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ga en la ciudad de Chachapoyas, se facilita, sobre manera, la comunicación del pastor en todas estas provincias, y todo se sistema perfectamente. El Marañón servirá de barrera y límite natural entre este Obispado y el de Trujillo. Las provincias de Mainas y Pataz compusieron en otro tiempo con la de Chachapoyas una sola provincia, siendo Chachapoyas la capital como una de las ciudades más antiguas. Hoy, por las nuevas leyes del Estado, componen bajo de la misma capital un solo departamento llamado de las Amazonas: y es muy conveniente al orden y beneficio público, que el arreglo eclesiástico del territorio esté en consonancia con el político. La ciudad de Chachapoyas se halla en el centro de las provincias de Pataz y Mainas, y las distancias son cortas. De Chachapoyas á Cajamarquilla, cabeza de la de Pataz, no hay más que treinta y cuatro leguas, y el último pueblo de la provincia de Chachapoyas, llamado Santo Toribio de la Rioja, sólo dista ocho leguas de la ciudad de Moyobamba que, con la de Lamas, y los pueblos de Tabalosos, San Miguel, Tarapoto y Cumbaza, forman la de Mainas. Son, pues, muy fáciles y expeditas las comunicaciones desde la ciudad de Chachapoyas á las poblaciones de Mainas y Pataz. Dicha ciudad de Chachapoyas presta al Obispo una residencia mucho más digna, cual lo requieren los sagrados cánones, que la que tenía antes en Mainas. A más de ser una de las ciudades más antiguas del Perú, está suficientemente poblada y con un decente vecindario. Puesta en ella la Silla Episcopal, se concibe que, tanto los fieles de Mainas, como los de las provincias de Chachapoyas y Pataz, tengan los auxilios espirituales de que carecen en la actualidad y el Obispo se proporcione eclesiásticos de que disponer para el llenado de sus sagradas obligaciones, pues en ella se halla establecido, por los esmeros de este Gobierno, un Colegio de Ciencias y artes, de donde pueden salir los jóvenes educados allí de todas las tres provincias sin el trabajo de ir hasta Trujillo, (cuyo temperamento les es perjudicial) á recibir el orden sacro; y con la esperanza de ser promovidos á curatos que les presten comodidad y descanso, se animarán á servir entre tanto á los pueblos de misiones, hoy casi desamparados por falta de buenos evangélicos, sufriendo molestias y toda clase de privaciones.

Este es, por ahora, casi el único recurso de fomentar di chas misiones en los pueblos de infieles confinantes, con cuyo objeto se erigió en un principio el Obispado de Mainas, después que de las resultas de la revolución política del Perú, han desaparecido los misioneros del Colegio de Ocopa y de los Hospicios de Chachapoyas, Tarma y Huánuco, constituyéndose en éstas casas, escuelas de gramática, artes y ciencias por disposición del Gobierno; por manera que hoy el Obispo concentrado en Mainas es sin objeto.

Por todo lo que, y pudiendo hacerse hoy la desmembración de las citadas provincias tan importante á la salud espiritual de los fieles de aquella región, sin agravio de nadie, por hallarse vacante el Obispado de Trujillo y constándole, por otra parte, al Gobierno, que el Obispo y Čabildo de Trujillo quedan, á pesar de la desmembración, con rentas suficientes para su decente mantención, ruega á Vuestra Santidad tenga á bien aprobar y confirmar dicha desmembración y traslación de la Silla Episcopal de Mainas á la ciudad de Chachapoyas, con cuyo nombre será conocido en adelante el Obispado que antes se titulaba de Mainas. (1)

Nuestro Señor guarde la importante vida de Vuestra Santidad muchos años para bien de la Cristiandad.

Lima, diciembre 6 de 1833.

Santísimo Padre.

De vuestra Santidad muy reverente y obsecuente hijo.

AGUSTÍN GAMARRA.

BULA

En el nombre del Señor.-Amén.

