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dos por leyes enteramente análogas a aquellas por las cuales son rejidos los fenómenos del mundo material.

El libre arbitrio es una pura ilusion.

La aptitud de las naciones para llegar al fin que les parezca mas apetecible, una patraña desmentida por la esperiencia..

II.

Los individuos i los pueblos, segun los pensadores a que aludo, obedecen a dos clases de influencias que fijan irremediablemente su marcha i su destino.

Esas influencias son: o físicas, o sociales.

Pertenecen a la primera de estas categorías: el elima, la calidad del suelo, el aspecto de la naturaleza.

Cada comarca, segun su posicion jeográfica i su constitucion jeolojica, es propia para tal especie de civilizacion, como lo es para tal especie de veje

tacion.

El frio, el calor, la abundancia i escasez de la lluvia, los meteoros, los terremotos, la proximidad del mar, la existencia de rios caudalosos o de estensas i enmarañadas selvas, las montañas, los llanos, la cantidad i la calidad de las producciones naturales forman los principales elementos de la historia de las naciones.

Segun los sostenedores de este sistema, los actores verdaderos del gran drama social en el teatro de la tierra son, no los individuos del linaje humano, emperadores, pontífices, tribunos, filósofos, sacerdotes, caudillos, hombres de la guerra, de la ciencia, de la industria, sino las fuerzas del universo, por las cuales se encuentra completamente avasa

llado aquel que se habia imajinado ser el rei de la creacion.

El hombre ha dejado de ser una persona dotada lel pensamiento que puede concebir lo que mas convenga a la consecucion de su bien, i de la voluntad que puede ejecutarlo, i por eso superior a la poderosa naturaleza física que puede abrumarle; i ha pasado a ser simplemente una caña mui frájil, i ademas despojada de toda la grandeza divina que erroneamente se le habia atribuido.

El rei de la creacion ha sido tambien depuesto como tantos otros reyes.

Muchos creian, verbigracia, que la organizacion social de la India era debida a los sacerdotes de Brahama i de Buda; la del Ejipto, a los Faraones; la de Méjico, a los emperadores aztecas; la del Perú, a los incas.

Si hemos de aceptar la teoría de las influencias físicas, parece que esta era una gravísima equivocacion.

La organizacion social de la India es debida al arroz; la del Ejipto, al dátil; la de Méjico i el Perú, al maíz.

La demostracion de ello es mui sencilla, casi matemática.

En toda sociedad un número determinado de individuos dotados de mayor intelijencia i actividad acumula en su provecho una suma de riquezas i de elementos de dominacion mas considerable, que los otros miembros de la misma asociacion.

La supremacía de la primera de estas clases sobre la otra es tanto mas absoluta, cuanto los subordinados son mas numerosos, i se ven por consiguiente forzados a pedir ménos precio por su trabajo.

No hai producciones mas abundantes i mas fáciles de obtener, que el arroz, el dátil i el maíz.

Mientras mas abundante i mas adecuado a las circunstancias del clima es el alimento, como lo es el que se saca de las tres plantas enumeradas, mas se multiplica la poblacion.

Mientras mas numerosa es la poblacion, por una lei económica mui conocida, mas baratos son los salarios.

Mientras mas baratos son los salarios, mas se enriquecen i enaltecen las clases directoras de la sociedad, i mas se empobrecen i abaten los proletarios.

De tales antecedentes, resultaron necesariamente en la India, en el Ejipto, en Méjico, en el Perú, la organizacion de las castas i todas sus consecuencias.

El arroz, el dátil, el maíz pudieron respectivamente en aquellos antiguos imperios mas que el hombre, cuyas instituciones i cuyas obras fueron dirijidas por la naturaleza de aquellas produccio

nes.

Los ejemplos del poder de las influencias físicas análogos al precedente, que se citan, son tan variados, como numerosos; pero siendo todos mui conocidos, basta el mencionado para dar idea de los medios de demostracion que se emplean en favor de esta teoría.

III.

Si el individuo i la sociedad se hallan sujetos al imperio de las fuerzas materiales, no lo están ménos, segun se dice, al influjo tambien irresistible de los elementos sociales que se han ido creando i combinando en una larga serie de años.

Los dogmas relijiosos i políticos, las creencias de

todo jénero, los intereses de toda especie, las preocupaciones, los hábitos, las instituciones desempeñan en este sistema el mismo papel que en el otro los climas, los vientos, los mares, los rios, los llanos, los desiertos, los alimentos.

Si hubiéramos de prestar asenso a los defensores de esta doctrina, los descubrimientos, las batallas, los trastornos, todos los grandes acontecimientos que han modificado la condicion de los pueblos, llevándolos a la prosperidad o a la ruina, son evoluciones, luchas, triunfos de las influencias sociales, en las cuales la intervencion de los individuos es completamente nula.

La historia es así concebida como el desenvolvimiento o el choque de grandes corrientes de ideas i de intereses, jamas gobernadas por una porcion mas o ménos numerosa de personas, que serian impotentes para desviarlas de su curso.

IV.

Como se ve, cualquiera de estos dos órdenes de influencias, tales como son descritas, sería suficiente para quitar a uno o mas individuos toda dirección en la serie inalterable de los sucesos humanos. ¡Cuánto mas se la quitarán los dos reunidos!

Efectivamente, sí el poder de las influencias fisicas i sociales es tan irresistible como se pretende, el titulado rei de la tierra queda reducido al triste oficio de monarca holgazan, sin tener sobre los seres inferiores que le rodean otra ventaja que la de observar el inmenso movimiento que le arrastra junto con ellos.

De aquí resulta que la ponderada superioridad del hombre sobre el resto de la creacion se limita a conocer que es llevado no sabe a dónde, i sin

ninguna participacion suya, por un formidable torbellino de fuerzas estrañas.

La conciencia protesta contra una conclusion semejante.

Esa voz interior, que todos escuchamos en el fondo de nosotros mismos, i cuyo testimonio no podemos declarar engañoso sin renunciar a nuestra propia personalidad, nuestro mayor tesoro, es mas convincente que todos los raciocinios de la injeniosadialéctica, i mas elocuente que todas las suposiciones de la osada i sublime fantasía.

A pesar de cuanto se diga para intentar demostrar lo contrario, cada uno de nosotros se siente dueño de todos sus actos, al tomar cualquiera resolucion, sea la mas pequeña, o sea la mas grande.

Este es un primer hecho incontrovertible que destruye las doctrinas por las cuales se trata de presentar al hombre como irremediablemente sujeto a las fuerzas físicas i sociales.

"Yo quiero, luego soi una personalidad" es un axioma tan fundamental como el famoso "Yo pienso, luego existo."

V.

En seguida, nuestra propia esperiencia, i la observacion de lo que sucede a nuestros semejantes, nos hacen ver que si bien es cierto que las influencias de la naturaleza i de la sociedad ejercen un poderoso imperio sobre la condicion humana, tambien lo es que con frecuencia una reunion de individuos, i en ocasiones, aun individuos aislados logran dominar esas influencias, imponiéndoles una direccion.

Sería pretender negar la realidad de los hechos si desconociéramos la existencia de causas jenerales,

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