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Pero el mal estaba ya consumado, porque Bolívar, considerando imposible conservar la Constitución de Cúcuta, acogió en su arenga ante el Congreso el proyecto de convocar una Convención Nacional, y ésta fué decretada poco después por una ley para reunirse en Ocaña el día 2 Marzo de 1828. De manera que la Constitución Colombiana quedó moralmente muerta desde entonces.

No entra en nuestro plan dar aquí los pormenores de la pacificación del Sur. Bastará decir que el único hombre que allí cumplió con sus deberes como militar y como caballero fué un hijo de Venezuela, el dignísimo general Juan José Flores. No sólo levantó fuerzas en Quito para restablecer la autoridad de Colombia, sino que obrando con la mayor sagacidad, obtuvo que las propias tropas de Bustamante se sublevaran y sometiéranse á su autoridad. Sin las intrigas de Obando, enviado por Santander á Guayaquil, para ponerse al frente de las tropas, y de las órdenes contradictorias que el Gobierno Nacional enviaba al teatro de la guerra, y sin las innúmeras perfidias de los

revoltosos, á quienes Flores, en horror á la guerra civil, ofreció repetidas veces transacciones y arreglos, ora aceptados, ora burlados por ellos, con el único fin de evitar el derramamiento de sangre, Flores habría ocupado mucho antes á Guayaquil. Ocupóla sin embargo con sus tropas el 29 de Setiembre sin resistencia de los enemigos, cuyos principales jefes regresaron al Perú; de manera que cuando Bolívar se ocupaba en Bogotá en dictar disposiciones para la pacificación de aquellos Departamentos, recibió la fausta nueva de estar ya cumplida á esfuerzos de su digno y leal compatriota el general Flores.

En Venezuela, confiada entonces al mando civil y militar de Paez, ocurrieron ciertas novedades, que por lo pronto causaron alguna inquietud; pero, felizmente, merced á la actividad con que se procedió, no llegaron á perturbar la paz pública. Una facción organizada en la provincia de Cumaná por Coronado y los Castillos, fué desbaratada en pocas semanas. Otro movimiento que se intentó en Barinas para robar las Arcas públicas fué sofocado.

El motín que ocurrió en Guayana para destituir á varios empleados locales se apaciguó después de ver justificada su obra, y las partidas de bandoleros que desolaban los feraces valles del Tuy, al mando de Cisneros, Herrera y Centeno, no tuvieron mejor suerte. Organizadas éstas en són de reconquista por un teniente coronel español llamado Arizábalo, venido de Puerto-Rico con el carácter de Comandante general de operaciones en Costa Firme, fueron atacadas y dispersas. Una escuadra española que se presentó en las costas de Barlovento con auxilios de todo género para el Comandante de operaciones, no pudo comunicarse con él, que se había refugiado en las montañas, y se retiró.

Cuando Bolívar tuvo noticia del arribo de esta escuadra, creyó que este suceso podría ser el principio de un nuevo plan de reconquista, y para conjurar el mal, salió de Bogotá en dirección de Venezuela. Se detuvo á poco andar, sin embargo, al recibir pliegos de Paez, en los cuales le anunciaba la completa pacificación del país y la retirada de la escuadra española.

En cambio de tan lisonjeras noticias, el general Padilla, comandante de Marina de Cartagena, y rival de Montilla, aprovechando la ausencia de éste, promovió un desórden en la plaza, apoderándose del mando y cometiendo otros excesos. Al saberlo Montilla, que estaba en Turbaco, dió sus órdenes, hizo salir de la plaza las tropas, aglomeró otras, y se preparó para batir al revoltoso. Viéndose éste sin el apoyo de la población, se puso en fuga, y se dirigió á Mompox, desde donde escribió á Bolívar, disculpándose. Pero no estaba contrito, pués allí mismo organizó un alzamiento, y lo habría puesto por obra, si previsor el general Montilla no hubiera enviado á Mompox una fuerza para impedírselo. Despechado Padilla, intentó todavía ensayar una nueva aventura en Cartagena, y penetró furtivamente en la ciudad, pero lo supo Montilla, y haciéndole arrestar lo envió bajo escolta á Bogotá.

En el Perú quedó gobernando el general Santa Cruz, cuando salió la expedición de Bustamante contra Colombia. Como enemigo de Bolívar, lo primero que hizo fué anular la Cons

titución Boliviana. Poco después le sustituyó en el mando el general Lamar, el faccioso de Guayaquil, quién como era de esperarse, para precaverse de cualquier ataque por el lado de Colombia, situó fuerzas considerables en la frontera, y comenzó á intrigar contra la paz de Bolivia.

Estaba allí Sucre, amigo leal de Bolívar, y estorbo para los peruanos. El plan de ambos generales era muy conocido. Lamar era Colombiano de nacimiento; Santa Cruz había nacido en Bolivia. Necesitaban, pues, para campear en el Perú, la anexión de sus respectivos países, y con este fin se enviaban fuerzas al Sur de Colombia y se promovía la revolución en Bolivia.

Pero antes de hablar de las maquinaciones peruanas y referir el término que tuvieron, volvamos la vista á Bolívar y á la Convención de Ocaña, instalada en dicha ciudad el 3 de Abril de 1828, y compuesta de amigos y enemigos del caudillo venezolano, más que todo, de hombres levantiscos, si bien patriotas ilustrados en su mayor parte.

Bolivar dimitió el mando ante dicha con

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