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CAPÍTULO VIII.

REFORMAS CON QUE INICIÓ SU GOBIERNO ALONSO DE RIVERA.

La disciplina de los soldados en Chile i, probablemente, en América.-Cómo entendia Rivera el arte de la guerra.-La caballería i la infantería.-Por qué se habia dado mas importancia en Chile a la primera.-Diversa opinion de Rivera.-Quizá cayó en el exceso contrario.-Las acusaciones que con este motivo le hicieron ante el rei.-Las instrucciones de Rivera a Domingo de Erazo acerca de las necesidades de la colonia.-Padecimientos i ninguna espectativa de los soldados en Chile.-El virei del Perú i las peticiones de Rivera.-A pesar de los deseos del gobernador, los sueldos que él fija a los soldados son mui inferiores a los del Perú.-Pide aumento de situado.-Ausilios enviados a Chile por don Luis de Velasco.-Apoya ante el rei las peticiones de Rivera,-Condiciones que a su juicio deben tener los soldados que de España vengan a Chile.

Alonso de Rivera era, ante todo, un militar esperto e instruido: en consecuencia lo que primero llamó su atencion fué el estado del ejército i desde el principio se formó tristisima idea de la instruccion i disciplina militar en que éi se hallaba. Ya lo hemos oido formular su opinion mucho ántes de venir a Santiago: «Estaba esta jente...... tan mal disciplinada i simple en « las cosas de la milicia que nunca tal pudiera imajinar ni me « seria posible dallo a entender» (1).

Los soldados, dice al rei en otra ocasion, «no saben pelear ni << tomar puestos ni dejarlos, ni marchar, ni acamparse ni guar« darse. I certifico a Vuestra Majestad que es esto en tanta ma«nera que son mas bárbaros en ello que los propios indios i ha

(1) Carta de Alonso de Rivera al rei, de 17 de marzo de 1601.

H.-T. II.

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« sido milagro de Dios, conforme a su proceder en la guerra i en

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la paz, que no los hayan echado de la tierra i degollado mu

«chos años há.

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<< Cuando se ven con el enemigo, van tentaudo; i, si el enemi«<go huye, le siguen sin ninguna órden ni concierto ni aguardan capitan ni oficial ni hacen tropa para su resguardo ni otra nin«< guna prevencion de soldados i no saben qué es obediencia. I <«< certifico a Vuestra Majestad que cuando llegué a aquel reino, « que desembarqué en Penco, iba receloso de tantas bravezas que «< me decian de aquellos indios i luego que ví la jente del campo « de Vuestra Majestad i su traza i armas i su compostura me <«< animé mucho. I dije a algunas personas de mis amigos que «< confiaba en Dios con mucha brevedad poner aquella tierra de «<paz; porque enemigo que no habia echado aquella jente del <«< reino i acabado con ella, que no me habian de echar a mí si « no era que milagrosamente Dios me quisiese dejar de su mano <«< i que habia de vencer con el favor de Dios aquellos enemigos << sin levantar lanza ni sacar espada, solo con cuidado i buena « órden >> (2).

Alonso de Rivera venia a Chile de las guerras de Francia i Flandes i estaba habituado a la disciplina de los primeros ejércitos de la época: es posible que los mil defectos que entre nosotros encontró no fueran peculiares a los soldados de Chile sino comunes en América; de otro modo no se concibe que militares tan espertos como Loyola, Quiñones i García los hubiesen tolerado: habiendo servido todos ellos largos años en las Indias estarian ya acostumbrados a ese modo de ser.

Parece, por lo que Rivera refiere, que mas bien que en campaña se vivia en familia en los campamentos de Chile. De ordinario, cuando emprendian una jornada, la infantería como la caballería iba a caballo i en entera confusion, revueltos unos con otros los soldados i cada cual en el lugar que queria. Esta misma confusion se observaba en los cuarteles i aun en las ciuda

(2) Carta de Alonso de Rivera al rei, fechada en Santiago del Estero el 16 de marzo de 1607.

des, en las cuales los soldados vivian con los vecinos, de manera que era poco menos que imposible a un capitan el reunir su compañía, si no se le avisaba que lo hiciese con un dia, por lo ménos, de anticipacion. De ahí resultaba que cuando era preciso acometer de pronto alguna empresa, un capitan formaba su tropa de los soldados que de las diversas compañías querian seguirlo, i, si cuando era bien quisto podia escojer, solia no encontrar quién lo siguiera no siendo apreciado. Siempre procuraban los españoles alojar en tierra llana, lejos de bosques i rios, por temor a sorpresas, « formaban sus cuarteles en figura redonda, « dejando en medio una plaza pequeña con cuatro calles» (3) i ponian las centinelas solo a treinta o cuarenta varas de las bocas de calles, a ménos de tener noticias de que los indios estaban reunidos en las inmediaciones, que entónces solian poner un « cuerpo de guardia donde mas les parecia convenir. » I para colocar estos centinelas i las guardias ordinarias en los cuarteles, el capitan llevaba a sus soldados i llamándolos por sus nombres, les asignaba el lugar en que debian quedar. Ahí quedaban, en efecto, hasta el momento en que, juzgando que habia pasado la hora del relevo, si éste no se habia efectuado, iban ellos mismos a despertar a los que estaban en retardo, dejando mientras tanto abandonado el puesto.

