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fundar en el siguiente verano un fuerte « en el rio de Lebo, que corre dividiendo a Tucapel i Arauco i tiene puerto para entrar fragatas de cuatro a cinco mil arrobas. Será, añade Rivera, ◄ poblacion de mucha importancia, asi para acabar de sentar las « cosas de Arauco, que ya para aquel tiempo, siendo Dios ser« vido, habrá dado la paz lo mas de aquel Estado, como para << hacer la guerra al de Tucapel. Mas esta poblacion se hará, « enviándome la dicha jente el virei, i de otra manera no será posible por ser poca la jente » (27).

Como siempre, en este año, todas las cartas pedian mas i mas refuerzos i no solo las del gobernador sino tambien las del nuevo teniente jeneral (28) licenciado Talaverano, del veedor jeneral Villaseñor (29) i hasta las del recien llegado obispo de La Imperial señor Lizarraga (30).

Alonso de Rivera, a fin de facilitar el envío de tropas, recuerda al rei que nunca puede hacerlo mejor que entonces por estar desocupado, segun por acá se dice, de las guerras de Inglaterra i Francia, de que yo me he holgado en estremo, como soldado que conozco la fuerza de jente i navíos de aquellas << provincias » (31).

Segun decia el licenciado Talaverano en su citada carta, el virei habia enviado cuatrocientos hombres i dado órden de traer mas i tambien caballos de Tucuman i Paraguai. Pero esto último se frustró casi por completo.

El capitan Jerónimo Zapata, comisionado al efecto por el vi

(27) Citada carta de 26 de mayo de 1604.

(28) Si no lo pide espresamente, manifiesta la necesidad de estos socorros en la relación que hace de las cosas de Chile, en carta de 8 de marzo de 1604.

(29) Citada carta de 20 de marzo de 1604. Tambien Villaseñor i Acufia pide refuerzos venidos de España, pues nada sirven, segun él, los del Perú i opina que deben enviarse por Buenos Aires.

(30) En carta, dirijida al Consejo de Indias desde Concepcion el 20 de mayo de 1604, el señor Lizarraga pide refuerzos, se congratula de que Alonso de Rivera haya vuelto sobre sus pasos aumentando la caballería i ;único en esta opinion! juzga que el rei no debe mandar soldados de Espaa sino dar órden al virei para que los envie del Perú. (31) Citada carta de 22 de febrero de 1601,

H.-T. II.

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rei, llegó a Santiago el 25 de abril con solo cien caballos i ni un solo hombre (32). Son curiosas las noticias que éste i otro individuo residente en Santiago del Estero envian al gobernador de Chile acerca del Tucuman: «En aquella provincia, « dice, no hai jente que poder sacar; porque en la ciudad de Jujui no hai mas de nueve hombres españoles i seis mestizos i « en otra ciudad, llamada Las Juritas, hai diez i seis hombres i « en este (Santiago del Estero), que me dicen es uno de los ma« yores pueblos de aquel gobierno, no hai mas de hasta treinta o «< cuarenta hombres » (33). El dinero que debia haber empleado Jerónimo Zapata en traer hombres, lo empleó en comprar dieziseis mil varas de lienzo i le sobraron solo « quinientos pataco

nes » (34). De seguro que ni una ni otra cosa venian mal; pues tal era la pobreza de los soldados que andaban « desnudos i des« calzos mas de la mitad del año i de aquí nace que ellos enfer«< man i el servicio de Su Majestad padece i la guerra se alar« ga » (35).

1, hablando en otra parte de la necesidad de que vengan armas bien acondicionadas, dice Rivera que los soldados llevan la pólvora « en chupas i calabazos i en taleguillas de lienzo o paño « i despues las meten en las faltriqueras, donde se les moja con « facilidad i la muelen echándose sobre ella » (36).

A pesar de estas pobrezas i de las necesidades de las diversas ciudades de Chile, cuyas guarniciones no debian disminuirse, segun Rivera (37), tenia, como hemos dicho, grandes proyectos para el entrante año i solo aguardaba los refuerzos pedidos para

(32) Carta de Alonso de Rivera, fecha 26 de mayo de 1604.

