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y costumbres, están llamados á formar una sola familia y á desarrollarse bajo la más perfecta unión. Al obrar así, no hace sino ser consecuente con su anterior conducta y obedecer á los fraternales sentimientos que le animan, y que siempre han servido de norte á sus relaciones con las Repúblicas Hispano Americanas.

Con tal motivo, me es grato ofrecer á V. E., los sentimientos de alta y distinguida consideración, con que tengo el honor de ser de V. E., atento obsecuente servidor.

MANUEL ALCALDE.

Al Excmo. Señor Ministro de Relaciones Exteriores del Perú.

Ministerio de Relaciones Exteriores.

Parana, Noviembre 27 de 1861.

Señor Ministro:

Con motivo del ataque que acaban de sufrir las iustituciones democráticas y la seguridad continental en la República de Santo Domingo, del funesto ejemplo que, con su apostasía ha dado el general don Pedro Santa Ana, del desdoroso y equivocado concepto á que puede dar lugar este hecho en Europa, respecto de la estabilidad del sistema político adoptado en América, por la circunstancia de haberse efectuado contemporáneamente con la tentativa del Presidente de otra República, que se supone, proyecta también una transformación semejan te, solicitando para ello á potencias europeas, y por otras consideraciones, de no menos peso, el Gobierno de V. E, toma la noble iniciativa, con la circular á los Gobiernos de América, datada el 24 de Agosto último, y que he tenido el honor de recibir, para protestar contra tan violento atentado que amenaza inmediatamente á la libertad del Continente.

El Gobierno argentino, consecuente con la tradicional política que ha señalado su marcha, concurriendo por todos los medios posibles al mantenimiento y respetabilidad del derecho adquirido, como naciones soberanas, por las Repúbicas que,

en otro tiempo, fueron colonias de la Corona de España, se sintió profundamente conmovido al tener conocimiento de la traidora celada con que una ambición criminal ha vuelto un pueblo libre á la dependencia colonial, de que se desligó, no menos por sus propios y heróicos esfuerzos, que por el concur so simultáneo de las demás Repúblicas de América.

Le ha sido consolador, sin embargo, observar que ese pueblo, pasado el vértigo producido por la apostasía de su mandatario, leal á los principios democráticos que ha jurado sostener, se alza para borrar tamaña injuria.

La guerra que heróicamente sostienen los dominicanos, para mantener su rol de Nación independiente y libre, que la Metrópoli misma y otras potencias de Europa le han reconocido, es un testimonio elocuente, de que toda pretensión de dominación extranjera en América, ha de escollar contra el sentimiento común de los pueblos.

Si bien es cierta, como lo revela el hecho enunciado en la precitada nota de V. E., la existencia de un detractor perjuro de las instituciones democráticas en el Continente, no es menos evidente, que en el seno de las sociedades mismas, esté inoculado en América el sentimiento de la libertad que sustenta su elevación y su fuerza, y que ante él se estrellarán, ahora y siempre, las tentativas de toda dominación extranjera.

La monarquía española, ó cualquiera otra que fuere halagada por las promesas de ilusas pretensiones, no puede conservar la esperanza de una reconquista ante la actitud enérgica que desplegan los Estados del Continente americano; y la consideración de aquellas potencias hácia estos, no podía ser otra que la que ellas han hecho palpitante merecer, siempre que su integridad se ha hallado amenazada de un poder extraño.

Esa actitud enérgica y digna, de que no pueden declinar, sin mengua, los Gobiernos americanos, en nada afecta, como V.E. juiciosamente observa, las relaciones de amistad y buena inteligencia que mantiene con la Metrópoli, ni las ámplias garantías de que gozan los súbditos españoles en los Estados libres de América.

El agente diplomático de la República en Europa, recibirá instrucciones sobre el grave asunto que motiva esta nota.

Dejando así contestada, por orden de mi Gobierno, la importante comunicación de V. E., tengo el honor de saludar á V. E., con mi más distinguida consideración.

NICANOR Molina.

A S. E. el Señor Ministro de Negocios Extranjeros de la República del Perú.

RESCISIÓN DEL CONTRATO DE ARRENDAMIENTO DE LA BAHÍA Y PENÍNSULA DE SAMANÀ.

Secretaría de Estado de Relaciones Exteriores.

