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en órden de fechas. Agregamos que Bolívar, aun deseándolo, no habia podido complacer al ministro del Perú, por no haberle llegado la autorizacion del Congreso de Colombia para ausentarse del pais, que ya habia solicitado. La peticion se volvió a renovar al mes siguiente. Riva Agüero, queriendo probablemen te congraciarse la opinion pública de Lima, le escribió de nuevo suplicándole que pusiese al servicio del Perú su gran nombre, que valia mas que un ejército.

La venida de Bolívar al Perú era por escelencia la cuestion que dominaba la política limeña. Era la conversacion preferente en todas partes donde habia algunos hombres reunidos, i el tema de los salones. Habia consideraciones patrióticas para desear que Bolívar fuese a Lima, pero tambien las habia de política interna, i una i otra influian en el juicio de la opinion pública, que estaba dividida sobre este punto. La cuestion política interna consistia en desear que viniese Bolívar para que desapareciera Riva Agüero, lo que convertia una alta cuestion nacional en un asunto personal.

En Lima nadie ponia en duda la llegada de Bolívar. Al contrario, todos sabian que era cuestion de oportunidad i de momento; que habia en la frontera un ejército ansioso por segar nuevos laureles, i que el Libertador no ocultaba su anhelo de disputar a los españoles su último campo de batalla. La confianza se habia convertido en seguridad despues de los desastres de la campaña de Alvarado. Desde entónces ya no se discutia si vendria, sino la situacion que debia ocupar en el Perú. La duda consistia en esto: ¿se contentaria con tener solo el mando del ejército o exijiria tambien el del pais?

Esta duda dominaba la política i ejercia influencia en todos los actos del gobierno. El Libertador era un convidado de piedra que habia tomado asiento en la mesa de Riva Agüero; un testigo invisible que se habia convertido en juez de sus errores; porque la opinion pública formaba inmediatamente el contraste entre cualquiera falta del Presidente i el jenio i penetracion de Bolívar, i a medida que se disipaban las ilusiones que aquél habia hecho concebir se aumentaban las esperanzas que se cifraban en éste. El pueblo de Lima tenia en sus manos una balanza descontrapesada: de un lado habia puesto a Riva Agüero, del

otro a Bolívar, i naturalmente su juicio, su admiracion, hasta sus pasiones, lo inclinaban del lado de éste.

La presidencia de Riva Agüero es la lucha entre él i esa sombra que se proyectaba sobre la América desde la cima de los Andes ecuatoriales; un verdadero combate por la existencia de parte de Riva Agüero.

Lima se dividia entre los amigos i enemigos del Libertador, o sea los colombianos i anti-colombianos, nombres con que se conocia a los que deseaban la llegada de Bolívar, i a los que la contrariaban.

La sociedad es como el mar: tiene corrientes invisibles, pero de efectos poderosos. Vamos a estudiar con la brevedad posible las corrientes de opinion que cruzaban entónces la política limeña.

Deseaban la llegada del Libertador, en primer lugar, un grupo respetable de patriotas peruanos, que subordinaban cualquier sentimiento personal a las exijencias de la guerra. Aunque peruanos de corazon, hacian el sacrificio de entregar momentáneamente su pais a la direccion de un jefe estranjero, imperioso i de voluntad inflexible, a trueque de conseguir la independencia. Sabian que el Perú no tenia un ejército organizado para contrarrestar al del Virrei, i que colocado en la necesidad de llamar en su ausilio el ejército colombiano, era una exijencia desmedida pretender que Bolívar se lo confiase sin garantía a Riva Agüero o a Santa Cruz. Ademas, el cuadro del descontento militar de Lima alarmaba el patriotismo sincero de estos hombres, que no veian medio de sofocar las rivalidades de las fuerzas estranjeras entre sí, sino por medio de un gran nombre, de una grande influencia que las dominase con su prestijio, i este hombre no podia ser otro que Bolívar.

Habia otro grupo poderoso, que tambien los secundaba, aunque por razones ménos elevadas: los partidarios de la Junta de Gobierno, que continuaban siendo enemigos jurados del caudillo que la habia violentado. Al principio el número de personas que permanecieron fieles a la Junta fueron pocas, pero paulatinamente se aumentó con todos los que se disgustaban con Riva Agüero.

A medida que la opinion se cansaba del Presidente, acrecia el número i prestijio de los colombianos. Ser partidario de Bo

lívar era antagónico de serlo de Riva Agüero, porque de ordinariono lo era sino el que consideraba inepto a éste para dirijir el gobierno o incapaz de salvar la revolucion. Este partido tenia, como lo veremos, fuerte representacion en el Congreso.

El ejército chileno era «colombiano». Veia en Bolívar i en el ejército de Colombia la única manera de disminuir en Lima la influencia arjentina, que lo habia mirado en ménos, que le habia negado reemplazos, que le habia quitado sus soldados, que habia lastimado su orgullo. Para el chileno era bien venido cualquiera que le arrebatase su predominio al ejército arjentino, i en este sentido Bolívar se le aparecia como el vengador de sus agravios i como la única esperanza de que sus servicios fueran mejor apreciados en adelante.

Los enemigos del Libertador eran igualmente fuertes. Lo era en primer lugar el Presidente, el que por mas que habia llamado dos veces a Bolívar, no habia conseguido hacer creer a nadie que lo hubiese hecho con sinceridad. Sus amigos se encargaban de acentuar esta conviccion oponiéndose por cuantos medios podian a su venida, i por mas que Riva Agüero se cuidaba de guardar las mayores apariencias de respeto i de cariño al Libertador, todos comprendian que en el fondo de su alma no podia haber otra cosa que un encono cada dia creciente contra el hombre a quien sus enemigos le presentaban como su modelo, como el desfacedor de sus errores. Es cierto que la gloria i servicios del Libertador eran de tal magnitud que el patriotismo debió inducir a Riva Agüero a encimarse sobre esas pequeñas intrigas i cederle el puesto, porque estaba en mejor aptitud que él de servir a la causa del Perú; pero no le haremos un cargo por no haberlo hecho. La historia no se inclinaria delante de San Martin si el desprendimiento que manifestó yéndose del Perú se le pudiera exijir a cualquiera.

