Poesías de d. José Eusebio Caro: precedidas de recuerdos necrológicos

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Tello, 1885 - 312 páginas
 

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Página 137 - Ay! mas con todo así nos pasa; con la Patria y la juventud, con nuestro hogar y antigua casa, con la inocencia y la virtud! Mientras tenemos despreciamos, sentimos después de perder; y entonces aquel bien lloramos que se fue para no volver!
Página 60 - INCA Ya de los Blancos el cañón huyendo, hoy a la falda del Pichincha vine, como el sol vago, como el sol ardiente, como el sol libre!
Página 137 - Dios el alma te formó; tratarte cual a un viejo amigo que en nuestra infancia nos amó; volver a mi vida pasada, olvidar todo cuanto sé, extasiarme en una nada, y llorar sin saber por qué.
Página 70 - Podéis hablar, vosotros, asimismo, Humildes misioneros de la Cruz, Contra los cuales, del reabierto abismo, Renace del Borbón el despotismo En esta edad de luz.
Página 82 - Miro al sol que, rojo, ya medio hundido en tus aguas, tiende, rozando tus crespas olas, el último rayo. Y un pensamiento de luz entonces llena mi mente: pienso que tú, tan largo, y tan ancho, y tan hondo, y tan vasto eres con toda tu mole, tus playas, tu inmenso horizonte, sólo una gota de agua que rueda de Dios en la mano.
Página 82 - Ver a mi madre que llora a su hijo; lanzarme a sus brazos... Y oigo junto entonces bramar tu voz incesante Oigo bramar tu voz, de muerte vago presagio; Oigo las lonas que crujen, siento el barco que vuela Dejo entonces mis dulces sueños ya morir me preparo. ¡Oh! ¡morir en el mar! ¡morir terrible y solemne, Digno del hombre!
Página 79 - A tu manto, cual un niño Me agarraba en mi aflicción; Mas colérica tu mano De mis manos lo arrancó: Y en tu saña desoyendo Mi sollozo y mi clamor, ¡Más allá del mar tu brazo De gigante me lanzó! ¡Adiós, patria! Patria mía, ¡aún no puedo odiarte, adiós!

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