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disposiciones constitucionales ocurrian á la eventua lidad, de hecho nos hallábamos en una crisis terrible. Por dos veces una diputacion de ambas camaras anunció sin efecto al vice-presidente que el Congreso le aguardaba para que prestase el juramento de posesion: Santander rehusó hacerlo.-Al fin una tercera diputacion, representándole los males que se iban á seguir, y la opinion del Congreso que creia inescusable su resistencia, consiguió conducirlo á la sala de las sesiones y que prestara el juramento.-No lo hizo sin embargo, sin espresar que se hallaba lleno de asombro al ver que se le compeliese á jurar una constitucion vilipendiada y que no encontraba cooperacion para sostener.—Que. dó pues, Santander vinculado á una administracion, cuyo jefe tenia opiniones y miras mui diferentes de las suyas, y ya puede presentirse que la buena armonía no debia subsistir entre los dos largo tiempo. "

"La república se encontraba, despues de la llegada de Bolivar, en una situacion mui anómala.-La Nueva Granada seguia gobernada por un jefe constitucional, y Venezuela era regida por los decretos de Bolivar.-Habia dos jefes: uno que mantenia en observancia la constitucion y las leyes en una parte del territorio; otro, que con una legislacion de su creacion gobernaba el resto, y preparaba así la ruina completa de las instituciones."

"Los escritores públicos no dejáron de indicar lo que en tales circunstancias convenia á los granadi-.

nos.—El distinguido republicano doctor Vicente Azuero, que redactaba el periódico titulado " El Conductor", despues de manifestar las poderosas razones que habia para creer que la constitucion no seria mantenida, y que íbamos á ser sometidos á un régimen militar; propuso en el número 48 de aquel periódico, un plan para impedir que la Nueva Granada sufriese la suerte que le habia tocado á Venezuela.-Causó aquel artículo notable sensacion en el público, y muchos republicanos, entre ellos algunos militares, fomentaron con empeño su realizacion. Mas era preciso para llevarlo á cabo, desconocer la autoridad de Bolivar, y declarar la Nueva Granada en revolucion.—La guerra civil iba á ser la consecuencia: Ꭹ Santander con los que querian instituciones liberales de una parte, y Bolivar con los amigos del régimen militar de la otra, iban á iniciar una contienda en que la sangre habria corrido á torrentes, antes de obtener lo que tres años mas tarde realizó la fuerza de la opinion.-El plan, pues, quedó sin efecto, y solo sirvió para manifestar con cuanta anticipacion su ilustre autor conoció lo que convenia á su tierra natal.-Aquel escrito, los muchos en que siempre habia defendido la libertad y los principios republicanos, le atrajeron la animadversion del partido boliviano, y fueron causa para él de graves disgustos.-Las disposiciones que sus contrarios manifestaban de ir adelante en sus designios sin detenerse en los medios, le hicieron temer algun atentado contra su persona, y creyó prudente retirarse por

cierto tiempo al campo, y hacer cesar la publicacion del periódico, para cuyo editor no habia garantías, tan lnego como Bolivar llegase. "

"Aquí empieza mi carrera de escritor público. Habiéndome manifestado el doctor Azuero sus inten..

ciones, yo le declaré que estaba dispuesto á hacerme cargo del periódico, y á continuar su publicacion defendiendo los mismos principios, y resuelto á correr todos los riesgos que me sobreviniesen en consecuencia.—Mi oferta fué aceptada, y el número siguiente fué ya publicado por mi.-Mas no sirvió esto para hacer cesar la animadversion contra Azuero.-Afectaban creér algunos de sus enemigos, que yo no era sino la pantalla que con mi firma ocultaba al antiguo escritor; proponiéndose con esto mantener vivo el ódio contra Azuero, y degradándome ante el público, dar un fuerte ataque á mi reputacion naciente. Yo veia las cosas bajo un punto de vista mas exacto; y conocia que aquel mismo empeño de mis enemigos en hacer creer que los artículos del Conductor, aunque bajo mi firma, no eran mios sino de Azuero, contribuia á formar mi reputacion de escritor y á darme confianza en mis fuerzas; porque si yó escribia de tal modo que mis producciones podian confundirse con las de aquella excelente pluma, natural era que mas tarde, cuando la verdad apareciese, me encontraria yo á su nivel en la opinion á virtud del mismo empeño de mis enemigos por dar á mis escritos el mérito de los de aquel. '

" Otros, tal vez, creian de buena fé que yo era

solo un firmante por que no me suponian capacidad é instruccion para examinar las cuestiones que tocaba en mis escritos.-Tuve la prueba de esto en una ocasion.-Hallábame de visita en una casa en que casualmente se encontraban, entre varias personas, el jeneral Heres y el señor Leocadio Guzman, que acababan de llegar á Bogotá.-Habia yo escrito en aquellos dias un artículo nada favorable á estos señores, tan activos ajentes de la Dictadura; y como se hubiese llegado á hablar de tal artículo, y ellos no me conocian, dijeron; "no se nos dá nada por el editor, que es un pobre jóven que firma: esas observaciones son escritas por pluma mas alta."-Yo me despedí y salí, por no entablar una discusion ó tal vez una disputa desagradable, en una sociedad donde habia señoras.-Sé que despues de mi salida informados dichos señores de que el editor de "El Conductor" era el mismo que acababa de despedirse, fuè aquel pasaje asunto de las burlas de los ofendidos.-Ahora, como entonces, estoi convencido que hice lo que la cortesia y la decencia exigian en una circunstancia semejante.-Cuatro años despues vi á los señores Heres y Guzman en Caracas, y me parece que ya entonces no tenian duda de que yo era el autor de los artículos del Conductor. "

"Ocupaba yo entonces un destino en la Secretaria de relaciones exteriores; á donde se me habia pasado de la de guerra por mis conocimientos en la lengua inglesa y francesa, y en el derecho internacional.-No era decente para mi, ni tolerable para mis jefes, el

que á un mismo tiempo fuese yo empleado en el ministerio y escritor de la oposicion.-Esta consideracion me ponia en una situacion difícil, porque el oficio escritor no produce nada en un pais en que hay pocos lectores, y el renunciar mi empleo me privaba de mi principal medio de subsistencia.-Sin embargo no vacilé, y el dia que llegó Bolivar á Bogotá dejé una renuncia sobre la mesa del ministro, y no volví mas al ministerio de relaciones exteriores.-No se admitió inmediatamente mi dimision; pues el señor Rafael Revenga que habia sido nombrado ministro queria conservarme. Me habia manifestado particular cariño en el tiempo que anteriormente habia servido bajo sus órdencs, y aguardó á hablarme antes de resolver.-Digo esto, por que pocos dias despues, estando ambos en un baile que dió el encargado de negocios de Méjico, coronel Torrens, se me acercó y me dijo con mucha amabilidad." Señor Gonzalez por que se quiere usted ir de la secretaria?".--Yo le dije que mis razones eran obvias, y que esperaba que hiciera justicia de ellas.-El señor Revenga se separó de mí cortesmente; y aunque mi renuncia fué admitida y yo quedé separado del ministerio, siempre conservó conmigo buenas relaciones de urbanidad.-En Caracas lo ví por última vez en 1831, en donde recibí y correspondí su visita. Refiero estos hechos, porque son notables en un pais, en que desgraciadamente se ha creido, que la diferencia de opiniones políticas debe hacer cesar entre los ciudadanos las relaciones privadas, síendo

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