Los arjentinos eran contrarios a Bolívar por la razon opuesta que hacia ser sus partidarios a los chilenos. El ejército arjenti. no habia tenido la preponderancia en Lima desde 1820, sin que nada ni nadie pretendiera disputársela. La presencia del jeneral San Martin al frente del gobierno le daba una influencia natural enorme, a lo que se agregaba que todos los arjentinos de algun valimiento que le habian acompañado habian sido prefe

ridos para desempeñar los primeros cargos de la administracion. Lima i el Perú soportaron desde 1820 un gobierno con imposicion estranjera, como Chile en 1817, sin que la influencia desmedida de los dignatarios del ejército estuviese contrapesada por el prestijio de un hombre como O'Higgins. Los arjentinos ocupaban todos los grandes cargos públicos, desde Monteagudo durante el Protectorado, hasta Guido, García del Rio, Alvarado, etc., en el momento actual.

A la sombra de esta preponderancia casi absoluta se habia desarrollado una influencia social rara, la de una compañía de comercio arjentina de que hemos hablado ántes, que segun parece estaba amparada por algunos dignatarios del palacio i del ejército (1).

(1) La existencia de esta compañía i su influencia fué reconocida por personas cuyo testimonio es digno de ser atendido. Lo dice Campino en sus comunicaciones oficiales al gobierno de Chile. «El Congreso fué violentado por la tropa, le escribia (aludiendo a la nota de Santa Cruz), i ésta movida por un club mercantil a cuyo frente se halla don Juan José Sarratea. Pertenecen tambien a dicho club el jeneral Martinez i otros jefes de los Andes i el Perú. Tambien el contra-almirante Guisse, que salió el 5 del presente con cuatro buques a bloquear los puertos Intermedios i protejer en ellos, segun dicen, el comercio esclusivo de dicha compañía.» Nota de Lima, abril 11 de 1823. Confirma esto mismo en una nota de 24 de abril de 1823.

El discreto jeneral Sucre da como un hecho la injerencia de esta compañía en el gobierno. Escribiéndole a Bolívar sobre la espedicion de Santa Cruz a Intermedios le dice: «Tambien ha entrado en esta espedicion el influjo de una compañía de comercio que todo lo puede.» Refiriéndose en otra carta a las dificultades que se le aguardaban en el Perú a Bolívar, le dice: «Aquí Ud. va a tener que entrar conciliando partidos en el pueblo, en el ejército i aun en el comercio, pues una compañía (como la de la India) lo hace aquí todo i el resto del comercio está quejoso, particularmente el de Chile.>>

Hablando del plan de campaña de Intermedios escribe: «Por ahora en cualquier plan es menester consultar intereses particulares, conciliacion de partidos diversos, ventajas a la compañía dicha de comercio.› Memorias de O'Leary, tomo I, pájs. 27, 30 i 34, en que están publicadas las cartas indicadas de Sucre a Bolívar.

Hai todavía en la correspondencia oficial dirijida a Santiago muchas otras referencias a ella, que omito por creer suficiente el testimonio de Campino i de Sucre.

Fuera de este número tenia Bolívar resistencias en una clase social mas respetable. Habia muchos buenos patriotas peruanos que le temian, suponiéndole que encubria propósitos de absorcion territorial, que habrian hecho del Perú una provincia de Colombia. Temian su autoritarismo, sus procedimientos de gobierno, i a su ejército, que consideraban contajiado con su orgullo i envanecido con sus glorias.

Estas fueron las corrientes que se chocaron en la sociedad de Lima i en el Congreso, a medida que se acercaba el momento de la venida de Bolívar.

Habia una entidad nas que no figuraba en las discusiones políticas de la capital, pero que era el mas fuerte apoyo de Riva Agüero: el ejército peruano mandado por Santa Cruz, que se alistaba para la espedicion del sur. La corriente «colombiana >> habia dado vida, por oposicion, a una que representaba el nacionalismo peruano, que tenia su espresion en el Presidente. Santa Cruz, que lo rejia, era amigo íntimo suyo i uno de sus parciales mas entusiastas.

Si se hubiera limitado a introducir en el ejército peruano que mandaba, una noble emulacion de patriotismo i de orgullo con las tropas colombianas, Santa Cruz le habria hecho un bien a su pais; pero como carecia de la elevacion i dignidad que esa necesidad requeria, convirtió el ejército en un foco de nacionalismo ardiente, que recelaba de la proteccion estranjera; i desviándolo de su camino, que solo era el deber militar i la salvacion del pais, le preparó los desastres que lo envolvieron en la próxima campaña,

En este capítulo presenciaremos la lucha de todas las demas influencias, ménos de ésta, porque el ejército peruano se embarcó para el sur a mediados de mayo, ántes de que se resolvieran las graves dificultades que ocurrieron por esta causa entre Riva Agüero i el Congreso. Pero llevó al sur el ambiente que respiraba en Lima, i se convirtió en instrumento de las pasiones del Presidente, quien, considerándolo como «suyo», i no de la patria, lo maleó primero i lo desquició despues.

Esta lucha sorda de influencias entre Riva Agüero i los que deseaban la venida de Bolívar, es la llave de la mayor parte de los acontecimientos de esa época; la raiz de los principales suce

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