Imágenes de páginas
PDF
EPUB

el descubrimiento de las ideas principales de cada trozo de las lecciones que aprenden, enseñándoles la una tras la otra. De este modo el trabajo de la memoria se hace mucho más fácil y provechoso.

[blocks in formation]

Hállense los sinónimos de fábula, error, memoria, lado, momento, trecho.

LECCIÓN XLVI.

Á VISTA DE PÁJARO.

La ciudad-uno de los vestigios más venerables de los tiempos de la conquista -- se hallaba recostada en la margen derecha del Cuabillas, río de notable anchura y de poca agua en la mayor parte de su curso. Este escaso caudal hacía más ruidosa la fuerza de la corriente que

al deslizarse por imprevistas hondonadas y al chocar en el fondo con las piedras de mayor tamaño y de más irregular estructura, formaba rápidas chorreras y estrepitosos remolinos. Pero una vez vencidas esas sinuosidades y asperezas, cesaba el bullicio y un murmullo quejumbroso y casi imperceptible sustituía á la anterior algazara y á los movimientos nerviosos de los remolinos.

En las horas más ardientes del día los pilluelos, que allí no escaseaban por cierto, escapábanse de sus casas para sumergirse en los charcos más profundos, decorados con nombres pintorescos como "Boca del Perro," "Paso del Inglés," "Cueva del Caimán" y otros tan originales como éstos. El contacto del agua fresca ―y tan limpia que hubiera podido distinguirse una aguja perdida entre las blancas piedrezuelas del fondo-completaba su impresión sabrosa con la vista encantadora del doble panorama que ofrecían ambas márgenes del Cuabillas. Á la derecha, la ciudad que en su laberíntica disposición y en el apretado hacinamiento de sus edificios, demostraba su decrepitud histórica; á la izquierda una línea interminable de guayabales que, aun expuestos como estaban á

la voracidad de los muchachos y al apetito del caminante, nunca lograban emanciparse de la dulce pesadumbre de su fruto. Más hacia

adentro y ya en los vecinos potreros - alzaban los mangos sus cúpulas verdes, correctas y grandiosas, se retorcían los lascivos jagüeyes, colgaban las lianas sus pabellones y tendían sus hilos los bejucos. Allí empezaba un monte firme de fustetes, guásimas, robles, aguacatillos y otros ejemplares de la bella flora de los trópicos, el cual iba á morir en la costa, orgulloso de que, únicamente algún audaz montero pudiera sorprender sus íntimos susurros y la lírica algarabía de los pájaros que. anidaban entre sus hojas, formando una babel de trinos y aleteos. Sólo á trechos, y en determinadas sabanetas, sobresalía la melena de alguna que otra palma soberana dentro de aquella rica vegetación, cuando no tenía que rendir parias á la enorme seiba, monumento imponente levantado en honor de la naturaleza por el genio de nuestra zona.

Llegábase á la ciudad subiendo una loma que partía de la orilla del río y se empinaba violentamente hasta tocar las primeras casas, emplazadas en posición de verdadero desequilibrio.

[graphic]

Comenzaba luego la red de calles sucias, estrechísimas y dispuestas en pindárico desórden, pues casi ninguna terminaba en línea recta, otras nacían en medio de la población revolviéndose en espirales increíbles y muchas, como Dios, no tenían principio ni fin, todo lo cual daba á la, por otros títulos, ilustre ciudad, el aspecto de un lugarón con pretensiones.

Los edificios, enanos en su mayor parte, ni ostentaban la sombría expresión que revelan en sus austeras fachadas los restos arquitectónicos de otros siglos, ni la simetría burguesa conque

se fabrica en nuestro tiempo. Solamente algunas casas con zaguán reflejaban el gusto moderno, contrastando con el aspecto de pobreza senil dominante en las demás. Pero el mérito de unas y otras viviendas estribaba en su complemento imprescindible, en un extenso patio que era casi una estancia y que hubiera pasado por una gran huerta en cualquier lugar de Europa, tan codiciosa de sus terrenos medidos á pulgadas. El patio con su rudeza silvestre era el paraíso de la casa. Pocas flores se veían en él y ésas, por lo común, de traje campesino. Un arriate era un alarde de lujo; algunos ejemplares de claveles, dalias, paulinas y rosas de borbón y alejandría se consideraban verdaderas maravillas.

Esto aparte, semejantes caprichos discrepaban dentro del tono salvaje que allí tiene la naturaleza, aun la que nace esclavizada entre verjas y paredes. Patios había antes de la guerra que eran bosques de plátanos, ciruelas, chirimoyas y mamoncillos. Lo único que solía permitirse el cultivo sistematizado, consistía en la siembra de hortalizas, y así podían observarse en algunos claros simétricas hileras de repollos, lechugas,

« AnteriorContinuar »