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República Boliviana - Ministerio de Estado del Despacho de Relaciones Exteriores Palacio del Gobierno en Oruro, d 11 de

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El Gobierno del infrascrito ha recibido, por el último correo, una proclama de S. E. el Presidente de esa República, y con ella la infausta noticia de que intenta declarar la guerra á la Nacion Peruana. Entre otras razones se funda, en que el ejército de aquella ha penetrado hasta el corazon de Bolivia, sin usar de las fórmulas establecidas por el derecho internacional. Ha sorprendido á todos los amigos de la libertad que el Jefe de una Nacion con quien Bolivia no ha contraido obligacion alguna de recíproca defensa, bajo el pretexto de haberse invadido este territorio quiera exigir satisfacciones por las supuestas ofensas á otro Estado. Verdad es que el Gobierno de Colombia tomó la iniciativa para formar tratados que asegurasen la independencia de ambas naciones. El de Bolivia contestó prestando su avenimiento. Ofreció enviar un Plenipotenciario para que ajustase el convenio de mútuas ventajas. Esta nego. ciacion no tuvo el resultado que se buscaba. En consecuencia Colombia y Bolivia quedaron libres de un compromiso al cual aun no se habían ligado solemnemente por el consentimiento de ambos Gobiernos, y mucho menos por el sello de la voluntad nacional, que es la que dá todo el vigor necesario á las estipulaciones internacionales.

Faltaría el Gobierno del infrascrito á los deberes que ha contraido con su Nacion, á los principios que profesa y á la justicia misma, si despues de haberse impuesto en el contenido de la indicada proclama no entrara en francas bien que desagradables explicaciones. S. E. el Presidente de Colombia manifiesta el deseo de hacer la guerra al Perú para sostener á la administracion que ha desaparecido en Bolivia por el voto cuasi unánime de sus hijos. Cansados de sufrir el arbitrarismo y la dominacion extraña, humillados mas vilmente que cuando eran colonos, y sujetos á un pupilaje degradante, se pronunciaron por pertenecer á sí mismos. Sus votos se cumplieron por la justa intervencion de sus hermanos del Perú. A su presencia los pueblos y el ejército conocieron que había llegado el tiempo de ser puramente bolivianos. Tres años lucharon entre los sentimientos de la gratitud á sus libertadores, y el santo deseo de ser libres. Ellos creyeron que con su paciencia dulcificarían sus males; pero el silencio de los esclavos había sido el orgullo de sus déspotas. Un profundo reconocimiento á sus servicios eminentes les hizo recibir una Constitucion que es la vergüenza de la especie humana, porque es el pacto de los opresores de los pueblos con cuatro parásitos. Por esta gra

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titud han sufrido que los extranjeros ocupasen los ministerios, las prefecturas, los generalatos y cuantos destinos de alta gerarquía hay en Bolivia. Sus Plenipotenciarios y agentes públicos ó secretos, excepto uno solo, fueron extranjeros, presentando la idea al mundo de que eramos ineptos. Las leyes conculcadas, atropellados todos los derechos, despreciados todos los patriotas, considerados los que siempre fueron amigos de la tiranía, y en fin, colocado el capricho y todas las pasiones en el lugar donde solo debía residir la imparcialidad. Tal ha sido la desgraciada suerte de Bolivia. Llevando su moderacion hasta un extremo ocurrió á las vías legales. Los buenos ciudadanos procuraron tomar parte en las elecciones con el objeto de reformar los abusos. De su parte el Gobierno hizo los mas grandes esfuerzos para sostenerse. Abandonado de la opinion pública, cuando la razon le decía que dejase el puesto honorablemente, usa del último recurso de los tiranos la fuerza. Con la punta de sus bayonetas señaló los diputados precipitando así el tiempo para que llegara la hora tremenda de la indignacion popular. Llegó: conmovida la Nacion desde sus cimientos la caida fué espantosa. Libre Bolivia de esa abominable dominacion ha nombrado su Gobierno Nacional y propio, resuelta á sostenerlo á toda costa. Ya no quiere ser el patrimonio de personas, la colonia de otro Estado americano, la esciava de su política, el pedestal de sus aspiraciones, y aborrece el título de la hija querida. Bolivia habría reconocido un padre si sacada de la esclavitud no se le encadenara de nuevo, y se la hubiera dejado disponer libremente de sus destinos y suerte. ¿Hija: á la que se le ha dado una Constitucion por la fuerza?¿ Hija: la que ha sufrido el orgullo de sus señores? ¿Hija: la que ha sostenido una fuerte division, agotando sus tesoros, y que ha recibido en cambio las repetidas revolu ciones y la inmoralizacion de su ejército con su fatal ejemplo? ¿Hija: á la que se ha humillado, presentándola al mundo como una Nacion degradada incapaz de servirse de sus hijos, sino en asuntos los mas pequeños? ¿Hija pupila sin poderse emancipar, cuando fué la primera que convidó al nuevo mundo á la gran regeneracion politica? Bolivia renuncia para siempre una, mil y millones de veces á tal dictado. No tiene otra madre que la libertad, otros hermanos que las naciones que obren por los principios de justicia universal, ni mas parientes que la razon.