(33) Id. id.

(34) Id. id.

(35) Id. id.

(36) Carta de 22 de febrero de 1604.

(37) En la carta de 22 de febrero de 1604 calcula Rivera que la Estancia del Rei, de Buena Esperanza, o de Loyola, como otras veces la llaman, habia menester de ochenta hombres de caballería; Chillan, aunque en paz Como Concepcion, pero espuesta a asaltos de ladrones indijonas, ciento cincuenta, incluyendo a los vecinos, i de ellos ochenta de caballería; Concepcion, lo mismo que Chillan.

empezar a repoblar las destruidas ciudades del sur i fundar dos mas, una, que esperaba llegara a ser mui importante, en la provincia de Puren i otra en Tucapel (38). Con esto creia el gobernador que se terminaria la tan larga guerra de Arauco.

I para juzgar asi, tenia presente Alonso de Rivera lo que habia conseguido i lo «mui desechos i sin caballos i sin armas i «mui apocados i faltos de comida» que se encontraban los indios rebeldes (39).

Ya entrado el invierno de 1604, partió Alonso de Rivera para Santiago, a donde llegó el 28 de junio (40).

(38) Citada carta de 13 de abril de 1604.

(39) Id, de 26 de mayo de 1606.

(40) En un auto espedido el 18 de julio de 1601 en Santiago, dice Rivora, que "entró en esta.... ha veinte dias."

CAPÍTULO XXXI.

RENCILLAS I CHOQUES.

Doña Agueda de Flores. Su casamiento con Pedro Lisperguer. La familia Lisperguer.-Doña María i doña Catalina. - Eran tenidas por encantadoras. -De lo que se acusaba a doña Catalina. Terribles antecedentes de la familia de su esposo, don Gonzalo de los Rios. Doña María de Encio.-La amistad de Rivera con doña Agueda de Flores.- ¿Cuál seria la causa de la ruptura? El proceso contra don Juan Rodulfo, Inhibe a Rivera la audiencia de Lima de conocer en él.-Don Juan Rodulfo en la cárcel.-Fúgane i pasa la cordillera en compañía de diez personas.-Ira de Rivera i sus proyectos. Acusaciones que se dirijian al rei contra los gobernadores. - Poco respeto que éstos tenian por la inviolabilidad de la correspondencia.—Alonso de Rivera i el capitan Francisco Reinoso; parte, juez i verdugo.-Un porsonaje misterioso: el Gran Pecador. Universal respeto de que gozaba. Aprovechan los enemigos de Rivera el viaje a España del Gran Pecador para escribir al rei. El gobernador lo prende en el camino de Valparaiso i le quita los papeles.-Cuán caro debió de pagar Rivera este desman.-El castigo del juez de la residencia.-Don Pedro Maldonado Bracamante.---Ultrajante castigo que le impone Rivera.-La venganza de las Lispergueres: proyecto de envenenar al gobernador.-Cómo quisieron llevarlo a cabo.-Da contra ellas Rivera órden de prision. - Refújianse en los conventcs de San Agustin i Santo Domingo.-Relaciones de los agustinos con doña Agueda de Flores.-Doña María Lisperguer en San Agustin.-Doña Catalina en Santo Domingo.-Pasa a la Merced.-Pobre idea de la observancia regular-laútil allanamiento de los conventos. La prision de Ana de Arenas.-La de doña Juana de Lara. Infructuosos esfuerzos de Rivera por prender a las Lispergueres.-Lo que vino en ausilio de ellas.-Pretende el gobernador caatigar a los relijiosos.-Lo que puso fin al proceso iniciado.

El invierno de 1604 fué para Alonso de Rivera el mas ajitado por disgustos, pendencias, conflictos de autoridades i cuanto solia traer disturbios en la era colonial; i, a lo menos en buena parte, fué él mismo el provocador i causante de aquellos sucesos que perturbaron profundamente a la antes tranquila Santiago. Para proceder con órden, procurarémos dar a conocer, siquiera a los principales personajes que van a figurar en algunos de

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