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MONUMENTO DE SAN MARTIN

FGIDO EN HONOR A SU MEMORIA KN LA CATEDRAL, DE BUENOS-AYRES

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A 1, YOU AND

TILDEN FOUNDAT N9.

condenar los actos crueles del tirano á quien honraba más allá de sus días (9). No es posible salir inmaculado en la lucha de la vida, y es desgracia de los grandes hombres sobrevivir á su época, cuando no tienen una misión que llenar en la tierra, y cuando sin la noción de la vida contemporánea, su alma no se agita al soplo de las pasiones que le rodean.

Al fin llegó el término de su trabajada existencia. La muerte empezó por los ojos. La catarata, esa mortaja de la visión, empezó á tejer su tela fúnebre. Cuando el famoso oculista Sichel le prohibió la lectura, otra de sus pasiones, su alma se sumergió en la oscuridad de una profunda tristeza. La muerte asestó el último golpe al centro del organismo. La aneurisma que llevó siempre latente en su seno, amortiguólas palpitaciones de su gran corazón. Trasladóse á Boulogne-surMer, en busca, como Bolívar, de las brisas vivificantes de la mar, y allí tuvo la conciencia de su próximo fin. El 13 de agosto, hallándose de pie en la playa del canal de la Mancha, con la vista apagada perdida en el nebuloso horizonte, sintió el primer síntoma mortal. Llevó la mano al corazón, y dijo con una pálida sonrisa, á su hija que le acompañaba como una Antígona: C'est l'orage qui mène au port! (10). El 17 de

(9) En el « Diario de viaje » del doctor Florencio Varela, el representante de pensamiento más señalado de los enemigos de la tiranía de Rosas, se encuentra una página interesante relativa á la visita que hizo á San Martín en Grand Bourg el domingo 7 de abril de 1844. Después de relatar su conversación con él sobre asuntos históricos, dice: « Durante la comida, el General me habló mucho de Buenos Aires. Á los postres el joven Balcarce le dijo: Padre, si usted quiere, beberemos por la satisfacción de tener entre nosotros al Sr. Varela y por el próspero regreso á su familia. - Como el general, á cuya derecha me hallaba, me dijera algún cumplimiento al tiempo de beber, yo le dije que me moriría más contento después de haber conocido al hombre á quien más triunfos debe nuestra patria. El general, después de beber, dijo, materialmente llorando : :- ¡Bárbaros! ¡No saciarse en quince años de perseguir á los hombres de bien! >>

(10) Es la tempestad que lleva al puerto.

agosto de 1850, empezó su agonía. «Esta es la fatiga de la muerte », exclamó, y expiró en brazos de la hija de su amor, á las tres de la tarde, á la edad de setenta y dos años y seis meses, para renacer á la vida de la inmortalidad. Chile y la República Argentina le levantaron estatuas. El Perú le debe todavía la que le decretó. La nación argentina unida y constituída según sus votos, repatrió sus restos mortales, celebró su apoteosis, y le erigió su monumento fúnebre en la catedral de su metrópoli como al más grande de sus trascendentales hombres de acción consciente.

V

Hemos dicho, que en el orden definitivo de las cosas, el triunfo final de los principios elementales de la revolución sud-americana, corresponde á San Martín, aunque la gloria de Bolívar sea mayor; porque si el uno es más colosal y llena mejor su misión activa de libertador, el otro es moral, militar y políticamente más grande y equilibrado, por su carácter, por su ciencia y conciencia, y por los resultados ulteriores que responden á su iniciativa.

En la vida pública de San Martín y Bolívar se combinan y se distribuyen desigualmente los dos elementos de que se compone la historia: uno activo y presente, que forma la masa de los hechos; otro pasivo y trascendental que constituye la vida futura. De estos dos elementos, surge uno nuevo, que se combina con ambos, y es la impresión en las almas contemporáneas y la influencia en la posteridad, que viven como idea abstracta ó como efectos de causa anterior, cuyas vibraciones armónicas se prolongan en el tiempo. Bolívar representó una de estas fases, y San Martín la otra. La obra política de Bolívar en el orden nacional é internacional, ha muerto con él,

y sólo queda su heroica epopeya libertadora al través del continente por él independizado. La obra de San Martín le ha sobrevivido, y la América del Sud se ha organizado según las previsiones de su genio concreto, dentro de las líneas geográ ficas trazadas por su espada.

La revolución sud-americana, como queda indicado, está representada durante la lucha de la independencia, por dost hegemonías político-militares : la argentina primero, que asume el carácter de chileno-argentino-peruana después, acaudillada por San Martín ; y la hegemonía guerrera de Colombia, acaudillada por Bolívar.

La República Argentina, al dar la señal de la guerra ofensiva en 1817 y reconquistar á Chile, impuso á su general por regla de conducta, infundir á los pueblos libertados por sus armas que« ninguna idea de opresión ó conquista, ni intento de » conservar la posesión del país auxiliado, la llevaba fuera » de su territorio, y que la consolidación de la independencia » y la gloria de las Provincias Unidas del Sud, eran los únicos » móviles á que debía atribuirse el impulso de la campa» ña» (véase cap. XIII, § VII). Libertado Chile por las armas argentinas, celebróse una alianza sobre la base de su recíproca independencia, á fin de garantir la de las demás secciones americanas, y llevar adelante su plan de propaganda armada con arreglo á un nuevo derecho internacional, que sólo admitía por excepción las intervenciones contra el enemigo común en nombre de la solidaridad de destinos, repudiando las conquistas y las anexiones como hechos perturbadores del equilibrio futuro; y como consecuencia de estos principios fundamentales, la formación del mapa político de la América meridional, con sus fronteras definidas por la tradición histórica, sin violar los particularismos nacionales. Su fin era la emancipación con todas sus consecuencias lógicas y necesarias de hecho y de derecho, libertando pueblos para entregarles sus propios destinos, y determinar así la regla según la cual

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