Esta exposicion habrá parecido un poco fuerte al señor Ministo de Relaciones á quien se dirige el infrascrito. Ella es ne. cesaria para convencer y demostrar cuál es la inmutable resolucion del Gobierno Boliviano en no consentir en que la República vuelva á ser ocupada por tropas extranjeras de ninguna. Nacion. La guerra que se vá á declarar al Perú por S. E. el

Presidente de Colombia, amenaza muy de cerca su independencia y los derechos de su absoluta soberanía. Ocupado el Perú por las tropas de Colombia, Bolivia corre el riesgo de sufrir una nueva esclavitud, y en esto no consentirá jamas. Por otra parte ya no hay cuestion sobre las intenciones de sujetar á los pueblos á miras personales. Datos inequívocos prueban que se quiere restablecer el sistema de colonizacion. El continente americano por la uniformidad de sus principios debe resistir á las cadenas que rompió con su sangre. Ya es tiempo que llegue á su feliz desenlace de su prosperidad, impepedida por los mismos que fueron sus bienhechores. Medite el señor Ministro, ademas, que la posicion de Bolivia, limítrofe al Perú, la obliga á tomar parte en la guerra para salvar su independencia de cualquiera de las partes beligerantes despues de sancionada la paz. Un Estado pequeño no puede permanecer indiferente cuando poderes fuertes entran en la lucha su neutralidad haría su ruina. Siendo la causa del Perú en principios idéntica á la de Bolivia, cuando allí, como aquí se detesta la esclavitud, y se ama la libertad, cuando la experiencia ha enseñado á ambas naciones lo funesto que es para los pueblos consentir extranjeros en su territorio, y cuando la justicia está de parte del Perú, Bolivia ha resuelto cooperar á la guerra prestando todos los auxilios que estén en su poder para resistir la agresion, no de Colombia donde se aborrece el despotismo, sí de un hombre que pretende sobreponerse á todos los derechos.

El infrascrito ruega al señor Ministro de Relaciones Exteriores, á quien tiene el honor de escribir, quiera instruir á su Gobierno de la firme y constante determinacion del de Bolivia, en cooperar á la guerra, auxiliando al Perú. Esta resolucion está de acuerdo con la opinion pública. No es difícil el triunfo cuando se tiene de su parte la justicia y el querer nacional. Puede ser que la victoria abandone á Bolivia en esta contienda; mas, señor Ministro, dígnese hacer saber á S. E. el Presidente que entre millares de cadáveres y ruinas, incendiado todo el país, un boliviano que quede ha de defender sus derechos, odiando á su opresor, Desde la fría tumba han de dirigir los bolivianos sus ardientes deseos á los amantes de la humanidad por la venganza. La execracion general cubrirá de oprobio á los tutores de una general devastacion. Bolivia será el lugar sagrado que se visite con entusiasmo. Se llenará de gloria inmortal.

Puede el señor Ministro aceptar las consideraciones y el profundo respeto del Ministro de Bolivia que le saluda muy amis

tosamente.

Casimiro Olañeta. Señor Ministro de Relaciones Exteriores de Colombia.

Comandancia General del Departamento de la Libertad.-Piura, Enero 30 de 1829.

Al Señor Ministro de Guerra y Marina.

Señor Ministro:

Tengo el honor de dirigir á manos de US. la adjunta_copia de las capitulaciones celebradas por el Gobierno de Guayaquil con el Comandante General de la Escuadra Nacional, quien me la ha dirigido con su nota de 21 del que concluye, y segun ella se vé que á la fecha habrán ocupado aquella plaza nuestras

armas.

Sírvase US. trasmitirlo al conocimiento de S. E. el VicePresidente de la República, para su satisfaccion y de los ciudadanos que la componen.

Dios guarde á US.

Juan Pardo de Zela.

CAPITULACIONES.

En el rio de Guayaquil, á la vista de la ciudad, en 19 de Enero de 1829, reunidos á bordo de la goleta de guerra de la República del Perú, nombrada "Arequipeña," los señores coroneles D. Antonio Luzarraga y Juan Ignacio Pareja, comisionados por el señor Comandante General de la plaza de Guayaquil, General de Brigada Juan Illingrot: y los señores tenientes comandantes D. Alejandro Acquaroni y D. José Felix Márques, comisionados por parte del señor Comandante en Jefe de la Escuadra D. José Boterin, con el objeto de acordar los puntos convenientes, por ambas partes, sobre la evacuacion de la referida plaza; y á fin de evitar los padecimientos consiguientes á un estrecho bloqueo y demas accidentes de la guerra despues de haber canjeado sus respectivos poderes por ante nosotros los secretarios Alférez de Fragata de la Armada D. Manuel Gonzalez Pavon, y Florencio Bello, Oficial de la Tesorería del Departamento, presentaron los referidos señores comisionados por su parte las proposiciones siguientes:

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