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y muchas que tuvieron la desgracia de estar junto á algun banco 6 pilar
con brazo ó pierna, salieron con ella quebrada. En aquel alboroto,
la fuerza de los que huian, quebró la puerta de la sacristía, por donde
sin poderlo estorbar los piratas, salió gran parte de la gente no sin
muerte de algunos y heridas de muchísimos. Por momentos espera-
ban la muerte, cuando Lorenzo Jacome enarbolando una bandera blan-
ca pronunció el perdon, y el seguro de que no se ejecutaria tan inhu-
mana sentencia. Apenas se habia algun tanto respirado de la pasada
congoja, comenzando á hacer en los sugetos particulares diligencias
para descubrir los imaginarios tesoros que les fingia su codicia, el
primero que esperimentó su furor, como uno de los sugetos mas acau-
dalados de la ciudad, fué el capitan D. Fermin de Zazueta. Cargá-
ronlo de oprobrios en medio de la multitud, y amenazáronle de mil mo-
dos para que dijese dónde habia escondido sus bienes. Respondia
que
todo cuanto tenia propio y ageno, habia quedado en su casa, y en
ella hallarian tanto, que no habria lugar de presumir se hubiese oculta-
do cosa alguna. No satisfechos de esta respuesta, le dieron muchos
cintarazos, y aun llegaron á ponerle al cuello un alfange para obligar-
le á prometer alguna considerable porcion por su rescate. Esta misma
suerte corrieron todos los sugetos de algun caudal y distincion. ‡ A
los seglares ricos siguieron los prelados de las religiones. Distinguie-
ron entre los demas, ó por su particular aficion (que es muy conocida
la que han tenidole siempre los hereges de Francia) 6 por la fama co-
mun de riqueza al padre rector de la Compañía, llamándolo el pri-

mero.

Indigno tratamiento del

rector de la Compañía y

Era en la actualidad rector de aquel colegio el padre Bernabé de Soto, hombre anciano, venerable y muy quebrantado de los trabajos en trece años de misiones. Sacáronlo de la iglesia á la mitad de la plaza con grande algazara en sotana y manteo, sin sombrero ó bonete, prelados. estremamente debilitado del ayuno total del dia pasado y de la opresion y falta de sueño. Pusiéronle en presencia de Lorenzo Jacome, que le mandó hincar de rodillas en una estera, y juntar las manos ante el pecho en un ademan humilde y respetuoso. En esta postura, despues de haberlo vituperado como al hombre mas indigno del mundo

En una relacion de este suceso que he leido en Veracruz, consta que les dieron tortura en los compañones, cosa tan horrible como vergonzosa y propia de piratas destituidos de todo sentimiento de humanidad.-EE.

Presentacion de los ciuda

y amenazádole que ni él ni alguno de los suyos habia de quedar con vida, le dijeron que el gobernador de la ciudad habia ofrecido por el rescate de su persona setenta mil pesos, que en vista de esta cantidad viese lo que podia ofrecer por el suyo, El buen anciano respondió que no tenia un maravedí, que el colegio y templo todo estaba en su poder; sin embargo, le mandaron que ofreciera: detúvose algun rato pensando lo que podria conseguir, y ofreció quinientos pesos. No bien habia pronunciado estas palabras cuando un frances descargó sobre su espalda tres cintarazos, que cada uno le hacia besar la tierra. Pusićronle inmediatamente un cuchillo á la garganta, al tiempo que otro de los franceses retiró la mano del sayon, diciendo que se le perdonaba la vida, pero que irremisiblemente habia de dar cincuenta mil pesos. Des. pues de esto lo apartaron de los demas, y lo llevaron al palacio. Siguióse el R. P. guardian de S. Francisco, á quien pusieron una soga al cuello, como para ahorcarle y pidieron doscientos mil pesos. Trescientos mil al padre prior de Sto. Domingo, y todos fueron después llevados al mismo lugar, donde se habian ya apoderado de la persona del gobernador, muy maltratado de palos y cintarazos que habian llovido sobre él. El padro Bernabé de Soto, solia repetir que desde este dia habia hecho un alto concepto del oficio de rector, puos á no serlo, hubiera padecido lo mismo que los demas, y no lo hubieran singularizado tanto, en los agasajos.

