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ris, aunque eran ántes irreconciliables enemigos. Estos bárbaros, á fines de 1753, comenzaron á dar oido á las proposiciones de paz que les ofreció el gobernador D. Pablo Arce y Arroyo. Capitularon efectivamente, con las condiciones siguientes. Que les habian de ser restituidas sus mugeres. Que se les devolviesen las tierras que ántes poseian. Que se quitase de allí el presidio y se restituyese al Pitic, y finalmente, que se les señalase por su ministro al padre Nicolas Pereira. No puciéndoseles prometer abierta y absolutamente el pri mer articulo, no tuvieron efecto las paces deseadas. Sin embargo, prometiéndoles el gobernador hacer en el asunto cuanto estuviese de su parte, vinieron en unas treguas que guardaron fielmente todo el tiempo de aquel gobierno, exceptos algunos pequeños robos que no pu dieron tomarse por justa causa de rompimiento. A D. Pablo Arce y Arroyo sucedió en el gobierno D. Juan Antonio de Mendoza, que mantuvo siempre viva la guerra con los siris desde á poco de su entrada, y en que finalmente vino á morir en 25 de noviembre de 1760, Fué famosa en esta ocasion la pertinacia y el valor de diez y nueve seris, que desamparados de los demás, resistieron por algunas horas á mas de cien hombres. Entre los bárbaros habia caido ya, desangra. do y moribundo, un cacique que era la alma de la accion. Viéndo. lo en el suelo se le atrevieron á acercar, y entre ellos el gobernador que marchaba el primero; pero le costó muy cara su inadvertencia ó su valor. El rabioso y soberbio seri, aunque luchando con la última ago nía, se arrastró cuanto pudo hasta estribar contra una peña, desde don de atravesó al gobernador con una flecha que á pocos instantes lo sacó de esta vida. A D. Juan de Mendoza sucedió D, José Tienda de Cuervo. A su arribo los seris se habian refugiado al Cerro Prieto, de donde hasta ahora no se les ha podido desalojar enteramente. Este cerro se halla á doce leguas al Poniente de S. José de Guaimas, y otras tantas al Sur del Pitic, de la costa del mar de California cator. ce leguas al Oriente, y como treinta al Norte de la embocadura del Yaqui. Es un conjunto de cerros de fortaleza incontrastable con innumerables cortaduras de la misma naturaleza, que no pueden caminarse sino por mil diferentes rodeos, siempre con peligro de ser acometido y sin esperanza de poder dar alcance al enemigo. Las quebradas mas famosas (para decir esto de una vez) son la de Cosario al Oriente, la que llaman de Rodriguez al Nordeste, Caron grande al Nornordeste, el de la Palma cuasi al Norte, Cara pintada al Nordeste, Otates al

te.

de Oeste Nordeste, Abispas al Oeste Sudoeste, y Nopaleru al PonienAl Sudoeste el Rincon de Marcos, nombre que se impuso el año de 61 á causa de haber aquí hallado, despues de haber buscado inútilmente por otras partes, á este gefe de los rebeldes. Esta accion se efectuó el dia 7 de noviembre con mas de 420 hombres de armas. De los salvages quedaron cuarenta y nueve sobre el campo y sesenta y tres prisioneros con trescientos veintidos caballos que se les quitaron ̧ El golpe pudiera haber sido decisivo á poderse haber multiplicado la persona de D. José Tienda de Cuervo; pero habiendo faltado en algunos cabos la precaucion necesaria, escaparon los mas de los seris, y pasaron á la isla de S. Juan Bautista, situada como á ocho leguas de la costa, y cerca de nueve al Sur Sudoeste del Tiburon. Actualmen_ te así contra esta nacion como contra la de los apaches, azote de la Sonora y Taraumara alta, por la parte boreal y oriental, se hacen en Nueva-España grandes preparativos.

