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La desgracia de Rivera no era completa; porque, si bien se le quitaba el gobierno de Chile, se le daba el de Tucuman; pero ello no bastaba ni para consolar al gobernador asi trasladado a un gobierno mui inferior ni para esplicar, despues de los grandes trabajos llevados a cabo por Rivera, el motivo de tal medida, Si el gobernador era considerado culpable i como tal castigado ¿por qué se le daba otro gobierno?

Si no era culpable ¿por qué se le quitaba el de Chile?

He aquí preguntas que todos se hacian en la colonia i cuya solucion se va a ver por la vez primera.

Rivera, en carta de 18 de setiembre de 1605, dice que supo su separacion "medio año" ántes de la llegada de García, es decir, a mediados de setiembre de 1604. En otra parte añade que cuando tuvo esta noticia hizo levantar una informacion de lo que durante su gobierno habia hecho i hemos citado muchas veces una informacion levantada el 17 de setiembre de 1604, indudablemente la misma a que se refiere Alonso de Rivera.

CAPÍTULO XXXVI.

POR QUÉ FUÉ SEPARADO RIVERA DEL GOBIERNO DE CHILE.

Cree Rivera que las acusaciones de sus enemigos ocasionan su separacion.Quejas que dirije al rei.-Lo que habia hecho.-Sus trabajos i penalidades. -Se le deshonra i condena sin oirlo. - Cualidades que pide para el juez de su residencia.-Sus enemigos: el obispo i el veedor jeneral.-Cómo responde a las presuntas acusaciones del señor Perez de Espinosa. Los curas del fuerte de Arauco. Los relijiosos que acompañaban al gobernador.-Las consideraciones que éste les guardaba. Cuánto se equivoca Rivera acerca del carácter del obispo. Invoca en su abono al jesuita Luis de Valdivia i a Pedro Cortés.-Equivocacion de Rivera al considerar un castigo su separacion del gobierno de Chile. Todos incurren en el mismo error. — Atribuyenlo a su casamiento.-Las disculpas de Rivera.-Poca importancia que se dió a aquel enlace.-La fecha del matrimonio i la de la separacion manifiestan que no tienen relacion alguna.-Tampoco fué separado por las acusaciones dirijidas contra él.-La Junta de Guerra i frai Juan de Bascones i Domingo de Erazo. Las cartas de don Luis de Velasco i de don Alonso de Sotomayor. Opinion de la Junta de Guerra.-Acepta casi en todo lo que le habian propuesto los cabildos de Chile por medio del padre Bascones.-Gobernador de esperiencia: que venga Sotomayor i, acompañandolo, o en su defecto, García Ramon.-Aumento del situado.-Esperiencia i capacidad de Domingo de Erazo. Su dudosa fidelidad a Rivera.-Acepta el monarca el parecer de la Junta de Guerra.-Nombra a don Alonso de Sotomayor gobernador de Chile. -Propuesta que la Junta de Guerra acababa de hacer para la provision del gobierno de Tucuman.-Retirale i propone para ese puesto a Alonso de Rivera.-Alabanzas que de él hace.-Que se le haga caballero.-Nueva comunicacion de la Junta de Guerra al rei: alarmantes noticias de Chile; que se firmen los despachos acordados.-Que, si no acepta Sotomayor, nombre a Alonso García el virei.-Refuerzo que debe mandarse a Chile.-Firma el rei los nombramientos.-Duda que despues le sobreviene sobre la conveniencia de separar a Rivera.-La respuesta de la Junta de Guerra.-Que se premie a Rivera; pero nó en Chile.-Rivera debe de haber conccido despues lo relativo a su separacion.-Culpa solo a don Alonso de Sotomayor: plan que le supone.-Probable injusticia i verosimilitud de la acusacion.--Insnúa sus sospechas contra Dominge de Erazo.

Rivera creyó que su separacion del gobierno de Chile; que él miraba como destitucion, por mas que en cambio se le hubiera dado el de Tucuman, nacia de las acusaciones contra él dirijidas al rei desde Chile por sus numerosos enemigos, Manifiesta,

cuando escribe al rei, los servicios que ha hecho i se queja amargamente de haber sido condenado sin ser oido.

« Si el Real Conseje de Vuestra Majestad me oyera no me « hubiera removido como lo ha hecho, ni Vuestra Majestad hu« biera recibido el daño que recibió al mandarme al tiempo que «me removieron de aquel reino a otro tan inferior, cuando yo aguardaba ser mas aumentado por haber hecho a Vuestra Majestad un tan gran servicio como pacificalle aquel reino. Que asi se puede decir, pues le dejo en el estado tan bueno « que le dejé. I cuando ya no me faltaba mas que de poblar las « ciudades i cojer el fruto de mi trabajo, en que tenia librado « todo lo que he servido a Vuestra Majestad, asi en la dicha <« provincia de Chile como en otras partes, me quitaron la oca«sion de las manos » (1).

