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ayudarlo con los consejos que le sujiriera su larga esperiencia en las cosas de este reino. La órden que traia Rivera de venir directamente de Panamá a nuestras playas, tenia por objeto evitar que los soldados se desertaran en Lima o que, habiendo conocido la prosperidad i holganza de que se gozaba en el Perú, quedasen con deseos de volver allá i huir de Chile cuando esperimentaran la miseria i escasez de esta tierra.

El viaje de la armada fué mui feliz: sin novedad alguna llegó a Portobello el 3 de junio.

Sotomayor recibió perfectamente a Alonso de Rivera i en el acto ordenó que en Panamá se aprestaran dos navíos « el uno « de la armadilla i otro de mercchantes » para que lo trajesen a Chile. Las noticias que de lo acá sucedido le dió no podian ser mas desconsoladoras i le advirtió que era necesario el situado i un poderoso refuerzo de tropas para poner a raya la pujanza del araucano. Por lo que miraba personalmente al gobernador, le dijo Sotomayor que no habia posibilidad de cobrar en Chile el sueldo i le aconsejó pidiese al rei que mandara situar « la co« branza dél en Potosí o en otra parte, como lo ha tenido Mar<«<tin García i lo tiene ahora el teniente jeneral Vizcarra. »

« Asi mismo me dice don Alonso, agrega Rivera, que yo no « puedo pasar sin algunos indios de servicio, andando en la «guerra: suplico a Vuestra Majestad mande inviarme cédula « para que yo pueda tomar hasta ciento, que son los ménos que «< yo habré menester. »

Las palabras precedentes se leen en la ya citada carta de 30 de junio de 1600; pues Alonso de Rivera no perdió tiempo i ántes de salir de Portobello escribió al rei, autorizando sus peticiones con la respetable opinion de Sotomayor.

I no fué lo mencionado lo único que solicitó del monarca: siempre por consejo de don Alonso de Sotomayor pidió, entre otras cosas, « mil espadas i dagas, mil arcabuces, trescientos mos<«<quetes, trescientos quintales de pólvora de repuesto i dos mil «< vestidos enteros. I en lo que toca a la pólvora, viniendo con la <«< dicha jente (la que el rei habia prometido mandar por Buenos

« Aires), será en aprovechamiento de la real hacienda de Vuestra Majestad i suplirá la falta de aquel reino, porque en él no se « hace sino es mui poca i con mucha costa i trabajo. »

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«I, añade, porque conviene al servicio de Vuestra Majestad « que en los puertos de Valdivia, Concepcion i Valparaiso se ha«gan algunos fuertes con artillería, que puedan abrigar los bajeles que hubiese en ellos de que el enemigo, que entra por el «Estrecho de Magallanes, los queme i lleve, como ha hecho este « año, i en aquel reino no hai sino dos piezas de artillería peque«ñas, porque de cinco que llevó don Alonso se han perdido las << tres: convendria que Vuestra Majestad mandase proveer de « alguna artillería buena del Pirú, asi para esto como para si el enemigo pusiese los piés en tierra, como por acá se entiende lo « pretende hacer.

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« Asi mismo suplico a Vuestra Majestad se sirva que, con la «jente que ha de venir por el Rio de la Plata, le traiga el ca«pitan Jorje de Rivera, mi hermano pues Vuestra Majestad • está bien enterado de lo bien que le ha servido; que será para « que entrambos juntos sirvamos mas bien a Vuestra Majestad.

La última peticion, de que se enviase a Chile a Jorje de Rivera, la habia de renovar el gobernador mas de una vez. Podia no haberla siquiera hecho: cuando la primera de esas súplicas, que acabamos de copiar, llegó a la corte, ya Jorje de Rivera venia en camino para Chile, segun reza la siguiente apostilla rubricada al márjen de la carta del gobernador de Chile i puesta ahí como contestacion: «Que ya ha partido. »

Alonso de Rivera fechó su carta el 30 de junio; pero comenzó a escribirla tres dias antes, pues al principio dice: «Hasta « ahora veintisiete no me ha entregado la jente el jeneral Marcos « de Aramburú: dentro de tres dias que es la partida desta ar«mada se desembarcará i marchará para Panamá. »

Cuando a los tres dias la concluia para enviarla a España con la flota que volvia allá, se manifestaba mui quejoso del proceder de Aramburú, con quien habia tenido en ese intervalo « algunas demandas i respuestas.

II.-T. II.

