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dición á la Isla de Margarita, único punto de Venezuela, donde quedaban aún algunos patriotas en armas, al mando de Arizmendi, que se sometió, no bien se presentó en Panpatar el general Morillo.

El Pacificador restableció el órden en la Isla y en Cumaná y se dirigió luego con la expedición á la Guaira.

El once de Mayo entró Morillo en Caracas, y se encargó de la capitanía general de Venezuela. Mal comenzó la expedición, á pesar de la lenidad que Morillo usó al principio, porque Morales, ejerciendo sobre él una gran influencia le dió consejos que contribuyeron más adelante á perderle.

El navío San Pedro Alcántara se quemó en la Isla de Coche el 24 de Abril y con él se perdieron las municiones, armas y pertrechos que contenía, y aún se dice que corrió igual suerte la caja del ejército. Sin embargo, algunos historiadores sostienen que ésta no salió jamás de Cádiz, y que el navío fué incendiado adrede, para encubrir el robo.

El Brigadier Moxó nombrado por Morillo,

Presidente de una Junta de secuestros y encargado más tarde de la capitanía general, fué el mejor elemento de la reacción republicana, porque no cesó de imponer empréstitos forzosos á los patriotas, de explotar sus propiedades Ꭹ hasta de corromper sus costumbres. Comenzaron, pues, á estallar los movimientos republicanos.

En un principio fueron desgraciados los de Oriente al mando de Monagas y Cedeño, pues no pudieron lograr su intento de apoderarse de la provincia de Guayana y al acercarse á la plaza de Angostura, los dispersó Gorrin.

Ménos desgraciadas fueron las operaciones en Casanare, donde los patriotas en número de 1,000 jinetes, derrotaron á Calzada, quitándole dos piezas de artillería y destruyendo sus jinetes. Si no hubieran distraido tiempo en saquear los equipajes que quedaron en el campo, le habrian destruido también los 2,000 infantes que llevaba, con los cuales derrotó á Urdaneta en Chitagá el 30 de Noviembre.

Herraiz, gobernador de la Isla de Margarita, nombrado por Morillo, desempeñaba dig

namente su autoridad, dando garantías á todos, de tal modo, que hasta los más exaltados patriotas amaban su gobierno.

Esta conducta irritó en la Isla á los partidarios de los secuestros y de las prisiones, y fué castigada por el Capitán general Moxó con la destitución de Herraiz.

Le sustituyó en el mando el Coronel Urreiztieta, de condición aviesa que comenzó sin pérdida de instantes las persecuciones contra los patriotas. Forzoso fué á estos alzarse para defender sus propias vidas. Arizmendi con 30 hombres, tres fusiles y ciento veinte cartuchos sorprendió la guarnición de Juan Griego, y la pasó á cuchillo. Armó 80 más con los fusiles que quitó á los enemigos, y tomó á fuego y sangre la casa fuerte que ocupaban en la villa del Norte, matándoles más de 200 hombres.

Á la tarde del mismo día tenía ya 1,500 en su campo, pero no pudieron sostenerse á causa de su mal armamento, y fueron derrotados, mas no destruidos, por Urreiztieta.

Bolívar y Mariño llegaron á Cartagena en la tarde del 25 de Setiembre. Mandaba la

plaza el Coronel Castillo, enemigo de Bolívar desde Cúcuta, y esta circunstancia le indujo á permanecer allí pocos días, y se dirigió por el Magdalena á Tunja, donde estaba rennido el Congreso.

Allí fué recibido con entusiasmo por este Cuerpo y por el Gobierno general y aun se le admitió en el seno mismo del congreso, donde tuvo ocasión de explicar su conducta y su campaña sobre Venezuela. El buen éxito fué completo, y el Gobierno le confió el encargo de reducir á Bogotá que continuaba separada de la unión, no ya á cargo de Nariño si que de su sucesor Alvarez.

Bolívar emprendió sin vacilar la campaña presentándose frente á la plaza. Allí intimó la rendición á los bogotanos, acordándoles todas las garantías; pero la propuesta fué negada y se hizo preciso apelar á las armas. Después de tres días de combate los sitiados capitularon, y el Gobierno general aprobó lo hecho. Bolívar fué nombrado Capitán general de los ejércitos de la Confederación. De Bogotá salió para Tunja, á ponerse de

acuerdo con el Gobierno General acerca del plan contra los realistas que ocupaban á la sazon las provincias de Santa Marta, Rio del Hacha y Maracaibo, y se revolvió á libertar en primer término á Santa Marta.

Se componía la expedición de 2000 hombres, pero era preciso tomar las armas y municiones en Cartagena, donde estaban depositadas; y allí mandaba su implacable enemigo el Coronel Castillo, por lo cual dudó, y con razón, de la entrega.

Púsose Bolívar en marcha á la cabeza de sus tropas el 24 de Enero de 1815 con dirección á Honda y allí las envió, rio abajo. Hasta Monpox todo fué bien; pero supo luégo Bolívar que no debía contar con Castillo, el cual protestaba no tener armas ni municiones suficientes para la defensa de la plaza, y que en consecuencia no podía entregar las que se le pedian.

En vano agotó Bolívar sus esfuerzos, enviando un comisionado tras otro al Jefe de Cartagena, y aún pidiéndole una entrevista. Castillo ofreció concurrir y no concurrió. El

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