En este medio tiempo gobernaron la provincia los padres Agustin Carta y Pedro Reales; el primero celebró en noviembre de 1757 la vigésima nona congregacion provincial, en que siendo secretario el padre Estanislao Ruanova, fueron elegidos procuradores el padre José Redona, el padre Francisco Zevallos y el padre Juan de Villavicencio. La division de la provincia porque tantas veces se habia instado, y á que el M. R. P. general Ignacio Visconti desde la antecedente congregacion habia ya condescendido, se volvió á poner ahora á arbitrio de su paternidad muy reverenda por las graves dificultades que de acá se pulsaban en el modo y práctica de la ejecucion que hasta ahora no han podido vencerse. El padre Pedro Reales entró á gobernar á principios del año de 1760. En 62 se reconoció en México la antigua epidemia del mailazahuatl en que los operarios des. empeñaron el crédito de la Compañía entónces bastantemente afligido con las malas noticias y atroces papeles que de toda la Europa venian contra dicha Compañía. Este año memorable en la Habana por la invasion de los ingleses el dia 6 de junio, estuvo para arruinar aquel colegio que padeció tanto en sus haciendas, cuanto los buenos oficios de los pa. dres para con la afligida ciudad los hicieron mas recomendables.

En 19 de mayo de 1763 succedió al padre Pedro Reales el padre Francisco Zevallos. En estos últimos tiempos han fallecido en la provincia sugetos muy recomendables por sus letras y virtud. En México el padre Oviedo, el padre José María Genovese y el padre

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Dr. Francisco Javier Lascano, en el colegio máximo. En Puebla el hermano Juan Gomez, el padre Francisco Javier Solchaga y el padre Antonio Ordeñana. En California el padre Fernando Consag, en Taraumara el padre Francisco Hermanno Glandorff, cuyo elogio omi timos viviendo aun los que los conocen hasta que los autorice el tiem po. Fallecieron tambien en estas años los lllmos. Sres. D. Manuel Rubio y Salinas, arzobispo de México, y D. Francisco Pardo, D. N., primer arzobispo de Guatemala, el segundo recibido en la Compañía, y el primero su amantísimo protector y bienhechor insigne de la Cas sa Profesa. En Puebla el Illmo. Sr. D. Domingo Pantaleon Alvarez de Abreu, y en Ciudad Real el Illmo. y Rmo. D. Fr. José Vital de Moctezuma, del orden de nuestra Señora de la Merced, a cuyo afecto y constante proteccion debemos un eterno agradecimiento. El Sr. Moctezuma que vivia aun cuando se recibió la bula de la Santidad de Clemente XIII Apostolicum Pascendi en que de nuevo confirma el instituto de la Compañía, fué de los que mostraron su singular amor á nuestra religion dando las gracias al soberano Pontifice por aquel breve, y esplayándose en alabanzas por lo mucho que le servian... en su diócesis nuestros operarios. Este mismo favor debió nuestra provine, cia al Illmo. Sr. D. Pedro Anselmo Sanchez de Tagle, obispo de Michoacán, al Illmo. Sr. D. Miguel Anselmo Alvarez de Abreu, obispo de Oaxaca; y porque nada es mas honroso á nuestros ministerios que la aprobacion y aprecio de estos grandes prelados y pastores de la Iglesia, hemos determinado añadir aquí las respuestas de su Santidad á las sobredichas cartas, para que juntamente con lo que han escrito de nuestra provincia estos ilustrísimos, se vea el aprecio que hace de los operarios evangélicos la silla de Pedro....

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Hasta aquí la hermosa pluma del padre Alegre.... Un rayo desprendido del trono de Cárlos III destruye en un momento el augusto edificio de la provincia de la Compañía de Jesus de México, cuyos hijos son arrebatados por el torrente impetuoso de la espulsion de los jesuitas: entre ellos marchó á Italia el padre Alegre á llenar de honor con sus escritos á esta América..... Apenas puedo esplicar el sentimiento que ha causado en mi corazón la relacion de esta des. gracia cuando he reflexionado sobre ella y sus consecuencias en una edad madura, y renunciando (harto desengañadó como el cardenal de Pacca) las siniestras impresiones que se me hicieron concebir desde mi infancia contra esta corporacion respetable. ¡Oh! ¡Si me fuera dado

verla restablecida en nuestro suelo como lo está ya en Bueno-Aires y en diversos lugares de América y Europa! ¡Con cuánta satisfaccion bajaria al sepulcro augurando á mis compatriotas una felicidad que no puede venirles sino del amor á la virtud y que tan diestramente han sabido inspirarles los Jesuitas! kang

EXPATRIACION DE LOS JESUITAS

EN TODA LA MONARQUÍA ESPAÑOLA

Y ESPECIALMENTE DE MEXICO.