«En tocando las cajas a la hora que de ordinario era de dia claro se retiraban las centinelas i rondas sin aguardar órden « de ningun oficial i esto estaba mui puesto en costumbre i nun<«< ca tenian posta de dia, si no era en caso de nueva mui viva de << enemigos. »

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Acostumbraban rodear de estacadas los campamentos i, cuando temian ataque de los indios, se reforzaban las guardias i « dor«mian en las bocas de las calles i en la plaza » i a ésta se retira

(3) RELACION DEL MODO I ORDEN DE MILITAR QUE HABIA EN ESTE REINO DE CHILE EN CAMPAÑA, FRONTERAS I FUERTES HASTA LA LLEGADA DEL GOBERNADOR ALONSO DE RIVERA, QUE FUÉ A 9 DE FEBRERO DEL AÑO DE 1601. De esta relacion publicada por Gay en el segundo volúmen de sus documentos, pájs. 144 i siguientes, i de la citada carta de Rivera al rei fecha 17 de marzo de 1001, sacamos los principales datos relativos al estado de la disciplina militar.

ba toda la jente de a caballo. Si los caballos no cabian en la plaza se ataban a la estacada.

Cuando los soldados estaban de guardia no tenian ni la precaucion de mantener encendidas las mechas para dar fuego a los arcabuces o mosquetes i creian hacer bastante, aun en tierra enemiga, con alimentar el fuego para encenderlas eu él; sin que los hubiesen hecho mas precavidos las muchas sorpresas de que habian sido víctimas. I los escasísimos centinelas que vijilaban fuera de las estacadas eran vijilados a su turno por una ronda que daba vueltas por dentro i que, cuando pasaba junto al lugar donde estaba el centinela, le gritaba i, recibiendo contestaeion, seguia adelante; «i si acaso lo hallaba dormido alguna vez « lo recordaba a voces i en esto no habia castigo ni demostra« cion.

« Para cerrar las puertas de los fuertes no habia mas cuenta « de que un hombre, que llamaban echavelas, las cerraba des« pues de puesto el sol, sin que ningun soldado tomara las armas para este efecto, ni se tocaba la caja ni la campana, sino « como quien cierra una puerta de un lugar seguro. I al abrir la abria mui de mañana el propio echavelas, sin mas guardia ni « asistencia que si fuera una casa que estuviera en medio de To<«<ledo, sin salir a reconocer ni hacer otra dilijencia ninguna << como es uso i costumbre en todos los fuertes donde hai jente « de guerra.»

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A fin de tener idea de la manera como en Chile i probablemente en América se gobernaban en un campamento, baste saber que no se usaba dar santo ni seña; las compañías no tenian mas oficiales que los capitanes; las de caballería no llevaban estandarte ni trompetas; « la de los capitanes reforma<«< dos se recojia al son de una trompeta que traia el dicho « García Ramon i no traia tampoco ningun oficial i cuando era << menester ordenar algo a esta compañía lo hacia el ayudante de sarjento mayor de parte del dicho Alonso García Ramon. Las compañías de a pié no traian banderas ni atambores, sino sola«mente habia uno en el campo que echaba les kaadcei, cuando

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«era menester marchar, tocaba a recojer i aquello se entendia 'para caballería e infantería i lo propio era para la guardia » (4). En las relaciones de Alonso de Rivera hai quizas no poca exajeracion; pero, por mucha que hubiera, lo dicho manifiesta cuan increible relajacion se encontraba la disciplina militar. Se comprende que, hablando Rivera al rei de esos errores, esclamase: «No es pusible que haya bárbaros en el mundo que tales los tengan » (5).

en

Para que se vea de qué distinta manera entendia el arte de la guerra Alonso de Rivera i cuántas reformas hubo de introducir en Chile en las cosas a ella pertenecientes, léase cómo ponia las postas, » a diferencia de lo que antes se hacia:

«En sentando los cuarteles, saco un cuerpo de guardia de infantería a la frente cien pasos del alojamiento i otro a la es"palda otros tantos (pasos). Estos están siempre a las avenidas del enemigo. I a lo mas principal, que es la frente, saco otro cuerpo de guardia de caballería i me cubro con centinelas de a pié doscientos pasos de la frente de mis banderas i sobre estas centinelas pongo las de caballo doscientos pasos fuera dél. I sobre estas centinelas de a caballo saco una centinela doble "O las que son menester conforme a la ocasion, tambien de a caballo. I sobre todas estas centinelas andan rondas de a caba«llo i de a pié con su nombre (santo i seña). I fuera de la centinela perdida, que es la doble, salen cuatro caballos a batir los (caminos en distancia de quinientos a seiscientos pasos mas o ménos, como la ocasion lo requiere.

Todo esto se hace cuando el campo no está estacado, que es

tando estacado es algo diferente en que las centinelas no están tan largas » (6).

de

No pocas desgracias habian sucedido a la colonia por la falta
Precaucion que se tenia con los indios, de suyo astutos i des-

(4) Los datos apuntados hasta aquí i las palabras cita las sou de la moncionada RELACION DEL MODO I ORDEN, etc.

(5) Carta de 17 de marzo de 1601.

(6) Id. id.

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