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independencia al término deseado; procura asegurar al público de su desinteres, diciendo que para quitar toda suspecha, habia llamado al Rey de Espaa; sin embargo, deja percibir que él no tuvo investidura para poder obligar á la nacion, y por lo mismo ésta no tiene obligacion de observar el Plan de Iguala. Pero para no descubrir enteramente su artificio, dice: que la nacion lo ha ratificado con las demostraciones mas enérgicas, y con el voto público; añadiendo, que de no ebservarlo, ¿qué cosa podria ser estable en la fé de los pueblos y de sus representantes? y concluye por fin, protestando la resistencia. con que admitiria la corona, cuando se la ofreciese la nacion megicana; mas bien se: deja percibir la languidez de sus protestas, tan fingidas, como la violencia con que aparentó el dia de su proclamacion acceder á ella.

Agentes de la proclamacion de
Iturbide.

Hechos estos preparativos con suceso, promovió por medio del provincial Carrasco, capitan general D. Anastasio Bustamante, coronel D. Epitacio Sanchez, teniente coronel D. Pedro Otero, condes de S. Pedro del Alamo, de la Ca

dena del Peñasco y otros, tan ignoran tes como enemigos de su patria, una pro. clamacion intempestiva, hecha por algu na tropa y pueblo; pero de manera que se entendiese que lo hacian voluntaria. mente y sin noticia suya. Al efecto por medio de Pio Marcha, sargento del regimiento numero 1, se convocan todos los sargentos de él, é instigados por Marcha emprenden proclamarlo emperador. Contaba Iturbide con +1 referido regimiento, con el de granaderos à caballo, de que es coronel D. Epitacio Sanchez, y con algunos léperos colectados por Marcha en el barrio del Salto del Agua, uno de los mas infelices de Mégico. Todos los comprometidos creian y aun creen, que aque llo era un pensamiento original de Marcha, pero lo fué del mismo Iturbide: éste determinó que se diera el grito á la madrugada del dia 19 de mayo; pero haciendo la observacion uno de los principales motores de la faccion, de que era dificil hallar léperos á esa hora, que gritasen y acompañasen á la tropa, se determinó que fuese el dia 18 á la hora de la comedia, y yá muy entrada la noche,

Conducta de Iturbide la noche de su proclamacion.

Iturbide dispuse todo con sus regimientos favoritos, y mandó con varios pretestos, desde la tarde del dia 18, que se acuartelase aquella tropa que no era muy adicta é su persona. Preparada de este modo la tramoya, empezó el sainete imperial. Iturbide se encerró en su casa, y no fué ni aun al coliseo : poco ántes de las nueve de la noche los sargentos del número 1 formáron el regimiento, seduciéndolos para la empresa, y convenidos ya en medio del desòrden y de la embriaguez, pues se les franqueó la bebida con abundancia, comen. záron á gritar viva el emperador. Al primer grito Iturbide mandó inmediatamente á Rivero, edecan suyo, que gritase en el coliseo lo mismo. Rivero parte en efec, to, y entrando en él, grita que el egér, cito acaba de proclamar a Iturbide por emperador : los leperos, que ya estaban prevenidos, comenzaron los vivas, cuyas aclamaciones acompañaron los cómicos; salidos que fuèron del coliseo, se dirigiéron soldados y lèperos á la casa de Iturbide, y formados frente de sus balcones, continuáron gritando viva el emperador, que saliera al balcon; y que

que no se quitarian de aquel lugar mièn tras no se coronase. Iturbide aparentô sorprenderse con la inesperada ocurrencia fiugió mil protestas de no admitir la corona por ningun caso; y rehusó salir al balcon hasta cosa de las tres de la mañana. Mientras aparentaba este desinteres, estaba encerrado en su gabinete poniendo estraordinarios, para dar aviso á sus amigos y agentes de las provincias predispuestas por anteriores intrigas à este lance, dando por sentado que todo el egército y todo el pueblo se habian empeñado en proclamarlo, y que él no habia podido resistir á sus instancias, por mas repugnancia que habia mostrado. Se puso por fin al balcon, recibió las aclamaciones del pueblo, y el gran hipócrita consintió como con violencia en ser emperador. A esa hora van á cumplimen. tarlo sus partidarios, entre quienes fuéron los primeros los frailes de S. Francisco, pues por estar su convento muy inmediato á la casa de Iturbide, no perdièron tiempo en pasar á rendirle sus homenages * los lèperos corren á las iglesias , y hacen por fuerza que se les franqueen las torres para repicar á su antojo corren tambien à lis casas de mu

*¡Cuándo pierden los frailes la oca. sion de humillarse ante el despotismo y la maldad triunfantel

chos diputados a quienes tratáron con la mayor grosería, obligándolos á pasan á la de Iturbide, para que lo feli citaran. La tropa facciosa no abando-, nó ésta, hasta que quedó plenamente satisfecha de que habia conseguido su intento estaba tan exaltada, ya fuera por el aguardiente, ya por la precipitacion con que obró en todo, que hizo salva con cartuchos con bala; de suerte, que por una fortuna, casi milagrosa, no hubo mil desgracias entre ellos mis mcs. Venida la mañana, apareció una proclama de Iturbide fijada en las esquinas principales de las calles, que transcribirémos al pié de la letra, para hacer de ella el analisis correspondiente; pero antes insertarémos aquí el Manifiesto del número 1; pues aunque salió tres dias despues, como es un comprobante auténtico del ilegal modo con que se proclamó Iturbide, me parece oportuno coJocarlo en este lugar. El es el que da à conocer la maldad del intruso y nuevo farsante emperador, y es un documento que siempre será el monumento de su infamia: ¡cuánto le habrá pesado que saliese á luz! Pero ¿cuándo no se han descubierto por sí mismas la perfidia y la intriga? Pio Marcha, temiende que algun otro acaso le arrebatase de la cabeza el lauro que en su errado concepto be adquirido, se propuso dar a

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