El 25 de junio de 1767 poco antes de rayar la luz matinal se intimó a'una misma hora el decreto defexpulsion de los jesuitas discutido a presencia del rey Carlos III, con el mayor sigilo. Este monarca anduvo tan solícito de su ejecucion que dirijió una carta autógrafa al virey de México para que se verificase del mejor modo, y que pudiera llenar sus deseos, la cual existia en la secretaria del vireynato.

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Para que el golpe se diese simultáneamente y se evitasen conmociones de los pueblos que amaban cordialmente á los jesuitas, se tuvo presente en el consejo privado del rey la carta geográfica de ambas Américas; midiéronse las distancias de todos los lugares donde habia® colegio de jesuitas, el tiempo que gastaban los correos, y se tuvieron presentes hasta las menudas mas circunstancias conducentes al intento, Con achaque de levantar las milicias provinciales del reino que resis. tieran una invasion enemiga como la que acababa de sufrir la Habana, habian venido varios regimientos veteranos de España conocidos por el pueblo de México con el nombre de Gringos, y la organizacion de los nuevos batallones se habia confiado á buenos generales, como el teniente general Villalba, el marqués de la Torre, el marqués de Ru bí, y Ricardos; así es que en México habia entonces una gran fuerza capaz de contener cualquier asonada. Era. provincial de la Compañía en la provincia de México el padre Salvador de la Gándara, que á la sazon estaba en Querétaro de vuelta de la visita de los colegios de Tierradentro, y venia tan satisfecho del arreglo en que los habia encontrado y dejaba, que aseguraba no haber tenido en ellos que reprender ni reformar cosa alguna.

La intimacion del decreto de espulsion se hizo á los jesuitas en la

Casa Profesa de México por el fiscal de la real audiencia D. José Areche, y notificado el padre prepósito con toda la comunidad presente, rezó con ella el Te Deum. El comisionado dispuso que se consumiese el copon de las sagradas formas para inventariar y ocupar los vasos sagrados. Entonces el padre ministro Irágori preguntó si alguno de los jesuitas presentes-queria comulgar, y luego todos los padres presentes y aun los legos ó coadjutores se arrodillaron y recibieron la sagrada Eucaristía. Este acto de religion sublime conmovió al comisionado, y cierto que debia producir este efecto, principalmente si iba prevenido contra aquellos religiosos, pues ademas de la pureza de sus conciencias, manifestaba que todas aquellas víctimas estaban de antemano dispuestas á tamaño sacrificio.

Quedaron desde este momento los jesuitas presos en sus colegios de México y las avenidas de las calles tomadas con tropa y cuerpos de guardia. Salieron de México para Veracruz el dia 28 de junio en coches; pero escoltados de no poca tropa. Hicieron alto en la villa y santuario de Guadalupe, y el visitador D. José Galvez, honrado des. pues con el título de marqués de Sonora, les permitió entrar en dicho santuario. Este magnate regentaba la espedicion con bastante calor. En aquella iglesia hicieron los últimos y mas fervientes votos por la felicidad de un pueblo que los idolatraba; multitud de este los rodeaba derramando copiosas lágrimas que no podia restañar la severidad del gobierno ni de sus satélites, y casi llevaba en peso los coches. Como el camino de Veracruz no era entonces todo de ruedas, tuvieron que cabalgar muchas veces ó que andar á pié largas distancias; trabajos á la verdad insoportables principalmente para los ancianos y enfermos. Su llegada á la villa de Jalapa parecia una entrada de triunfo, aunque mezclada con amargura; calles, ventanas, azoteas y balcones se veian llenos de toda clase de gentes que bien mostraban en sus semblantes lo que pasaba en sus pechos: necesitóse que la tropa que escoltaba à aquellos espatriados se abriera paso á culatazos por en medio de la mucha gente.

Llegados que fueron á Veracruz aquel puerto insalubre quitó la vida en pocos dias á treinta y cuatro. El 24 de octubre se embarcaron para la Habana, pues hasta entonces hubo competente número de bar. cos que los condujeran. Los demas que se hallaban eu las misiones de Tierradentro fueron despues llegando á aquella ciudad paulatinamente. A los cuatro dias de navegacion se levantó un temporal tan

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