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Todas las autoridades estaban de acuerdo en la necesidad de proporcionar asilo i medios de subsistencia a las desgraciadas relijiosas, sumidas, con la destruccion de Osorno, en la mayor miseria; como las autoridades, los vecinos deseaban ardientemente socorrerlas; los hechos no podian ser mas notorios, e inútilmente se habría buscado quien en Chile los ignorara: valdria tanto como ignorar las tremendas desgracias que venian sembrando desde algunos años atras el espanto i la consternacion en la colonia. ¿Qué punto queria, pues, averiguar el cabildo de Santiago? ¿Cuáles ignoraba? ¿Queria saber, por ventura, si era o nó efectiva la destruccion de Osorno, si las relijiosas habian quedado sin recursos, si, en realidad, gobernador, obispo i veci ños se empeñaban en proporcionárselos?

Nó, por cierto. Unicamente intentaba manifestar que nada podia hacerse en Santiago sin su intervencion i que no estaba dispuesto a ayudar a quien no comenzaba por someterse a él. Como las pretensiones del cabildo debian de tener ya al señor Perez mas hastiado de lo que acostumbraba sufrir en su carácter asaz enerjico, los comisionados del ayuntamiento no recibieron, sin duda, mui agradable respuesta del obispo de Santiago. I a eso podemos atribuir el que las pobres relijiosas no fueran ausiliadas en lo mas mínimo por el cabildo, de ordinario tan jeneroso i tan activo para colectar limosnas en favor de necesidades no tan estremas como la que entónces solicitaba su amparo.

CAPÍTULO XXXV.

LA GUERRA DURANTE EL INVIERNO DE 1604.

¿Deberá irse a las provincias australes a libertar a las cautivas?-Quiere Rivera ponerse en guardia contra sus enemigos.-Renne un consejo de guerra en Santiago: quiénes lo componen.-Preguntas que tomete a su deliberacionUnanime respuesta del consejo.-Males que los enemigos podian causar inientras se les atacaba en el sur.-Ilusorias ventajas de esa jornada.-Cómo resume el consejo sn opinion. Segunda parte de su respuesta: refuerzos de que necesitaba Chile. Acepta Rivera las conclusiones del consejo. - Pedro

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Cortés en Arauco. Dos encuentros con los indios.-La caballería i la infantería. Otras entradas de Pedro Cortés. Inminente peligro en que se encontró el maestre de campo. Prision del cacique Quintegüenu, toquí de Aranco: muere de pena.-Muchos caciques dan la paz.--Reúnense en número de cinco mil los de Tucapel.-Ignorandolo, manda Cortés una gruesa partida a hacer leña.-Atacanla dos mil indios, quedando los demas en embosCada. Combate i retirada de los españoles. Sale Cortés en persecucion de los asaltantes.-Conoce el ardid i se detiene. Precauciones que toma para seguir adelante.-Ataca i despedaza a los indios.-Resuelve el araueano atacar de freute a Cortés. - Doble traicion de un indio. Abandonan éstos cl proyecto de ataque. Desértanse diezinueve soldados del fuerte de Nacimiento. Las esperanzas de Rivera.--Filiacion del sarjento López.-Los desertores se pasan al enemigo.-Buena voluntad de Rivera hacia los naturales. -Hace nuevas ordenanzas, que son aprobadas por el virei.-Noticia de la separacion de Rivera del gobierno de Chile. Envíasele a Tucuman.. que todos se preguntan en Chile.

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Por mucho que los desgraciados sucesos i abusos narrados en los capítulos precedentes ocupasen a Rivera, no podia descuidar, i no descuidó, lo concerniente a la próxima campaña, cuyos preparativos alegaba como razon para venir a pasar el invierno en Santiago.

Siempre que se trataba de la guerra, el primero i gran problema era resolver si se la llevaria al corazon de las provincias rebeladas o se continuaria el plan hasta entónces desenvuelto

por Rivera, consistente en no avanzar con nuevas fundaciones hasta haber sometido por completo el territorio en que se habia situado la última fortaleza. Por mas que los grandes resultados ya obtenidos fuesen la mejor respuesta a las objeciones que contra tal sistema pudieran formularse, el gobernador conocia que sus enemigos, i sabemos que no se cuidaba de no tenerlos, se aprovecharian principalmente de la necesidad de rescatar a las infelices cautivas para censurar lo que ellos llamaban la cruel inaccion de Alonso de Rivera.

El medio de disminuir, por lo menos, la responsabilidad en la resolucion que tomase ya lo conocemos bien i lo habia puesto en práctica hartas veces: reunir un consejo de personas autorizadas i suficientes, las cuales acostumbraban pensar en todo como el gobernador que las consultaba.

Eso fué tambien lo que en esta ocasion hizo Alonso de Rivera.

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El 18 de julio mandó « juntar en acuerdo e consejo de guerra <al licenciado Hernando Talaverano Gallegos su teniente jeneral; e al licenciado Pedro de Vizcarra, su antecesor; e al jene«<ral don Luis Jufré, teniente de capitan jeneral e correjidor « desta ciudad; e a don Francisco de Zúñiga e al jeneral García «Gutierrez Flores, alcaldes ordinarios della; e a Bernardino « Morales Albornoz, factor juez oficial real; e a don Francisco « de Ludueña, comisario de la caballería; e al capitan don Juan « de Quiroga, alférez jeneral; e a los capitanes don Bernardino « de Quiroga, tesorero de la real hacienda, Diego de Ulloa, Juan « Peraza de Polanco, Alonso Cid Maldonado, Gregorio San«chez, Martin de Irizar Valdivia, Juan de Mendoza Buitron e << don Melchor Jufré del Aguila, que son de las personas mas «< calificadas e esperimentadas en las cosas de la guerra, que hai « en este dicho reino » (1).

