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Legación del Perú ante la Santa Sede.

Señor Ministro:

Roma, 9 de Febrero de 1884.

No habiendo venido aun á Roma el Señor Don Aurelio García y García, he creido de mi deber cumplir las instrucciones que US. me dió en su carta de 13 de Diciembre del año último pasado, referentes á la promoción del Iltmo. Señor Bandini al Obispado de Trujillo, y al nombramiento de un auxiliar para el Iltmo. Señor Arzobispo de Lima.

Puedo asegurar, desde ahora, á US. que tanto el Padre Santo, como su Secretario de Estado el Excmo. Cardenal Jacobini, se hallan animados de los mejores deseos por dar plena satisfacción al Gobierno, haciendo cuanto está á su alcance por solucionar el conflicto eclesiástico civil.

En esta virtud, se imparten órdenes perentorias telegráficamente al Delegado Apostólico Señor Sambucetti, para que yendo al Brasil á desempeñar esa internunciatura, llegue á Lima é induzca al Iltmo. Señor Bandini, á nombre y por orden. de Su Santidad, á aceptar la silla de Trujillo. Quiere la Santa Sede valerse del conducto del Delegado Apostólico, por no herir la susceptibilidad del Señor Bandini, y por usar ciertos mi. ramientos á la dignidad episcopal que reviste. Así es que el Excmo. Cardenal Jacobini me ha manifestado el deseo de que comunicando tal noticia al Gobierno le ruegue no darle publicidad hasta que el Iltmo. Señor Sambucetti no se halle en Lima; cosa que se verificará dentro de muy pocos días, pues á la hora que es debe de haber abandonado su residencia de Quito.

Saliendo del Vaticano he dirigido á US. el siguiente telegrama: "Ministro Relaciones Exteriores, Lima, Perú. Obtu,,ve traslación Bandini, Trujillo. Reservado. Mesones", que he tenido la advertencia de leer al Excmo. Señor Cardenal Jacobini, en la entrevista que he tenido con él esta mañana, para evitar toda equivocación ó mal entendido. Esta promesa que me ha hecho el Cardenal Secretario de Estado envuelve la de desplegar toda la acción de que es capaz la Santa Sede para conseguir la aceptación del Señor Bandini.

Es principio sentado en derecho canónico, y rigurosamente observado, que al conceder el Sumo Pontífice el derecho de presentación sede vacante 6 el jus patronatus á algún Soberano, no entiende conceder el mismo derecho para la nomina de auxi

liares ó coadjutores, en los cuales casos no se verifica la condición supuesta. A esta doctrina se someten los Soberanos de España. Austria, Francia y otros patronos sin la menor objeción. Pero no es raro ni extraño que la Santa Sede se acuerde con los Gobiernos para no nombrar coadjutores que no sean de su aceptación.

Concretándome ahora al caso del Reverendo Padre Cortez, diré á US. que es persona muy grata á la Santa Sede, y que por consiguiente se le impondrá al Señor Arzobispo como coadjutor, después de haber cumplido la formalidad de proponérselo privadamente por medio del mismo Señor Delegado. Esta formalidad es indispensable, porque la Santa Sede tiene la práctica, nunca alterada hasta ahora, de no nombrar auxiliares sin conocimiento de los Obispos diocesanos.

Si el Señor Sambucetti no pudiese realizar oportunamente su viaje á Lima, lo que se conocerá aquí dentro de muy pocos días, las instrucciones telegráficas á que me refiero más arriba, se remitirán á alguna otra persona competente.

Limitándose á todo esto las instrucciones de US. creo haberles dado entero cumplimiento; más si US. quisiere variar la forma á los arreglos convenidos, bastará me lo indique por medio del telégrafo.

Ruego á US. se digne elevar el contenido de este oficio al conocimiento de S.E. y recabar sobre él su alta aprobación. Con sentimientos de profundo respeto y adhesión, sóy de US. obediente servidor.

MANUEL M. MESONES.

Señor Ministro de Estado en el Despacho de Relaciones Exte riores del perú.

Legación del Perú ante la Santa Sede.

Roma, Febrero 13 de 1884.

Señor Ministro:

Según anuncié á US. por cable, y después en nota No 1, salí de Londres á desempeñar la importante misión que el Supremo Gobierno me ha encomendado ante la Santa Sede.

Mi primera diligencia apenas llegué á Roma, fue dar conocimiento de este hecho á Su Eminencia el Cardenal Ludovico Jacobini, Secretario de Estado de Su Santidad, pidiéndole, al mismo tiempo una audiencia para imponerlo del carácter público que investía y de la naturaleza preferente de los asuntos cuya solución venía á concertar.