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I mas lejos, en la misma carta o mas bien en el mismo memorial, vuelve a quejarse de haber sido separado del gobierno de Chile « cuando tenia la guerra mui de cabo i andaba traba«<jando en ella con el amor i aficion que siempre lo he hecho en servicio de Vuestra Majestad, sin perdonar trabajo ni trasno« elada, andando al sol i al viento i a la agua, durmiendo por « los suelos, comiendo lo que el mas mísero soldado i poniendo «mi persona en todos los riesgos que ha habido, sin perdonar ninguno, i teniendo siempre la mira de servir a Vuestra Ma«jestad, sin atender a mi salud ni a otra cosa por solo acudir a <«<esto i (cuando) estaba mui descuidado de las siniestras relacio«nes que mis émulos hacian a Vuestra Majestad para con ellas « quitarme mi honra i mi trabajo, como lo hicieron. Cosa que nunca entendí que nadie pudiera hacer ni que el Real Conse«jo de Vuestra Majestad me condenara sin oirme, por ser cosa « tau nueva i porque mi persona i servicies hechos con tan bue<«< na intencion i en coyunturas de tanta consideracion merecian «que fuera oido. »

Para destruir la mala impresion que las relaciones de sus ad

(1) Carta de Alonso de Rivera al rei, fechada en Córdoba el 20 de marzo de 1603.

versarios habian producido, segun él ereia, en la corte, Alonso de Rivera resume en esta carta los hechos de su gobierno i pide al rei que « la persona que me hubiere de tomar mi residencia «sca de autoridad, cristiandad i letras i que traiga mui a cargo « el mirar por mi justicia, porque de otra manera perecerá, te«< niendo tan poderosos enemigos i tan arrojados para hacerme « daño sin otra consideracion. »

Entre sus enemigos menciona Rivera al obispo de Santiago i al veedor jeneral. Sin duda, culpaba sobre todos al obispo i creia que los pasados choques con el señor Perez de Espinosa le habian sido funestos ante el rei i por eso en la ya citada informacion que mandó levantar a Galdames i cuyo resúmen se ha conservado con fecha de 17 de setiembre de 1604, se empeña mucho en manifestar sus sentimientos relijiosos i el respeto que profesaba a los sacerdotes. Recuerda a este fin que en el fuerte de Arauco, donde no habia párroco, él lo ha hecho poner i que ese cargo ha estado ocupado por el dominico frai Diego Rubio «i ahora, agrega, va en su lugar Cristóbal Bravo, presbítero. » Ha cuidado de que en los demas fuertes haya sacerdotes i lo mismo en Chillan, donde «han asistido dos » (2).

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No es esto solo, pues Alonso de Rivera no se separaba de los eclesiásticos, si le creemos: «Que ha traido en el campo frailes i clérigos de buena vida i ejemplo i de partes i letras i que este « año, estando de partida para la guerra, rogó a los padres provinciales de las órdenes de San Francisco i Santo Domingo se « fuesen con él i se escusaron por las ocupaciones de sus oficios: « movido de llevar consigo personas graves i doctas i de tanta gravedad. I tambien ha traido en su ejército padres de la «Compañía de Jesus. »

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Por supuesto, quien tanto cuidaba de rodearse de sacerdotes, sabia guardarles toda clase de consideraciones. Por lo mismo

(2) ¿Habia sabido Alonso de Rivera la acusacion contra él formulada en carta do 28 de febrero de 1603 por Damian de Jeria de que ponia "la jente en presidios que son unas palizadas, donde muerea de hambre i desan"dez i aua sin sacramentos por no les dar sacerdotes? ¿Queria responder a ellat

agrega «que siempre venera i estima en público i en secreto « todos los sacerdotes i relijiosos, dándoles el lugar debido a su «dignidad. I a los que han andado en el ejército real les ha « asentado a su mesa i proveido de todo lo necesario. »

Evidentemente, Alonso de Rivera, mencionando el convite hecho a los provinciales de Santo Domingo i San Francisco, no solo queria manifestar su piedad sino tambien que sus relaciones eran cordiales con los relijiosos.

De esta manera esperaba destruir o debilitar, a lo menos, ante el rei los ataques dirijidos contra él, segun juzgaba, por don frai Juan Perez de Espinosa.

Estaba bien equivocado i desconocia por completo el carácter i los hábitos del quinto obispo de Santiago: de la correspondencia del señor Perez de Espinosa resulta que solo por incidencia habló de uno de sus conflictos con Rivera, del relativo a los azotes del menorista Leyba, i esto, años despues de los sucesos, en 1607.

Ya en guardia contra los supuestos ataques de sus enemigos, cita Rivera en su apoyo la opinion de sus amigos i especialmente se refiere a lo que de él puedan decir el padre jesuita Luis de Valdivia, con quien, por lo que se vé, estaba ya estrechamente unido desde entónces, i el coronel Pedro Cortés de Monroi, el militar mas reputado, mas valiente i mas brillante que habia habido en Chile, al decir de los contemporáneos, i el mas amado por sus buenas prendas i su modestia.

Pero si Rivera se equivocaba en creer que tenia que defen derse de los ataques del señor Perez, no andaba mas acertado, como vamos a mostrarlo, al juzgar que las relaciones de sus enemigos le habian valido la separacion del gobierno de Chile i que esa separacion era, en el ánimo de la Corte de Madrid, un castigo.

En verdad, no fué el único en equivocarse acerca del motivo de esa separacion i en atribuirle tal carácter. Todos los cronistas, sin esceptuar uno solo, suponen que Alonso de Rivera fué separado de la gobernacion del reino de Chile por haber con

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