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muchas disputas entre ellos; pues unos querian á este, y otros á D. Pascual Liñan : ni uno ni otro era adecuado para desempeñar la árdua empresa. que se proponian. ¿ Quién ha pensado jamas contrarrestar con un puñado de hombres, por mas sangre que se propongan derramar, la opinion y la voluntad de toda una nacion levantada en masa? Digalo la misma España cuando se opuso tan gloriosamente á là tiranía napoleónica.

Esta anarquía interior de Mégico era un nuevo aliciente para aumentar la opinion en favor de Iturbide, y para infundir ardor en su tropa. Despues de la toma de Querétaro, acercó parte de su egército á las inmediaciones de Mégico, y parte llevó consigo. Si Querétaro habia sucumbido, ¿qué no harian las demas ciudades? Toluca se entregó á Iturbide. Cuernabaca hizo lo mismo despues de fugada la tropa que la defendia. Puebla capituló, y con los auxilios que prestaban estas poblaciones, quedó la capital aislada, y solo rodeada de tropas independientes.

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Entrada de Iturbide en Puebla, y llegada del general 0-Donojú.

En Huichilaque, pueblo inmediato á Cuernabaca, se volvió á reunir Victoria con Iturbide, porque ya era inútil su comision. Le quitó este la pequeña division que le habia confiado, y yá acompaño al cgército sin ninguna representacion militar, sino como un particular solamente. Entrado que fué el egército á Puebla, por capitula cion de la tropa que la defendia, despues de algunos dias que fué preciso permanecer en aquella ciudad para disponer el sitio de Mégico, ocurrió no sé que cosa, y tuvo Iturbide que ir hasta cerca de dicha ciudad, é hizo mansion en la hacienda de Zoquiapa. En esta circunstancia le llega la noticia de que O-Donojú estaba en Veracruz, plaza que aun se mantenia por el rey. Parte inmediatamente á la ligera á encontrarlo, lo hace venir á Córdoba, le pide una entrevista, y celebra con él el tratado, que tomó el nombre de esa villa.* Aun al mismo O-Donojú parece que le causó sorpresa que Iturbide se presentase solo á hacer tales tratados. Se supo en Puebla por los mismos edecanes suyos, que al presentársele O-Donojú, des

• Véase la nota 8.

pues de haberlo este cumplimentado, lo primero que le dijo fué :. ,, supongo que el Sr. Victoria · habrá venido con V. ; á lo que contestó Iturbide que se habia quedado enfermo en Puebla." En efecto, al pasar este por Puebla para Córdoba estaba enfermo Victoria, aunque de un achaque ligero, que jamas le hubiera impedido acompañarlo para un asunto de tanta importancia; mas como el obgeto de este era, como queda dicho, evacuar por sí mismo esclusivamente todos los asuntos politicos; en nada ménos pensó que en brindarle con su compañía, pues ni aun se sabe que siquiera le hubiera comunicado el objeto á que se dirigia. Este hecho parece que demuestra el concepto que se tenia de Iturbide: en efecto, un hombre de su representacion nacional y de su patriotismo, era de suponer que hiciera un papel brillante en la revolucion, y la poca cuenta que hacia Iturbide de él, no era el mejor agüero de sus proyectos.

Razones para no ratificar el Plan de Iguala en el tratado de Córdoba, y las que daba Iturbide y sus partidarios para lo contrario.

Si sus intenciones hubieran sido rectas, hé aquí la ocasión mas oportuna para dar una base liberal al gobierno de América. Qué gloria hubiera sido para Iturbide haber celebrado unos tratados, á los que nada hubiera tenido que añadir ni. quitar el futuro Congreso ! ¡ Cómo se habria este dado mil parabienes por haber tenido un digno patriota que le hubiera preparado un camino liberal por donde se hubieran podido conducir, sin los obstáculos, los cálculos, las.combinaciones que han tenido que superar para intentar siquiera remediar en parte los errores del plan de Iguala y tratado de Córdoba! Pero no es tanta gloria, no es el dulce encanto de la virtud, el que satisface à un alma criminal y baja. Quédese para el servil Iturbide la posesion del oro, el desahogo de las mas vergonzosas pasiones, la vanidad, la soberbia, el narcótico incienso de los aduladores, el encorbamiento abatido de los cortesanos envilccidos; recréese puerilmente con tan mezquina corona, que el inmarcesible laurel de la verdadera

gloria de la patria, solo está reservado á sus libertadores, Washington y su inmortal imitador Bolivar. Si él hubiera tenido algun sentimiento Americano, habria revocado al tratar con O-Donojú, el plan de Iguala. La utilidad y la razon lo desaprobaban hasta la evidencia. La razon, porque en el mismo hecho de no haber sido jamas admitido del gobierno de Mégico, ni aun oido siquiera, yá estaba Iturbide libre de la obligacion de cumplirlo. Nadie duda que la transacion que celebrara entre los independientes y el gobierno, era un contrato bilateral; es decir, que obligaba á entrambos contrayentes: por lo mismo, si aiguno de ellos no aceptaba las condiciones del contrato, el otro de ninguna manera quedaba obligado á cumplirlo. El gobierno, en vez de ceder por su parte, no solo no admitia las condiciones que le proponian, sino que en todo obraba contra ellas, no perdonando ocasion de hostilizar á los independientes, y de causarles con la opinion y con las armas cuantos daños podia. De lo mismo se deduce la inutilidad del plan para evitar la guerra. Iturbide, por mas que le engañe su amor propio, conocerá que la guerra se evitó por la generalidad de la opinion, en cuanto á la independencia; pero de ningun modo por condescendencia del gobierno. Luegó si la guerra sc evitó por

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