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las circunstancias aconsejaban, llegó á verse en gran peligro por la sublevación de los irlandeses que componían su tropa, y hacían las más extrañas exigencias, á virtud de sus contratas de enganche, y en momentos en que le amenazaba una fuerza realista de consideración al mando del Coronel Sanchez. Montilla tuvo á pesar de ésto, la fortuna de derrotar á su enemigo con los pocos soldados venezolanos que tenía en aquel cuerpo, y con ellos invadió la provincia de Cartagena.

Los revoltosos irlandeses fueron embarcados para Jamaica, no sin que saquearan ántes é incendiaran la población de Río Hacha. El hecho es que Montilla, después de enseñorearse del Magdalena con la escuadrilla, y de aprovechar cuantas ocasiones se le presentaran de consolidar su situación, llegó á reunir en Sabanilla un cuerpo de 800 hombres, y se puso en comunicación con las fuerzas de Córdova y otros jefes que, por órden de Bolívar, marchaban en su auxilio. Poco después emprendió el sitio de la plaza de Cartagena.

En las demás provincias granadinas los pa

triotas habían obtenido varios triunfos y la causa republicana se consolidaba diariamente. Largo tiempo permaneció inactivo el ejército realista que ocupaba á Venezuela, y la guerra se limitó por el momento á escaramuzas de poca importancia; los diversos cuerpos patriotas conservaban sus respectivas posiciones, impidiendo así los auxilios que Morillo pretendía enviar á Nueva Granada.

Bolívar decidió entónces enviar á Europa, en desempeño de importantes comisiones, á un agente oficial, y designó á Zea para dicho cargo. El Congreso de Guayana le dió el permiso de ausentarse, nombrándole para reemplazarle en la Vice-Presidencia de Colombia al Doctor Juan German Roscio, que fué á su turno sustituido por Soublette, mucho más competente en la dirección de la guerra. Zea se embarcó el 1.o de Marzo.

Los auxilios que el ejército realista aguardaba de la Península, no llegaron con motivo de la revolución política que ocurrió en España en 1820. Las Cortés acordaron ofrecer á los Americanos una amnistía á cambio de su

adhesión á la Metrópoli. La revolución liberal efectuada en España, contribuyó grandemente al desenlace de la guerra en Venezuela, y la nueva Constitución de la Monarquía, proclamada y jurada en Carácas en Junio de aquel año, fué el punto de partida de los sucesos que siguen.

El deseo de España era ya irrealizable. Venezuela no sólo pretendía constituirse liberalmente, sino que deseaba también su propia independencia. Diez años de lucha no podian borrarse ya de la historia, para dar campo á una situación que presentaría á los patriotas, seguros entónces de su triunfo, como sometidos al Gobierno peninsular. De aquí que las primeras sugestiones de Morillo fueran rechazadas enérgicamente.

Los jefes republicanos á quienes propuso una suspensión de hostilidades, contestaron que sus operaciones dependían del Gobierno. El Congreso de Guayana, ante el cual acreditó Morillo dos comisionados, Cires y Duarte, contestó que oiría con gusto las proposiciones que hiciera el Gobierno español, siempre que tuvie

ran por base el reconocimiento de la soberanía é independencia de Colombia.

Bolívar, al saber que dos comisionados se dirigían con idénticas proposiciones á su Cuartel General en San Cristóbal, contestó el 20 de Agosto por medio de otros dos delegados, Briceño Mendez y Urdaneta, que era inadmisible toda propuesta de sometimiento constitucional á España; é injuriosa al desinterés y patriotismo de los colombianos, la oferta de conservarles en el mando, á trueque de la pérdida de la independencia de su patria.

Las proposiciones de Morillo, seguidas de un rechazo tan enérgico por parte de los patriotas, contribuyeron á mejorar mucho la situación de estos. Los que tenían fé en el triunfo, se confortaron en ella; los dudosos no vacilaron más y se incorporaron á las filas, y hasta los indiferentes creyendo oportuno mostrar su adhesión á una causa que llevaba trazas de triunfar, la ayudaron con sus simpatías. La independencia estaba asegurada.

Por lo que toca á la guerra, los triunfos de los patriotas fueron más fáciles desde entónces, y

Bolívar tuvo ocasión de exhibir desde aquella época las dotes de gran político, como exhibiera ántes las de gran guerrero. En consecuencia, escribió á Morillo desde San Cristóbal en 21 de Setiembre, acogiendo la propuesta del armisticio, siempre que se dieran á Colombia las garantías que había pedido, y ofreciendo situar su Cuartel general en San Fernando para facilitar las comunicaciones, sin que por esto se suspendieran las operaciones. Y en probanza de ello, Bolívar atacó con sus fuerzas las del realista Tello, que esquivó el combate. El jefe republicano ocupó á Mérida el 1° de Octubre, y libertada aquella provincia, redimió la de Trujillo diez Ꭹ siete días más tarde.

Morillo que, por motivos personales, quería regresar á España, y que tal vez no estaba muy satisfecho del triunfo liberal en su propia patria, envió inmediatamente á Bolívar desde su Cuartel general de San Carlos, tres comisarios para tratar del armisticio, los cuales, á su paso por Calabozo, recibirian instrucciones del general La Torre.

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