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ASIGNACIÓN DEL GOBIERNO PERUANO EN FAVOR DEL OBISPO DE CARTAJENA.—AGRADECImiento del REPRESENTANTE DE LA

SANTA SEde.

Ministerio de Justicia y Negocios Eclesiásticos.

Lima, 20 de noviembre de 1852.

Iltmo. señor Obispo de Cartajena Dr. D. Pedro Antonio To

rres.

S. E. el Presidente de la República ha dictado hoy el decreto siguiente:

"Habiendo venido á buscar hospitalidad en el país el Reverendo Obispo de Cartajena, Dr. D. Pedro Antonio Torres: atendiendo á que sirvió á la causa de la Independencia al lado del Libertador y desempeñó, en beneficio de la Iglesia, altos cargos eclesiásticos: á que careciendo, en su actual situación, de los medios necesarios para mantenerse con la comodidad y decencia correspondientes á su caracter y dignidad, es propio del decoro y munificencia de la Nación prestarle los auxilios convenientes, como se ha hecho con otros personajes en casos análogos;-Se resuelve:-que por la Tesorería Departamental se acuda, mensualmente, al R. Obispo Dr. Torres, con la cantidad de doscientos pesos, que se le señalan durante su permanencia en la República y sus actuales circunstancias, cuyo gasto se deducirá de los extraordinarios votados para el Ministerio en el Presupuesto General; dando cuenta, oportunamente, al Congreso."

Al trascribirlo á U. S. I., me es satisfactorio ser el órgano por el que S. E. hace justicia á los distinguidos servicios de U. S. I., á su carácter y dignidad y á la buena acogida que el país ofrece á U. S. I.; y suscribiéndome, con las mayores consideraciones, su atento seguro servidor.

AGUSTIN GUILLERMO CHARUN

Lima, 22 de noviembre de 1852.

Ilustrísimo Señor Ministro de Negocios Eclesiásticos Dr. D. Agustin Guillermo Charún.

S. M.

Recompensado, ampliamente, por la Nación, en otros tiempos, el beneficio que el Gobierno acaba de hacerme ahora, es tanto más apreciable para mi, cuanto que es enteramente espontaneo é inmerecido. Mi gratitud, pues, no tiene hoy expresiones adecuadas para manifestarse cual la siente mi corazón hácia el Poder Ejecutivo, que viene, con generosidad, á aliviar mi situación con un solo rasgo de su munificencia. Hágame, por tanto, U. S. I. el favor de elevar estos sentimientos al conocimiento de S. E. el Presidente, y de recibir también U. S. I. mismo mis más expresivas gracias, y las consideraciones y el aprecio con que me suscribo su atento obediente servidor.

PEDRO ANTONIO

Delegación Apostólica

Obispo de Cartajena

Bogotá, 14 de enero de 1853.

Excmo. Señor:

Apenas me indicó el muy Reverendo señor Torres, Obispo de Cartajena, que tenía que abandonar su Diócesis y su patria, me persuadí que habiendo resuelto dirigirse á Lima, le aguardaba allí una hospitalidad amigable y decorosa.

Por manera, que, con grande satisfacción, he sabido que se han cumplido plenamente mis esperanzas, mediante el acto público de espléndida munificencia en favor del digno prelado. Dígnese V. E. permitir que, por el respetable conducto de V. E., que tanto ha cooperado á este acto, rinda yo mis más expresivos y respetuosos agradecimientos al Excmo. Señor Presidente.

El decreto de 20 de noviembre de 1852, por el cual se señalan 200 pesos mensuales al señor Torres, mientras resida en la República, está justamente motivado por su mérito, su dignidad y demás circunstancias; y el Gobierno que ha sabido apreciarlas con tan pronta y tan digna resolución, ha dado una señalada prueba de la rectitud y generosidad que rigen sus acuerdos y ha manifestado cuan alto aprecio tributa al venerable carácter episcopal:

Mi alma se llena de júbilo de poder llevar tan fausta noticia al conocimiento de Su Santidad, con la cual recibirá el Santo Padre tan dulce consuelo, ya que, por otra parte, se vé rodeado de tantas amarguras; y esto lo excitará más y más á exhibir otras señaladas muestras del singular afecto que profesa á esa República, que forma una parte tan interesante de la familia Católica, de la que lo hizo Cabeza y Maestro Supremo la Divina Providencia. Mientras tanto yo, como Enviado Extraordinario en la Nueva Granada y Delegado Apostólico cerca del Perú, creo que es un deber mío el anticipar el testimonio de su paternal gratitud, muy seguro que siendo este oficio tan extremadamente agradable para mí, del mismo modo el Excmo. Presidente y V. E. tendrán la dignación de darle una benévola acogida.

