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efectuado jamás; pero el hecho es, que dejó todo en verdadera acefalía, ejército y gobierno, sin rumbo y sin coherencia; mientras él daba su gran salto en las tinieblas. Fué más que una abdicación, un abandono del mando.

El congreso peruano se apoderó del poder abandonado en sus manos, y no sabiendo como organizarlo, reasumió en sí todas sus facultades y funciones, dando por razón que « distri» buir y separar los poderes, sería lo mismo que reformar la » constitución, y no podía por lo tanto desprenderse de » ellos » (2). Con arreglo á esta teoría, en vez de constituir un poder ejecutivo eficaz, nombró una junta de gobierno, compuesta de tres individuos de su seno, para que bajo su inmediata dirección lo desempeñase. Recayó el nombramiento en dos extranjeros y un peruano: el general La Mar, con el título de presidente, quiteño (de Cuenca); don Felipe Antonio Alvarado, argentino (de Salta) y hermano del general, que no tenía más título que éste y su participación en la pueblada contra Monteagudo; y don Manuel Salazar y Baquíjano, conde de Vista-Florida, natural de Lima, que no pasaba de ser un gran figurón de buen tono. Este triunvirato forastero y á pupilo, no satisfizo á nadie. La opinión pública, que anhelaba un gobierno propio, fatigada del mando de los extraños, lo recibió con tibieza y desconfianza. El partido de Riva Agüero, que era el más activo y populachero, se consideró defraudado en sus aspiraciones, y empezó á conspirar. En realidad, el nuevo gobierno, sin títulos personales, sin autoridad en el país y sin punto de apoyo en la fuerza pública, no tenía más sostén que la mayoría del mismo congreso, constituído desde su origen en camarilla política (3).

(2) « Diario etc. del Congreso constituyente del Perú », cit., t. I, pág. 16.

(3) Los partidos que á la salida de usted estaban ya indicados, trabajan descaradamente, se disputan el camino para ascender al man

El Perú no estaba todavía bien preparado para gobernarse á sí mismo, ni salvarse solo sin el auxilio extraño. Faltando el Protector, vendría el Libertador. Dos dictaduras sucesivas bajo hegemonía extraña.

Bolívar, que en su entrevista con San Martín, se había ya manifestado irresoluto para abrir campaña sobre el Perú, y declinado el ofrecimiento del mando en jefe, bajo el pretexto de que el congreso no lo autorizaría á ausentarse del territorio de Colombia, así que vió desaparecer al Protector de la escena, se apresuró á ofrecer sin reserva todos los recursos militares para poner término á la guerra de la independencia. Por medio de una nota firmada por su secretario, significó al nuevo gobierno : « Aunque el Protector del Perú en >> su entrevista en Guayaquil, no hubiese manifestado temor » de peligro por la suerte del Perú, el Libertador se ha >> entregado desde entonces á la más constante meditación, >> aventurando conjeturas que mantienen en la mayor inquie» tud su ánimo. Ofrece desde luego todos los servicios de » Colombia. Se propone mandar al Perú 4,000 hombres más » de los que se han remitido, si el gobierno del Perú acepta » este nuevo refuerzo. En caso de remitirse esta fuerza, el >> Libertador desearía que la campaña del Perú se dirigiese de >> un modo que no fuese decisivo, y se esperase la llegada de >> los nuevos cuerpos de Colombia para obrar inmediatamente » incorporados al ejército aliado. Son sus designios ulteriores

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» do, minan la opinión del congreso, y dividen de consiguiente la del pueblo. Estas maniobras, cuando no se presenta un solo hombre que >> reuna todos los partidos, van amontonando combustibles para el » gran incendio. Falta sistema en el gobierno, falta apoyo en la masa general, y el congreso es insuficiente para inspirarle el nervio que requieren las circunstancias. ¿Qué debe esperarse de esta perspectiva? » Nada, sino una horrorosa anarquía, ó el que el general Bolívar, lla>> mado por los mismos sucesos, venga á coronar la obra ». (Carta de Guido á San Martín, de 28 de octubre de 1822. Arch. San Martín, vol. LVIII). M. S.

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(los del Libertador) en el caso de que el ejército aliado no » venga á ser vencedor, se retire hacia el norte, de modo » que pueda recibir seis ú ocho mil hombres de refuerzo que » irían inmediatamente. De todos modos, es el ánimo del » Libertador hacer los mayores esfuerzos por rescatar el » Perú del imperio español » (4).

