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tanto ellos como el gobernador conocian que por entonces las segundas eran vanas: Rivera se encontraba en la imposibilidad de ausiliar en esas comarcas a los que quisieran someterse. No fió, pues, mucho de los tales mensajeros, tanto mas cuanto que son los araucanos « jente mui cavilosa i astuta i procuran susten«tar sus tierras defendiéndolas por todos los caminos, asi de « maña como de fuerza, sin tener respeto a guardar su palabra <«<mas de en cuanto les está bien, que de otra suerte siempre in« tentan nuestro daño, por ser de naturaleza enemigos i deseo«sos de derramar sangre de cristianos, que los aborrecen en grande manera» (10).

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Estas negociaciones, se comprende bien, no habian interrumpido un solo momento las hostilidades i, aunque no se presentó ocasion de dar batalla alguna, hubo mas de un pequeño еneuentroentre españoles i araucanos, Esos lances ofrecieron a los últimos oportunidad de mostrar que, lejos de haber decaido el ánimo de los guerreros indíjenas, se habian ellos aprovechado de las lecciones que del arte de la guerra habian recibido de los españoles en cien combates i que no rehuian la lucha cuando se presentaba en igualdad o no excesiva superioridad de fuerzas.

Asi, por ejemplo, cinco dias despues de haber entrado los españoles en Arauco, el 6 de abril, el capitan Pedro Ponce Chiquillo pudo conocer el denuedo araucano. Salia Ponce con otros dos soldados de una emboscada no mui distante del cuartel i se encontró con dos indios enemiges. Estaban éstos a caballo; pero, lejos de huir, cuando vieron que no tenian que habérselas sino con tres hombres, se apearon i se apercibieron al combate, habiendo escojido el terreno de modo que un bosquecillo les resguardara las espaldas. «Terciaron sus lanzas contra el Pedro « Chiquillo i los que venian con él...... i pelearon hasta morir, esclama admirado Rivera, i advierte al rei que cita tal ejemplo «para que se entienda que ya éstos no huyen como solian ántes:

(19) Citada carta de 26 de mayo de 1601.

pelean mui bien cuando se ofrece i es menester andar con ellos « con mucho cuidado » (11).

Por todo ello i por la situacion del fuerte en el centro de las provincias de guerra mas cercanas a las ya sometidas, Rivera juzgaba que Arauco debia ser como el cuartel jeneral español, la «< cabeza de la guerra » (12). Pero, pues tanto importaba este fuerte, el gobernador, cuando estuvo en él, quiso evitar los inconvenientes que tenia para ser aprovisionado. Ya desde su flegada a Chile, Alonso de Rivera se habia visto en la necesidad de socorrerlo dos veces con todo el ejército, « dejando de acudir « a otras cosas de mucha importancia, » lo cual era enorme obstáculo para las operaciones de la guerra. Provenia de la situacion en que estaba Arauco «en buen trecho, que será medio «< cuarto de legua de la mar, por donde entra el rio......, donde « se hace un pequeño puerto dentro de la boca del rio, en el cual « no se puede entrar sino con pleamar i con barcos pequeños « que pesquen tres a cuatro palmos de agua. » Era, pues, suma la dificultad para enviar socorros por mar i ella crecia mucho mas cuando los araucanos oprimian con cerco al fuerte i, apoderados de los alrededores, no dejaban a sus habitantes comuni

(11) Citada carta de 13 de abril de 1604.

Rosales refiere, en el capítulo XXX, el mismo encuentro con mui diversas circunstancias i hace intervenir en él a don Diego Gonzalez Montero, que mas tarde llegó a ser gobernador de Chile. Nos ha parecido que sobre cualquiera otro debiamos preferir el testimonio de Rivera, testigo casi presencial del suceso i testigo que escribe a los siete dias del hecho referido.

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En la carta al rei fechada en Córdoba el 20 de marzo de 1606 dice Rivera, hablando de la campaña de principios de 1604: "Este año me dió la paz la "dicha provincia de Arauco i una de las dos provincias de Catirai, despues de haberles hecho eruda guerra, quitándoles las mujeres e hijos i quemándoles las casas i haciéndoles otros daños i habiéndoles vencido otras veces en grueso i otras veces en pequeñas partidas de cuatrocientos "i quinientos indios mas o méuo. "

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Naturalmente, preferimos a estos asertos el de la carta del mismo Rivera de 26 de mayo, que bemos citado i que asegura no debe prestarse fe a las promesas de sumision de los indios. No solo escribia el gobernador esta carta cuando llegaba a Concepcion de su espedicion de Arauco sino que en la fechada en Córdoba intentaba Rivera manifestar al rei que casi estaba paciticado Chile por él. Ademas en el mismo aparte que acabamos de copiar se ven muchas otras inexactitudes. Asi, por ejemplo, habla de varios eucuentros con los enemigos i espresamente dice lo contrario el 13 de abril de 1604, estando en Arauco, i el 16 de marzo del mismo, apenas llegado de la espedicion.