Entre tanto, era cada dia mas insoportable la prision que padecia en danos. la iglesia parroquial el resto de los vecinos. La apretura, la hediondez, el bochorno, la hambre y la sed, la vista de muchos enfermos, y de otros que morian, los palos y heridas que llovian sobre la muchedumbre en la forzosa confusion que ocasionaba la distribucion del alimento, el dolor que necesariamente causaba á los pechos cristianos ver de aquel modo indigno profanado el lugar santo y convertido en la pocilga mas inmunda el templo de Dios vivo; todo estó junto, que hacia cierta. mente indefectible la muerte de todos los ciudadanos, movió al capitan D. Fermin de Zazueta y D. Miguel de Ascué, para que otorgada licencia del cabo, se presentasen á los dos gefes la mañana del jueves Representáronles que toda la ciudad moria allí de hambre y de miseria, que ¿cuáles eran los motivos y delitos de aquella pobre gente, de las mugeres y niños para padecer tantos trabajos? ¿Por qué se les negaban los alimentos, se les escaseaba el agua, y negaba todo consuelo? ¿No han cedido todos sus caudales? ¡No han dado hasta lo necesa

río pára su decencia? ¿Pueden hacer mas? Las cabezas de las fami, lias han ofrecido ya para su rescate mas de lo que pueden. La suma inmensa que se pide por el rescate de la plaza, si la hay en ella, ya está en vuestras manos: si no la hay, seria hecesario recurir á lugares setenta y ochenta leguas distantes, donde tenemos nuestros corresponsales: esto no puede hacerse en poco tiempo como pretendeis, y si tarda algunos dias, ¿para qué es tratar de rescatarnos despues de la muerte de nuestras mugeres y de nuestros hijos, despues del saqueo de los templos y de cuanto tenemos más amable que la misma vida? Esta cristiana libertad hizo impresion en aquellos fierós ánimos. Mandó Juego Nicolás Agramont que se aumentase la porcion del alimento y del agua, prometió que presto los pondria en libertad, y convidó á su mesa al capitan D. Fermin, demostracion no usada hasta entonces de aquélla chusma infame, y que dió á las gentes afligidas algun rayo de esperanza.

nazas para descubrir los

Ya por este tiempo habían comenzado los piratas à conducir á sus Nuevas amc, barcos de dia y de noche, por tierra y en carretas, y trasladado en piraguas cuanto habian sacado de la ciudad. Para la mañana siguiente del bienes. sábado 22 habian determinado salir de la ciudad y llevar consigo á todos sus habitantes á la isla de Sacrificios, situada al Oriente de Ver, cruz Ꭹ al Sur de S. Juan de Ulúa. La tarde del viernes, por una lista que ya tenian formada, fueron llamando a todos los vecinos, y en su presencia, les dieron sentencia de ser pasados á cuchillo y quemada la ciudad si no descubrian los bienes ocultos. Estando en esto, ó fuese contingencia, ó artificio inventado, y prevenido de ellos mismos, entró por medio de la asamblea uno de sus ministros con un paño lleno de joyas de mucho valor y algunas talegas que decia haber encontrado muy ocultas. Con esto se persuadió, o pareció persuadirse que habia mucho aun por descubrir. Crecieron tanto las amenazas, y habia tantos motivos para temerlo todo de su inhumanidad y codicia, que el vicario y juez eclesiástico D. Benito Alvarez de Toledo, se encargó de ir á la iglesia y persuadir á todos á manifestar aun lo mas mínimo, é intimarles aquella triste sentencia. Subió el vicario al púlpito y les exhortó mas con lágrimas que con palabras á que con la manifestacion de cosas tan pocas y rateras, como podian ser las que acaso ocultaban, redimiesen la ruina de su patria y sus propias vidas, que á cada instante peligraban. Repartiéronse juntos con los soldados franceses que llevaban los sacos algunos clérigos encargados de recoger lo que te

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Pasan los pre

de Sacrificios

nian en la iglesia, y fuera de ella acompañaban otros á uno de los alcaldes ordinarios. La suma que sacaron con este artificio, pasó segun lo que ménos, de treinta mil pesos. Mientras esto se ejecutaba, trataron los principales de la ciudad de ajustar por último el rescate de ella. Despues de muchas altercaciones y amenazas, dijeron los dos gefes, que atendidas las fábricas y muchas otras.cosas, que habian perdonado, era muy poco un millon; pero que usando de su liberalidad clemencia, se contentarian con doscientos mil pesos. A instancias de los diputados, quedaron al dia siguiente, sábado por la mañana, en ciento cincuenta mil pesos, que deberian entregarse dentro de diez dias; quedando en rehenes las personas mas distinguidas del lugar. Con esto, resolvieron pasarse al punto que llaman los Hornos, como á una legua al Sur de Veracruz.

