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zante, cuyo resentimiento, por males que jamas les hicimos, era implacable. Al efecto, pues, han salido Jas tropas que visteis dejar á la capital y sque ignorabais su destino, y se verificará, y muy luego, y sin remedio, porque asi conviene á la tranquilidad pública, al honor de la nacion ofendida, y á la magestad de las águilas del imperio : este empero siempre generoso y siempre grande, no quiere que los ingratos conozcan todo el rigor de la suerte que debió haberles, y ha propuesto á su gefe, que la disposicion de quitarles las armas sea dictada por él, para que no se degraden los desarmados, ni su nacion pueda hacerles este reproche mas, sobre los que les hará por sediciosos é insubordinados: no tengo reparo en usar de estas voces, porque así fueron Hamados por el mes jor Europeo que pisá nuestras costas. Pude muy bien sorprenderlos y dejarlos indefensos, pero no quiero que digan que asi solo pudimos hacerlo al contrario les he dado tiempo para que se preparen, si son tan imprudentes que intentan resistirse, y dispuse pasase su general á colocarse entre ellos y á la cabeza de la mayor fuerza, para que no nos echasen en cara que carecian de libertad y ebraban obligados: arteria ridicula; pero que ya nos la imputaron otra vez.

Instruidos ya, conciudadanos, de los procedi mientos del gobierno, no puedo dejar de deciros.

ântes de concluir, que nada hay que temer, que espero continueis dando nuevas pruebas de vuestra generosidad, que descanseis tranquilos, y confiados en la vigilancia del gobierno que anhela vuestra bien, y no pierde momentos en aseguraros prosperidades para vosotros y vuestros descendientes, que ante la ley todos somos iguales, y que el que,, contraviniere á lo que hemos jurado defender, sea Americano, sea Europeo, será cas,, tigado á proporcion de su delito: el que de pa,,labra ó hecho se opusiese á alguna de las garan

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tias ó bases fundamentales de nuestro actual ,, gobierno, será tratado como reo de lesa nacion." Mégico 12 de Enero de 1822.

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Agustin de Iturbide.

Número 14.-Esposicion que al tiempo de jurar hace al soberano Congreso constituyente Megicano, el regimiento de caballería número 11. Señor los tiranos que nos subyugaron tres siglos, abusando mil veces de cuanto hay mas sa grado, remacharon nuestros grillos á fuerza de juramentos. Si, mil veces prometimos ante las aras del Dios vivo sufrir á nuestros opresores provocando sobre nosotros la cólera del cielo si faltabamos a nuestros votos. Al pronunciarlo nuestros labios, el corazon se estremecia, la razon

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se horrorizaba, y jamas los sentimientos fueron acordes con las palabras. Mas ahora que la Divina Providencia ha coronado los esfuerzos del valor Megicano, concediéndonos la dicha de hacer nuestra independencia, y formar en el seno de la patria el templo de la sabiduría y santuario de las leyes que han de hacer la gloria y felicidad de nuestras futuras generaciones, en medio de la mas sincera efusion de nuestros corazones, cumplimos una obligacion dulcisima prestando el juramento de obediencia á V. M.

El regimiento de caballería número 11, bien convencido de que los militares son súbditos y no tiranos de sus pueblos, reconocen desde luego la soberanía é independencia de estos, y la represen tacion nacional de V. M., y no vacilará un momento en sacrificarse por sus augustos decretos, conformes á la voluntad nacional.

Pero consiguiente á estos principios, no solo no auxiliará, sino que se opondrá abiertamente á cualquiera que tuviere la desgracia de oponerse al voto libre de los Megicanos, que intentara oprimirlos y sofocar su libertad para manifestar en materias políticas y de interes comun su voluntad.

La actual ocasion es la mejor para hacer presente á V. M., que la América del Septentrion detesta á los monarcas porque los conoce, y que

fiel imitadora de las repúblicas de Chile, BuenosAires, Colombia y demas que forman hoy la América del Sur, al hacerse libres del yugo estrangero, seguirá tambien su egemplo en constituirse; y los que una vez despreciamos nuestras vidas por la independencia y la libertad de nuestra patria, se las ofrecemos igualmente para garantizarla en el goce de tan augustos derechos.

Para persuadirse V. M. de que este es el voto de los pueblos, no necesita sino escucharlos: quitense esas trabas odiosas que hasta ahora tiene la libertad de imprenta: oiganse á todos, pues la causa es comun, y se verá patente esta verdad; pero si, como no esperamos, sucede lo contrario, nos quedará á lo menos la satisfaccion de haber prestado un juramento sincero (cual lo concebimos en el fondo de nuestros corazones) y de haber dado este testimonio irrefragable de patriotismo y fidelidad á la nacion, de quien nos gloriamos ser defensores.

Dios guarde á V. M. muchos años. Mégico y Mayo 6 de 1822. Juan de Miangolarra. Alvaro Muñoz. Manuel José Robledo. José Ramirez y Sesma. Joaquin Espinosa. Ignacio Martinez. José Amat y Tortosa. Juan Nepomuceno Ibañez. Celso Gutierrez de Cos. José Luis de Segura. Manuel Cirilo Torsa. Tiburcio Estrada,

José Domingo Isla. Mariano Nañez. José Maria de Sevilla. Mariano Sandoval. Diego Muñoz. Gabriel de Arteaga. Luciano Parra. Antonio Hurtado de Mendoza. Agustin Enchía. Mariano Sierra. Manuel Patiño. José Antonio Neve. Manuel Iribarren. José Ignacio Sobre Arias. Anastasio Cerecero. Juan José de Herrera. Bernardo Maria de Planas. Francisco Castro. Francisco Antonio de Robles. Francisco Sevilla. Luis de la Barrera. Angel Perez de Castro. José María Cendejas. Faltan algunas firmas de los enfermos y ausentes que aunque no firmaron, tampoco disienten.

Bajo tales principios se procedió ał jura» mento con las solemnidades prevenidas en el sobcrano decreto dado para este fin; y el teniente Coronel mayor D. Juan Miangolarra, agregó: „, y yo juro hacer cumplir á Vdes. lo mismo que „han jurado.” Loor eterno á los Europeos liberales que sostienen nuestra causa como propia!

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Número 15.-La tercera garantía manejada con la astucia mas maquiavélica, ha sido el arma poderosa de que Iturbide se ha valido constantemente para el logro de sus proyectos: este es el talisman que le ha abierto el camino del trono. Los Europeos, cuya conciencia les advierte que

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