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cias. Mas este proyecto no llegó á tener publicidad, por que ningun representante quiso presentarlo á lá asamblea.

El 19 hubo de escribir Riva Agüero una carta reservadísima á Santa Cruz, en la que le inducia á hacer elevar una exposicion del ejército y actas de los pueblos manifestando, que no obedecerian á otro presidente, mientras no se concluyera la guerra "Ay amigo! le decia, pobre Perú, si U. se descuida. Aproveche U. los instantes, prepare el espíritu de los pueblos, desvielos de estos discolos anarquistas. Todo, todo es una íntriga. No hay amigos del Perú sino nosotros. Finalizemos pues la obra y obremos con energia." Sus inquietudes personales no carecian de fundamento: en ese dia tomaba el Congreso las resoluciones mas hostiles á su autoridad. Declaró libres del juicio de residencia á los individuos de la junta del gobierno; nombró una comision compuesta de Olmedo y Sanchez Carrion, para que fuera á solicitar la venida de Bolí var, á fin de salvar al Perú; decretó, que los tribuna les, el congreso y el gobierno se trasladaran á Truji llo, y acordó la creacion de un supremo poder militar, que debia recaer en Sucre, como general en gefe del ejército unido.

El 20 dirigió Sucre un oficio al ministerio de las guerra, espresando que se hallaba el servicio militar en el mayor desorden; que por mandar todos, estaba la plaza convertida en un caos; que por lo tanto no aceptaba la responsabilidad de la defensa, si no se le dejaba exclusivamente á cargo del ejército, saliendo de ella, y no mezelando se en nada los que no fueran militares. Por su parte Riva Agüero oficiaba al presidente de la cámara, que ya estaba formado el plan de operaciones para salvar la república, y que su deber, la conveniencia pública y el decoro nacional le obligaban á no abandonar el teatro de la guerra. El

congreso extendió ese dia las instrucciones de Sanchez Carrion y Olmedo, resolviendo que el Libertador ejerceria las funciones de Generalísimo al pisar el territorio peruano, y se entenderia con los comisionados sobre la manera de ejercer el supremo poder militar. Por resolucion del 21 se acordó; que recibiria ese poder militar el mismo tratamiento, que el presidente de la república, y ejerceria sus amplias atribuciones, mientras durara el peligro á juicio del Congreso, teniendo sujetas las fuerzas de mar y tierra en todo el teatro de la guerra. Instado Sucre para que prestara el juramento, se excusó, adjuntando copia del oficio dirigido en la víspera al gobierno; pero despues de una obstinada resistencia, cedió á una comision de cinco diputados, que habian ido á buscarle, y aceptó la plena autorizacion, que le conferia el decreto del 19, aunque hasta el 24 no recibió esta ley el cumplase del ejecutivo.

El 22 celebró el General un convenio secreto con Riva Agüero, estipulando; que este se encargaria de las fuerzas del norte, aquel del ejército del sur, y un gefe colombiano de la defensa del Callão; que todos se ayudarian con la mas estrecha armonia; que los auxiliares guardarian una absoluta neutralidad sin mezclarse en las disensiones domésticas. En ese mismo dia firm: ba el Presidente una vergonzosa protesta secreta contra la violencia, que se le hacia, para suscri bir su propia degradacion.

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Llevada la oposicion al último grado, el dia 23, se decidió primero, que las facultades del Presidente cesarian de hecho en los lugares, donde se ejerciera el supremo poder militar, y despues se votó su deposicion en los siguientes términos:

El Congreso Constituyente del Perú.

Teniendo en consideracion lo espuesto verbalmente por el Presidente de la República á los SS. Presidente y dos Diputados del Soberano Congreso, asegurándoles, que estaba llano á dimitir el mando, y retirarse al punto, que la Representacion Nacional designase; y siendo indispensable tomar las medidas necesarias para conservar la union, y activar la cooperacion de todas las autoridades y ciudadanos, para el grande objeto de salvar la patria y afianzar su libertad, ha venido en decretar y decreta:

1.° Que el Gran Mariscal D. José de la RivaAgüero queda exonerado del gobierno.

2.° Que se expida al Gran Mariscal D. José de la Riva-Agüero, pasaporte para que pueda retirarse del territorio de la República, y al punto, que acordase el supremo poder militar, luego que le haya dado la instruccion necesaria sobre todo lo relativo á guer ra y hacienda, y dejando apoderado instruido, que responda de la residencia, segun las leyes.

