Imágenes de páginas
PDF
EPUB

todo él ardiendo, i en su seguimiento una bestia fiera, llena de hastas retorcidas la cabeza, dando espantosos bramidos i lamentables voces, vision que dió motivo a la contemplacion piadosa a interpretar por ella aquel monstruoso animal que vió San Juan en su Apocalisi, en quien reconocen los escritores sagrados a la jentilidad, idolatría i deshonestidad, que tan arrraigada está entre estos indios. Con que parece podemos esperar en la Divina Misericordia se ha llegado ya el tiempo en que por medio de predicadores apostólicos, por quien clama ya este jentilismo, quiere que sea desterrada a despecho suyo esta bestia, que ha tenido tiranizada a su Dios i a su Rei esta tierra; i dando voces por verse desalojada i lanzada de su antigua posesion, abriendo el abismo su boca, la trague i consuma despedazada entre los dientes de sus furiosas olas i encendidas corrientes.

"Estas son las señales que parece ha dado el cielo (i así lo interpretan los indios refiriéndolas con tan gran pavor, temblor i conmocion de sus ánimos, que mudan semblantes, alteran la voz, i tiemblan de admiracion i espanto) de que quiere Nuestro Señor rindan ya su cuello al suave yugo de su cruz i lei evanjelica por medio de la obediencia i sujecion a nuestro católico rei" (1).

IX.

El precedente bosquejo de la leyenda de la conquista de Chile está apoyado, como puede haberse observado, en la autoridad de cronistas nacionales, militares i eclesiásticos, pertenecientes a diversas épocas, los cuales a su turno se refieren al testimo

(1) Ovalle Historica Relacion del reino de Chile, libro 7, capitulo 9.

nioide documentos auténticos i de declaraciones de toda especie de personas.

› Era, pues, jeneral i arraigada la opinion de que Dios habia favorecido a los reyes de España con una intervencion directa, i con milagros, para la ocupacion del nuevo mundo.

En toda la América Española sucedia lo mismo que en Chile.

Admitida una creencia semejante, no puede causar ninguna estrañeza el que despues de la majestad divina, se colocara la majestad real.

A la primera, pertenecia el cielo; a la segunda,por delegacion, la tierra.

CAPITULO III.

EL CULTO DE LA MAJESTAD REAL.

El paseo del estandarte-El sello real-Los acontecimientos domésticos de la familia real.-El retrato de Fernando VII en la Serena.

I.

El vasallaje que sus súbditos de las Españas i de las Indias tributaban al monarca era una especie de adoracion.

La idea que tenian de su grandeza no podia ser mayor.

Quiero limitarme a citar algunos ejemplos de ello tomados de los escritores chilenos.

Felipe II es la musa a quien Ercilla invoca en la Araucana.

Pedro de Oña, el primer poeta nacido en suelo chileno, en su poema titulado: Ignacio de Cantabria, se prosterna ante Felipe II,

A quien por Dios de la prudencia
Prestar adoracion pudiera el mundo,
Si a mas de un Dios prestara reverencia;

llama anjel rei a Felipe III; i ensalza el grave seso de Felipe IV,

Que diestro gobernador dos mundos puede.

Dios, segun el jesuita Ovalle, habia creado ex profeso la América para el rei católico, a fin de estender por este medio su monarquía, i añadir a su real corona las almenas de tantos i tan poderosos reinos e imperios, como los que en este nuevo mundo le habia dado (1).

Bascuñan llama en el Cautiverio Feliz a Cárlos II "nuevo sol que nos alumbra, recto juez que nos encamina, i padre piadoso que nos alimenta" (2).

El célebre obispo Villarroel, el autor del Gobierno Eclesiástico Pacífico, tiene a grande honra el reconocerse i proclamarse sumiso vasallo del rei, ponderando el afecto i la gratitud que le profesa (3).

Esta creencia en lo que puede llamarse el dogma de la majestad real se traducia naturalmente en un culto tan reverente, como el que se prestaba al mas santo de los objetos de la relijion.

La lei habia fomentado con especial esmero esta devocion a la dignidad real, creando signos i actos de deferencia que fortificasen en los ánimos de los poderosos i de los humildes, en el pueblo entero, la veneracion al amo i señor.

La mas antigua en Chile de las ceremonias a que aludo fué el paseo del real estandarte, que se

(1) Ovalle, Histórica Relacion del reino de Chile, libro 4, capítulo 4, i libro 8, capítulo 3.

(2) Bascuñan, Cautiverio Feliz, discurso 5, capítulo 26.

(3) Villarroel, Gobierno Eclesiástico Pacífico, parte 1. ", cuestion 1. artículo 8.

ejecutaba en Santiago el 24 i 25 de julio de cada año, fiesta del apóstol patron de la capital.

Aquel estandarte era el símbolo de la majestad real.

Esta funcion tuvo lugar por primera vez en Santiago en el año de 1556.

El dia 23 de julio de aquel año, el ayuntamiento nombró alférez real al vecino i rejidor capitan Juan Jofré, quien debia hacer a su costa un estandarte de seda que llevase bordadas "las armas de esta ciudad i el apóstol Santiago encima de su caballo" (1).

Al dia siguiente, los dos alcaldes asomaron el estandarte pendiente de una lanza, por una ventana de la casa del nuevo alférez real, que estaba junto a la plaza.

Abajo, en la plaza, se encontraban a caballo Jofré i todos los vecinos de la ciudad.

Los alcaldes, habiendo llamado desde la ventana en alta voz a Jofré, i habiéndose acercado éste sin desmontarse del caballo, le entregaron el estandarte en nombre de Dios, de Su Majestad su rei i señor natural, de la ciudad de Santiago i del cabildo, justicia i rejimiento de ella "para que con él sirviese a Su Majestad todas las veces que se ofreciera."

Jofré prometió hacerlo así, i recibió el estandarte. En seguida, todos se fueron con la insignia real a oír vísperas en la iglesia mayor; i despues anduvieron cabalgando por las calles, terminando por dejar al alférez en su casa, donde debia quedar guardado el acatado pendon (2).

Distintas i reiteradas disposiciones reales orde

(1) Primer Libro Becerro de Santiago, cabildo de 23 de julio de 1556. (2) Primer Libro Becerro de Santiago, dilijencia de la entrega del estandarte, el 24 de julio de 1556.

« AnteriorContinuar »