Me aprovecho gustoso de esta oportunidad, para manifestar á V. E. las grandes esperanzas que he concebido, por el bien de la Religión, desde que V. E. ha sido llamado á formar parte de la Administración y se le ha conferido la Secretaría de Estado de Negocios Eclesiásticos. Yo no dudo que tales esperanzas tengan su debido cumplimiento; antes ellas se aumentan con la idea de que estando reunidas en V. E. las dignidades de Ministro de la Iglesia y de Ministro de Estado, pondrá todos sus conatos para que unas y otras guarden firme y perfecta consonancia, á fin de que la una, libre y franca en el cumplimiento de la Santa Misión que le está confiada por su divino Autor, pueda prestar á la otra el concurso de su influencia con la verdad que enseña y mediante la moral que inspira.

Bien lo sabe V. E.: los mayores peligros que en la actualidad amenazan á los Estados y á la civilización, son concernientes á sus principales fundamentos, y estos no tienen un custodio más seguro, para su defensa, que la Iglesia y la Religión, facilitándole el modo de prodigar sus beneficios á los hombres en su comercio terrestre mientras los dispone á la eterna bienaventuranza. Si siempre ha sido un propósito eminentemente útil, por ahora es del todo indispensable para la conservación y bienestar de los gobiernos. Ahora, el adelantar y activar semejante propósito, á lo cual propende ya la ilustrada prudencia del Excmo. Señor Presidente, juntamente con los respetables colegas de V. E., es cosa muy digna y la más á propósito para atestiguar su paternal caridad.

Nada anhela tanto el Santo Padre como el que le sea dado contribuir, por su parte, á realizarlo; y yo me reputaría por muy dichoso, si me fuese concedido intervenir en esto con mi débil cooperación; de la cual reitero la oferta á ese ilustre Gobierno, asegurándole que me sería sobremanera grato de ejer citarla en particular servicio de V. E., de quien tengo la honra de ser, con la mayor consideración, obediente servidor.

LORENZO BARIL LI

-A S. E. el Sr. Dr. D. Agustin Guillermo Charún, Ministro de Justicia y de Negocios Eclesiásticos de la República del Perú.

Ministerio de Justicia y Negocios Eclesiásticos.

Lima, 24 de febrero de 1853.

Con notable agrado se ha impuesto S. E. el Presidente de la República de la respetable comunicación que V. E. me ha hecho el honor de dirigirme, manifestándome el júbilo que ha experimentado al ver realizadas las esperanzas que concibió V. E. de benévola acogida para el Reverendo Obispo de Cartajena, desde que supo que había resuelto dirigirse á Lima en su desgracia.

Muy honroso ha sido para el Perú este concepto de V. E., y permítame decirle, que al mismo tiempo es merecido, siendo este país unánimemente católico y en el que siempre encontrará el Supremo Jefe de la Iglesia motivos de consuelo en medio de las amarguras que acongojan su espíritu.

En cuanto el Presidente de esta República tuvo noticia de la llegada del Reverendo Obispo de Cartajena, más que á un benemérito de su independencia nacional, consultó en él á un Prelado de la Iglesia, reducido á la necesidad de solicitar hospitalidad en país extraño, y estudiando sus sentimientos religiosos, atendió á endulzar su triste situación, proporcionándole los medios de ocurrir á sus necesidades, ya que no le era dable proporcionarle cuanto exigía el sostenimiento del lustre de su elevada dignidad. Obra exclusiva ha sido esta de la muy conocida religiosidad de S. E. y en ella me cupo la satisfacción

de haber sido el órgano por el que recibiese un consuelo ese distinguido Prelado.

No encuentro expresiones bastantes para expresar á V. E. mi gratitud por asegurarme que espera bienes para la Iglesia al verme ocupando el Ministerio de Negocios Eclesiásticos. Yo, como sacerdote, procuraré confirmar siempre esa idea, como no he dejado de hacerlo en la actual época y en otra anterior en que, ocupando el mismo puesto, hice, cuanto me fué posible, para que en nada se contrariase el cumplimiento de las leyes de la Iglesia y para que los Prelados ejerciesen, sin oposición, sus importantes atribuciones. Presentado ahora á Su Santidad para ser uno de ellos, considero más rigurosa mi obligación de sostener el explendor de la Iglesia, á que tengo la dicha de pertenecer como católico.

La máxima hoy de ser la Religión el único apoyo de los Gobiernos, el principio más seguro del progreso de los pueblos, y la más firme defensa contra los peligros que amenazan á las sociedades, es una máxima que S. E. tiene siempre presente, y me ha inducido á que así lo exprese á V. E. al tiempo de ofrecerle mis consideraciones.

Yo me congratulo de esta honrosa oportunidad, para manifestar á V. E. los sentimientos de benevolencia y de aprecio, con que soy de V. E. obediente servidor.

AGUSTÍN GUILLERMO CHARÛN

Al Excmo. Sr. D. Lorenzo Barili Delegado Apostólico.-Bogotá.

RENUNCIA DEL REVERENDO OBISPO DE AYACUCHO DOCTOR DON SANTIAGO JOSÉ O' PHELAN.

Lima, diciembre 29 de 1851.

Excmo. Señor:

Habiéndome trasladado desde la Diócesis de mi cargo á esta capital, con previa licencia del Excmo. Sr. Patrono, que lo era entonces el Sr. D. Ramón Castilla, con el objeto de repa

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