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suministró en su persona un ejemplo notable de lo que puede la enerjía individual para sobreponerse a las preocupaciones mas arraigadas, i fué al mismo tiempo uno de los mas calorosos apóstoles de esta verdad tan fecunda en provechosos resultados. Aludo a Camilo Henríquez.

A medida que los años van trascurriendo, va tambien apareciendo su noble figura sobre un pedestal mas alto i magnífico.

Vivió i murió pobre, sin otro caudal que algunos libros, sin otro instrumento de grandeza que una pluma.

Su existencia humilde no tuvo ni las consideraciones de la opulencia ni el prestijio del poder. Pero Camilo Henríquez fué el redactor de la Aurora.

Esa es su gloria inmarcesible.

Ese es el mérito que a proporcion que la distancia del tiempo nos permite juzgar mejor los sucesos i los hombres, va enalteciéndole sobre tantos otros de sus contemporáneos en su época mas aplaudidos que él, mas acatados, mas recompensados.

La Aurora, el primer periódico que apareció en este país, contiene en sus columnas las ideas que fomentaron la revolucion chilena, que trasformaron desde sus cimientos nuestra sociedad, que nos han hecho lo que somos.

¿Dónde las habia aprendido Camilo Henríquez? Habia nacido en la segunda mitad del siglo pasado en la ciudad de Valdivia, entónces una de las poblaciones mas atrasadas del atrasado Chile.

Se habia educado en Lima en un convento de frailes, cuyo hábito habia tomado.

I sin embargo, salió del claustro un filósofo que rechazaba las creencias segun las cuales era dirijida la sociedad colonial.

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Bajo la capucha monacal se ocultaba una cabeza en que bullian las ideas de los libres pensadores franceses.

Era aquel un ejemplo en carne i hueso de como un individuo a despecho de todas las dificultades imajinables puede emanciparse de la ignorancia i del error que le asedian por todas partes.

El hombre que habia visto operarse en sí mismo una revolucion tan estraordinaria no podia dudar de que ella fuese posible en la sociedad.

Fué esto lo que Camilo Henríquez emprendió manifestar en las columnas de la Aurora.

El territorio de Chile estaba ocupado por una poblacion escasa, ignorante, pobre, esclavizada, privada de toda especie de goces.

¿Qué le impedia ser numerosa, instruida, rica, libre, dotada de todos los beneficios de la civilizacion? No la naturaleza, respondia Henríquez, que se ha mostrado pródiga con este suelo concediéndole un clima delicioso i benigno, adecuado para todas las producciones de la Europa, i guardando tesoros de riquezas en las entrañas de sus montes.

Camilo Henríquez oponia de este modo a la teoría del predominio absoluto de las influencias físicas una refutacion deducida del ningun aprovechamiento que el hombre por su culpa sacaba en Chile de las ventajas naturales.

Aquí teneis, decia, una comarca a la cual Dios parece haberlo otorgado todo, i que sin embargo permanece estéril i miserable.

Las causas de tanto i tan vituperable atraso, agregaba el redactor de la Aurora, son las instituciones viciosas, los malos hábitos, la ignorancia, la indolencia.

Todo eso es difícil de correjir, pero de ninguna manera imposible.

"Veamos si podemos levantarnos del polvo" esclamaba aplicando al caso unos versos de la Eneida.

"Los hombres se forman. Los árboles de una misma especie varían por la diversa cultura que reciben. Pero el dar la razon de los acontecimientos tristes ni consuela, ni debe lisonjear la incuria i la desidia: ántes debe ya crecer la actividad a proporcion de la grandeza i gravedad de las causas infaustas cuya influencia hai que destruir" (1).

"La libertad tiene que vencer muchos obstáculos, i que atravesar mui densas tinieblas; pero las tinie blas se disipan con las luces, i los obstáculos se superan con la fuerza i la prudencia, la actividad i la constancia" (2).

Nihil desperandum era el frecuente grito de guerra, el Santiago i cierra España, que el redactor de la Aurora lanzaba repetidamente para animarse a sí mismo i a sus lectores en la tremenda lucha que habia acometido contra la armazon colonial levantada en el nuevo mundo por Felipe II i la inquisicion.

