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die tomase parte en su conversación, ni pudiera oirles. En seguida se separaron para continuar el señor edecún su camino, y reunirse el que suscribe á sus colegas, á quienes encontró ocupados de aquellas noticias y de los rumores que circulaban de haberse descubierto robos en la aduana del Callao tan luego como entraron tropas al Castillo en que ella está colocada. Al poco rato volvió á pasar el señor Villamar; y siendo nuevamente llamado aparte por el que firma, le habló de aquellos rumores refiriendo algunas de las circunstancias que se decían, ponderándole al mismo tiempo lo mucho que convendría que el Gobierno lo supiera cuanto antes para prevenir las sérias consecuencias que pudieran resultar; y condescendiendo con el deseo de dicho señor tenente coronel, lo autorizó á dar conocimiento de esta conversación á S. E. el Presidente del Consejo de Estado, Encargado del Ejecutivo, á cuya presencia se dirigía en ese momento; añadiendo que el señor Wilson, según se había expresado, no iba esa noche á hablar de esto mismo con S. E. por ser ya tarde, pero que lo haría al día siguiente.

Con esta exacta narración de lo ocurrido, cree el infrascrito haber contestado la nota del señor Wilson, á quien tiene el honor &.

Duarte da Ponte Ribeiro.

Al señor Belford Hinton Wilson, Encargado de Negocios de S.
M. B. &. &. &.

D.

Consulado de la República y Ciudad libre y Anscática de Hamburgo.
Lima, á 10 de Mayo de 1841.

Señor:

El infrascrito, Cónsul de la Republica y Ciudad libre y Anseática de Hamburgo, ha tenido el honor de recibir la nota que el señor Encargado de Negocios de S. M. B. se ha servido dirigirle con esta fecha, y en contestación á las preguntas que ella con tiene dice el infrascrito:

A la primera-que el señor teniente coronel don Florentino Villamar fué llamado en aquella ocasión solamente por el señor Da Ponte.

A la segunda-que el señor Wilson no se separó del señor La Valle, ni del que suscribe, durante las dos ocasiones en que habló el señor Da Ponte con el señor teniente coronel Villamar, ni tomó parte alguna en esas dos conversaciones.

A la tercera que la conversación que tuvo el señor Da Ponte, con el señor teniente coronel Villamar, fué en tanta distancia que no pudiese ser oído por los señores La Valle y Wilson; ni al efecto fué oído por el infrascrito, que se aprovecha de esta ocasión, para ofrecer al señor Wilson los sentimientos de su más alto respeto y distinguida consideración.

Christian Hellmann.

Señor don Belford Hinton Wilson, Encargado de Negocios de S. M. B. &. &. &.

Ministerio de Relaciones Exteriores.

Lima, Mayo 17 de 1841.

El infrascrito, Ministro de Relaciones Exteriores, ha recibido la nota del señor Wilson, fecha 11 del corriente, y habiendo puesto su contenido en conocimiento del Gobierno, se le ha mandado contestar en los términos siguientes:

Las alegaciones del señor Wilson no destruyen las ideas emitidas por el infrascrito en el curso de la correspondencia relativa á la cuestión del robo perpetrado en los almacenes del Callao, y especialmente lo que demostró en su nota del 6. Menos falsifican un hecho referido en la misma nota las exposiciones de los señores Ministros Plenipotenciario, de la República de Chile, Encargado de Negocios de S. M. el Emperador del Brasil, y Cónsul de la República y ciudad Anseática de Hamburgo, que obtuvo cl señor Wilson y acompañó á su nota citada.

No sería extraño que después de pasados muchos días fuera imposible evidenciar la circunstancia casi indiferente de haber ó no concurrido el señor Wilson al llamamiento del Comandante

Villamar, que muy bien pudiera confundirse con la otra circunstancia comprobada de hallarse juntos el señor Wilson y el señor Da Ponte al tiempo de ser llamado el Comandante. Nada de esto influye en lo esencial del hecho, ni hace variar el objeto de la conyersación, ni los términos de ella, pero si es útil para demostrar la inconveniencia de entenderse con el Gobierno por otros medios que no sean los medios oficiales establecidos y usados en todas partes y por el órgano del Ministerio de Relaciones Exteriores; siendo indudable que toda exposición verbal, expuesta á desvirtuarse con el trascurso del tiempo, y mucho más pasando sucesivamente por diversos conductos, y extraviándose de su natural senda, debe traer precisamente equivocaciones é inconvenientes de más ó menos gravedad según los casos, las circunstancias y la importancia del asunto. El señor Wilson no podrá ignorar que el olvido del órgano necesario de comunicación con el Gobierno ha podido traer alguna vez funestas consecuencias.

Sin entrar en indagaciones que no conducirían á otra cosa que á insustanciales altercados que ocuparían el tiempo sin ofrecer la menor utilidad, basta leer las exposiciones referidas, y muy particularmente la del señor Encargado de Negocios del Brasil, para encontrar en el relato del hecho en cuestión aquel carácter de verdad que nadie negaría al Gobierno sin hacerse responsable de la más grave y clamorosa ofensa. El señor Da Ponte refiere la conversación que tuvo con el Comandante Villamar casi en los mismos términos que se encuentran en la enunciada nota del 6; habla de los rumores que circulaban de haberse descubierto robos en la Aduana del Callao tan luego como entraron tropas al Castillo en que está colocada, y concluye que el señor Wilson, según se había expresado, no iba esa noche (6 de Abril) á hablar de esto mismo con S. E. por ser ya tarde, pero que lo haría al día siguiente. Esto es lo que precisamente constituye el fondo del hecho y lo que precisamente importa probar: que se habló de robos descubiertos, según se decía en la Aduana, tan luego como entraron las tropas al Castillo, en donde está situada, y que el señor Wilson iría al día siguiente á hablar de esto mismo á S. E.

