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Sin examinar la parte de culpa en que incurrieron Riva Agüero i el gobierno chileno con su falta de cooperacion, hai el derecho de motejar como una imprevision el envío de un cuerpo aislado sin tener la seguridad de que los demas estén prontos. Si en vez de ir directamente a Arica, el ejército de Sucre i Santa Cruz se hubiese reunido en Coquimbo como se lo pidió el gobierno de Chile, la campaña habria tenido otro aspecto, porque, concentrado en un solo punto un ejército de tres paises compuesto de 11 a 12,000 hombres, Riva Agüero no se habria atrevido a negar su concurso, ni la guerra civil se habria declarado, ni el enemigo habria podido resistir al empuje de una masa tan considerable dirijida por un jefe como Sucre.

Juzgando los acontecimientos nó como debieron realizarse sino como ocurrieron, se nota a primera vista que Santa Cruz cometió un error capital no aprovechándose de los primeros momentos de su desembarco para atacar a Arequipa, e internarse despues en busca del Virrei, que tenia mui pocas tropas. Haciéndolo, no salia de sus instrucciones, porque el caso estaba previsto i la operacion autorizada. Sucre le hizo este cargo con justicia: «Suponga Ud., decia a Bolívar, que despues de haber desembarcado el jeneral Santa Cruz en Ilo pacíficamente, i que no tenia otra oposicion a todo su ejército que Carratalá con 700 hombres en Arequipa, yo debí pensar que aprovechando la ocasion habria caido sobre esta fuerza i seguidamente sobre el Cuzco, donde por todo existian 300 veteranos i 800 o 1,000 reclutas acabados de tomar. Tenia tiempo para esto i para tomar el Apurimac, ántes que Canterac pudiera mandar ningun refuerzo (27).» En vez de ejecutar estas operaciones indicadas, Santa Cruz le dió tiempo al Virrei para que juntase su ejército, fraccionado por distancias enormes i por dificultades topográficas, acaso superiores a la distancia.

La Serna se empeñó por oponer una sola masa de ejército a la invasion, i Santa Cruz en mantener la desagregacion de los suyos, alejando a Gamarra i huyendo de ponerse en contacto con la division de Sucre. Sus esfuerzos en este sentido se rea

(27) Carta a Bolívar. Chalas, 5 de agosto de 1823. O'Leary, Memorias, tomo I, páj. 75.

lizaron completamente, porque los 3,000 hombres que acaudillaba Sucre se limitaron a ver, observar i deplorar desde Arequipa el jiro de los acontecimientos. Esta fué la segunda gran falta militar de Santa Cruz. Debió juntar su ejército como el Virrei juntaba el suyo, oponiendo una gran masa a otra. Si lo hace, la historia le perdonaria la residencia prolongada de Moquegua i Tacna, porque si a la llegada de Sucre se pone en marcha con él para el interior i presenta batalla, probablemente la campaña se habria salvado. El ejército patriota disponia de 8,000 soldados largos, el realista ménos de 5,000 i la Serna i Valdes tenian en Sucre un competidor digno de la bravura del primero i de la habilidad del segundo. «Si yo me hubiera internado un mes antes i reunídome a Santa Cruz, decia Sucre, las cosas tendrian otro semblante; pero las intrigas de Riva Agüero para demorar mi espedicion i la idea de Santa Cruz de que estemos separados, nos ha puesto en el aprieto en que estamos (28)».