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3

Ante las fatales noticias de las cosas de Chile, recibidas al llegar al istmo de Panamá, Rivera solicitó del jefe de la armada que no se limitase a entregarle los trescientos soldados que ordenaba el rei, sino que aumentase ese número en cuanto le fuera posible. Marcos de Aramburú creyó que debia no atender para nada a las circunstancias de Chile i solo cumplir estricta i literalmente las órdenes recibidas: se negó, por lo tanto, a aumentar el número de trescientos, designado por el monarca. Le hizo entonces presente Alonso de Rivera que, atento a la insalubridad del clima, debia contarse con que murieran no pocos soldados antes de llegar a Chile i que, para desembarcar aquí con trescientos hombres, como lo queria el rei, era preciso recibir en Portobello algunos mas. De nuevo se negó a esta súplica Aramburú i, o bien los ánimos se hubieran agriado ya o bien no juzgara conveniente lo que se le pedia, rehusó tambien algunas otras cosas que en nada se oponian a lo ordenado i que parecen mui puestas en razon. Segun dice Rivera, muchos soldados se habrian venido voluntariamente con él i, léjos de ponerlos en el número de los que debia entregar, ya que ha de suponerse que es mejor soldado quien lo es libremente, se tomó como una falta la manifestacion de tal deseo: « I por el propio « caso que lo han dado a entender a sus oficiales, han sido mo« lestados i aprisionados algunos, i otros mil solicitados i forza«dos para que no vayan. I aunque advertí al jeneral cómo « convenia al servicio de Vuestra Majestad que fuese la jente « voluntaria, nunca lo ha querido hacer, con ir a reino tan re«moto, léjos de España, donde vienen los socorros con tanto riesgo i costa i se huian los que llevaban del Pirú, de suerte « que no habia órden de detenerlos: i todo no sirvió de nada. » Ni siquiera le dió completos los trescientos hombres: solo recibió Rivera doscientos noventa i uno. Parece que para quitarle los otros nueve alegó que se habian muerto en la travesía; pues refutando esto, aseguró Rivera al rei que no habian muerto « en « esta armada, como es notorio, seis hombres. »>

I no fué eso lo peor. Si hemos de creer las quejas de Alonso

de Rivera, el jeneral Marcos de Aramburú, para entregarle esos soldados, los fué entresacando en las diversas compañías, escojiendo al efecto en ellas los mas bizoños, inútiles i desarmados. Despues de referir minuciosamente al rei lo sucedido, le resume asi la clase de refuerzo que se le ha dado: « Por todo son dos«< cientos noventa i uno: los ciento treinta i uno dellos de Cádiz; « veintiocho, viejos; setenta i dos, bisoños; sesenta agregados; <«< sesenta i dos sin espadas, i los noventa i cuatro que no han « entrado de guardia en este puerto por inútiles. »

« Anoche, agrega, a media noche escribí al jeneral un billete «que lo remediase, i de palabra me ha respondido que no tiene « otro remedio. »

Como hemos visto, Rivera traia especial recomendacion para venir a Chile sin pasar al Perú; pero, apénas llegado a Panamá, Sotomayor le dijo que era imposible hacer el viaje asi: « que esto no podia tener efecto, porque esta navegacion no se ha descu«bierto hasta agora. » Prometió escribir i escribió « al virei del « Pirú de lo que Vuestra Majestad mandaba i como no podia ser « que yo no tocase en Lima i le invió los pliegos de Vuestra Majestad, en que Vuestra Majestad mandaba al dicho virei <«< que para cuando yo llegase a aquella ciudad tuviese los navíos « prestos i lo demas necesario para la jente que llevaba, por que, « si fuese posible, no me detuviese un dia en la dicha ciudad de « Lima» (2).

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Rivera prometia obrar de modo que a su paso por Lima no se desertara un solo hombre i comunicaba al rei que el viaje hasta el Callao desde Panamá tardaria, segun le aseguraban, no ménos de tres meses (3).

Por mas que Alonso de Rivera pensase partir inmediatamente, la suma escasez de recursos que habia en Pamaná no permitió a Sotomayor despacharlo tan pronto como ambos querian i

(2) Carta de Alonso de Rivera al rei, fechada en Córdoba el 20 de marzo de 1606.

(3) Citada carta de 30 de junio de 1600.

mientras tanto los recien llegados pagaban su tributo al mortífero clima del istmo: «Todos caimos enfermos, dice Rivera al « rei el 3 de diciembre de 1600, i de muertos i ausentes falta«ron veinte soldados. I con la mayor brevedad i dilijencia que pudo don Alonso, salí de Panamá a cabo de dos meses con « mucha falta de salud, »

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La escasez de recursos no le permitió tomar las provisiones necesarias para hacer de una vez el viaje hasta el Callao i se vió en la necesidad de desembarcar en Paita, « que es la primera escala desta costa » (4). I al hablar el virei de esta resolucion, que él atribuye a los consejos de don Alonso de Sotomayor, dice al rei que fué tan acertada que si asi no lo hubieran hecho, «no llegaran a Chile la mitad » de los soldados (5).

De Paita Alonso de Rivera se fué por tierra a Lima, con la mayor presteza que pudo (6), a fin de preparar con el virei del Perú lo necesario i seguir el viaje a Chile sin demora, luego que los barcos arribaran al Callao.

El 17 de octubre llegó a Lima el gobernador de Chile (7); pero no consiguió despacharse en pocos dias, como habia esperado. Años más tarde, se quejaba al rei desde la ciudad de Córdoba de Tucuman de que don Luis de Velasco le puso deliberadamente obstáculos para retardar su venida a Santiago. El virei habia recibido el aviso de don Alonso de Sotomayor dos meses antes de la llegada a Lima de Rivera, segun éste dice i, sin embargo, nada habia preparado i no se empeñó por abreviar la partida del nuevo gobernador.

¿De qué provenia tal conducta en hombre que tanto empeño habia manifestado hasta entonces en lo relativo al reino de Chile i que habia mandado a él mas de mil soldados, haciendo toda clase de sacrificios?

(4) Carta de Alonso de Rivera al rei, fecha el 3 de diciembre de 1600. (5) Carta del virei al rei, fecha el 7 de diciembre de 1600.

(6) Citada carta de Alonso de Rivera al rei, fecha a 3 de diciembre de 1600.--Iustrucciones dadas por Rivera a Domingo de Erazo el 15 de enero de 1602.

(7) Citadas instrucciones de 15 de enero de 1602.

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