Sea notorio á todos donde quiera que se hallen, que el día seis del mes de junio del año de mil ochocientos cuarenta y tres de la natividad de nuestro señor Jesucristo, y trece del Pontificado de nuestro santísimo señor Gregorio Papa XVI de este nombre, yo, el oficial diputado leí ciertas letras apostólicas expedidas bajo el sello de plomo, y cuyo tenor es el siguiente, á saber: Gregorio, Obispo, siervo de los siervos de Dios, para perpetua memoria. Mirando por toda la grey cristiana, encomendada por Dios á nuestro cuidado desde la sublime atalaya de Pedro, á que fuimos elevados, sin ningún mérito nuestro, por disposición de la divina providencia, acudimos, desde luego, á donde quiera que nos llaman las necesidades cuotidianas de los fieles, aún los más distantes, y excitados por nuestra solicitud apostólica en favor de todas las iglesias,

(1) Véase el documento apostólico de las páginas 67 y 68.

decretamos ahora lo que, atendida la variación de los tiempos y lugares, juzgamos más conveniente y seguro para franquear á las almas el camino de la salud eterna. Acontece á la verdad, no pocas veces, que lo que antes se había decretado saludablemente, convenga variarlo y mejorarlo después, según las nuevas circunstancias que hacen nacer las cosas y los tiempos. Así es que aunque nadie hubiese dudado que se adjudicaron en un principio legítimamente á las iglesias episcopales de Trujillo y Mainas aquellos territorios, que parecían más adecuados á sus antiguas circunstancias, con todo, desde que las cosas variaron allí de aspecto con el trascurso del tiempo, ha prevalecido la opinión general de que también podría consultarse, allí mismo, la mejor administración espiritual de las cosas sagradas, si con la desmembración de la diócesis de Trujillo se acrecentase la de Mainas, y se estableciese más ventajosamente en otra parte la Silla de este Obispado. En esta virtud, los que obtenían el mando supremo en las provincias del Bajo Perú nos suplicaron humildemente que tuviésemos á bien separar y desmembrar de la diócésis de Trujillo, las provincias que llaman Pataz y Chachapoyas, y agregarlas é incorporarlas á la diócesis antigua de Mainas, y trasladar así mismo la Sede Episcopal de esta diócesis á la ciudad de Chachapoyas, de manera que la que antes se llamaba iglesia de Mainas, derivase su nombre, en lo sucesivo, del de aquella ciudad, alegando para el logro de esta medida, por una parte, la grave necesidad de esos fieles de Jesucristo, y, por otra, la mayor oportunidad de conservar y extender la religión católica. En efecto, del expediente canónico que mandamos se instruyera y que se ha concluido en debida forma, aparece clara y manifiestamente, que el territorio diocesano de Trujillo consta de siete vastas provincias, cubiertas de ciudades y aldeas en gran número, y de muchos millares de habitantes: que las provincias mencionadas, Pataz y Chachapoyas, se hallan muy separadas del resto de la diócesis de Trujillo por el río Marañón, y que desde los últimos confines de aquellas hasta esta ciudad media el espacio de más de cien leguas, de suerte que el prelado de esa iglesia, embarazado por la fragosidad de los caminos, por los graves peligros del viaje y por la rapidísima corriente del mencionado río, se constituye en ellas con menos frecuencia de la que convendría para desempeñar la visita pastoral, y llenar los demás deberes episcopales de que depende especialmente la salud de las almas. Muy sensible es, por cierto, que cerrada del todo, ú obstruida por mucho tiempo esa comunicación, tan necesaria entre el pastor y la parte de la grey que se le ha confiado, estén los más de los fieles, ya adultos y hasta ancianos, careciendo, todavía, del sacramento de la confirmación. Agrégase á esto el número excesivamente corto de sacerdotes, que ni es bastante á cultivar la mies del Señor, tan ex