Estos errores, por grandes que sean, habrian sido reparables si Santa Cruz no comete otro mayor permitiendo al enemigo pasar el Desagüadero. Allí se le presentó la oportunidad mas brillante de destruirlo a poco costo, cerrándole el paso del rio, que tiene solo vados determinados. Debió cubrirlos con tropas de observacion, i colocándose en un punto céntrico aparecer oportunamente sobre el lugar amagado, puesto que el Virrei tenia que moverse, como él, con infantería i bagajes. En vez de hacerlo se limitó a cortar el puente del camino principal de Puno i a poner 60 soldados malos en la ribera sur del vado de Calacoto, los que se dejaron ahuyentar por unos cuantos jinetes del Virrei que lo atravesaron a nado. La razon que dió en apoyo de su conducta fué que no podia hacerlo por estar separado de Gamarra, lo que no lo justifica, puesto que su division era suficiente con exceso para impedir que el enemigo realizase una operacion tan riesgosa. Si queria juntarse con Gamarra, debió llamarlo i aguardarlo, para disputar con oportunidad el paso del rio.

Desde que el Virrei penetró con su ejército en el Alto Perú,

(28) Carta a Bolívar. Arequipa, 25 de setiembre de 1823. O'Leary, Me-` morias, páj. 89.

el semblante de la campaña cambió. Por razon de la distancia, Santa Cruz no podia contar con el apoyo de Sucre, i encerrado en las montañas de su pais nativo, no tenia otra alternativa que empeñar el combate antes que el enemigo engrosase sus fuerzas con la division de Olañeta. Es cierto que la batalla no presentaba ya las mismas espectativas de victoria; pero en cambio, obligado a batirse, mas le valia empeñarla luego. Esta oportunidad se le presentó en Panduro i la dejó pasar. Desde entonces no le quedaba nada que hacer sino huir. Hai un límite para las faltas humanas, i Santa Cruz habia llegado a él.

¿Qué podia hacer despues que el Virrei, ejecutando el movimiento oblicuo de Sepulturas, aumentó su ejército con una division fuerte i una caballería briosa? Se habia cerrado todas las puertas, no le quedaba mas que la de la fuga, i se entregó a ella atravesando riscos i despoblados a la carrera en busca de la costa, que era el único asilo que le quedaba a su pusilanimidad i desventura.

La direccion del ejército realista fué tan acertada como mala la de Santa Cruz. Lo primero que trató de hacer el Virrei fué evitar que se le combatiese en detalle, reuniendo su ejército disperso. El jeneral Valdes cooperó a este pensamiento con una decision admirable. Sus marchas serán siempre motivo de asombro para el historiador militar, i su admiracion se aumentará recordando que hacia poco tiempo a que habia ido de Tacna a Lima pasando por Arequipa i la Sierra, i que ahora volvia de la capital al traves de desiertos i montañas a internarse en el corazon del territorio boliviano.

No repetiremos lo que ya hemos dicho sobre la conducta de Riva Agüero, pero sí dejaremos constancia de que sus intrigas políticas estimularon a Santa Cruz a alejarse sistemáticamente de Sucre, para no cederle la supremacía del mando. El jeneral Sucre hizo oir su primera i única queja pública contra esta conducta en su parte oficial diciendo: «El jeneral Santa Cruz recibió órdenes del jeneral Riva Agüero para abandonar la campaña en cualquier estado que estuviese, i cualesquiera que fuesen las ventajas que hubiese obtenido, i bajase con el ejército. Nada se me avisó de tal medida, i S. E. se persuadirá cuánta es la mala fé con que he sido tratado. La fortuna solo

ha podido salvarme hasta ahora de una conducta tan doble i de tantos riesgos en que se me ha metido para destruirme. >>

Santa Cruz no tuvo nobleza en la derrota. En vez de aceptar la responsabilidad que le cabia, trató de culpar a Sucre, suponiendo que estaban concertados de encontrarse en Puno, lo que no es exacto. Dijo que en la retirada del Alto Perú fué a buscar al jeneral Sucre, a quien creia en ese lugar o en el Desagüadero, a pesar de que él mismo le habia pedido despues de Zepita que se fuese al Cuzco, que está a 40 leguas de Puno, i que por su proximidad al ejército de Canterac era un lugar de retirada mas peligroso que Arequipa. Ocultó su derrota desfigurando maliciosamente los hechos, al punto de que si se juzgase la campaña por sus noticias, se creeria que las fuerzas peruanas se salvaron intactas. «En la retirada he perdido algunos hombres, naturalmente, decia, cansados, i algunos pocos tomados, pero habiendo tenido la precaucion de dejar el mayor número de ellos al coronel Lanza, cuento que no solo los haya salvado, sino que tambien puede continuar una guerra mui útil con ellos en las posiciones que siempre ha ocupado. Yo conservo la esperanza de mi reunion con él, si los españoles separan del sur toda la masa de sus fuerzas que han traido del norte, casi abandonado. Ultimamente el ejército subsiste i puede trabajar (29).»

