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cer algunos dias en la obediencia, se defeccionó tambien, y vino á ponerse á disposicion del Gobierno Chileno. Quintanilla fué depuesto al llegar á Chiloé las naves, que llevaban las noticias del Perú, y aunque logró una reaccion en su favor, no habia de tardar en ser vencido por fuerzas enviadas de Chile al mando de Freire. La resistencia de Rodil en el Callao, sitiado como estaba, por un poderoso ejército de tierra y por las escuadras Colombiana, Peruana y Chilena, si á fuerza de obstinacion podia prolongarse algunos meses, no comprometia en el intervalo de manera alguna el triunfo completo de la emanicipacion.

Los menos previsores conocian desde enero, que no tardarian en desaparecer los miserables restos del poder español por el curso mismo de los sucesos; tampoco habia ningun otro riesgo interior ó exterior, que aconsejara aplazar por mas tiempo el imperio completo de la razon y de la ley. El fantasma de la santa alianza no podia asust ir á ningun hombre de corazon, y ninguna nacion maritima inspiraba serios temores. El almirante frances, estacionado en Valparaiso y pronto á hacer rumbo para el Callao, presentaba algunas quejas sobre presas; pero ofrecia la neutralidad de Francia en las reclamaciones coloniales. El primer consul enviado por Inglaterra habia sido muerto en diciembre último con los disparos de una avanzada, queriendo presenciar de cerca en coche el sitio de aquella plaza; mas tan lamentable desgracia, debida exclusivamente á su imprudencia, no podia dar lugar á ningun conflicto internacional.

En cuanto á la situación interior, no habia el menor amago de perturbaciones profundas, ni por la exaltacion de los partidos, ni por la exageracion de las doctrinas: los pueblos habrian aceptado sumisos el gobierno nacional, que fuera del benaplácito del Libertador. Bien lo conocia el Presidente de Colom

bia, y tampoco se ocultaban á su clara inteligencia las poderosas y evidentes razones, que debian inducirle á dejar el Perú árbitro de sus destinos, una vez cumplida con inmortal gloria la mision libertadora. Pero el apego á la autoridad suprema era en su ánimo mas fuerte, que la conviccion; altivo y necesitando de grandes emociones, no sabia resignarse á la modesta y apacible igualdad republicana, y ademas queria conservar la amplia autocracia sobre el antiguo imperio de los Incas para realizar gigantescos proyectos, cuya grandeza era á sus ojos suficiente escusa para retener sin escrupulo tan extraña autoridad en una república independiente; pretendia persuadir á los demas y por momentos se persuadia á si mismo, que necesita a predominar en la América del sur para li bertar á los nuevos estados, asi de los ataques extrangeros, como de sus querellas reciprocas y del azote de sy la anarquía. Muchos hombres asustadizos participaron de esa opinion; y el concierto de los aduladores era bastante fuerte para no dejarle oir las debiles protestas de la oposicion liberal.

En las pocas semanas, que faltaban para la reu nion del Congreso, fijada para el 10 de febrero, no tomó la administracion ningun acuerdo de influencia radical: espléndidas fiestas por la victoria de Ayacu cho, la publicacion de los decretos expedidos despues del triunfo de Junin, el nombramiento de una sociedad economica de amigos del pais, la incorporacion del departamento de Huancavelica al de Guamanga; ciertos arreglos militares ó financieros y otros medidas de interés secundario fueron los principales actos oficiales, que llamaron la atencion hasta fines de enero; pero el asesinato de Monteagudo acaecido en la noche del 28 produjo en el pueblo impresiones vehementes, é hizo recaer sobre el gobierno acusaciones muy graves. El antiguo ministro de San Martin, aunque esta

ba puesto fuera de la ley, no habia vacilado en regresar al Perú, escudado con la amistad de un protector mas poderoso; acompañó á Bolívar en la campaña de Junin, regresó con el á la costa, y entraba en sus consejos mas intimos. Dadas las nueve de la noche, que era de las mas claras del verano, se retiraba de casa de unas amigas suyas, cuando cerca del hospital de San Juan de Dios, donde habia una guardia de prevencion, fué asaltado por los negros, Moreira y Colmenares, y este le dió una puñalada' mortal, dejandole clavado en el pecho el bien afilado cuchillo. Monteagudo exhaló un grito de agonia, huyeron los asesinos, y un oficial de la guardia, que acudió, le halló muerto, y tomó de su pecho un valioso prendedor. Si hubo intencion de robarle de parte de los negros, como muchos han creido despues, no la llevaron á cabo sobrecogidos de un súbito terror; la murmuracion pública, no pudiendo calificar el atentado de un crimen vulgar, le atribuyó un caracter político, y supuso, que los asesinos habían sido instigados por Bolívar ó por Sanchez Carríon. Las sospechas contra el segundo se fundaban en su conocida hostilidad y en sus presuntos celos con Monteagudo; y como á poco enfermó gravemente y murió en junio siguiente, se supuso tambien, que habia sido envenenado para castigar un presunto delito con otro mayor; la autoxia del cadá ver no justificó las últimas hablillas, y es casi cierto, que el eminente hombre de estado sucumbió á una antigua enfermedad del higado, producida por los excesos del trabajo y del placer. Bolívar dió peso á los cargos dirigidos contra él por el inicuo partido, que quiso sacar del asesinato. A la vista del cuchillo homicida, dijo un barbero, que aquella arma habia sido afilada en su tienda, y que, si se le ponia delante, reconoceria al negro, que se la mandó afilar; habiendo sido reunidos todos los de la capital, bajo pretexto de