y

Tomada esta resolucion, mandan salir de la iglesia á todos los homsos á la isla bres y mugeres, negras y mulatas, quedando allí las españolas. Puestos en la plaza y escoltados de buena guardia, apartan veinte de los principales que habian de llevar en rehenes, y fuera de los sacerdotes y religiosos, hacen á todos los demas cargar, sin distincion alguna, sobre sus espaldas los muchos lios de ropa y fardos de todos géneros, harina, pólvora, grana y semillas que habian juntado en las calles; hombres y mugeres, amos y esclavos, vergonzosamente comprendidos y mezclados, sin mas distincion que el mayor sonrɔjo y abatimiento, er n por grado ó por fuerza cargados de peso, á veces muy superior á sus fuerzas. La grita, los cintarazos y palos, eran el alivio del que caia, singularmente si era español y persona autorizada. Con este inmenso trabajo, á las doce del dia llegaban á los Hornos caminando cargados, hambrientos y débiles en el pais y estacion mas calurosa del año y del dia, sobre un terreno arenoso y ardiente. En los Hornos esperaban ya las piraguas con que fueron conducidos los rehenes á la Capitana, y los demas á la isla de Sacrificios á continuar ménos la opresion, todas las demas incomodidades que habian tolerado en tiempo de su prision en la parroquial. Allí estuvieron desde el dicho dia sábado 22, hasta el domingo 30 de mayo que se les entregó el dinero prometido. De los rehenes que habian llevado á la Capitana, volvieron luego cuatro, dos que procurasen bastimentos para los que estaban en Sacrificios, y dos que tratasen del cumplimiento del rescate. La diligencia de los dos primeros, prestó poco, y si no fuera por la de D. Francisco Carranza, alcalde ordinario, de D. Domingo de Urizar y del hermano Francisco

de Leon, coadjutor de la Compañía, hubieran perecido de hambre en Sacrificios cerca de tres mil personas. Desde el lunes 24 enviaron igualmente á Sacrificios los rehenes restantes, que eran diez y seis, dándoles por cárcel un polvero de horno de cal de ocho varas de lar. go y tres de ancho, en que estuvieron ocho dias. Eran los principales el gobernador de la ciudad, el vicario eclesiástico, los padres de Sto. Domingo y S. Agustin, el padre guardian de S. Francisco, el padre Bernabé de Soto, y el padre Juan del Castillo, jesuitas. El botin que sacaron de la ciudad, no pudo saberse individualmente. En plata labrada pasaron de mil arrobas: en reales, por la distribucion que se supo despues, cupieron á cada soldado raso, mas de seiscientos pesos, y eran los de esta clase mil y cien hombres, fuera de lo que se partió á cada uno de los once barcos, y lo que tomaron para sí los oficiales y los gefes, cuyas cuotas verosímilmente debieron ser cuatro, seis y aun diez y doce ó veinte veces mayores. Añádense mil y quinientos esclavos, joyas, grana, añil, harina, caldos, lencería y otros muchos efec. tos de España y de América, de que es la garganta aquel puerto, y se confirmará el juicio que se formó entonces de que la pérdida montaba á mas de cuatro millones, en solo que ellos pudieron aprovechar. De cuanto no podia servirles en escritorios, mesas, camas, espejos y otros muebles de casas, todo lo quebraban y hacian pedazos, singularmente puertas y ventanas, Finalmente, el dia 1.° de junio se hicieron á la vela cargados de despojos, con solo la pérdida de treinta y cinco hombres por diversos accidentes en Veracruz, ó por resistencia que hicieron al principio muy pocos: á los golpes y malos tratamientos pasaron de cuatrocientos los muertos. El mismo dia que se hicieron á la vela los piratas, se dejaron ver algunos navíos de la flota, que tanto tiempo habia que se esperaba, y solo llegó á ser testigo de la desgracia. Con la noticia, se destacaron la Capitana y otros navíos á darles alcance, y la burla que hicieron de sus inútiles esfuerzos, no fué el menor de sus triunfos. Fuera de los desacatos cometidos en la iglesia parroquial, conservaron el respeto á las demas iglesias, no en cuanto á saquearlas y llevarse comprendidos y mezclados con los muebles mas viles los vasos sagrados, que en esto todas fueron iguales. No profanaron las santas imágenes, sino en la parroquial y en nuestro colegio. La venerable efigie de nuestra Señora de la Soledad, que se venera en la parroquia, se dice ser una de las que indignamente ultrajaron; motivo porque se haya despues aumentado su culto y devocion. De nuestro co

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