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Discurso que pronunció el general Bolivar ante el soberano Con

greso de la república de Colombia.

SEÑOR. El juramento sagrado que acabo de prestar en calidad de presidente de Colombia, es para mí un pacto de conciencia que multiplica mis deberes de sumision á la ley y á la patria: solo un profundo respeto por la voluntad soberana me obligaria á someterme al formidable peso de la suprema magistratura. La gratitud que debo á los representantes del pueblo, me impone ademas la agradable obligacion de continuar mis servicios por defender con mis bienes, mi sangre y aun con mi honor esta Constitucion que encierra los derechos de dos pueblos hermanos, ligados por la libertad, por el bien y por la gloria. La Constitucion de Colombia será, junto con la independencia, la ara santa, en la cual haré los sacrificios. Por ella marcharé las estremidades de Colombia á romper las cadenas de los hijos del ecuador, á convidarlos con Colombia, despues de hacerlos libres.

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Señor espero que me autoriceis para unir con los vínculos de la beneficencia á los pueblos que la naturaleza y el cielo nos han dado por hermanos.

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Completada esta obra de vuestra sabiduria y de mi celo, nada mas que la paz. nos puede faltar para dar á Colombia todo; dicha, reposo y gloria. Entonces, Señor, yo ruego ardientemente no mostreis sordo al clamor de mi concieneia y de mi honor, que me piden á grandes gritos, que no sea mas que ciudadano. Yo siento la necesidad de dejar el primer puesto de la república al que el pueblo señale como el gefe de su corazon. Yo soy el hijo de la guerra, el hombre que los combates han elevado á la magistratura; la fortuna me ha sostenido en este rango, y la victoria lo ha confirmado. Pero no son estos los títulos consagrados por la justicia, por la dicha y por la voluntad nacional. La espada que ha gobernado á Colombia, no es la balanza de Astrea, es un azote del genio del mal que algunas veces el cielo deja caer à la tierra para el castigo de los tiranos y escarmiento de los pueblos. Esta espada no puede servir de nada el dia de paz, y este debe ser el último de mi poder, porque así lo he jurado para mí, porque lo he prometido á Colombia, y porque no puede haber repùblica donde el pueblo no está seguro del egercicio de sus propias facultades. Un hombre como yo es un ciudadano peligroso en un gobierno popular: es una amenaza inmediata a la soberanía nacio

nal. Yo quiero ser ciudadano para ser libre, y para que todos lo sean:* Prefie ro el título de ciudadano al de liberta. dor, porque éste emana de la guerra, aquel emana de las leyes. Cambiadme, Señor, todos mis dictados por el de buen ciudadano.

Sesion del Congrèso el dia de la proclamacion.

Se citó á los diputados muy temprano para que se reuniera el Congreso. Estuvieron prontos sus pártidarios y al gunos otros que vilmente se han pros tituído, o por el temor, ó por la conve

*Aprended, dicen los editores del Sol de Mégico, vosotros los que llevais el renombre de libertadores, en estos sentimientos de und alma noble y generosa como la de Boli vár ; servir á lá patria sin interes, amar la libertad por el solo bien de los pueblos, desprenderse gustoso de los títulos y buscar la verdadera grandeza en la ́dulce satisfacción de haber procurado la fe licidad ú sus semejantes, haciéndolos soberanos é independientes, no pará convers tirse despues en su tirano a pretesto de remuneracion, sino para respetar su libertad, y disfrutar en comun de sus regalados frutos. ¡Loor eterno al héroe de Colombia.

niencia. Los mas no asistieron por no esponerse a un compromiso en que peligrara su honor ò su vida; y algunos verdaderamente patriotas republicanos, fuéron despechados y resueltos à sostener la libertad de la patria, perdiendo, si fuera necesario, su existencia. A los priacipales borbonistas como D. José María Fagoaga, D. Hipólito Odoardo, D. Francisco Tagle y algun otro, considerando Iturbide que eran los que para su `procla macion debian estar diametralmente opuestos, por el sistema que hasta entonces habian sostenido, les mandó recado an ticipadamente, diciendoles, que procurasen asegurarse, porque si se presentaban en público no respondia de sus vidas: ¿qué quiere decir esto, gobernaba la faccion? ¿Cómo sabia que la intencion de ella era acabar con sus principales enemigos? Pues à no ser así, no le faltaba poder para contener cualquiera tropelia de los sediciosos; pero estar impuesto en sus miras, poder obstruirlas y no hacerlo, sino valerse de arbitrios miserables para evitar lo que él que-, ria que no se hiciese, es una prueba de que él fué el principal agente de su proclamacion. El recado que Iturbide mandó á los borbonistas hubiera estado bien muy en boca de algun amigo de ellos, que no teniendo poder para protegerlos, solo le quedaba el recurso de aconsejarles la

sino

que

él/

Ocultacion ó la fuga; pero en boca de un generalísimo almirante, que tenía înucho ascendiente sobre su regimiento número 1, por el afecto que tenia á su persona, aun prescindiendo de la autoridad, que ésta era muy inmediata, no solo por la de generalísimo, sino por la de coronel del mismo cuerpo, cuyo cargo ha bia conservado para mantener mejor la ilusion sobre esta tropa; y que aunque no hubiera sido nada de lo dicho, sino todo lo contrario, podia disponer de la fuerza superior de ella para contenerla, si hubiera querido, prueba evidentemente que pues no lo hizo, no tuvo voluntad de hacerlo. El en efecte, dando aquel aviso á los borbonistas, se propuso dos cosas: la primera, evitar por este medio que asistieran al Congreso, ó se presen taran en público tal vez à formar par tido y la segunda, convertirlos en amigos suyos, en vista del agradecimiento con que debia ligarlos el cuidado que manifestaba por su existencia; mas este es el resultado de la intriga, que por el ca mino que quiere ganar pierde; pues el hecho referido en vez de causar aquel segundo efecto, no ha producido otro, que el de añadir un testimonio mas para con vencerse de que él era el autor de todo el plan de coronacion.

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