entregarles cedulas, que les eximirian del reclutamiento, el barbero, que estaba oculto, designó al asesino sin vacilar; y apresado este, fué inducido por el gobierno con ofrecimiento de perdon á complicar en la causa á dos hombres inofensivos, el abogado Colmenares, que pertenecia al partido liberal, y el noble Moreira, adicto al Rey. Presos ambos, se turbó Moreira hasta el extremo de no poder descargarse de las mas calumniosas y absurdas imputaciones; pero Colmenares confundió al calumniador, haciendole incurrir en contradicciones manifiestas acerca del lugar y de los supuestas instigaciones. La causa fué cortada, desde sobre ella no podian basarse los planes de una politica maquiavelíca, y el negro fué enviado con las tropas de Colombia en la clase de sargento. Su complice, el negro Moreira, aseguró en Guayaquil en 1854 á un coronel peruano, que, mientras ellos atacaban a Monteagudo, aguardaba el resultado del ataque en las iumediaciones un ayudante del Libertador, y San Martin atribuia tambien al asesinato un origen polí tico. Mas los jueces mas competentes lo tienen por un crimen vulgar.

que

Aunque el proceso no llenó enteramente las miras de la administracion, por lo menos difundió en la sociedad manifiestas alarmas y secretos terrores: para unos corria la república el riesgo de la mas cruel reaccion ó de la sangrienta anarquía, puesto que segun ellos no se detenian los emisarios de Rodil 6 los revolucionarios ante los mayores crimenes; para los que creian ver mas claramente los peligros de la situacion, era evidente, que la dictadura procuraria afirmarse, destruyendo, cuanto le obstruyese el camino, ya fuesen consejeros peligrosos, ya pasaran por peruanos inofensivos. Sin necesidad de ser objeto de tales recalos, inspiraba ya Bolívar suficiente terror por el recuerdo de sus represalias en la

guerra de Colombia, por sus rigurosa disciplina militar y por sus arrebatos de colera, que hacia temblar á cuantos por cualquier motivo pudiesen incurrir en su indignacion.

Juntese al ascendiente de tan formidable poder la admiracion, que excitaban la hazañas del Titan venezolano, y la gratitud inspirada por beneficios inestimables, y entonces no se juzgará con excesiva severidad el degradante entusiasmo, con que el congre so constituyente resolvió la prolongacion de la dictadura el dia mismo de su reistalacion. Se habia procurado alejar á muchos diputados liberales, y los vacios dejados por la ausencia, defeccion ó muerte de otrcs, se llenaron con hechuras del Gobierno. Pedemonte Unanue y Larrea lo dispusieron todo para arrancar á la asamblea por sorpresa la prolongacion del poder dictatorial. Reunidos los representantes á las ocho de la mañana el 10 de febrero, y admitidos en su algunos suplentes, se resolvió á propuesta de Pedemonte; que, si, como era de si, como era de suponer, hácia el Libertador dimision de la dictadura, se le suplicaria que continuara en el ejercicio de sus funciones. El mismo diputado, que fué á palacio al frente de una comision, apoyó sus propuestas ante el Dictador en los terminos mas vehementes, llegando á decir:

seno

"El Congreso espera impaciente á V. E.; y aunque con anunciarselo, parece, que la comision habia llenado su presente objeto; yo creo, señor, no faltar á la relijiosidad de nuestro encargo, si me tomo la libertad de prevenir á V. E., que el Congreso se estremece al considerar, que pueda hoy ver V. E., una espresion sola alusiva á la dimision de esa autoridad suprema, en que ahora un año libramos nuestra suerte, y á que V. E., ha sabido corresponder con uua clase de he o'smo desconocido en la historia, haciendo, que á su lado aparezcan monstruos de tirania, aun en el

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