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que despierta de él en Paris el año de 2440, i con esta invencion refiere el estado en que se figura hallarse en aquel tiempo la corte de Paris, la monarquía de Francia, la Europa i la América, afectando desengaños, i suponiendo alteraciones en todo el gobierno eclesiástico, civil i político; que esta obra es un tejido continuado de blasfemias contra nuestra sagrada relijion católica i una burla sacrílega de los misterios divinos, de los santos sacramentos, de los ministros eclesiásticos, de la adoracion i culto del verdadero Dios, de las santas escrituras i de la verdad revelada, i en fin de todo lo mas sagrado i divino de la lei de Jesucristo; que al mismo tiempo que desprecia con la mayor avilantez los santos padres i doctores de la iglesia, aplaude con desmedidos elojios los escritores mas impíos i detestables que en estos últimos tiempos bajo el título de filósofos libres han renovado los errores antiguos, i declarado la guerra mas sangrienta i obstinada contra la fe i la relijion católica; pero que el autor de este libro excede a los demas en las horrendas invectivas contra los sacerdotes i señores temporales, sus leyes, ministros i majistrados, i contra el órden público i comun gobierno de los estados, conmoviendo los ánimos a la independiencia i absolnta libertad, i conspirando a una entera i lamentable anarquía; i no contento con tan execrables máximas, sujiere los medios de llevarlas a efecto, mi real celo i piedad han movido en mi católico corazon los sentimientos propios de mi amor a la sagrada relijion de Jesucristo i a los ministros de su iglesia; i así mismo mi vijilante cuidado de la quietud i tranquilidad de mis amados i fieles vasallos, i la justa conservacion de mi autoridad soberana i observancia de mis justas leyes, me han obligado a deter

minar, no solo a que se condene por el tribunal del Santo Oficio este perverso libro, sino que tambien haga el mi consejo se quemen públicamente por mano del verdugo todos los ejemplares que se encuentren, a cuyo fin se harán las pesquisas necesarias; que se ponga el mayor cuidado en todos los puertos i fronteras de mis reales dominios para que no se permita en adelante introducir ejemplar alguno de tan pernicioso libro, imponiendo las mas severas i graves penas a los contraventores; i que así mismo se tomen por el mi consejo todas cuantas providencias dicten la prudencia i reglas de buen gobierno para preservar a estos fieles i católicos estados de una peste mortal, que si no se ataja con tiempo, puede acarrear los mas graves daños i perjuicios; que el juez de imprentas i sus subdelegados hagan saber a todos los libreros, que entreguen o denuncien los ejemplares que tengan o sepan de este pestilencial libro, remitiéndolos al mi consejo con testimonio de los autos que formen, para que en su vista pueda poner en ejecucion lo demas que tengo resuelto en cuanto a que se quemen públicamente por mano del ejecutor de la justicia; i así mismo hagan notificar a dichos libreros, u otros comerciantes en libros, no pidan ni introduzcan éste, bajo la multa de quinientos ducados, seis años de presidio, i las demas penas que correspondiesen conforme a derecho. Fecha en Aranjuez a 20 de abril de 1778. -Yo el Rei.-Por mandado del Rei Nuestro Señor, Miguel de San Martin Cueto."

Segun la descripcion, el tal libro era un terrible aborto del infierno, i se comprende el espanto, que fué infundado, a lo ménos con respecto a Chile, donde no se descubrió ningun ejemplar.

miento de pretendida superioridad que se denomina provincialismo.

¿No entraria en la misma categoría la comparacion entre las bibliotecas de Sevilla i de Lima?

Pero, en fin, todas aquellas colecciones eran verdaderas bibliotecas de conventos, o dignas de serlo, compuestas de enormes libros en folio, casi todos escritos en latin. i referentes a cuestiones escolásticas de teolojía i de derecho, i reunidos, puede decirse, bajo la vijilancia suspicaz de los obispos i de los gobernadores, de los subalternos de los unos i de los otros.

Preciso es confesar que todo aquello no era propio para estimular la aficion a la lectura, i sobre todo, que no era mui instructivo que digamos.

