornamentos y vasos sagrados, en que los padres emplean cuanto adquieren, y en cuyo reconocimiento tiene mucho que venerar y que aplaudir la devocion. Mantienen los ministros entre los moradores de esta provincia mucho crédito, estimacion y respeto por sus loables virtudes, buenas correspondencias, y distribucion de limosnas á los necesitados y misiones pobres. Y en cuanto á la conversion y educacion de los naturales, no tiene que oponer la mas rigorosa censura, porque á mas de estar los ya reducidos bien radicados é instruidos en nuestra santa fé, hay muchos tan adelantados en cada pueblo, que en todos ellos hay capilla de mú. sica, de la cual, con los varios instrumentos que les han enseñado sus ministros asisten á los oficios diarios de la Iglesia, atrayendo á ella á los demas, y á la asistencia al contínuo rezo y esplicacion de doctrina á los niños y niñas, manifestando todos obediencia, amor y respeto á sus ministros, que son celadores contínuos de sus operaciones. Mucho mas pudiera decir de lo que trabajan estos padres para honra y gloria de Dios, propagacion de la fé y bien de las almas, no solo entre las naciones bárbaras que reducen, sino entre los vecinos españoles de estos paises en el pasto espiritual que les comunican y el socorro en sus urgencias; solo añadiré que en las ocasiones que se ofrecen de hacer campaña, contribuyen con largueza dichos operarios con víveres, é indios amigos abastecidos de todo lo necesario, como lo esperimenté en la que acaba de hacer contra los apaches el capitan de presidio de fronteras. Asimismo satisfacen estos ministros, á los piadosos deseos del rey nuestro señor, procurando atraer los indios aun gentiles al conocimiento de Dios, en cuya comprobacion, estando en dicho presidio, ví que copia de indios de la numerosa nacion de los pimas vinieron á pedir al padre rector Ignacio Arzeo, que respecto á no tener ministro, les diese el consuelo de ir á bautizar gran número de párvulos, lo que dicho padre ejecutó internándose mas de treinta leguas al Norte: bau

tizó ciento cuarenta párvulos, y volvió muy compadecido del desconsuelo con que quedaban aquellos naturales de no tener ministro, y no poder él asistirles por la precisa residencia en los pueblos de su cargo. Por lo que jazgo necesario que V. E. procure se envie uno ó mas ministros para esta nacion de mas docilidad y racionalidad que todas las otras. Esto mismo que he dicho de Sinaloa y Sonora, debo decir de la de Tepehuana y Taraumara, segun he podido informarme de personas desapasionadas. He juzgado necesario individualizar estas noticias por la complacencia que el celo de V. E. tendrá por ceder todo en servicio de ambas Magestades, y ver ensalzado y alabado en partes remotas el santo nombre de Dios, mediante el insuperable trabajo de tan celosos ministros. Quedo á los piés de V. E. con el mas reverente respeto, pidiendo á Dios guarde á V. E. cuanto deseo y he menester. Real presidio de S. Felipe y Santiago de Janos, y febrero 14 de 1727. Exmo. Sr.-A los piés de V. E.-D. Pedro de Rivera.”

Corroborada la peticion de los pimas sobaipuris con los autorizados informes del Illmo. Sr. obispo de Durango y del visitador general de los presidios, obtuvo finalmente de Madrid un despacho feliz de S. M. en 10 de octubre del siguiente año de 1728, mandó dos cédulas al Exmo. Sr. marqués de Casafuerte, y al Illmo. Sr. obispo de Durango: esta segunda, es del tenor siguiente.

El rey.-Reverendo en Cristo padre obispo de la Iglesia Catedral de Durango en la provincia de la Nueva-Vizcaya, de mi consejo. Sabed: En carta de 22 de agosto del año pasado de 1728, me dísteis cuenta de que estando entendiendo en la visita general de vuestro obispado, os salieron al camino en la provincia de los pimas altos mas de setenta indios gentiles, dando á entender deseaban ser católicos cristianos, y no tener ministros que les instruyesen á ello, y que habiendo representado lo referido al virey de Nueva-España, luego que concluísteis la visita á fin de que diese providencia de que fuesen tres misioneros que por entonces bastaban al intento, no lo habia ejecutado, como tampoco el provincial de la Compañía de Jesus de México por decir no tenia órden alguna, sin embargo de haberle insinuado vos no se detuviese en enviar dichos ministros por falta de medios, pues os obligais al costo de su transporte, y mantencion anual; y habiéndose visto en mi consejo de las Indias, con lo que dijo mi fiscal, como quiera que por despacho de la fecha de este, ordeno al referido virey de Nueva-España dé la mas pronta providencia, á fin de que pasen minis.

tros misioneros á la referida provincia de los pimas altos, poniendo este encargo al cuidado de los religiosos de la Compañía de Jesus; de cuya providencia queda asimismo prevenido el procurador general de esta religion, que reside en esta corte, á fin de que por todas partes se pongan los medios convenientes; ha parecido participároslo y daros gracias, por lo que os dedicais al cumplimento de vuestra obligacion pastoral, de cuyo celo espero concurrireis, como os lo encargo, al famento de la expresada mision y mejor logro de esta empresa, en que tanto se interesa el servicio de Dios y mio. Fecha en Madrid á 10 de octubre de 1728.-Yo el reg.-Por mandado del rey nuestro señor.-Andrés del Corobarrutia y Serpide,

Tales eran las nuevas providencias de S. M. acerca de la reduccion de los pimas. En la California, entre tanto, se dió principió á una mision que desde el año de 1724, habia dotado de su legítima el padre Juan Bautista Luyando. Este famoso jesuita, no contento con haber ofrecido y dedicado á la salud de los californios aquella parte de sus bieries, quiso tambien consagrarse á sí mismo, pidiendo con instancia á los superiores ser enviado á aquellas misiones, como lo consiguió acabados sus estudios el año de 1727. Desde entonces, mientras el nuevo ministro se imponia en el idioma y costumbres del pais, fué enviado para disponer á la reduccion los ánimos el padre Sebastian de Sistiaga, aunque de mucho tiempo atras por los años de 1706 habian aquellas rancherías manifestado bastantemente al padre Piccolo sus buenos deseos. El sitio era en la sierra de S. Vicente 6 arroyo del Carrizal, que los naturales Haman Kadda Kaaman. La nacion es de los Cochimies de la gente más dócil y menos brutal de la California. Habiendo pasado allá por enero de este año el padre Juan Luyando acompañado del padre Sebastian de Sistiaga y nueve soldados, fué tal el fervor de los catecúmenos, que muy en breve se pudieron comenzar los bautismos, fabricarse casa é iglesia, que se dedicó solemnemente por diciembre de aquel mismo año. Bien, que entre las ordinarias persecuciones de parte de los bahamas 6 hechiceros y ancianos, crecia cada dra la mision con nuevas rancherías que se agregaban atraidas de la suavidad y regalos del padre. Entre estas, vino una á los dos meses tan bien instruida en la doctrina cristiana, que movió al misionero á pre guntarles como habian aprendido por ser de aquellos que no habia podido catequizar, y disponer el padre Sistíaga. Respondieron que no pudiendo esperar que fuese allá el padre por la distancia del lugar, ha

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