Y cuando vuelve á los queridos lares, O de una madre tierna y cariñosa; De la cruel ambición, nunca contenta. Todo en el campo á disfrutar convida Aquel que admira y ama la natura. F. J. BALMASEDA. Á LA NOCHE. (ROMANCE.) Salve, ó tú, noche serena, El arroyuelo á lo léjos Se cubre el monte de sombras Que las praderas anublan, Y las estrellas apenas Con trémula luz alumbran. Melancólico ruido Del mar las olas murmuran, El majestuoso río Sus claras ondas enluta, Al aprisco sus ovejas En sus hogueras le esperan Sin sobresalto ni angustia. Todos suave reposo En tu calma ¡oh noche! buscan, Y aun las lágrimas tus sueños Al desventurado enjugan. ¡Oh qué silencio! ¡oh qué grata Obscuridad y tristura! ¡Cómo el alma contemplaros En sí recogida gusta! Del mustio agorero buho Allá en la elevada torre Mas ya el pértigo de plata Y las cimas del otero Con majestad se adelanta Reverbera en lumbre pura. Deslízase manso el río, Al blando batir del remo El ruiseñor á su esposa Tal vez de algún caserío Por el espeso ramaje Ora la brisa suave Entre las flores susurra, Y de sus gratos aromas Ora acaso en la montaña ¡Oh! salve, amiga del triste, JOSÉ DE ESPRONCEDA. EL ASNO Y LOS MOLINEROS. |