La existencia, pues, de estas indijestas bibliotecas, objeto de vanidad mas bien que de uso, no prueba que fueran utilizadas por gran número de

personas.

Los que, talvez por espíritu de paradoja, se han empeñado en sostener que el gusto de la lectura estaba bastante difundido en la América bajo la dominacion española han invocado en su apoyo la vastísima erudicion de que hacian ostentacion algunos escritores americanos, por ejemplo, un ViIlarroel, un Peralta Barnuevo.

Pero, en primer lugar, algunas escepciones no pueden constituir una regla jeneral; i en segundo, ese aparato de erudiccion, tan a la moda en los tres siglos anteriores, era, no la obra personal de los que la empleaban, sino, por lo comun, el resultado de los trabajos acumulados de una serie de autores que junto con agregar algunas citas de su propia cosecha, copiaban las que habian amontonado

sus antecesores.

Por último, para dejar bien establecido el hecho

tantes de Santiago por el bando pregonado a consecuencia de la real órden precedente debió ser grande, porque en aquella época eran mui pocos los que sabian frances; de manera que una obra escrita en esta lengua estaba prohibida por sí sola. Alejados los colonos de todo trato con estranjeros, i no pudiendo casi leer otros libros que los de devocion que les enviaba el monasterio del Escorial, la posesion de otro idioma que el paterno les era inútil. Así en Chile eran sumamente contados los que medio entendian uno distinto del castellano, hasta el estremo que el gobierno tuvo que valerse en ocasiones de un desertor de buque para ponerse al habla con las naves estranjeras que arribaban al país, i cuya procedencia e intenciones era necesario conocer. De esto resultaba que los libros censurados debian parecer a los chilenos la abominacion de las abominaciones por la doble i poderosa razon de que no comprendian ni sus títulos, i de que se les condenaba con tanto estrépito.

X.

El mismo rigor con que se perseguia a ciertos libros, uno por uno, puede decirse, se empleaba, como era lójico, contra las pinturas o emblemas alusivos a doctrinas o proyectos que se reputaban peligrosos o funestos para el réjimen existente.

He hablado en otro capítulo de la espulsion de los jesuitas. Como esta órden habia sido mui poderosa, i dejado, tanto en el nuevo, como en el antiguo continente, todo jénero de relaciones en los lugares donde habia estado establecida, algunos de sus adeptos, no perdiendo la esperanza de verla restaurada, se empeñaban por encender en el pueblo el odio contra sus perseguidores por medio de

la distribucion de estampas alusivas, destinadas para producir efecto en las imajinaciones.

Con este propósito esparcieron, entre otras, "en la ciudad de Barcelona, crecido número de ejemplares de una estampa satírica bajo el título de San Ignacio de Loyola (es el rei quien habla) con varias inscripciones acerca de la espulsion de los regulares que se llamaron de la Compañía, dirijidas todas a aumentar el fanatismo i a fascinar los pueblos, abusando de los testos de la escritura santa, ofendiendo las justas resoluciones de los soberanos, titulando odio i persecucion a lo que ha sido justa i necesaria providencia."

A consecuencia de este incidente, el rei espidió en San Ildefonso el 3 de octubre de 1769, una cédula que hizo estensiva mas particularmente a la América por otra de 20 de diciembre de aquel año.

En ellas ordenaba a todas las autoridades que "celasen con el mayor desvelo sobre las estampas que se vendiesen; i que hicieran saber a todos los impresores, libreros i tenderos no imprimiesen, vendiesen, pidiesen de fuera, ni tuviesen en su poder estampa alguna alusiva a la espulsion o regreso de los regulares de la Compañía, pena de muerte i confiscacion de bienes; i que diesen aviso a las justicias de sí otros las tenian o vendian, o se las habian vendido, en la intelijencia de que si lo ocultaran, serian igualmente castigados."

"Ordeno i mando, continuaba diciendo el rei, que esta providencia se estienda a mis dominios de Indias, donde es mas precisa por ser mas fácil la introduccion de dichas estampas, rejistrándose con el mayor esmero en los puertos sí entre los jéneros i libros que vayan a aquellos dominios, o vengan a éstos, se hallan algunas estampas alusi

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