La conducta del jeneral Sucre en la campaña es digna de elojio. Es cierto que permaneció en Arequipa cerca de un mes, sin emprender ninguna operacion; pero ¿qué podia intentar cuando no sabia lo que hacia Santa Cruz ni los lugares que ocupaba? Cualquier movimiento errado podia comprometer la suerte de su ejército, i en la situacion en que se encontraba no podia aspirar a otra cosa que a salvarlo. Su buena fé queda completamente a salvo, porque varias veces quiso acudir en ausilio de Santa Cruz, segun las noticias que recibia, i no hai acto ni pala. bra suya que pueda interpretarse como manifestacion del deseo

(29) Carta a Riva Agüero, publicada por Paz Soldan, Perú, páj. 126, con fecha 18 de setiembre desde a bordo del Catalina. La fecha está equivo. cada i debe ser del 18 de octubre, de Arica, porque el 18 de setiembre venia Santa Cruz en marcha del Alto Perú, i no podia estar a bordo de un buque en Arica.

de hacer sentir a su subalterno insubordinado el peso de su falta, con perjuicio de la causa que servia. El jeneral Valdes juzgó con dureza su conducta, porque no podia imajinarse la verdad que por primera vez empieza a desentrañar la historia, revelando que el jeneral en jefe no sabia la suerte de la principal parte de su ejército. Al reves de Santa Cruz, Sucre no ocultó ni su responsabilidad ni la verdad. La dijo por entero, desdeñando esa gloria de papel que consiste en escribir en el campo de la derrota el parte oficial de la victoria. A su vuelta al norte debieron llegar a sus oidos las murmuraciones i cargos que le hacia Santa Cruz, i entónces, queriendo restablecer la verdad, solicitó que se le sometiese a juicio para esclarecerla; pero Bolívar, que estaba bien impuesto de lo ocurrido, le dió esta contestacion que es un eco del fallo justiciero que la posteridad hace a su esclarecida memoria: «Bajo este supuesto, se le dijo, no le ha parecido a S. E. un acto de justicia prestar por esta vez su accesion a la solicitud de US., i me previene indicarle que cuando llegue el caso de que se forme el consejo de guerra correspondiente al jeneral Santa Cruz, entónces resultará que el benemérito jeneral Antonio José de Sucre, si no recojió laureles en los campos de Arequipa, tampoco oscureció las glorias que ha adquirido en los de Colombia (30).»

El jeneral Sucre habria querido dejar en el sur los restos peruanos del ejército de Santa Cruz i la division chilena que acababa de llegar, para que llamasen la atencion del enemigo, i él quiso internarse por Ica con los colombianos, para ausiliar a Bolívar, a quien suponia en camino de Guamanga. Pero los peruanos no obedecieron la órden, como lo dijimos, e hicieron rumbo al Callao; los chilenos volvieron tambien a su pais, i Bolívar estaba ocupado en conjurar la guerra civil de Riva Agüero.

Lo que Sucre sacó de esta campaña fué la persuasion de que Colombia debia hacer en el Perú política colombiana», i no sacrificarse como hasta entónces en aras de la susceptibilidad peruana. Sucre llegaba al convencimiento que tenia Pinto desde

(30) Documentos para la vida pública, etc., tomo IX, pájina 198. Notas de 4 i 22 de enero de 1824.

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