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Á LOS MUY HONORABLES MIEMBROS DEL SENADO Y CÁMARA DE REPRESENTANTES DE LA REPÚBLICA PERUANA.

I satiated thee with peace ond joys; and this
Is my reward! and now I owe thee nothing
Not even a grave.

Os sacié de paz y de prosperidad, y-¿cuál ha sido mi reconpensa? no mereceros ahora ni al menos un pequeño lugar para mi tumba. BYRON.

Señores:

Cubierto aun de luto por la prematura muerte de mi muy amada hermana Da Blasa de Vidaurre, y en el momento en que el mas cruel, el mas horroroso golpe que el infortunio podia asestarme, acaba de robar á la juventud peruana un modelo de maternidad en mi tierna esposa, yo vengo á implorar, señores,-no vuestra clemencia en favor del ilustre y desgraciado padre de ambas, sino vuestra justicia en pró del hombre que ha cerca de un cuarto de siglo, solo trabaja por la independencia y ventura peruanas-cuya voz fué siempre el órgano de las de la humanidad y libertad-cuyo brazo aunque trémulo y debilitado por las persecuciones y los años, jamás (ni aun en medio de los mayores peligros) suscribió ni la ignominia, ni la deshonra, ni el menoscabo de la patria-y á cuyos esfuerzos, señores, quizá se debe que la República se lisonjee con las esperanzas que la animan al veros decidir de sus destinos.

Tal es, señores, el ciudadano á quien se ha perseguido sin ser legalmente acusado, á quien se ha proscrito sin sugetarse á las fórmulas-¿qué digo fórmulas?...... siquiera á las apariencias de un juicio ¡proscrito!!!... y por las arterías de quiénes?-Súcio y negro velo, cual merece su conducta, cubre ya sus nombres: ellos no alternarán jamás en la pluma de un hombre honrado con el del señor Dr. D. Manuel Lorenzo de Vidaurre, primer Presidente de la Córte Suprema, y Diputado al Congreso Constituyente.

Ellos han hollado, señores, en esta atroz persecucion la dignidad del gefe del Poder Judicial-la inviolabilidad y los derechos del Representante del pueblo-las garantías del ciudadano-las que aun la sociedad ménos culta concede al asesino, al mas ingrato parricida. Complotar intrigas-forjar, esparcir todo género de calumnias-falsificar firmas-seducir y coactar testigos-ved ahí, señores, los medios de que la opinion pública, las sentencias pronunciadas por el Consejo de Guerra y sobre todo, los autos os convencerán que se han valido sus enemigos.-¡Vanas é inútiles armas contra una inocencia á toda prueba!

Cuando se vió que ellas eran insuficientes para deslumbrar 'á la comision militar "por quien se mandara juzgar al primer magistrado de la República," se sorprendió la credulidad del Poder Ejecutivo, y arrastrando jah! la frente coronada con los laureles de Ayacucho, se le hizo proclamar sin pudor ante la Representacion Nacional, que á la cabeza de ocho mil hombres que existian y con placer le obedecian en el país, "no podia garantizar la seguridad pública, mientras subsistiese en él un literato-un anciano, sin bienes-sin otros recursos que los que le proporcionaba su carrera-sin otro apoyo, ni otros consuelos que los que podian prestarle las lágrimas y los halagos de la ternura filial, de que ya no gozará jamás — ¡gracias á la implacable venganza de sus enemigos!

¿Qué podia contestar el Congreso sin datos y al ver de esta manera amilanado el varon fuerte en cuyas manos depositara el timon de la nave pública, cuando por el Sur y por el Norte la amenazaban horrendas tempestades?.... lo autorizó pa

ra que "hiciese salir del territorio por el tiempo conveniente" al señor Vidaurre si "fundadamente lo exigian la seguridad y tranquilidad general, dando oportunamente razon motivada de esta medida." Largo y desembarazado tiempo trascurrió desde que se ordenó y ejecutó la expatriacion hasta que la Representacion Nacional fué disuelta. Juzgad, señores, ¿por qué no se presentaria esta razon motivada?