Santo Domingo, Marzo 27 de 1874.

Excelentísimo Señor:

Pongo en conocimiento de su Gobierno, por conducto de V. E., que, por los motivos que se desprenden del dereto supremo que tengo la honra de incluir á V. E., el Gobierno de la República, haciendo uso de su derecho, é interpretando fielmente los sentimientos del pueblo dominicano, ha rescindido el con venio de arrendamiento de la Bahía y Península de Samaná.

Al anunciar á V. E., uno de los actos más gloriosos de la actual administración, supuesto que él constituye la restauración de la integridad de nuestro territorio, me complazco en creer que el Gobierno de V. E., y el pueblo que representa, tan celosos de la honra nacional, sabrán apreciar los patrióticos sentimientos que abriga el pueblo dominicano.

Con sentimientos de la más alta consideración, me suscribo de V. E., muy atento y seguro servidor.

Cocco.

Al Excmo. Señor Secretario de Estado de Relaciones Exteriores del Perú.

Ministerio de Relaciones Exteriores.

Lima, Mayo 13 de 1874.

Señor Ministro:

Me ha sido honroso informarme de la nota de V. E., de 27 del mes antepasado, en la que se sirve participarme la rescisión del convenio de arrendamiento de la Bahía y Península de Samaná.

Mi Gobierno ha visto con sumo interés, el plausible acontecimiento que V. E. me comunica, y que realiza para esa República, el importante fin de la conservación del territorio nacional en toda su integridad.

Congratulando por él á V. E. y su digno Gobierno, y asimismo, al patriótico pueblo dominicano, aprovecho, con satisfaccion, esta oportunidad, para ofrecer á V. E., la señalada consideración y aprecio con que soy de V. E., atento servidor,

J. DE LA RIVa Aguero.

Al Excmo. Señor Ministro de Relaciones Exteriores de la República de Santo Domingo.

QUEJAS FORMULADAS POR EL GOBIERNO SOBRE LOS ACTOS PRACTICADOS CONTRA EL CÓNSUL DEL PERÚ EN PUERTO PLATA.RESPUESTA DEL GOBIERNO DE SANTO DOMINGO.

Ministerio de Relaciones Exteriores.

Señor Ministro:

Lima, Diciembre 5 de 1877.

El señor Cónsul imperial de Alemania en Santo Domingo, me ha dirigido, con fecha 6 de noviembre último, una comunicación, en la que me hace saber que el señor doctor Manuel R. Silva, Cónsul del Perú en Puerto Plata, ha sido repentinamen te reducido á prisión y trasladado á aquella capital á bordo de la goleta de guerra "Capotillo."

El señor Cónsul alemán me ha remitido, al mismo tiempo, copia de la protesta elevada por el señor Silva al Cuerpo Con sular; y según la cual, han tenido lugar los hechos siguientes: Hallándose el señor Silva, en el cuarto de su Despacho, se presentaron algunos agentes de la fuerza pública, y sin exhibir orden alguna de autoridad, le intimaron se entregase preso; en vano el señor Cónsul del Perú les manifestó lo inusitado é ilegal de ese procedimiento, les pidió tiempo para nombrar un depositario del archivo, y aun extendió el pabellón peruano en el suelo de su habitación. Los agentes, atropellando toda consideración y llevando su falta de respeto hasta pisotear la bandera del Perú, tomaron preso al señor Silva y le privaron aun de los medios de hacer su protesta al Cuerpo Consular, que ha debido escribir con lápiz.

La simple narración de estos hechos, me excusa de insistir sobre su gravedad: ellos constituyen una violación flagrante, no solo de las prerrogativas consulares reconocidas en todo el mundo, sino de los fueros que garantizan la libertad de cualquier individuo particular.

Así lo ha comprendido el honorable Cuerpo Consular, resi dente en Santo Domingo, que se proponía reunirse el 7 de no viembre, para reivindicar, ante el Gobierno de V. E., el respeto á esas prerrogativas conculcadas en la persona del señor Silva.

S. E. el Presidente de la República, en cuyo conocimiento he puesto estos sensibles acontecimientos, me ha ordenado expresamente que me dirija á V. E., llamando sériamente su atención hacia ellos, y pidiéndole, como lo hago, que á ser

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