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hacer un proceso inquisitorial. De haber sido así, San Martín habría llamado también á sus secretarios ó edecanes para servir de testigos.

Bolívar Ꭹ San Martín, conocedores del mundo, no podían faltar á las leyes sociales. Las conferencias fueron secretas, como lo són siempre en estos casos; y si hubiera habido algo que protocolar, en ese caso, ambos generales habrían llamado oportunamente á sus subalternos.

De todas suertes, San Martin cumplió la promesa que hizo á Bolívar, en su carta de 29 de Agosto, y resignó el poder ante el primer Congreso Constituyente del Perú que se instaló el 20 de Diciembre de 1822. Al siguiente día se embarcó para Chile, donde tuvo que detenerse algún tiempo, con motivo del grave estado de su salud. ¡Toda su fortuna consistía en 120 onzas de oro...

Llegó á Buenos Aires el 4 de Diciembre de 1823, habiendo permanecido algún tiempo en Mendoza, donde recibió la triste nueva de la muerte de su esposa. En Buenos Aires se embarcó para Europa; y aunque volvió á su

patria en 1828, breve fué su residencia en ella. Al año siguiente regresó á Europa, para domiciliarse en Francia, donde murió en la tarde del 17 de Agosto de 1850. Sus restos fueron trasladados á su país natal en 1880, y nosotros tuvimos la honra de concurrir á la función religiosa que, con tal motivo, se celebró en una de las Iglesias del Havre el 21 de Abril de aquel año, y de acompañarlos, á bordo del vapor Argentino que los condujó á su patria.

Retirado San Martín, el Congreso peruano nombró para reemplazarle una Junta gubernativa compuesta del general Lamar, Alvarado У el conde de Vista-Florida. Este triunvirato rechazó el auxilio ofrecido por Bolívar. Después de las derrotas sufridas por los peruanos en Toratá y Moquehua, el Congreso, que se había negado á destituir dicha Junta á petición de un cuerpo de Oficiales, se avino á decretarla, luégo que el general Santa Cruz, situando cerca de la ciudad su ejército, pidió la destitución. Fué nombrado entónces Presidente de la República el general RivaAgüero.

Bolívar, que comprendía la necesidad de dar fuerza á la independencia del Perú, y libertar á Colombia del vecindario de un vireinato español, ofreció entónces, á título de auxilio, seis mil colombianos. El nuevo Gobierno peruano no pensaba como su antecesor, y no sólo lo aceptó, sinó que pidió urgentemente el amparo porque los momentos eran críticos. Salieron por lo pronto 3,000 hombres para el Perú, y Bolívar ofreció llevar 3,000 más, al recibir el permiso del Congreso de Colombia. Ocupado estaba en los preparativos de la segunda expedición, cuando recibió oficios del Vice-Presidente Santander, en los cuales le llamaba de urgencia, con motivo de las últimas operaciones de Morales en Venezuela.

No vaciló Bolívar en cumplir con su deber, y en el acto se puso en camino, enviando ántes al general Sucre como ministro diplomático al Perú.

En camino para Bogotá supo por ulteriores oficios del Vice-Presidente que las tentativas de Morales no tenían importancia alguna, y retrocedió á Guayaquil, donde recibió el de

creto del Congreso peruano, suplicando al de Colombia que le acordara el permiso de trasladarse al Perú, á mandar en persona el ejército.

Por lo visto, la situación de los peruanos debía ser crítica; y en efecto lo era, porque Canterac y Valdés, con 8,000 hombres de buenas tropas se habían presentado frente á Lima, y no siendo posible á los patriotas el sostenerse en la ciudad, habían resuelto evacuarla, confiando el mando del ejército al general colombiano. Trocó éste el espadín diplomático por la espada vencedora en Pichincha, y salvó aquel ejército, retirándose ordenadamente al Callao. Allí todo fué anarquía entre los peruanos. Riva-Agüero fué depuesto por el Congreso y reemplazado con Valdivieso.

Agüero se mofó del acuerdo del Soberano y siguió ejerciendo de Presidente. El general Sucre, que no quería tener parte en la política interior del Perú, viendo el giro que las cosas tomaban en favor de los realistas, envió á los díscolos, Congreso, Riva-Agüero y demás em

pleados, á Trujillo para que allí ultimaran sus disputas, mientras él salvaba la situación; y en efecto, puso al punto el Callao en estado de defenderse, reorganizó el ejército y preparó una expedición para Intermedios.

Los jefes realistas, al saber que tenían que habérselas con Sucre, y con Bolívar que no podía tardar, evacuaron á Lima y resolvieron dividirse para emprender operaciones aisladas. Sucre ocupó en seguida la ciudad, y delegó el mando en el marqués de Torre-Tagle.

Á tiempo que esto ocurría en el Perú, impaciente Bolívar en Guayaquil, porque el permiso del Congreso no llegaba, recibió la noticia, muy grave por cierto, de que los pastusos se habían sublevado y derrotado completamente al coronel Juan José Flores, obligándole á retirarse á Popayán.

Salió

inmediatamente para Quito con 400 hombres y un parque. En dicha ciudad completó 1,500, casi todos reclutas, y con ellos marchó en persecución de los pastusos, y habiéndolos encontrado, los atacó con tal im petu que fueron destruidos, dejando

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