La conferencia solicitada tuvo lugar hoy, y ya sea por las fundadas razones de política y armonía con la Iglesia en que apoyé mis argumentos, ó bien por efecto de la cordialidad con que esta discusión fué sostenida, creo haber impresionado favorablemente al Señor Secretario de Estado, obteniendo en su ánimo ventajas que pueden llevarnos á acuerdos satisfactorios.

La tolerancia si no aprobación que la Curia Romana acostumbra dispensar á las disposiciones del Episcopado en todos los países, estimadas aquí como elemento indispensable para mantener la respetabilidad de los Diocesanos ante los fieles, se me opuso como el primer obstáculo que estorbaba enmendar lo acaecido en el Cabildo de Lima.

Esta casi imposición se aumentaba ahora por la condescendencia del Señor Mesones, quien, antes de mi arribo, había aceptado, que tanto la traslación del Iltmo. Señor Bandini al Obispado de Trujillo, como la coadjutoría del Iltmo. Metropolitano, quedasen subordinadas á la aquiescencia de dichos prelados, recabada por el Delegado Apostólico Señor Sambucetti, que se halla en Quito, y próximamente se trasladaría á esa capital.

Semejante combinación, que nada resolvía, y sí dejaba pen. dientes todas las dificultades actuales, dió mérito á un cablegrama prematuro del citado Señor Mesones, que US. debe haber recibido

Esforzándose Su Eminencia el Cardenal Jacobini para persuadirme de que ese punto esencial estaba ajustado, me ví precisado á objetarlo como inconducente al fin conciliativo que perseguíamos y á plantear la cuestión en este terreno.

Este telegrama destinado á cumplir préviamente con las formas de la etiqueta, encierra á la vez el carácter de orden para el caso de observación ó resistencia, pues él lleva la voluntad decidida y última del Santo Padre.

Valiéndome de las propias palabras de Su Eminencia el Cardenal, el procedimiento adoptado, por orden de Su Santidad, es una muestra de especial deferencia hacia el Perú y su Enviado, siendo además la prima, primerísima vez que la Corte de Roma usa del telégrafo para mandatos de ese genero.

La importancia del suceso, y la necesidad de que US. estuviese al corriente de las ventajas que había obtenido, para que pudiese observar con cononimiento, la actitud que allí debían tomar los Iltmos. Metropolitano y Obispo Bandini, me deci dieron á dirigir á US. un mensaje por el cable, concebido así:

"Gobierno.-Lima.

Vaticano, telegrafia Bandini, Arzobispo, acepten, Trujillo, coadjutor.

García"

Espero que el anterior despacho llegaría oportunamente á manos de US.

Dios guarde á US.

S. M.

AURELIO GARCÍA Y GARCÍA.

Legación del Perú ante la Santa Sede.

Señor Ministro:

Roma, Febrero 28 de 1884.

Con posterioridad á la remisión de mi oficio No 3, me ha acordado Su Eminencia el Secretario de Estado, otras intere santes entrevistas.

Planteadas nuestras justas demandas, bajo la forma concreta que lo hice, y cuyos detalles trasmití á US. por el correo último, la discusión se inició nuevamente, siguiendo el curso de la anterior.

Poca perspicacia fué menester para apercibirme, al principio de la segunda conferencia, del cambio que se había operado en la mente del Señor Cardenal. Me esforcé entonces en descubrir las causas que producían tan súbita mudanza, y creo no estar desencaminado, señalando la fuente á que las atribuyo.

Recientes comunicaciones de Lima, que acababa de recibir la Secretaría de Estado, traían erróneos y apasionados informes acerca de la situación política de la República, á la que se presentaba envuelta en la más cruda guerra civil, fomentada por el invasor, contra el Gobierno Constitucional instaurado, le dicen, por el General Cáceres.

El escollo que la ambición y estrechas miras de partido, de unos pocos, ponían en mi ya difícil camino, parecía infranqueable y nos apartó del asunto en debate, desde que era ocioso hablar de arreglos que exigían concesiones y sacrificios, sin desvanecer la nebulosa perspectiva de un estado de cosas semejante.

Analizar los móviles á que obedecían los autores de esas falsas informaciones, recordando que quienes emplearon la festinación y aún la violencia para lograr el predominio de sus recientes irregularidades, no merecían fé; presentar el cuadro sintético de los Departamentos. que componen el Perú y el reconocimiento que sucesivamente han hecho del Gobierno del General Iglesias, por medio de actas populares; rememorar las opiniones de la prensa nacional y extranjera, comentando el desenlace de nuestra lucha interna; hacer mención de los telegramas que anuncian la próxima instalación de la Asamblea Constituyente, elegida por los ciudadanos hábiles para votar; y, por último, mostrar la verdad incontestable de tener hoy el Gobierno Nacional su asiento en la Capital que es á la vez

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