De todo lo que se deduce que el señor Wilson había comunicado al señor Da Ponte que iría á hablar con S. E. al día siguiente, y no esa noche por que ya era tarde, sobre los robos descubiertos en la Aduana del Callao tan luego como entraron tropas al Castillo. En consecuencia de este propósito, el señor Wilson se precció al día siguiente á S. II. y la prick. de que le habló en un sentido que inducía á presumir que la tropa hubiese

cometido esos robos, es la respuesta que, como no podría negare, dió S. E., á saber: «que el Gobierno se ocupaba actualmente de dar providencias para que esa tropa saliese del Castillo.»

No sería, desde luego, la intención del señor Wilson acriminar á la tropa; pero de los antecedentes tantas veces enunciados, resultaba contra la tropa una fuerte presunción que el Gobierno debía desvanecer, si era infundada, ó verificarla para castigar un crimen. El Gobierno se persuade que nunca sentirá el señor Wilson haber contribuido á que una parte del Ejército peruano se vindicase de la imputación afrentosa que pesaba sobre ella cn virtud de tan siniestros rumores.

El Gobierno procuró de todos modos esclarecer la verdad, y par eso le preguntó terminantemente al señor Administrador de la Aduana si los que habían robado en los almacenes pertenecían al Ejército. El Administrador contestó-que ninguno de los individuos comprendidos en el sumario pertenecían al Ejér

cito.

Con reflexiones poderosas ha demostrado también el infras crito la obligación en que estaba el Gobierno de rechazar cualquiera pretensión directa ó indirecta en que se percibiese la mira de oponerse al armamento y guarnición de los castillos: ni ha debido el Gobierno desentenderse de las expresiones del señor Wilson, ya citadas en la nota del 6, y que ahora se repiten, por que son muy conducentes y no deben olvidarse: «un asunto en que era su primordial deber intervenir.» Como quiera que esta intervención recaía sobre robos hechos en el Castillo que se inputaban á la guarnición, y como los pasos dados por el señor Wilson en este asunto tendían á la evecuación de la plaza, cra lícito conjeturar hasta que punto deseaba intervenir el señor Wilson relativamente al armamento y guarnición de la plaza. Las palabras de S. E. al fin de la entrevista con el señor Wilson son tan señaladas que no dan lugar á vacilaciones.

Con este motivo, recordará el infrascrito la nota de otro señor Agente Diplomático á que también se refiere el señor Wilson al finalizar la suya. Muy agradable es para el infrascrito este recuerdo que le proporciona la oportunidad de reconocer debidamente la circunspecta imparcialidad del respetable señor Pickett al tiempo de hacer sus insinuaciones amigables al Gobierno. Hablando de robos prescinde de si fueron ó no los soldados quienes los cometieron, y solo se detiene en la responsabilidad del Gobierno en caso de que se verifique tal desórden. Y hablando de la ocupación del Castillo dice clara y terminantemente, que no pretende discutir la cuestión sobre la conveniencia de que la

fortaleza sea ocupada por las tropas y se ponga en estado de defensa, ni le compete hacerlo; porque todo Estado independiente tiene, sin duda, el derecho de fortificar y defender cualquier punto de su territorio, para los intentos que le convengan, y en otra nota posterior (del 30 de Abril) afirma no haber dicho nada que inculpe ni del modo más remoto á algún individuo particular ó á alguna clase de individuos; porque el haberlo hecho habría sido igualmente precipitado é injusto y un ataque imperdonable sobre la reputación privada. Y añade, con relación á lo dicho anteriormente en orden al Castillo, que si expuso en su primera nota que la opinión general era que los almacenes estarían más seguros si estuvieran situados fuera de las murallas del Castillo, fué por la autoridad de algunos de los principales comerciantes en Lima interesados en la cuestión, pues no tenía otro conocimiento acerca de la opinión pública sobre este particular.

No se detendrá el infrascrito en desvanecer menudamente las inculpaciones inexactas y de todo punto injustas que le hace el señor Wilson acerca de la publicación de alguna de sus notas: baste decir, sin riesgo de ser desmentido, que ninguna de estas se ha remitido al señor Wilson después de publicada, sino, por el contrario, muchas horas cuando menos antes de que el periódico haya circulado en la ciudad; y en cuanto á las publicaciones, en general, es de esperarse que no habrá olvidado el señor Wilson los casos y épocas en que se ha permitido dar á luz abultados cuadernos en que se registran repetidos y duros ataques al Gobierno Peruano.

El infrascrito debe, por último, manifestar al señor Wilson la persuasión en que se halla su Gobierno de que la idea de ataques personales emitida en la nota que se contesta es, desde luego, un recurso aunque débil é insuficiente para extraviar y desnaturalizar la cuestión. Prescindiendo de que ningún interés individual media ni ha mediado entre el señor Wilson y el que suscribe y de que aún cuando realmente mediaran motivos personales sería indisculpable cualquiera tentativa que por alguna parte se hiciese para mezclarlas y confundirlas con los asuntos públicos, no es concebible como pudiera darse un jiro tan extraño é inverso á las ideas, hasta personalizar en el Gobierno la presente cuestión ni cualquiera otra, puesto que las que estén fuera de la órbita del Ministerio Público ni son cuestiones que pertenecen al Gobierno, ni son dignas de él. Suponer que el Gobierno pueda admitir semejante pretensión que bien pudiera llamarse avanzada, sería equivocación manifiesta, olvido del respeto que se le debe, y grave injuria á sus cualidades morales y

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