Al negarse Bolívar por ambición á compartir su gloria con San Martín y declinar hasta la sumisión de su rival en el mando superior de las armas, no comprendió que éste le allanaba el camino. San Martín, al retirarse, para abrir á Bolívar las puertas del Perú, no previó, que al proveer á la seguridad militar del país y despertar el espíritu nacional, se las cerraba por el momento, y lo obligaría al fin á forzarlas, venciendo las resistencias de los mismos peruanos. El gobierno del Perú, poseído de un sentimiento de nacionalismo, que desconfiaba de las intenciones de Bolívar, que veía en el nuevo ofrecimiento una amenaza de dominio extraño sostenido por un poder militar sin contrapeso, lo declinó con frialdad y contestó tardiamente, que « haría >> uso oportunamente del auxilio, y que entre tanto sólo » necesitaba fusiles por su justo precio (5). El retardo de la contestación, puso en alarma á Bolívar, impaciente por dominar en el Perú, y para hacer la forzosa á fin de que su ofrecimiento fuese aceptado, dictó órdenes preventivas, en el sentido de neutralizar el auxilio prestado: « Parece, >> escribió al jefe de la división colombiana en el Perú, » que el Perú, ó tiene demasiadas fuerzas sobre qué contar »ó quiere ver perecer su libertad; y pues parece que se

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(4) Ofi. del secretario del Libertador Bolívar al Gob. del Perú, de 9 de setiembre de 1822. (« Memorias » de O'Leary, t. XIX, docs. páginas 370-371.)

(5) Ofi. del Gob. del Perú al secretario del Libertador Bolívar, de 25 de octubre de 1822. (« Docs, para la Hist. del Libertador », t. VIII, pág. 555.)

duda de la rectitud de los deseos del Libertador, previene » que la división colombiana no sea comprometida en ningún » caso sin probabilidad de buen suceso, y en caso de revés »ó de no creer que deba comprometerse, se repliegue al >> territorio de Colombia » (6). Al recibir la contestación. retardada, el Libertador ofendido, reiteró sus órdenes á fin de que la división prestada no « se comprometiese en ningún » caso sin la más absoluta probabilidad de buen suceso, y » salvarla á todo trance, avisándolo así al gobierno del » Perú » (7). Esto, y negar todo concurso, era todo uno. La actitud del jefe de la división de Colombia, el general Juan Paz del Castillo, era, en consonancia de estas instrucciones, más bien la de un neutral hostil que la de un auxiliar, y la arrogancia de sus tropas irritaba la susceptibilidad peruana.

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El congreso, se hizo el órgano de todas estas desconfianzas y susceptibilidades, á que dió la importancia de una cuestión nacional, y las convirtió en ley. «¿Hasta cuando, >> exclamó un diputado, existirá el Perú bajo la tutela de sus tropas auxiliares? ¿Hasta cuando carecerá de una >> fuerza propia? ¿Por qué han de ser enrolados los perua» nos para llenar el déficit de las tropas auxiliares? » Otro diputado decía: «El Perú necesita levantar una fuerza » armada, capaz por sí sola de destruir las legiones enemi>> gas que ocupan parte de su suelo; necesita un ejército >> suyo en todo sentido para asegurar su independencia (8). En armonía con estas inspiraciones, se

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política

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(6) Instrucciones de Bolívar al jefe de la división colombiana en el Perú, de 15 de noviembre de 1822. (O'Leary: « Memorias », t. XIX, pág. 397.)

(7) Ofi. de Bolívar al jefe de la división colombiana en el Perú, de 9 de enero de 1822. (O'Leary : « Memorias », t. XIX, pág. 430.) (8) Sesiones secretas del Congreso del Perú, de 6 y 7 de noviembre de 1822, apud. Paz Soldán, cat. M. S. 440.

dispuso que todas las vacantes civiles se proveyeran de preferencia con peruanos, y las del ejército y marina con sólo oficiales peruanos (17 de noviembre de 1822). Esta ley fué votada con grandes aplausos. En seguida, dictó el congreso las bases de la constitución política, haciendo por la primera vez su confesión republicana. Dió á la nación la denominación de « República Peruana », sobre la base fundamental de que la soberanía residía esencialmente en el pueblo y que su gobierno sería popular representativo, sin que el poder ejecutivo pudiese ser nunca vitalicio ni hereditario (16 de diciembre de 1822). Esta cláusula iba contra la presidencia vitalicia de Bolívar, que rechazada en Colombia, era una amenaza para la América.

Esta era la situación moral, política y militar del Perá á los tres meses de la separación del ex-Protector, en vísperas de abrirse la campaña por él preparada.

II

El plan de campaña de San Martín- último destello de su genio militar al apagarse,

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bien que complicado en su desarrollo, reposaba sobre ideas muy sencillas, aun cuando adoleciese del defecto capital de no ser decisivo. Dada la extensión de la línea española desde Pasco hasta Potosí á lo largo de la cordillera central, y dueños los independientes del punto de ataque por agua ó por tierra, por tierra, circunstancia que equilibraba las fuerzas en acción, blema consistía en atacar el punto más débil, y batir en detalle sus divisiones fraccionadas dentro de esta zona, antes de que pudiesen operar su reconcentración. Al efecto, un cuerpo de ejército, debía amagar seriamente la derecha enemiga para impedir que reforzase su centro, y hacer una po

- la solución del pro

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