El cometido de esas personas era: «Que, teniendo consideraecion al estado presente desta tierra e la jente que tiene en los

(1) Auto ya citado de 18 de julio de 1604.

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presidios della e a la que podrá sacar su señoría para campear, «viesen i confiriesen si convendria pasar la guerra a los térmi«nos de La Imperial a sacar los cautivos que se pudiesen de los <«<enemigos o si seria mas conveniente hacerla en las provincias « de Arauco, Catirai e Los Anjeles; que son las que la hacen, inquietando los indios nuestros amigos de los términos de las « ciudades de la Concepcion, San Bartolomé e ribera de Biobio, «con intento de levantarlos e llevarlos e a sus mujeres e hijos a <«<sus tierras, como lo han acostumbrado. I el número de jente «que seria necesario para presidiar i guarnecer los fuertes que «se hubiesen de hacer e cuales puestos serán convenientes para « poner de paz e reducir al dominio e servicio real toda la tie«rra e que tiempo será necesario que Su Majestad sustente los « dichos puestos de jente » (2).

Todos los consultados estuvieron, naturalmente, « unánimes i «< conformes » en la respuesta: el gobernador debia limitarse a combatir « a los enemigos mas cercanos, que están en media « frontera. » Constituian ellos la amenaza constante de los alrededores de Concepcion i Chillan i ya se habia visto, en la corta entrada hecha por Rivera en Puren, cuán imprudente i peligroso seria alejarse con el ejército de las posesiones españolas: aquellos enemigos se aprovechaban del alejamiento para dar muerte i cautivar a las mujeres e hijos de los indios amigos, para apoderarse de los ganados i destruir las sementeras i aun dar muerte a los españoles que encontraban desprevenidos o aislados. I por pequeños que fuesen los males que el enemigo lograra hacer, importaban ellos mas que el daño que se conseguiria causarle en una entrada. En realidad, llevando la guerra al interior se esponia a un gran peligro lo ya pacificado por buscar ventajas bien dudosas: era casi imposible librar en esas espediciones a los desgraciados cautivos; pues por los españoles rescatados se sabia que los indios los ponian a buen recaudo i bien custodiados, sobre todo cuando tenian noticias de que el campo se movia

(2) Auto ya citado de 18 de julio de 1604.

H.-T. II.

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contra ellos. El consejo resumia su dictámen acerca del particular diciendo « que asi es mui conveniente no dejarse guerra a « las espaldas sino que de hecho se vaya poco a poco ganando la tierra, i, en habiendo reducido una provincia a paz, se le ponaga luego presidio suficiente para que nunca se pierda. E, con«<forme a lo dicho, la guerra del verano venidero se haga a las provincias de Arauco, Catirai e Los Anjeles e, si el tiempo « ofreciese ocasion para otros efectos, su señoría usaria della co«mo mas viere que convenga » (3).

Esta primera parte de la respuesta se dirijia, pues, a aprobar el sistema adoptado por Alonso de Rivera i a compartir con el gobernador la responsabilidad en las acusaciones que contra él se hicieran; la segunda tenia por objeto apoyarlo en las peticiones de nuevos i poderosos refuerzos.

Rivera habia pedido al rei, por medio de su procurador Domingo de Erazo, el envío a Chile de mil quinientos soldados. Atendiendo al estado relativamente próspero de la guerra, podia creerse en Madrid escesiva tal peticion. Para destruir semejante idea i manifestar la necesidad del socorro, el consejo calcula las guarniciones que han menester las diversas ciudades australes i los fuertes, i opina por la urjencia de reedificar a Angol, La Imperial, Valdivia, Villarica i Osorno i de fundar nuevas poblaciones en Curaope i Tucapel. Repartidos en todos estos puntos los mil trescientos hombres de armas que habia en Chile i los

il quinientos que a España se pedian, la cuenta resultaba exacta (4). Como estaba en manos de los opinantes aumentar

(3) Auto ya citado de 18 de julio de 1694.

(4) Id. id.

Segun la opinion del Consejo, Chillan debia tener cien hombres, sesenta de cilos de caballería; Concepcion, cien infantes i cincuenta de a caballo; Aranco, doscientos de caballería i cincuenta de a pié; Nuestra Señora de Alé, ciento cincuenta montados i ciuenenta de infantería; Chiloé, ciento; Angol, doscients de caballería i cincuenta de a pié; La Imperial, trescientos de a caballo i cierto de a pié: Curaope, ciento de a caballo i ciento de a pié; Tucapel, trescientos de enballería i cion infantes; Villarica, doscientos de a caballo i ciento de a pié; Valdivia, ciento de á caballo i ciento de a pié; i Osorno doscientos montados i ciento de infantería.

F1 total era. pues, dos mil ochocientos cincuenta hombres.

Ina observacion que sita a la vista, es la siguiente. Como, segun toda

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