8. Se autoriza interinamente para el despacho del gobierno en los lugares, que no sirven de teatro á la guerra, al ministro de Estado en el departamento de Gobierno y Relaciones Exteriores, Dr. D. Francisco Valdivieso.

Tendreislo entendido y dispondreis lo necesario á su cumplimiento, mandándolo imprimir, publicar y circular.

Dado en el Callao á 23 de Junio de 1823.4.° y 2.-Justo Figuerola, presidente-Gerónimo Agüero, Diputado secretario- Martin de Ostoloza, Diputado secretario.

Al Supremo Jefe Militar de la República.

Decretada ya la exoneracion, formuló el Presi

dente y firmó una noble contestacion: en ella daba gracias, por que se le aliviaba de un peso superior á sus débiles fuerzas, mostrandose dispuesto á tomar un fusil por la salud de la patria; recordaba, que en las aras patrias habia sacrificado su fortuna, y pedia solo, que el soberano congreso determinara el lugar, donde podria trasladarse con su madre, que era de avanzada edad. Mas, prevaleciendo en su espíritu las tentaciones de la ambicion, recogió ese documento honroso, que le habria permitido retirarse de la vida pública en la mejor oportunidad para su gloria, y para el bien del Perú.

Sucre, que veia con pesar encenderse la guerra civil y comprometida fuertemente su reputacion, intervino á tiempo para templar la exaltacion de los partidos, y en la sesion del 26, que fué la última celebrada en el Callao, se decretó, que las cosas permanecieran, como estaban, hasta mejor oportunidad. Sanchez Carrion y Olmedo se embarcaron para acelerar la venida del Libertador. Riva Agüero y la mayoría de Diputados se dirigieron á Trujillo en dos buques con entera separacion, aprovechando la generosa oferta de su concolega Orue, que á mas de pagar el flete queria tambien subvenir á los gastos de traslacion con su hacienda de Huaito, 300 bueyes, 15,000 pesos y 3,000 arrobas de azucar. El general Sucre permane ció todavia en el Callao, proveyendo á la defensa de la plaza y despachando un refuerzo á Santa Cruz.

Canterac, que habia entrado en Lima el 13 de ju nio, á mas de insignificantes tiroteos parciales, practicó sobre el Callao el 26 un reconocimiento con pérdida considerable; recogió algun ganado, no sin sufrir quebrantos en los encuentros con los guerrilleros de la patria, y dispuso, que saliese Valdes & Chancay con el vano proposito de que el ejército patriota desprendie se algunos cuerpos á fin de cubrir la provincia de Tru

jillo; fuerza que esperaba batir. Sabiendo el ejercito, que Santa Cruz tenia en el sur, y comprendiendo entónces la prudente oposicion del virey á la bajada de todas las divisiones del norte, envió desde el 30 de junio algunos batallones al socorro de Laserna; en los primeros dias de julio hizo salir á Valdes con igual objeto, y el mismo apercibiendose, que Sucre enviaba desde el Callao una expedicion maritima, emprendió el regreso á la sierra con el grueso de su ejército el 16 de julio, internandose por tres direcciones.

Los realistas llevaban de Lima despojos de algun valor; pero dejaban de si la peor opinion: sacaron la plata labrada de Santo Domingo, la Catedral y otras iglesias; se llevaron las maquinas y útiles de la casa de moneda, quemando lo que no podian conducir; por una ruin venganza emplearon como leña para sus ranchos las puertas y ventanas de una casa rural de Torretagle; arrancaron al amedrentado vecindario. grandes cantidades de dinero, paños, brin y otros artículos con barbáras amenazas de incendio y saqueo, y pusieron en efecto enormes tropelias. El chorrillano José Olaya, indio de 28 años, á quien sorprendieron llevando comunicaciones de los patriotas, las que lizmente no tenian escrita la direccion de las personas, fué sometido á un barbaro tormento á fin de hacerle declarar sus nombres; y encerrandose el heroico jóven en un silencio impenetrable, salvó con su muerte la vida de muchos, á los que no habria perdonado la saña de Canterac. El martir Olaya es objeto de imperecederos homenages, y al retirarse el tirano pretendió en vano, que el mundo civilizado no se apercibiese de sus excesos, escribiendo la siguiente carta á Rodil.

Campamento 26 de Junio.

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"Mi muy estimado Rodil: no nos conviene, que los

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