(12) Carta al rei, fechada en Rio Claro el 22 de febrero de 1694.

carse con la costa, es decir, cuando mas necesarios eran los soco

rros.

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En consecuencia, « despues de haberlo consultado con algunas «< personas de las de mas plática i esperiencia deste reino, » resolvió el gobernador trasladar el fuerte cerca de dos leguas mas al sur « sobre el rio que llaman de Curaquilla, donde estará tan « cerca dél que se puede socorrer siempre que sea necesario con «< cualquier barco pequeño, sin arriesgar la jente. » En la nueva situacion tendria tambien abundante pesca de tollo, róbalo i lisa i mayor facilidad para proveerse de leña; i, si bien no se encontraba allí tanta yerba como en el lugar dedonde debia trasladarse, la proximidad de la isla de Santa María le era de mucho auxilio, facilitando las comunicaciones; « porque con norte i con «sur se puede ir a él (al nuevo fuerte) i en la boca del rio pue« den estar fragatas de tres a cuatro mil arrobas i mas » (13).

No era empresa breve cambiar un fuerte, cuya guarnicion llegaba a quinientos hombres, i Rivera no podia hacer otra cosa que ordenar lo que mas tarde sus subordinados debian efectuar. Si hemos de creer lo que él i sus amigos dicen (14), el gobernador estuvo mui deseoso de invernar ese año en Arauco; pero las muchas necesidades del reino, a las cuales habia de proveer, le obligaron a volver a Concepcion primero i despues a Santiago.

De las fuerzas que habia llevado a Arauco solo sacó consigo a <«<los vecinos de Santiago, Concepcion i Chillan i los capitanes « reformados i algunos enfermos, que todos serian ochenta hom<«<bres i a mas los indios amigos » (15) i dejó en el fuerte como quinientos hombres, i entre ellos dos compañías de caballería, a cargo del maestre de campo Pedro Cortés i del sarjento mayor Alonso Gonzalez de Najera (16).

(13) Citada carta de 26 de mayo de 1604. De ella tomamos todo lo apuntado acerca de la resolucion de Rivera de trasladar el fuerte de Aranco. (14) Carta de don Francisco Villaseñor i Acuña al rei, fecha a 20 de marzo de 1604.

(15) Carta de Rivera al rei, de 26 de mayo de 1604.

(16) Id. id. i citada de Villaseñor i Acuña, de 20 de marzo del mismo año. 40

H.-T. II.

Al volver a Concepcion, pudo comprobar por sí mismo Rivera los grandes destrozos que en su espedicion habia hecho al enemigo: «Desde Arauco hasta Biobio, dice al rei, hallé toda la <«< tierra tan yerma i despoblada que certifico a Vuestra Majestad «que parecia haber muchos años que en toda ella no habitaba «<jente; porque hallé los caminos con yerva alta i en toda ella no «< ví ni señal ni rastro de hombre ni de caballo ni sementera ni << rancho de vivienda, aunque hai en el dicho camino mui bue<< nos valles, donde cuando yo llegué a este reino habia mui « gruesas poblaciones» (17).

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(17) Citada carta de 26 de mayo de 1604.

CAPÍTULO XXX.

FIN DE LA CAMPAÑA DE 1603-1604.

Llega a Arauco don Francisco de Villaseñor i Acuña. - El premio de una villanía, Comienza Rivera a ver que no es bueno favorecer a desleales.-El presuntuoso lenguaje de Villaseñor i Acuña. Sus enormes pretensiones. Previsiones de ruptura.-Un año despues.-Diversas entradas de los indios. -Penetrau en los términos de Concepcion: enantioso botin; prisioneros.Asalto a la Estancia del Rei-Entradas en Hualqui i Quilacoya; su funesta influencia.-Temores de un levantamiento jeneral.--Necesidad de aumentar el ejército.--Fuerzas que habia en Chile. Mientras llegan refuerzos de España, los pide Rivera al virei,-Lo que con ellos se proponia hacer.-Mas i mas pedidos de tropas.-Lo que el virei habia enviado a Chile.-Los caballos de Tucuman i Paraguai.-Curiosas noticias de Tucuman.-Pobreza de los soldados de Chile.-Cómo guardaban la pólvora,-Los proyectos de Rivera. Se viene a Santiago.

Hallábase todavia en Arauco el gobernador cuando llegó a él un antiguo amigo, que volvia a Chile en el desempeño de importante destino. No se habrá olvidado el nombre de don Francisco de Villaseñor i Acuña, el capitan que atestiguó haber sorprendido una conversacion en la propia casa de Alonso García, conversacion en la que éste se concertaba con Hernan Cabrera para convertir en una farsa la jornada que al parecer iba a emprenderse en ausilio de las ciudades australes. La villanía cometida por Villaseñori Acuña, con el fin de azuzar las pasiones de Rivera i captarse su gracia, debió de valerle calorosas recomendaciones i quizas decidido empeño de parte del gobernador para que se le premiara con un buen destino.

I, en verdad, no fué sino mui codiciado el que obtuvo: se

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