No me he ocupado hoy, ni me toca hacer el pormenor de los actos ilegales, ni presentaros el cuadro de las nulidades cometidas desde que se inició la causa del señor Vidaurre: mi objeto ha sido solo fijar vuestra atencion en ella, y exigir de la imparcialidad de que os creo animados que ordeneis su regreso, y lo hagais juzgar segun las leyes. No podeis, no podeis, señores, porque no debeis desatender un momento tan legal, tan moderada solicitud. Considerad que no es su perdon, sino su juzgamiento el que se os pide-no su libertad, sino el que venga hasta ser sentenciado á la misma cárcel, si quereis, en que se vió confundido con el de los mas viles cri

minales, un nombre que siglos ha se pronuncia con respetono su exaltacion, sino que permitais al que despues de diez y ocho años preside é ilustra nuestros tribunales, que venga á defender su inocencia ante ellos. ¿Ni qué necesidad tiene de perdon el que en realidad debe ahora, y sabe, y ánsia por perdonar? ¿Ni para qué desear libertad y exaltacion, cuando las amarguras de que han saturado sus enemigos á lo que él y yo teniamos de mas caro en este mundo, han puesto entre la dicha y nosotros dos tumbas?...... pero al ménos, señores, que antes de buscar en ellas el reposo de que para siempre se nos ha privado, tengamos el consuelo de saber que nuestros hijos conservarán sin mancilla el nombre de Vidaurre, como espero llevarán en aumento el amor á la patria y la obediencia á las leyes.

Señores-de vuestro muy atento obsecuente servidor.

Arequipa, 13 de Junio de 1829.

Pedro A. de La-Torre.

(Copiado del número 658 del periódico "El Telégrafo de Lima” del dia 6 de Juliode 1829.)

MEMORIA PRESENTADA Á LAS DOS CÁMARAS DEL CONGRESO CONSTITUCIONAL DE 1829 POR EL MINISTRO DE ESTADO EN LOS DEPARTAMENTOS DE GUERRA Y MARINA, SOBRE EL ESTADO DE LOS NEGOCIOS DE SU RAMO.

Al presentarme ante la Representacion Nacional, á dar cuenta de la conducta del Gobierno en la parte que me toca, mi alma se siente anegada en un júbilo inefable.

Esta reunion augusta, tan deseada de todos aquellos en cuyo corazon arde el amor pátrio, vá á marcar la era de la crísis de la República. Conducida ésta por una série de acontecimientos funestos á los momentos interesantes que deciden del destino de las naciones, se encontraba agitada por una contínua excitacion. Mas felizmente alboreó el dia para siempre memorable en que se han visto cumplidos los votos ΤΟΜΟ ΙΧ. HISTORIA-16

de la Nacion. ¡Quiera la Providencia, que preside el éxito de los negocios, inspirar en sus representantes aquel acierto necesario para prevenir ulteriores infortunios!

Desconsolante es, sin duda, retrogradar á épocas posteriores á la en que fuí honrado por el Gobierno con el destino que ejerzo, para recordar el cuadro lastimero de la campaña de Colombia. Mas no puedo desentenderme de mencionar los sucesos mas remarcables; pues que de ellos han emanado los males cuya influencia hemos sentido, y nos han conducido á un nuevo órden de cosas.

El Ejército, acantonado en Tambo-Grande, se subdividió en dos divisiones de infantería y una de caballería, á las órdenes del general Presidente D. José La-Mar. Las noticias que éste recibió de la defeccion de Obando, de la marcha que verificaban sobre él los generales enemigos Heres y Flores, y los visos exagerados, que á designio le impartian, le precipitaron á invadir imprudentemente el territorio colombiano. La irupcion se hizo sin la movilidad necesaria, sin espionage y sin un plan detenidamente calculado; y, lo que es mas, sin haber dispuesto anticipadamente una reserva que hubiese operado segun las circunstancias. Se diseminaron además las fuerzas á distancias enormes, sin que entre sí mediase un enlace escalonado, tan útil y preciso para sostenerse recíprocamente en el ataque y defensa.

