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desbarató obligándolos a ir a buscar a lo léjos un refujio contra el furor de los elementos.

Sin in embargo, el enemigo no tardó en tornar a sus puestos, i en restablecer el estrecho sitio de' la ciudad.

Habiendo los españoles vuelto a soportar las congojas de la sed, imploraron por segunda vez el socorro de Nuestra Señora de las Nieves, i por segunda vez se renovó el prodijio que queda mencionado.

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Todavía faltó el agua en una tercera ocasion. Los imperialenses pasaron tres dias completos sin tener que beber..

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"En este riguroso aprieto, cuenta el padre Qvalle, no tuvieron otro remedio que volver los ojos. a la que tiene siempre los suyos sobre los aflijidos que invocan su favor; corrieron todos a su santa imájen; i la lengua seca, hablando mas i persuadiendo mejor con su manifiesta necesidad, que con sus palabras (porque apenas podian rodearla dentro de la boca para

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piés, sacáronla en procesion, i cantándola sus letanías en voz alta, si bien ronca i seca, i mas como de quien está espirando, que de quien pide, i procura el remedio de su vida, acompañando su canto, en vez de instrumentos músicos, los clamores 1 Ilantos de las mujeres i niños, que, como měnos sufridos hacian mas lástima, i manifestaban mas vivo su trabajo i aprieto, llegaron con la santa imájen a un pozo (que solo tenia la figura de haberlo sido), seco i cubierto de tierra, i pusiéronla sobre el brocal pidiéndola misericordia.

on se arrojaron a sus

"Clamaban todos; i con sus ojos hechos fuentes de lágrimas, enternecieron a la que lo es de piedad i amor a convertir aquel duro suelo en otros tantos manantiales, cuantos fueron los caños de agua

dulce, fresca i cristalina, que comenzaron a brotar a vista de aquel pueblo. ¿Quién dirá las ansias con que se arrojaron todos a estas fuentes a recrearse i mitigar su sed? Unos besaban el suelo sobre que esta santa imájen estaba puesta; otros corrian atropellándose unos sobre otros; i mezclando la bebida con lágrimas que vertian de devocion, aclamaban a esta benignísima señora, dándole infinitas gracias por tan liberal beneficio. Ultimamente cantándola himnos i alabanzas, la volvieron a su altar, a donde acudian todos mas confiados que nunca por el remedio de sus necesidades i trabajos." Como sucede en los casos de esta especie, si los sitiados sufrieron la sed, soportaron tambien el hambre.

El sitio tenia intermitencias, aflojándose, o suspendiéndose por dias; pero aun en estos casos, los indios, sin alejarse mucho, proseguian en los lugares circunvecinos sus correrías hostiles, lo que fué causa de que las provisiones comenzaran a escasear, i al fin se concluyeran del todo.

Pero la que les dió agua, les dió tambien pan. "El gobernador de la ciudad, dice el jesuita Oliváres, destacó cincuenta hombres al mando de Francisco Galdames para que buscase alguna provision en las casas i repuesto de los indios; mas poco trecho habian andado cuando cayeron sobre ellos los enemigos en número tan superior, que lo mismo fué atacar a los españoles, que herir a casi todos i dejarlos en total inaccion, como inundados de olas de combatientes. En este punto, Galdámes, que era hombre piadoso i de mucha fe, mandó a sus soldados que se encomendasen a María Santísima de las Nieves con segura esperanza que los habia de sacar de aquel aprieto: así lo hicieron los soldados, i comenzaron a torcer para la ciu

dad. Mas sucedió, caso maravilloso, que los indios que estaban unidos se dividieron en dos trozos, dejando el paso franco a los españoles; i lo que es mas, sin hostilizarlos, ni aun con la grita, como venerando a un númen superior, i embargados de fuerza oculta. Maravilla igual a la de separarse las aguas del mar Rojo. Fué uno de los de esta faccion, Diego Venégas, i por eso, ocular testigo del prodijio, que lo declaró con juramento años despues en la Concepcion, en circunstancia que administraba la hermandad de esta milagrosa imájen, Juan Palomino, i a pedimento suyo.'

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Como por el motivo espuesto, Galdames hubiera traído mui pocos víveres, segun unos; o no hubiera traído ningunos, segun otros, Nuestra Señora de las Nieves hizo caer en la ciudad bandadas de aves mansas, que se dejaban tomar a mano, i que proporcionaron a los habitantes un sabroso alimento.