I la reforma que Camilo Henríquez deseaba que se realizara no era parcial, sino total; era una reforma que lo abrazaba todo, desde la disciplina de los hospitales hasta la educacion pública, desde el cultivo de los campos i el laboreo de las minas hasta la civilizacion de los araucanos, desde el aseo de las calles hasta la organizacion del gobierno.

Escribiendo en cierta ocasion sobre la conveniencia de convertir el inmundo basural de la Cañada de Santiago en un delicioso i saludable paseo, decia: "Yo tengo razones para no proponer el plantío del

(') Aurora de Chile, fecha 24 de setiembre de 1812, tomo 1, núm. 38. (2) Aurora de Chile, fecha 7 de enero de 1813, tomo 2, núm. 1.

estéril sauce; mejor es el naranjo i otros árboles que unen a la belleza i permanencia de las hojas, la produccion de frutas de que se aprovechan los niños i los pobres" (1).

Lo que Camilo Henríquez queria que se hiciera en el lodazal de la Cañada de Santiago da una idea de lo que anhelaba que se hiciera en la miseria i la degradacion de la sociedad chilena.

Aspiraba a que nuestra nacion pasara a ser de ruin i raquítica, no uno de tantos pueblos, sino uno grande i glorioso por las obras de la guerra i de la paz, de la intelijencia i del trabajo; un pueblo que se asemejara, no al estéril sauce, sino al naranjo de hermosas hojas, de odoríferas flores, de sabrosos frutos.

Para todo esto, Camilo Henríquez creia que no se habia menester mas que de voluntad firme i decidida.

Válgame Dios, por tanto como necesitamos,"" decia aludiendo a las mejoras de toda especie que debian ejecutarse en Santiago.

-"No nos acobardemos, se respondia; paciencia i trabajar; ménos habia cuando se fundó la ciudad" (2).

I Camilo Henríquez alcanzó a contemplar ántes de morir el principio de la realizacion de sus encumbrados pensamientos.

En la sociedad chilena se ejecutó con mas o ménos tropiezos la misma portentosa revolucion que el fraile valdiviano habia visto efectuarse en su propia persona.

La voluntad humana, a pesar de todo jénero de dificultades, habia sido suficiente para llevar a ca

(1) Aurora de Chile, fecha 19 de noviembre de 1812, tomo 1, nfim. 41. (2) Aurora de Chile, fecha 19 de noviembre de 1812, tomo 1, núm. 41.

bo en todo un pueblo lo que habia realizado en un individuo.

"Educado en el odio de la tiranía, escribia Camilo Henríquez en un rapto de entusiasmo, pasada la mitad de la vida en estudios liberales, volví al nativo suelo despues de una ausencia de veinte años, cuando creí poderle ser útil. Emprendí el arduo designio de la ilustracion pública, descendí al campo peligroso, combatí contra las preocupaciones; os hablé de vuestros intereses, de vuestros derechos, de vuestra dignidad. He trabajado solo; solo me he espuesto al odio de la tiranía i del error" (1).

Para que estas palabras sean apreciadas como corresponde sin atribuirlas a un exceso de vanagloria, debe tenerse presente que eran estampadas en el primer periódico chileno, en medio de la lucha, cuando el triunfo se divisaba todavía mui lejano, i cuando mui bien podian servir a su autor, no de una bella inscripcion para el pedestal de una estatua, sino de un auto-cabeza de proceso que podia llevarle a un presidio o al cadalso.

Mientras tanto, esas palabras, en las cuales hai sin duda exajeracion (Camilo Henríquez no estuvo solo) manifiestan cuánto es el predominio de la voluntad humana para influir sobre los aconteci

mientos.

Un hombre solo, o casi solo, osó en Chile trabar un rudo ataque contra un conjunto de preocupaciones formado en tres siglos, i protejido por el santo respeto de la relijion, por la temible fuerza del gobierno, por el amparo formidable de los intereses.

¡I el vencedor fué ese hombre; o si se quiere, las ideas que representaba i propagaba!

¡I ese conjunto de preocupaciones vino al suelo

(1) Aurora de Chile, fecha 27 de agosto de 1812, tomo 1, núm. 29.

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