hace el animal obedece servilmente á sus instintos, á sus apetitos y á sus pasiones. El tigre desgarra su víctima sin remordimiento alguno. El hombre, por el contrario, sabe lo que hace; tiene conciencia de sus actos, es responsable; una voz interior le dice lo que es bueno y lo que es malo. Tiene la libertad de escoger, de decidirse por lo uno ó por lo otro, de escuchar la voz de su conciencia ó de sofocarla. Cuando toma el partido de hacer el bien, halla las fuerzas necesarias para llevar á cabo su empresa. Si el hombre no fuese un ser libre, para él no habría bien ni mal, ni justicia, ni iniquidad, ni virtud, ni crimen; sería un error censurarle ó elogiarle. G. JOST. Bien llegada al suelo amigo, Do no errante, ni perdida, Te dará á la par conmigo Un mismo techo el abrigo En blando nido mecida. Vuelve, amiga, descuidada Aquí tus amores fueron Y á tu arrullo se adurmieron Bajo el ala palpitante: Y aquí mi voz se mezclaba Y aquí impaciente aguardaba Y eres fiel, agradecida, Y no te aguardaré en vano; Que nunca fué desmentida ¡Á cuántos, ay, golondrina Mas no tú: fiel y graciosa No olvidaste, no, los dones Volvistes enamorada |