Los sucesos raros i portentosos no se limitaron a los mencionados, por muchos i admirables que éstos fuesen.

Acaba de leerse que el cronista Oliváres alude a una informacion en que intervino el capitan Die-. go Venégas. El padre Ovalle ha conservado las siguientes palabras testuales de este testigo:

"Otros muchos milagros obró Nuestro Señor, patentes i claros, en la ciudad de la Imperial, por medio de esta gran señora nuestra, los cuales estaban tomados por fe i testimonio, i guardados en su archivo; pero como se sacaron dél, cuando se perdió, i se llevaron de una parte a otra, se perdieron juntamente los papeles auténticos, i memorias de tan grandes maravillas, porque el furor de los indios no nos dió lugar a librarlos. En particular, esperimentamos estos fa

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vores, cuando venía gran junta de indios a llevarse determinadamente la ciudad, porque luego íbamos todos al remedio, que era valernos del amparo de nuestra soberana protectora. Aconteció muchas veces, hallándonos en grande aprieto, mostrarse visiblemente a los indios, į mandarles que no hiciesen mal a la ciudad, i que se volviesen a sus tierras; i ellos, sin poder hacer otra cosa, obedecer a su mandato, i levantar el cerco, i volverse a sus casas como corderos, los que habian salido de ellas como lobos hambrientos. Así lo refirieron los mesmos indios muchas veces, diciendo que una señora, acompañada de un español viejo, que andaba en un caballo blanco (que a lo que siempre se colijió era el señor Santiago, patron de la cabeza de aquel reino, i de todo él) los hacía volyer huyendo a su tierra.'

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A pesar de una proteccion tan declarada de la reina del cielo, los indios no cesaban de tener mui amagada a la ciudad, sea vagando en cuerpos numerosos por sus alrededores, sea poniéndola en estrecho cerco.

Los acongojados imperialenses resolvieron construir como pudiesen una pequeña embarcacion para enviar a pedir ausilio a Valdivia, que Ia po

blacion mas próxima.

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Pero habiéndose puesto a la obra, i habiendo sacado tablas hasta de las puertas i mesas, notaron con profundo pesar que carecian de uno de los materiales, mas precisos: la brea o alquitran para la carena. A álguien se le ocurrió entonces que podia ser reemplazado por la pez de los cueros de vino. Sin pérdida de tiempo se pusieron a reunir cuantos habia en la ciudad...

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Estaban reservados seis cueros de vino para Ias necesidades del culto.

Habiéndo idó tambien a buscarlós, observaron con asombro que dos de ellos contenian, no licor, sino excelente brea:

El nuevo milagro de la Vírjen no podia ser mas manifiesto.

Concluida pronto la embarcación, fué enviada su destino.

Los que la tripulaban, encomendándose a Nuestra Señora de las Nieves, superaron felizmente las serias dificultades que presentaba la navegación del rio Cauten, i los ataques de los indios, que, sospechosos del objeto del viaje, iban siguiéndolos por la ribera para aprovechar cualquiera oportunidad de hostilizarlos.

El viento les impidió arribar a Valdivia, i los, arrastró a Talcahuano.

Aquella fué otra prueba de la especial proteccion de la Vírjen, porque, si hubieran desembarcado en Valdivia, habrian caído en manos de los indios, que poco antes se habian apoderado de aquella ciu dad, haciendo prisioneros a sus habitantes, en los cuales cometieron excesos de crueldad.

Por el contrario, en Concepcion, hallaron al nuevo gobernador de Chile don Francisco de Quiñones, que acababa de llegar del Perti con refuerzos, i que inmediatamente salió al ausilio de la Imperial.

Antes i despues de este suceso, los habitantes de la ciudad, a pesar de tantos portentos efectuados para su amparo, habian tenido mas de un momento de desaliento; pero una noble española llamada doña Ines Olmos de Aguilera, que habia perdido en la lucha a su marido i sus hermanos, vestida de cota i armada de lanza i escudo, les hizo recobrar los brios con el ejemplo i la palabra, apellidando el santo nombre de Nuestra Señora de las Nieves. Algunos autores pretenden aun que

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