tensa y tan descuidada, ni puede emplear el esfuerzo necesario en la defensa y aumento de la religión católica. Además se nos ha manifestado que de semejante desmembración no resultaría menoscabo alguno á las mesas del Obispado, ó del Capítulo de la Catedral de Trujillo, puesto que á la misma diócesis le quedaban todavía cinco muy grandes y riquísimas provincias; y que, por otra parte, su prelado se descargaría de una no pequeña parte de los cuidados y trabajos que al presente gravitan sobre él solo. Del citado expediente aparece también comprobado, que es útil y aún necesario, no sólo que las mencionadas provincias de Pataz y Chachapoyas se unan y adjudiquen á la diócesis de Mainas, sino también que la Silla Episcopal se traslade de la ciudad de este nombre á la de Chachapoyas; porque á más de aspirar con anhelo à esto mismo casi todos los fieles de Jesucristo residentes en esas provincias, son hechos, bien averiguados, que la ciudad de Mainas está situada en un monte escarpado y fragoso, bajo una atmósfera ardiente y perjudicial á la salud; que en ella se siente mucha carestía de víveres y de los artículos más necesarios á una cómoda subsistencia; que la iglesia que tiene está indecente y desmantelada, faltándole aún aquellas cosas que son de necesidad para celebrar el incruento sacrificio de la misa; que, por el contrário, la ciudad de Chachapoyas está colocada en un sitio más cómodo y casi central, gozando de un aire saludable; que es rica y floreciente por su gran comercio; que descuella entre las demás por la comodidad y elegancia de sus edificios, por las maneras más cultas de sus habitantes, por la nobleza de las familias, y, en fin, por ser la residencia del prefecto del departamento, de los administradores públicos y de las fuerzas militares que suelen estacionarse en ellas; que además hay allí una iglesia bajo la invocación de San Juan Bautista, bien adornada y decentemente dotada de sagrado ajuar y rentas, reputándose por tanto la más aparente entre todas, y la más digna de ser condecorada con el título de catedral; que existen en la misma ciudad otras cinco iglesias, un panteón, una posada pública, algunas escuelas, y que se está disponiendo un colegio diocesano para seminario de alumnos eclesiásticos, y unos locales que sirvan de decente habitación y de curia al Obispo, cuya mesa se verá pronto aumentada con el fondo de su congrua sustentación. Estamos así mismos informados de que el Obispo de Mainas no podría subsistir útilmente por mucho tiempo, sino se llevase á cabo semejante medida. Luminosamente manifestados todos estos hechos gravísimos é indudables, pesadas, con madura deliberación, todas las circunstancias y oído de antemano el parecer de la respectiva congregación de cardenales de la santa iglesia romana, hemos juzgado que debíamos acceder á los ardientes deseos del Gobierno Peruano y de aquellos pueblos. Así que, por la plenitud de la

autoridad apostólica, de motu propio y ex certa scientia y madura deliberación, dividimos y desmembramos para siempre del Obispado de Trujillo, ó de su diócesis, las mencionadas provincias de Pataz y Chachapoyas, es decir, todo el territorio que ellas ocupan al presente, y al mismo tiempo eximimos y libramos enteramente, y de un modo también perpetuo, de la jurisdicción ordinaria, potestad y superioridad del Obispo que existiere en Trujillo, ó del Ordinario de su diócesis, todas y cada una de las parroquias, iglesias, conventos y monasterios y otros cualesquiera beneficios seculares y regulares de cualesquiera órdenes, que allí acaso existan, como también á las personas de uno y otro sexo, estantes y habitantes, así laicos como clérigos, presbíteros, beneficiados, religiosos de cualquier grado, estado, orden y condición; y hecha esta desmembración, división y exención, suprimimos y extinguimos perpétuamente el título de Sede Episcopal y la catedralidad de la iglesia existente en la ciudad de Mainas, y la reducimos al estado de simple iglesia parroquial matriz de esa capital, y recomendamos al mismo tiempo que se mire con el mayor celo posible por su cuidado y manutención, igualmente que por el culto divino y la debida y decente administración de los sacramentos. Verificada esta supresión y extinción de la Sede Episcopal y catedralidad de la iglesia de Mainas, establecemos y erigimos la ciudad de Chachapoyas, en la mencionada provincia del mismo nombre, en ciudad episcopal, para que goce de todos y cada uno de los honores, derechos, privilegios y prerrogativas de que usan y disfrutan en las Indias las demás ciudades condecoradas con la Sede Episcopal y sus habitadores y ciudadanos. Constituimos también y erigimos el templo que existe en la mencionada ciudad, bajo la invocación de San Juan Bautista, en nueva catedral de Chachapoyas, y allí mismo establecemos y erigimos de un modo igualmente perpetuo, la Silla y catedral pontifical que en lo sucesivo se denominará de solo el Obispo de Chachapoyas, el cual presida á la iglesia, á la ciudad y á la diócesis que se le asigne abajo, convoque el sínodo, y tenga y ejerza todos y cada uno de los derechos, oficios y cargos episcopales, con su capítulo, arca, sello, mesa y demás insignias, derechos, honores, preeminencias, gracias, favores, indultos, jurisdicciones y prerrogativas, catedrales y pontificales, de que en las Indias de occidente gozan otras iglesias catedrales y sus prelados. Y constándonos que la mencionada iglesia de San Juan Bautista carece de órgano y de un sagrario decente, cual corresponde á su catedralidad, mandamos, por tanto, que se tomen providencias relativas á uno y otro objeto, si aún no se hubieren tomado.

Para que, erigida de este modo la iglesia de Chachapoyas, tenga en adelante su propia diócesis, asignamos y adjudicamos perpétuamente á su prelado por tal diócesis de la misma

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