Tampoco se contó con la division que venia del Sud á las órdenes del Gran Mariscal D. Agustin Gamarra que acababa de libertar á Bolivia del modo mas admirable. Así fué que, á su llegada á Paita, no encontró medios de trasportarse ni aun lentamente á los puntos que ocupaba el Ejército: mas, venciendo obstáculos casi insuperables, lo consiguió, y se reunió en Loja con él. Una organizacion nueva era absolutamente indispensable: y á este efecto se consideraron tres divisiones de infantería con sus estados mayores respectivos. El general La-Mar se dió el título de Director de la Guerra; subrogando el dictado de General en Gefe en el Gran Mariscal D. Agustin Gamarra. En esta disposicion el Ejército continuó á Saraguro en donde se posesionó conforme á las ventajas que proporcionaba la naturaleza del terreno. El de los enemigos se concentró en Cuenca, y vino á ocupar la inexpugnable posicion de nuestro frente, despues de haber desalojado nuestra vanguardia del pueblo de Oña.

Algunos dias trascurrieron en la inaccion y en contínuos reconocimientos por una y otra parte; y contando con todas las probabilidades en nuestro favor, en un terreno despejado, y en el que pudiese operar con desembarazo la caballería, se calculó y efectuó un movimiento por el flanco derecho de la

línea enemiga, con el objeto de hacerle abandonar su posicion, y sacarlo á los llanos de Tarqui. Esta marcha, sin duda, hubiera producido todas las ventajas deseables, si se hubiese ejecutado con todas las precauciones que demandan tales casos, y que tanto nos han encarecido los autores militares de todas épocas.

Desgraciadamente la tercera division, que habia quedado en columna cerrada en la Plaza de Saraguro, es dispersada á las once de la noche del doce de Febrero á la vista del Director de Guerra, por una corta fuerza enemiga; y todos los pertrechos y útiles de guerra caen, por un abandono condenable, en su poder. Este suceso infortunado fué el resultado infalible de la indisciplina y demoralizacion que reinaba en aquel Ejército, y del desprecio que se habia inculcado en el ánimo del soldado respecto de su enemigo. No se consideraba que el génio de la destruccion tiene tambien sus revelaciones sublimes; y que á veces despierta en los espíritus mas débiles un poder intelectual superior al que inspira á los poetas y filósofos.

El dia 13 continuó el Director de la Guerra el movimiento á San Fernando, desentendiéndose del contraste ocurrido, y como si existiesen las mismas razones que le motivaron á promoverlo. Un descanso de 14 dias dió tiempo al enemigo para adelantar sus marchas, y practicar la operacion mas difícil del arte de la guerra; el cambio de la defensiva en ofensiva. En tales circunstancias el partido mas razonable, que se presentaba á un juicioso discernimiento, era el de retrogradar, y volver á reparar las municiones y pertrechos que se habian perdido: mas como un hado fatal presidia las operaciones y planes enigmáticos de esta ominosa campaña, todo se abandonó á la obstinacion y á los mismos caprichos con que se habia comenzado.

De esta manera el Ejército se hallaba imprudentemente empeñado en un terreno quebrado y montuoso, y sin las municiones necesarias para sostener una hora de fuego, cuando se continuó la marcha de San Fernando; y la vanguardia tomó posicion en el Portete, sin el reconocimiento de costumbre. Los enemigos exactamente cerciorados, por sus espías, de lo que pasaba, aprovecharon este momento tan precioso; y dirigiéndose al paraje indicado, en la noche, ocultaron sus designios, y lograron, á favor de su sombra protectora, envolver esta division antes que el Ejército llegase en su auxilio. En vano se tomaron medidas para contenerlos; y en vano algunos generales y gefes se excedieron á sí mismos. Toda resistencia cedió al impulso del número y del cálculo.

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